Con los ecos de la guerra en Gaza, el asunto ha vuelto a resurgir esta semana. Sin la más mínima comprobación, algunos mentideros mediáticos han sentenciado que los Hermanos Musulmanes es una organización terrorista. Una tormenta perfecta, alimentada por bulos, inexactitudes e ilimitadas dosis de atrevida ignorancia, se ha cebado con el futbolista Karim Benzema a propósito de sus supuestos y “notorios vínculos” con un grupo que opera legalmente en Estados Unidos y la Unión Europea a pesar de los esfuerzos en vano del régimen egipcio, que los declaró terroristas como a otros tanto movimientos opositores en el régimen de terror que desde hace una década ha impuesto una dictadura que no tolera la más leve disidencia.

La Hermandad Musulmana, fundada en 1928 para islamizar a un pueblo que vivía bajo el colonialismo británico, ha sobrevivido a décadas de persecución y clandestinidad. En 2014 el régimen del presidente egipcio Abdelfatah al Sisi la declaró “organización terrorista” sin hacer públicas pruebas de su vinculación con los ataques que sufría entonces el país, reivindicados por el autodenominado Estado Islámico, que nada tiene que ver con la cofradía. La catalogación fue secundada por Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí, donde la cofradía es un enemigo doméstico para la continuidad de sus respectivas monarquías, pero no logró eco alguno en Occidente, donde la Hermandad opera legalmente.

Una legalidad que se mantiene hasta hoy. Ni siquiera la administración del estadounidense Donald Trump, un estrecho aliado de Al Sisi, logró nada al respecto. Poco después de llegar a la Casa Blanca, trascendió el borrador de una orden ejecutiva que ilegalizaba la cofradía y sus tentáculos en Oriente Próximo y EEUU. “Los Hermanos Musulmanes no es una única organización a escala mundial. Es un conjunto de organizaciones en cada país. Tiene unidades nacionales y están vagamente vinculadas y se apoyan mutuamente, pero están completamente separadas desde el punto de vista organizativo”, explica a El Independiente Nathan Brown, catedrático de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington y un reputado experto en Egipto y la Hermandad. Brown descarta así que exista una conexión estrecha entre la Hermandad egipcia y Hamás, de cuyo ideario bebe.

Los Hermanos Musulmanes ha sido un baluarte contra la radicalización durante décadas

“La Hermandad Musulmana egipcia, que era la original, se vio envuelta en violencia política en los años 40 y 50 y fue duramente reprimida después de ese momento. De ahí les vino un poco la fama de terroristas. Cuando resurgieron en la década de 1970, rechazaron la violencia”, replica Brown. Una renuncia expresa a la violencia que se ha mantenido inalterada hasta ahora, incluso después de que el actual presidente egipcio Abdelfatah al Sisi liderada un golpe de Estado contra Mohamed Mursi, el primer presidente elegido en las urnas de la Historia egipcia y dirigente de la cofradía, y desatara una atroz represión que ha enviado a la cárcel a decenas de miles de militantes de la Hermandad; dejado miles de muertos en manifestaciones pacíficas y redadas policiales y noqueado a la dirigencia, que se halla actualmente en el extranjero, principalmente Turquía.

“La Historia nos dice que es una mera ilusión erradicar el islam político a través de la represión. De hecho, su persecución logra siempre lo contrario, aumentar la solidaridad popular con los islamistas”, avisa Jalil al Anani, profesor visitante de la Universidad Georgetown y un reputado experto en la trayectoria de los Hermanos. “La cofradía ha sido baluarte contra la radicalización durante décadas. Ha protegido a miles de jóvenes musulmanes de enrolarse en grupos radicales y ha proporcionado asistencia social a los pobres, abandonados por el Estado”, apostilla el académico.

Simpatizantes de los Hermanos Musulmanes hacen el símbolo de los cuatro dedos que les identifica tras el golpe militar en una manifestación pacífica en El Cairo en 2013. | FRANCISO CARRIÓN

Reino Unido los investigó en 2014 sin hallar vinculación

En la última década, bajo presión de Egipto y sus aliados Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, se han producido hasta dos intentonas de ilegalizarlos en Occidente. En 2014 el entonces primer ministro David Cameron ordenó abrir una investigación al más alto nivel, con la participación de las dos agencias de inteligencia británicas MI5 y MI6, para revisar las actividades del movimiento islamista más influyente del planeta, con sucursales repartidas por todo el mundo árabe.

