Las guerras en 2023 son diferentes a como lo fueron en el pasado en muchos aspectos. Pero una de las principales razones es que ahora todo lo que sucede puede documentarse en tiempo real y distribuirse a todo el mundo de manera inmediata gracias a los teléfonos móviles. Algo que, en la mayoría de ocasiones, provoca incluso una sobresaturación de imágenes, entre las que se cuelan muchas que son inexactas o, directamente, falsas.
El último ejemplo es la guerra entre Israel y Hamás que, en apenas una semana, nos ha dejado postales que pasan ya a ser históricas. A continuación, una breve recopilación del horror visto tanto desde la perspectiva palestina como desde la israelí, en el marco de un nuevo conflicto que sólo acaba de comenzar.
Israel
El ataque. El sábado 7 de octubre Hamás sorprendía a Israel con una ofensiva sin precedentes, que desnudó las debilidades del Estado hebreo, considerado casi inexpugnable. La organización palestina lanzó unos 4.000 misiles, algunos de los cuales impactaron en ciudades como Tel Aviv y Jerusalén, y lo acompañó de las incursiones de 300 de sus milicianos en poblaciones cercanas a la Franja. Los israelíes, que ya lo consideran su 11-S, declararon el estado de guerra. Y con esto arrancó un nuevo capítulo de violencia en Oriente Próximo.
El festival. En los primeros dos días el número de víctimas mortales israelíes ascendió hasta las 700 (ahora se han superado las 1.200), pero al menos 250 de ellas eran veinteañeros que asistieron a un festival de música electrónica en el desierto Negev, cerca de la Franja de Gaza. Los vídeos muestran cómo algunos soldados de Hamás llegaron al lugar en parapente mientras la multitud, ajena a lo que estaba ocurriendo, seguía bailando.
Secuestros. En su primera ofensiva las milicias palestinas tomaron como rehenes a más de 100 personas, que fueron trasladadas a Gaza junto con algunos cadáveres que exhibieron como trofeos. Las cifras fueron confirmadas por el Gobierno israelí, que también informó de que se negaba a negociar con Hamás su rescate.
Kibutz. A primera hora del sábado los soldados de Hamás irrumpieron en el kibutz Be'eri, ubicado también cerca de la franja de Gaza. Allí se hallaron más de un centenar de cadáveres, y la organización palestina se llevó algunos rehenes más. "No sabemos si están secuestrados o desaparecidos", lamentaba Dalia Fishman, que no tiene noticias de Jazmin, su hermana gemela, ni tampoco de sus sobrinas y de su cuñado, tal y cómo relató en conversación con El Independiente.
Gaza
Bombardeos. La respuesta de Israel a los ataques de Hamás no se hizo esperar. El Gobierno de Benjamín Netanyahu ha ordenado un asedio constante, que se ha traducido en bombardeos continuos que proseguirán en los próximos días. Lo último que se ha sabido es que Israel ha anunciado que prepara una "operación significativa" en el norte de Gaza a partir de la medianoche del viernes, y ha pedido que la zona se evacúe, pero Hamás ha tildado el ultimátum de "propaganda" y lo ha rechazado.
Cadáveres. En el momento de escribir estas líneas se contabilizan más de 1.500 muertos palestinos, y el goteo de imágenes de cadáveres rescatados entre los escombros es continuo. Los bombardeos no dan tregua a la población de la Franja, que cuenta con una tasa de 5.500 habitantes por kilómetro cuadrado, una de las más altas del mundo. Sus 2,4 millones de habitantes (el 40% menores de 14 años) están allí atrapados.
Corte de suministros. "Estamos luchando contra animales y responderemos en consecuencia", declaró el Ministro de Defensa israelí, Yoav Galant. Dicho y hecho. El Estado hebrero tomó la decisión de cortar de raíz el suministro de electricidad, agua y alimentos a Gaza, donde también hay cortes constantes en la conexión telefónica. Con la llegada de la noche, la Franja se sume en la oscuridad total. Y alguna voces denuncian que esto ha hecho que la situación en los hospitales, donde se amontonan los heridos, sea crítica.
Fósforo blanco. La organización Human Rights Watch ha denunciado que Israel está utilizando fósforo blanco en sus operaciones militares de Gaza y el Líbano. Un componente que, según explican, abrasa a personas y objetos, y tiene un importante efecto incendiario. Algo que, alertan, "pone a los civiles en riesgo de sufrir lesiones graves y de larga duración".
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