El 7 de octubre de 2023 ya se inscribe en la Historia de Israel como una de sus jornadas más dramáticas. Un día después del 50 aniversario del inicio de la Guerra del Yom Kippur, en pleno shabat tras las festividades del Simjat Torá (la alegría de la Torá), Israel ha vivido su particular 11-S, con un ataque sin precedentes desde que Hamás, aplaudido por Irán, se hiciera con el control de la Franja en 2007. La organización terrorista ha sorprendido a uno de los mejores servicios de Inteligencia del mundo. Estados Unidos ha ofrecido su ayuda incondicional al gobierno israelí, que podría decidir una incursión terrestre en las próximas horas.
Hamás logró que su Operación Inundación de Al Aqsa fuera un éxito: Israel sufrió este sábado una oleada de miles de cohetes seguida de una incursión por tierra de unos 300 milicianos que secuestraron y mataron a civiles y militares israelíes en las poblaciones cercanas a la Franja. Más de 600 muertos israelíes, entre ellos 44 soldados, y 2.156 heridos. Hamás la justifica como venganza por "los crímenes de la ocupación". Hizbulá ha lanzado cohetes esta madrugada desde el Líbano hacia tres posiciones israelíes "en solidaridad con Hamás".
"Estamos en guerra y la ganaremos", respondió el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que ha instado a los gazatíes a salir de la Franja cuanto antes. "Convertiremos en escombros todos los lugares donde Hamás se esconde", dio el sábado por la noche. Unos 150.000 reservistas han sido llamados a filas.
La aviación israelí castigó Gaza de forma inmediata: al menos 370 muertos palestinos y 2.200 heridos. El Ejército israelí asegura haber matado a 400 terroristas. En la noche del sábado han sido objetivo varios edificios de altura en la Franja, el lugar más densamente poblado del mundo. Es decir, habrá muchas, muchísimas víctimas. Es el principio de una nueva etapa de violencia en Oriente Próximo.
Cambiaremos la realidad sobre el terreno en Gaza para los próximos 50 años... Actuaremos con toda nuestra fuerza"
yoav gallant, ministro israelí de defensa
"Es el 11-S para Israel y si no conduce a una operación terrestre, será el fin del gobierno", señala Avi Issacharoff, periodista israelí y uno de los guionistas de la serie Fauda en The Times of Israel. "Creo que querían secuestrar a unas pocas personas y negociar con ellas. Ni Hamás se imaginaba que lograrían llegar tan lejos. Pero van a pagar un precio muy alto", añade el analista, que prevé que Israel no parará hasta acabar con Hamás. En este sentido, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, ha dicho: "Cambiaremos la realidad sobre el terreno en Gaza para los próximos 50 años. No volverá a ser como era antes. Actuaremos con toda nuestra fuerza".
A los rehenes, que podrían llegar al centenar, los quieren para liberar a presos palestinos y para evitar una represalia feroz de Israel. Sin embargo, Netanyahu ha dejado claro que es una guerra. Será la población de Gaza, como hoy ha sido la israelí, la que sufra las consecuencias.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha señalado que está preparado para ayudar a su aliado en Oriente Próximo, Israel. El presidente, Joe Biden, ha hablado con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que cuenta con el respaldo de los aliados de EEUU también. "El apoyo de mi administración a Israel es sólido como una roca e inamovible".
A su vez, el ataque de Hamás se ha celebrado en Teherán. "Felicitamos a los muyahidines palestinos por esta operación. Los defensores del templo y los mártires como Qasem Soleimani están con estos muyahidines hasta la liberación de Palestina y Jerusalén", ha dicho Rahim Safavi, asesor del líder supremo, Ali Jamenei. Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, cayó en un bombardeo estadounidense en Irak en enero de 2020. Safavi ha denunciado el doble rasero de quienes condenan a Hamás y se olvidan del "asesinato de niños y jóvenes palestinos a manos de los sionistas".
La mano de Irán
El acercamiento de Israel a varios países árabes, impulsado por Estados Unidos, deja a Irán en una posición de debilidad. Los pasos dados por Arabia Saudí e Israel suponen una amenaza clara para el régimen de los ayatolás, uno de los principales beneficiados por este estallido de violencia entre Israel y Hamás.
Jonathan Schanzer, investigador en la Foundation for the Defense of Democracies, ve la mano de Irán, aliado de Rusia en el tablero geopolítico, en el tipo de operación que ha llevado a cabo Hamás. "Es un golpe que no tiene nada que ver con lo que hemos visto en el pasado. Demuestra una decisión estratégica tomada por la organización que no creo que pudiera adoptar sin sus patrones de Teherán", dice en Politico.