“Es importante que entendamos qué son los Hermanos Musulmanes, qué representan, cuáles sus ideas en relación con la trayectoria del extremismo y el extremismo violento, cuáles son sus conexiones con otros grupos o cuál es su presencia aquí en el Reino Unido”, declaró el “premier”. “Solo lograremos una política adecuada si somos totalmente conscientes de la verdadera naturaleza de la organización con la que estamos tratando”, precisó.

Reino Unido recibió presiones de Arabia Saudí y Egipto para investigar a la cofradía

Históricamente -incluso en tiempos de Hosni Mubarak, que semitoleró la presencia política de la Hermandad y permitió sus actividades de beneficencia- Londres había sido su sede en Occidente. En 2014 fuentes de los conservadores británicos admitieron en privado que habían recibido presiones de Egipto y Arabia Saudí para que se prohíba la labor de la Hermandad en suelo británico, donde se habían refugiado algunos miembros del grupo desde el golpe de Estado que desalojó a Mursi de palacio y desde donde operaba -por ejemplo- Ikhwanweb, el portal oficial en inglés de la cofradía.

La investigación fue liderada por el embajador británico en Arabia Saudí, John Jenkins, y uno de los hombres clave era John Sawers, jefe del MI6 que durante su estancia como embajador en Egipto entre 2001 y 2003 se granjeó buenas relaciones con el régimen de Mubarak. La apertura de las pesquisas recibió un vendaval de críticas. “Cameron lamentará haber abierto una investigación contra la Hermandad. La decisión es oportunista y puede volverse en su contra”, arguyó Rosemart Hollis, profesora de Oriente Próximo en la City University de Londres en las páginas del The Guardian. “El impulso llegó de la inteligencia británica, no de Exteriores, donde hay una mayor conciencia sobre el peligro de alienar a las bases de un movimiento identificado hasta ahora como relativamente moderado y no violento”.

El Parlamento concluyó que el islam político de la Hermandad era "un cortafuegos" contra el extremismo violento

La Historia posterior fue implacable con Cameron, borrado del mapa tras el error histórico del Brexit. El proceso contra la Hermandad acabó sin el resultado esperado por El Cairo. La Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento británico, tras su investigación sobre la política del gobierno hacia el islam político concluyó que los islamistas políticos eran un "cortafuegos" contra el extremismo violento y que había que comprometerse con ellos, tanto cuando estaban en el poder como en la oposición. En 2017 el ministerio de Asuntos Exteriores reconoció que la inmensa mayoría de los islamistas políticos no están implicados en actos violentos, sino que son víctimas de la violencia. También confirmó que a los islamistas políticos que se autoidentifican como demócratas se les debe permitir participar en las elecciones, y que el gobierno británico debe colaborar con ellos. El gobierno dijo estar de acuerdo con la conclusión que enterró la investigación de las agencias de inteligencia británicas.

Para defenderse, la Hermandad mostró desde el inicio su colaboración con las autoridades británicas para “mejorar el entendimiento de los objetivos y métodos de los Hermanos Musulmanes y cómo intentan que Egipto vuelva a ser una sociedad civil y democrática”. Con tal misión contrataron los servicios del letrado Lord Macdonald, ex jefe de la Fiscalía, y el bufete de derechos humanos ITN. “Es importante que el Gobierno británico no ceda a las presiones de gobiernos extranjeros a los que les preocupa que su propio pueblo busque la democracia”, comentó el grupo en alusión al régimen egipcio y sus garantes, las monarquías conservadoras y absolutistas del golfo Pérsico.

