Vivimos en transición hacia un mundo multipolar, un momento marcado por el caos y la incertidumbre. Estados Unidos rivaliza con China por la hegemonía global, pero en cada región hay actores relevantes que se atreven a emprender acciones agresivas, lo que era impensable en el viejo orden. Esos actores se ven más fuertes en su región que EEUU. Así Rusia se lanzó a la guerra contra Ucrania en febrero de 2022, la mayor en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, y ahora Irán a través de uno de sus proxys, Hamás, ha desafiado a Israel, el aliado por excelencia de EEUU en Oriente Próximo.
La cuestión palestina había quedado en el olvido para muchos en Estados Unidos. Y en el mundo occidental. Sin embargo, el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan llegó a escribir en un artículo en el número de octubre de Foreign Affairs: "Aunque Oriente Próximo sigue acosado por retos perennes, la región está más tranquila de lo que ha estado en décadas". Pocos días después de que se imprimiera el texto, Hamás asestaba el peor ataque sufrido por Israel desde la Guerra del Yom Kippur, en 1973. Ese shabat negro Hamás lanzó miles de cohetes desde la Franja de Gaza a Israel, una cortina de humo de su verdadera operación: la entrada en territorio israelí de unos 2.000 terroristas que mataron a más de 1.400 israelíes y secuestraron a 229, decenas de doble nacionalidad.
Desde entonces los israelíes están traumatizados. Su gobierno, el más ultranacionalista de la historia, encabezado por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha prometido aniquilar a Hamás y para ello llevar a cabo una invasión terrestre que considera necesaria para acabar con la infraestructura de la organización terrorista. Mientras tanto, ha declarado el estado de guerra por primera vez en 50 años y bombardea la Franja, una de las regiones del mundo más densamente pobladas. Más de 7.000 palestinos han muerto, y la situación humanitaria es catastrófica, según la ONU y las ONG sobre el terreno, debido al bloqueo impuesto por Israel. La falta de combustible está poniendo en peligro la atención en los hospitales que aún siguen funcionando.
La región contiene la respiración. Y el mundo también. La guerra de Israel contra Hamás puede derivar en una guerra contra Hizbulá, apoyado también por Teherán, y en el peor de los casos con Irán. Tenía razón Richard Haas, ex director del Council on Foreign Relations, cuando dijo en junio pasado que la mayor amenaza para la paz mundial viene de la inacción de Estados Unidos en Oriente Próximo, y del conflicto no resuelto entre Israel y Palestina.
Toman posiciones actores regionales como Turquía, Egipto, Jordania, todos con opiniones públicas propalestinas, y Qatar, con vocación de mediadora, así como Rusia, muy implicada en la zona, la Unión Europea, y potencias globales como China y Estados Unidos. Todos se juegan mucho en esta partida de ajedrez, en la que Israel quiere dar un jaque mate a un actor no estatal avalado por el mayor de sus enemigos en la región. Es un punto de inflexión, un momento definitivo para Israel, para Oriente Próximo y para el mundo.
EEUU, en un punto de inflexión
Apenas unos minutos después de que Israel se declarara nación independiente el 14 de mayo de 1948, Estados Unidos se convertía en el primer país en reconocerla. Sigue siendo su aliado más poderoso y el país que más ayuda militar presta al Estado hebreo: 3.800 millones de dólares anuales, además del sistema antimisiles conocido como Cúpula de Hierro, que permite a los israelíes evitar la mayoría de los cohetes lanzados por Hamás desde la Franja de Gaza.
Su vínculo también ha llevado a EEUU a intentar llevar a cabo un papel de mediador en el conflicto con los palestinos, siempre con inclinación hacia Israel. Con el presidente Jimmy Carter se firmaron los Acuerdos de Camp David, en 1978, y con Bill Clinton es cuando se estuvo más cerca de la paz con los Acuerdos de Oslo, en 1993.
En estos acercamientos entre gobiernos árabes e Israel, avalados por EEUU, se había olvidado la cuestión palestina, que como se está viendo por la reacción en las calles de los países de la región sigue viva en los corazones de los ciudadanos. "Han saltado por los aires enormes contradicciones en muchos frentes que son el resultado de haber dejado que se pudriera un conflicto como el palestino-israelí en la ilusión de que quedara tapado y enterrado con los Acuerdos de Abraham", señala Haizam Amirah Fernández, investigador principal en el Real Instituto Elcano.
