Llegaron antes, mucho antes, las condolencias de mandatarios extranjeros que las de su rey. Marruecos amaneció este sábado conmocionado por un potente terremoto, el de mayor magnitud en 123 años, que se cobró cientos de vidas y ha provocado un catástrofe humanitaria en las zonas cercanas a Marrakech, donde las viviendas más precarias no resistieron el temblor sísmico. Entre el miedo y la confusión de su pueblo, el rey Mohamed VI mantuvo hasta 18 horas de mutismo, más de media jornada. Tras regresar al país, reapareció a última hora del sábado presidiendo una reunión en el palacio real de Rabat.
No doy crédito. Ni en palacio ni en el Gobierno han reaccionado desde el momento del terremoto
Dieciocho horas después del terremoto, y con las instantáneas de la devastación desfilando por medio mundo, el primer ministro marroquí Aziz Akhannouch también prolongó un silencio idéntico al del monarca. "No doy crédito. Ni en palacio ni en el Gobierno han reaccionado desde el momento del terremoto", reconocía a El Independiente un destacado opositor marroquí desde el anonimato. "El viernes por la noche la televisión estatal mantuvo su programación habitual de música y esperó al comunicado oficial de las autoridades que se limitaba a informar del balance provisional de muertos y heridos", agregaba. "Hemos visto cómo llegan todas las reacciones de mandatarios extranjero pero nada de los nuestros salvo instrucciones del rey al ejército, 13 horas después del suceso".
La aparición de ambos, jefe de Estado y Gobierno respectivamente, se produjo a última hora de la tarde de este sábado a través de un comunicado difundido por la agencia de noticias estatal Map. "Su Majestad el rey Mohamed VI, que Dios le asista, acompañado por el Príncipe Heredero Moulay el Hassan, presidió, este sábado 9 de septiembre de 2023 por la tarde en el Palacio Real de Rabat, una sesión de trabajo dedicada al examen de la situación tras el terremoto sobrevenido el viernes 8 de septiembre y que ocasionó pérdidas humanas y materiales en varias regiones del reino", proclamaba el despacho. En el encuentro, al que asistieron otros altos cargos del régimen, Mohamed VI decidió "declarar tres días de luto nacional, con las banderas a media asta en todos los edificios públicos" y "dio instrucciones al ministro de asuntos islámicos para cumplir la Oración del Ausente (Salat Al Ghaib) en todas las mezquitas del reino, para el descanso del alma de las víctimas".
La ausencia de cualquier expresión de duelo o de declaraciones públicas dirigidas a reconfortar a sus súbditos contrastó desde primera hora del sábado con la cascada de mensajes que llegaron a la corte alauí desde el extranjero. Entre los primeros en transmitir sus condolencias, figuró Felipe VI que, en una misiva en la que calificaba a Mohamed VI de "querido hermano", extendía su pesar.
"Estoy desolado al recibir la noticia del violento terremoto que ha afectado a la localidad de Ighil y al suroeste de vuestro país y que ha causado un elevadísimo número de víctimas mortales y heridos y deseo haceros llegar, en mi nombre, en el del Gobierno y en el del pueblo español, nuestro más profundo sentimiento de dolor por las terribles consecuencias de este desastre así como nuestras condolencias más sentidas", escribió en el telegrama.
Aluvión de condolencias extranjeras
Es una desgracia que, además de sufrir el terremoto, la gente no vea reacción ni ningún apoyo de parte de la cúpula gobernante
También trasladaron su pésame por la tragedia el presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez y líderes internacionales, desde Emmanuel Macron hasta Volodímir Zelenski u Olaf Scholz.
Un desfile al que se sumó incluso su más directo enemigo, Argelia. El presidente del país vecino Abdelmadjid Tebboune se ofreció a reabrir su espacio aéreo, cerrado desde el verano de 2021, para permitir la llegada de vuelos de ayuda humanitaria o evacuaciones médicas "en solidaridad con el hermano pueblo marroquí, en caso de que las autoridades del reino marroquí expresen su deseo de ello".
"El presidente argelino le ha dado las condolencias al pueblo marroquí antes que su propio reyezuelo", comentaba en declaraciones a este diario un disidente marroquí afincado en el extranjero. "Es una desgracia que además de sufrir el terremoto la gente no vea reacción ni ningún apoyo de parte de la cúpula gobernante. Una desgracia estar bajo el yugo de gente así", agregaba.