Trump quiso contentar a Egipto y también fracasó

La investigación británica fue una prueba de fuego que la Hermandad -con una importante ala femenina- superó con nota. Pero volvió a enfrentarse a un órdago similar cuando, poco después de llegar a la Casa Blanca, Trump deslizó que se preparaba para ilegalizar a los Hermanos. Trascendió entonces el borrador de una orden ejecutiva que ilegalizaba la cofradía y sus tentáculos en Oriente Próximo y EEUU. La resolución jamás llegó a ser rubricada pero fue resucitada en abril de 2019, en un renovado intento de Trump de contentar a su aliado egipcio. Eran tiempos en los que el republicano, con su fanfarronería habitual, se paseaba por el mundo árabe apoyando a Al Sisi o el príncipe heredero Mohamed bin Salman, dándoles carta blanca a su represión.

El Pentágono y el Departamento de Estado bloquearon la iniciativa de Trump. Dictaron que la Hermandad no es terrorista

La ambición del republicano volvió a toparse con la negativa del Pentágono y el Departamento de Estado, que alegaron que la Hermandad no cumple los requisitos para ser declarada “grupo terrorista” y advirtieron de que tal decisión podría provocar problemas con otros países aliados en los que la actividad del movimiento es completamente legal. “Sería un error estratégico no solo porque la cofradía no se adapta a los criterios legales y políticos de esa designación sino también por sus consecuencias”, argumentaba entonces Al Anani, autor de “Dentro de la Hermandad”. “Supondría alienar a un gran número de musulmanes que apoyan el movimiento y que han adoptado medios pacíficos y graduales de participación y activismo; aumentar el sentimiento anti americano entre los musulmanes piadosos que verán su medida como parte de la guerra de Trump contra los musulmanes, una cruzada que no diferencia entre moderados e islamistas, y alentará la narrativa de movimientos radicales como el IS y su apuesta violenta como única vía de tratar con él”, desliza el politólogo.

Demonizados en los medios de comunicación egipcios y apartados de la vida pública, los Hermanos -que han sufrido rifirrafes y divisiones entre su veterana cúpula y su rama juvenil, al igual que los padecieron en el pasado entre los sectores más moderados y los más recalcitrantes- han sobrevivido en las cárceles y sus redes de apoyo y en el exilio, especialmente activo en Londres y Estambul.

Resistencia pacífica a la dictadura egipcia

Con una telaraña de sucursales repartida por todo el mundo árabe, la organización que creó Al Banna promete resistir como ya hiciera desde 1954, tras la ilegalización de la cofradía ordenada por Gamal Abdel Naser. Décadas después, bajo la dictadura de Mubarak, la cofradía fue semitolerada y disfrutó de un renacimiento que ahora añoran sus simpatizantes. “No fue reconocida legalmente y fue hostigada y reprimida pero tuvo una fuerte presencia pública. Sus miembros podían competir a veces en los comicios. Sus oficinas podían reclutar a nuevos miembros en las universidades, las mezquitas y otros espacios. Todo aquello les permitió formar con éxito un partido político en 2011 cuando Mubarak cayó”, recuerda Brown. “En el Egipto de hoy el grupo no posee nada de eso y sobrevive como una red en la sombra”, admite Brown.

La negativa occidental a designarlos terroristas produce ataques de ira en los despachos de El Cairo

Una década después de llegar al poder a través de una asonada, Al Sisi -que cortejó este sábado a los líderes de la UE en la cumbre para abordar la crisis en Gaza- ha logrado un estrepitoso fracaso en su cruzada personal para declarar terrorista a una organización que no lo es. La negativa occidental a seguir la estrategia suicida del ex ministro de Defensa de Mursi, que era visto por los islamistas como un general piadoso y conservador, produce una indignación que es difícil de ocultar en los despachos egipcios. Un malestar que a menudo acaba en ataques de ira.

El mayor éxito de Al Sisi quizás ha sido el cosechado esta semana al engañar a los periodistas deportivos, los políticos de extrema derecha y algunos grupúsculos de las agencias de inteligencia y los ministerios del interior europeos. Pero los hechos resultan demoledores y tozudos: ni en los listados de EEUU ni en la Unión Europea la Hermandad Musulmanes figura como una organización terrorista. Benzema, de nacionalidad francesa que militar actualmente en el Al Itihad saudí, puede dormir tranquilo: en su país, el de la "Liberté, l'Egalité et la Fraternité", resulta tan legal ser de los Hermanos Musulmanes como de Reagrupamiento Nacional, la formación de la ultraderechista Marine Le Pen.