Han saltado por los aires contradicciones en muchos frentes que son el resultado de haber dejado que se pudriera un conflicto como el palestino-israelí en la ilusión de que quedara enterrado con los Acuerdos de Abraham"
haizam amirah fernández, real instituto elcano
Con Donald Trump se impulsan los Acuerdos de Abraham, un proyecto de Jared Kushner, yerno del entonces presidente de EEUU, y reconoce a Jerusalén como capital. Los palestinos reclaman Jerusalén Este como su capital. Israel, gracias al apoyo de EEUU, consigue que los gobiernos de Marruecos (a cambio de reconocer el Sáhara como marroquí), Sudán, Emiratos Árabes y Bahrein, firmen la paz con Israel. Egipto (1979) y Jordania /(1994) fueron los primeros países árabes en hacerlo. El rey Mohamed bin Salman reconoció hace unas semanas en una entrevista en la Fox que se estaba dando un acercamiento con Israel. Irán se habría quedado más aislado que nunca en la región y por ello los israelíes argumentan que es una de las razones que habrían llegado a Irán a dar luz verde a sus proxys (Hamás, Hizbolá) para actuar.
Después de la masacre del 7 de octubre, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken se trasladó a Israel y también visitó Egipto, Jordania, Bahrein, Emiratos, Arabia Saudí y Qatar, con el fin de mostrar el apoyo de EEUU al Estado hebreo, pero también de contener una previsible escalada. El presidente, Joe Biden, que no modificó la línea que había seguido Trump sobre la región, también viajó a Tel Aviv el 18 de octubre, pero la cumbre prevista en Jordania, a la que iba a asistir el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, se canceló por el bombardeo del hospital Al Ahli. Israel negó su autoría y acusó a la Yihad Islámica, pero los palestinos, no solo Hamás, y los países árabes culparon al Ejército israelí.
A su regreso, desde el Despacho Oval, Biden dijo a los estadounidenses: "Estamos en un punto de inflexión en el que las decisiones que tomemos determinarán el futuro de las próximas décadas". Biden justificó la ayuda militar y financiera a Ucrania y a Israel. EEUU ha enviado dos grupos de portaaviones al Mediterráneo oriental, pero también ha aconsejado a las autoridades israelíes que no se dejen llevar por la ira, como hizo su país tras el 11-S. Vistos los bombardeos intensivos sobre Gaza y las incursiones terrestres, Israel no ha hecho caso a su aliado.
Según exponía Carlota García Encina, investigadora principal en el Real Instituto Elcano, en el debate Contexto, desarrollo y consecuencias de la guerra entre Israel y Hamás, “el objetivo de EEUU ahora es conseguir que la guerra no se extienda, que se pueda liberar a los rehenes y coordinar la ayuda humanitaria. No busca soluciones, sino contener la expansión de la guerra”.
EEUU puede verse implicado militarmente en el conflicto si se amplía por la intervención de Hizbolá, o las milicias proiraníes en Yemen, Siria, Libia o Irak. A ello se suma que Egipto y Jordania, aliados de EEUU, apoyan a los palestinos, a demanda de sus pueblos. Como apunta Haizam Amirah, el rey Abdalá, el primer líder árabe que visitó a Biden tras su elección, ha dicho: "Las consecuencias de la continuada apatía e inacción internacional serán catastróficas para todos nosotros".
Según la última edición de The Economist, EEUU se juega su papel global en la guerra entre Israel y Hamás, y da la razón a Biden cuando dice que estamos en un momento de inflexión. EEUU hace frente al caos que propaga Irán en Oriente Próximo, y Rusia en Ucrania, un caos que dilapida la idea de un orden global. A su vez, se mueve en un mundo más complejo en el que cada vez más países (Sur Global y más allá) no quieren el caos pero tampoco a EEUU como guardián del orden. Y a ello se une la entente no formal de China, Rusia e Irán. Frente a ello, EEUU cuenta con su poder militar y económico, pero también con su diplomacia, que se ha ganado un aliado como India, la nación más poblada del planeta y miembro de los BRICs.
