La muerte de Prigozhin, el líder del grupo de mercenarios Wagner, vuelve a poner el foco en Vladimir Putin y el Kremlin. Mientras las fuentes oficiales aseguran que los hechos ocurrieron tras estrellarse un avión en el que viajaba con otros nueve tripulantes, las dudas planean sobre la implicación directa del Gobierno ruso.
No es la primera vez que se cuestiona la implicación de Putin en un crimen político. A lo largo de los mandatos del presidente ruso se han producido numerosas muertes en circunstancias extrañas. La lista incluye a políticos, periodistas, empresarios e incluso antiguos agentes del KGB. Pero tenían una cosa en común. Todos se mostraron críticos con algunas decisiones del Gobierno de Rusia.
Entre los casos más mediáticos está el asesinato de Boris Nemtsov en 2015. Fue una figura política destacada entre los 'jóvenes reformistas' de la Rusia postsoviética, llegando a ser viceprimer ministro. Sin embargo, con la llegada de Putin al poder, Nemtsov fue apartado a un segundo plano de la vida política rusa. A lo largo de los años en numerosas ocasiones criticó abiertamente las políticas del actual presidente ruso, liderando varias manifestaciones masivas.
En febrero de 2015, apeló a la ciudadanía para sumarse a una gran marcha contra la participación militar de Rusia en Ucrania. Horas después, unos atacantes desconocidos tirotearon a Nemtsov cuatro veces por la espalda a escasos 200 metros del Kremlin. Mientras Putin aseguró tomar el control personal de la investigación, señalaron a un antiguo miembro de un batallón cheheno, Zaur Dadayev, como el principal perpetrador.
Políticos, periodistas e antiguos agentes del KGB
El ascenso de Putin al poder fue fruto de la contribución de varios personajes públicos rusos. Uno de ellos fue Boris Berezovsky, autoproclamado magnate que pertenecía al círculo cercano a Borís Yeltsin. Sin embargo, bajo el mandato del nuevo presidente, Berezovsky no pudo obtener la influencia que esperaba. Su conflicto con Putin resultó en su exilio en el Reino Unido, donde juró derrocar al presidente.
En 2013 Berezovsky fue encontrado muerto en el baño de su casa, con una cuerda alrededor de su cuello, por lo que inicialmente se consideró un suicidio. Sin embargo, la investigación no pudo determinar la causa exacta de su muerte.
El magnate ruso también había acusado al Kremlin de estar detrás del asesinato de Alexander Litvinenko, un ex agente del KGB. Litvinenko falleció tres semanas después de tomar una taza de té en un hotel de Londres en 2006. Estaba envenenada con polonio-210, una sustancia letal. Una táctica muy parecida a la que se intentó usar con Alekséi Navalny en 2021. Una investigación británica reveló que detrás del envenenamiento de Litvinenko estaban agentes rusos, Andrei Lugovoi y Dmitry Kovtun, quienes actuaron bajo una orden "probablemente aprobada por el presidente Putin".
Aunque esta lista no solamente se detiene en políticos y grandes empresarios. Como Stanislav Markelov, un abogado de derechos humanos conocido por representar a la población civil chechena en casos contra el ejército ruso por violaciones de los derechos humanos. También representó a periodistas que se encontraron en situaciones difíciles después de escribir artículos críticos sobre Putin.
Markelov fue asesinado a tiros en 2009 por un hombre armado enmascarado cerca del Kremlin. Anna Politkovskaya, periodista de la Novaya Gazeta, fue asesinada en 2006. Otra periodista de Novaya Gazeta, Anastasia Baburova, también murió mientras intentaba ayudar a Markelov. Las autoridades rusas afirmaron que detrás de estos asesinatos había un grupo neonazi y condenaron a dos de sus miembros por los asesinatos.
A pesar del reciente conflicto de Ucrania, la tensión entre ambos países se remonta a hace muchos años. En 2006, el antiguo presidente ucraniano, Víctor Yúschenko, fue envenenado con dioxina de alta síntesis. Según explicó en su momento Alexandr Medvedko, fiscal general de Ucrania, “esa clase de dioxina sólo puede ser elaborada por especialistas altamente cualificados”, y señaló que solamente se dispone de esta tecnología Rusia y Estados Unidos.
Altos cargos de empresas energéticas
Algunas muertes han sido más recientes. Es el caso del ex presidente de la petrolera rusa Lukoil, Ravil Maganov. Tras posicionarse públicamente en contra de la invasión a Ucrania y pedir el cese inmediato de la ofensiva, murió al caerse por una ventana del hospital de Moscú donde se recuperaba de un paro cardíaco. Según aseguraron fuentes de la investigación, las cámaras de seguridad que monitoreaban el lugar estaban desconectadas bajo la excusa de “mantenimiento”.
Aunque Maganov no fue el único en morir en circunstancias extrañas. En abril de 2022, en Moscú, encontraron muertos al vicepresidente de Gazprombank, Vladislav Avaev, junto a su esposa y su hija. Todos tiroteados. Según la versión que mantienen las autoridades, Avaev supuestamente disparó contra su mujer e hija y luego se quitó la vida.
Al día siguiente, encontraron los cadáveres de Sergey Protosenya, antiguo jefe de contabilidad de la compañía Novatek, su esposa y su hija en su residencia en España. Se barajó la posibilidad de que Protosenya hubiera apuñalado a ambas mientras dormían y luego se hubiera suicidado. Sin embargo, la policía local también considera la opción de que fueran víctimas de un homicidio. El mismo hijo de Protosenya también cuestionó la versión del suicidio.
De momento, ni Vladimir Putin ni el Kremlin han ofrecido declaraciones acerca de la muerte de Prigozhin. Los detalles del accidente aún no están del todo claros. Tras el motín fallido que acaudilló en junio, el presidente ruso recibió al líder de Wagner en el Kremlin. Después, Prigozhin anunció el reinicio de las operaciones de Wagner en África.
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