Lleva sin dormir desde el sábado, cuando Hamás atacó por tierra, mar y aire Israel. Itzik Horn, nacido en Argentina y residente en Sderot, no sabe qué ha sucedido con dos de sus tres hijos: Iair y Eitan, que estaban en el kibutz Nir Oz celebrando juntos el shabat y el fin de la festividad religiosa de Simjat Torá. "Usar el término desaparecido me produce un nudo en el estómago. Pero están desaparecidos, como en la Argentina de la dictadura. Si están vivos son prisioneros de guerra de Hamás, unos terroristas cuyo único objetivo es exterminar el Estado de Israel", señala Itzik, totalmente apesadumbrado.
Recuerda Itzik que su hijo Iair, el que vive en el kibutz Nir Oz y recibió la visita de su hermano Eitan, solía bromear que su casa estaba tan cerca de la Franja que los cohetes pasaban por encima. Quienes viven cerca de Gaza tenía interiorizada esa rutina de buscar el cuarto de seguridad cuando había lanzamientos de cohetes desde la Franja. Pero el sábado fueron miles, y después unos 2.000 terroristas entraron en territorio israelí. Fueron kibutz por kibutz sembrando el pánico. Itzik sabe que estaban en el refugio a las 8.30 del sábado, pero luego les perdió la pista.
"Cuando se restableció el control en el kibutz, los buscamos por todos sitios y no los encontramos. No sabemos si está vivos o muertos, o si son prisioneros en Gaza", relata Itzik. Esa angustia es desgarradora. "Queremos saber cuál ha sido el destino de mis hijos. Si han muerto, los enterramos, pero esta incertidumbre es muy dolorosa. ¿Qué será de ellos en manos de Hamás?", dice el anciano, desolado. Como otros parientes de rehenes, pide ayuda para que los liberen. O para saber cuál ha sido su destino.
Israel ha reconocido que Hamás tiene al menos 97 secuestrados, pero se calcula que podrían ser unos 150. Hay ciudadanos de varias nacionalidades: estadounidenses, canadienses, tailandeses, tanzanos... Las autoridades israelíes afirman que ahora no es momento de negociar. Hamás dijo el viernes que 13 de ellos habían muerto en los bombardeos de la madrugada.
Yuli y Noam ruegan por sus padres
Yuli Ben Ami, de 27 años, no sabe qué ha sido de su madre, que desapareció cuando los terroristas asaltaron el kibutz Be'eri, uno de los que sufrido más bajas de todos los que están cerca de la frontera con Gaza. "Escuchamos las alarmas hacia las 6.30. Hablé con mi madre cuando ya estaba en el refugio tres horas más tarde. Me dijo que alrededor de la casa había terroristas gritando y que intentaban entrar. Media hora más tarde, mi padre nos escribió para informar que los habían atrapado", relata Yuli.
Como en otros casos, recibió más tarde una foto de su padre con dos terroristas de Hamás. "Desde entonces no sabemos nada. Pensamos que están secuestrados en Gaza", señala. Yuli pudo salir del refugio al final de la tarde del sábado. Fue entonces cuando supo de la masacre que Hamás había cometido en el kibutz. Había más de un centenar de cadáveres en Be'eri. Y muchos desaparecidos: niños, padres, abuelos.
Noam Perry tampoco sabe nada de su padre, Haim, octogenario. Desapareció del mismo kibutz que los hijos de Itzik, Nir Oz. "Los terroristas entraron en la casa y mi padre logró que mi madre se escondiera y se salvara. Pero a él, un hombre preocupado por los derechos humanos, que trabajaba con niños palestinos, se lo llevaron". En el kibutz Nir Oz, de 350 personas, hay más de 20 asesinados y 80 desaparecidos. Noam pide a las ONG que medien con Hamás para que liberen a estos ciudadanos inocentes.
Omer y Ron necesitan medicación
Algunos de los secuestrados están enfermos y necesitan medicación, lo que preocupa a las familias. Es el caso de Omer, de 22 años, encargado en un restaurante, que fue uno de los jóvenes a quien los terroristas sorprendieron en la rave del desierto de Neguev. Fue allí con una amiga, Kim. Han encontrado el cadáver de la chica. Es una de los 260 jóvenes que asistieron al festival que fueron asesinados por los terroristas el sábado.
Ricardo Grichener, tío de Omer Wenkert, llegó a Israel hace 50 años, cuando estalló la Guerra del Yom Kippur. Omer sufre problemas de estómago y sin la medicación adecuada puede sufrir sangrados e infecciones. Han pedido a la Cruz Roja que haga llegar a Hamás lo que necesita Omer, pero la organización terrorista se niega a hacerlo. Incluso han llegado a amenazar con ejecutar a los rehenes si siguen los bombardeos.
"A las 6.30 llamó a sus padres y le dijo que había escuchado tiros. Tenía miedo. No sabía qué hacer. Luego no le encontramos. A las 7.30 envió un mensaje más tranquilizador. Estaba en un refugio con otras personas para escapar de los terroristas. Pero los escuchaba cerca. Luego ya no supimos más. Desapareció", relata Ricardo, ingeniero.
La siguiente pista de Omer la encontraron en las redes sociales de Hamás. "Allí pusieron fotos y videos de Omer. Se ve cómo le golpean pero está vivo. Omer no es un soldado, no ha hecho nada. Se lo llevaron así que si muere, será porque le ejecuten".
Nos contó en directo lo que pasaba... Y luego nos escribió. 'Están aquí. Es el final. Los quiero mucho'"
alex sherman, padre de ron
A Alex Sherman, argentino, le inquieta también el destino de su hijo Ron, de 19 años, soldado en una base militar cercana a la Franja. "Ron se ocupa de dar permisos a los gazatíes cuando entran o salen de la Franja. No es un soldado de combate. A las 6.30 estaba durmiendo después de una guardia. Se despertó con el bombardeo. Era muy fuerte. Nos contó en directo lo que pasaba en la base. Luego empezó a escuchar tiroteos y voces en árabe. Desconectó el móvil y nos escribió un WhatsApp: 'Están al lado de la puerta. Están aquí. Es el final. Los quiero mucho'".
Después de ese mensaje, Alex creía que habían matado a Ron. Sin embargo, en un video en redes sociales han visto que los terroristas se llevaron a su hijo y a otros dos soldados. "Nadie sabe nada más sobre mi hijo". Ron es asmático y no lleva su inhalador, de modo que tampoco soportaría si estuviera en un túnel o un sótano. Es probable que sea en estos emplazamientos donde Hamás haya escondido a los rehenes.
"Estamos en shock como pueblo. Desde el Holocausto no sufrimos una masacre así. Familias enteras borradas, niños, mujeres embarazadas, mayores. Es un dolor indescriptible", concluye Alex.
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