En un discurso televisado, el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, se ha dirigido a los países árabes a los que ha dicho que Israel no puede garantizarles seguridad. "Todos los acuerdos no acabarán con el conflicto. Solo se resolverán sobre el terreno", ha dicho Haniyeh. El jefe militar de Hamás, Mohamed Deif, ha pedido al pueblo del Líbano, Irak, Siria y Yemen que "empiecen a marchar ahora". Hamás busca que siga presente en la agenda el tema palestino y si, como se prevé, la venganza de Israel fuera brutal, provocar una oleada de solidaridad con su causa.
Lo visto este sábado en Israel ha sorprendido hasta a los más experimentados corresponsales en el país. Ni los guiones de Avi Issacharoff han sido tan osados. Decenas de milicianos armados hasta los dientes han sorteado el paso fronterizo de Erez y otros puntos, y se han adentrado en una veintena de poblaciones del sur de Israel sembrando el terror. Otros han llegado en parapente.
Hamás, que ha filmado las escenas y las ha difundido en sus redes sociales, presumía de los cadáveres como si fueran trofeos. Al final de la jornada aún había enfrentamientos entre terroristas y fuerzas israelíes cerca de las localidades de Ofakim y Beeri.
La sensación de vulnerabilidad de la población israelí quedaba reflejada en las caras de pavor de los secuestrados, tanto civiles como militares, según Hamas. El Ejército israelí ha confirmado que hay un número indeterminado de rehenes en manos de Hamás. Es una cuestión muy sensible para Israel, que nunca abandona a uno de los suyos, ni siquiera los cadáveres.
Fallo de seguridad
"Es sorprendente porque la vigilancia de la sociedad palestina es tan sofisticada como invasiva, y la monitorización de las actividades de Hamás es una de las principales tareas de la seguridad israelí", escribe Peter Beaumont en The Guardian. Este ex corresponsal en la zona asegura que es el mayor fallo en la seguridad israelí en décadas. Destaca el analista que ha sido una operación cuidadosamente preparada.
En la televisión israelí, el ex jefe de la Marina israelí Eli Marom se hacía la pregunta que tienen los ciudadanos en mente desde que se han visto de nuevo en medio de una guerra. "¿Dónde está el Ejército? ¿Y la policía? ¿Y las fuerzas de seguridad? Es un fallo colosal. Ha fallado el mando y las consecuencias han sido devastadoras", decía Marom.
A nivel interno, Israel atravesaba un momento de profunda convulsión social, uno de los peores de su historia. El gobierno, encabezado por Netanyahu, es el más extremista de los que ha tenido el país. Algunos miembros del gabinete han atizado el conflicto con los palestinos sin límites. A ello se suma que Netanyahu se ha enfrentado a la mayoría de la sociedad, incluidos reservistas o fuerzas de seguridad, por su plan de reformar el poder del Supremo, con el fin de eludir un proceso judicial por corrupción.
A pesar de la tensión entre el gobierno y la oposición, Netanyahu ha recibido el respaldo de Benny Gantz, líder del Partido Unidad Nacional, que ha dicho que Israel está completamente unido. "Quiero dejar claro para que pueda escucharse en Gaza, vía Beirut, hasta Teherán: el pueblo de Israel está unido. Todos apoyamos a nuestras fuerzas de seguridad, y el gobierno tienen el respaldo para hacer pagar un alto precio por este ataque".
Israel está en guerra. Ni será fácil ni corta. Hay riesgo de que sea una guerra en varios frentes"
Yair lapid, ex primer ministro
El también opositor Yair Lapid ha instado a que se forme un gobierno de emergencia. "El Estado de Israel está en guerra. Ni será fácil ni será corta. Habrá consecuencias estratégicas durante años. Hay un serio riesgo de que sea una guerra en varios frentes. Es el momento de dejar de lado nuestras diferencias y formar un gobierno profesional para manejar esta operación tan compleja", ha dicho el ex primer ministro israelí.
El momento elegido es de enorme simbolismo. Cincuenta años atrás, Egipto y Siria sorprendieron a Israel en plena festividad religiosa, como ahora lo ha hecho Hamás. Aquello marcó un punto de inflexión entre árabes e israelíes.
Ahora, cuando más se acercaba Israel a la mayor potencia árabe en la región, la mecha se prende de nuevo. Los perdedores están claros: la población civil palestina e israelí. ¿A quién beneficia? Quid prodest? Siempre es la pregunta que nos puede servir de guía. Justo hace cuatro días, Ali Jamenei difundía este mensaje: "El régimen usurpador está llegando a su final. Hoy, la juventud palestina y el movimiento anti ocupación y anti opresión en Palestina está más vivo y más preparado que en los últimos 80 años. Ojalá quiera Alá que logre sus objetivos".
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