El terremoto y la gestión política posterior, con la ausencia durante horas del rey, vuelve a exhibir las grietas del poder alauí. A los largos periodos en el extranjero -entre su palacio en París y su refugio en Gabón- se suma la guerra abierta en los pasillos de la corte por la familia del monarca a propósito de sus compañías, los hermanos Azaitar, y su desinterés por la marcha de un país asolado por los abismos sociales; y una crisis de gobernanza que ha dejado el país en manos del aparato de seguridad y el majzén, la camarilla del rey.
Según la prensa marroquí, Mohamed VI -con quien Macron se resiste a reunirse desde que aflorara el espionaje contra él y buena parte de su Ejecutivo a través de Pegasus- se hallaba desde principios de septiembre en París "en el marco de una visita privada". Fue en la capital gala, en el palacio que posee en los Campos Elíseos, donde le asaltó la noticia del terremoto.
La primera mención al rey se produjo ya avanzada la mañana en un despacho oficial. "Por altas instrucciones de Su Majestad el Rey Mohamed VI, Jefe Supremo y Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Reales, las Fuerzas Armadas Reales desplegaron con urgencia, la noche del 9 de septiembre de 2023, tras el seísmo que asoló en la región de Al Hauz, importantes recursos humanos y logísticos, aéreos y terrestres, así como módulos de intervención especializados a base de equipos de búsqueda y salvamento y de un Hospital Médico-Quirúrgico de Campaña", informó una breve nota difundida por la agencia de noticias estatal.
Esperando a su majestad
Los países vecinos y organismos como la Unión Europea ofrecieron a Rabat recursos para participar en las labores de rescate de los supervivientes que quedaron atrapados bajo los escombros y se mostraron decididos a proporcionar asistencia humanitaria si así lo reclamaban las autoridades alauíes, que guardaron silencio durante buena parte del día. "Es que tiene que ir el rey y no los otros los que muestren públicamente su compasión. Como pasó en el Rif en 2004 cuando se bloqueó la ayuda hasta que llegó, seis días después", rememora otro disidente marroquí. En el comunicado real a última hora del sábado, el monarca se limitó a agradecer las ofertas de asistencia dispensadas.
Mohamed VI no existe, está ausente. Ni siquiera el Gobierno marroquí ha mostrado en público sus condolencias
Muchos evocaron ayer ese otro seísmo que dejó hace cerca de dos décadas 600 muertos y cómo el ímpetu inicial del primer ministro de la época fue abortado por una llamada de palacio. "En febrero de 2004 el entonces primer ministro fue al lugar del terremoto para iniciar las tareas de ayuda y un asesor del rey le pidió que parara y que no hiciera nada para distribuir la ayuda hasta que el representante del monarca llegara porque nadie salvo el rey y su círculo de consejeros tenía el privilegio de iniciar una misión como aquella", detalla a este diario un disidente con destacadas fuentes en el poder marroquí.
Mientras la amordazada prensa marroquí evitaba aludir al denso silencio real, el exilio marroquí lamentaba la falta de apoyo desde palacio a un pueblo consternado por las imágenes de los destrozos en la zona cero del terremoto, el sonido de las ambulancias y las llamadas a donar sangre. "Es un jefe de Estado que tiene todo el poder en sus manos pero ha optado por vivir la mayor parte del tiempo fuera de su país", se quejaba una activista marroquí afincada en París.
"Tras el terremoto de Agadir en 1960 [Hasta 15.000 personas perdieron la vida, un tercio de la población de la urbe], el entonces príncipe Hasán II realizó una visita a la ciudad y se dirigió a sus súbditos. Su hijo Mohamed VI no existe, está ausente. Ni siquiera el Gobierno marroquí ha mostrado en público sus condolencias", subrayaba la opositora.
El terremoto y sus posibles réplicas, no solo sísmicas sino también sociales, añaden un nuevo ángulo a la incierta coyuntura que atraviesa la monarquía alauí en medio de una profunda crisis económica, exacerbada por la guerra en Ucrania y la sequía. "Marrakech es escenario de una catástrofe y, mientras, el rey está en París tomando café en un centro comercial. Pobre Marruecos", deslizaba con amargura un crítico marroquí antes de las noticias sobre su retorno a casa. "La situación en Marruecos va de mal en peor. Y la primera y principal víctima de todo es el pueblo marroquí", lamentaba otro rostro de la diáspora marroquí.
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