China, la potencia desafiante
China, como en el caso de Ucrania, se desmarca claramente del camino de Estados Unidos y de sus aliados en su apoyo incondicional a Israel. El presidente Xi Jinping ha reiterado su apoyo a la solución de los dos Estados y demanda la creación de corredores humanitarios. El ministro chino de Exteriores, Wang Yi, sin calificar de terroristas los ataques de Hamás sobre civiles israelíes, sí que denunció que los bombardeos israelíes están yendo "más allá del derecho a la autodefensa".
Desde tiempos de Mao, China ha mostrado su afinidad con la causa palestina. Pero más que esta inclinación, pesa en su posición actual una neutralidad anti occidental, que ya guió sus pasos en la guerra rusa contra Ucrania.
China no aspira a reemplazar a EEUU en Oriente Próximo, pero es indudable que le agradaría que se viera envuelto en un conflicto en la región"
ahmed aboudou, chatham house
Según Ahmed Aboudouh, investigador asociado del programa de Oriente Próximo y el Magreb en Chatham House, "China no aspira a reemplazar a EEUU en Oriente Próximo, pero es indudable que le agradaría que Washington se viera envuelto en un conflicto en la región. Cuanto más atención tenga que dedicar Washington a escenarios no asiáticos, más tiempo gana China en consolidar su dominio en el Indo-Pacífico". China tiene una estrecha relación económica con Oriente Próximo. Es el mayor socio comercial de la mayoría de los países MENA (Oriente Próximo y Magreb). El año pasado su comercio con el mundo árabe se elevó a 430.000 millones de dólares en 2022. Más de la mitad del petróleo que importa proviene de países del Golfo. También recibe crudo de Irán.
"Su interés mayor en Oriente próximo es la energía: son grandes consumidores de petróleo y temen que una guerra prolongada y a gran escala provoque subidas de precios. Además, China se presenta como un país pacificador: logró un gran éxito diplomático con el deshielo entre Irán y Arabia Saudí. De todas formas, es difícil que se inmiscuya demasiado porque es un conflicto muy complejo y a China no le gusta fracasar. Lo que quiere es que Occidente quede en evidencia", apunta Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas.
Rusia, la gran beneficiaria
Hace tres semanas que la guerra de Rusia contra Ucrania ha desaparecido prácticamente de los informativos y de las portadas de los medios internacionales. El foco está en la guerra de Israel contra Hamás, lo que ya de partida beneficia a Rusia, aliado comercial y militar de Irán. No parece que Rusia supiera de antemano que Hamás fuera a cometer este atentado.
Después del 7 de octubre, hemos viso al presidente ruso, Vladimir Putin, denunciar a Israel por bombardear Gaza y ocasionar miles de víctimas civiles como si él no fuera quien está detrás de los ataques contra la población ucraniana. La doble moral no solo puede reprocharse a los líderes occidentales.
Con un esfuerzo mínimo, Moscú está cosechando los beneficios del caos regional que amenaza a israelíes y palestinos con la devastación"
hanna notte, CSIS en 'the new york times'
"Con un esfuerzo mínimo, Moscú está cosechando los beneficios del caos regional que amenaza a israelíes y palestinos con la devastación y la desolación. En tres ámbitos clave -su campaña militar contra Ucrania, sus designios sobre Oriente Próximo y su guerra global de narrativas con Occidente- Rusia sale ganando con un conflicto prolongado. Sin hacer gran cosa, Putin está consiguiendo lo que quiere", como apunta Hanna Notte, investigadora en el Center for Strategic and International Studies en The New York Times.
Una delegación de Hamás, organización que Rusia no reconoce como terrorista ha visitado Moscú esta semana, si bien oficialmente no reconocen contactos con el Kremlin. El portavoz Dimitri Peskov explicaba que Moscú defiende mantener contactos "con todas la partes y continuar el diálogo con Israel". Sin embargo, es conocida la simpatía del Kremlin por la causa palestina y los medios rusos inciden especialmente en el sufrimiento del pueblo gazatí y evitan la censura a la matanza de israelíes cometida por Hamás. Al igual que en el caso de China, a Rusia le interesa subrayar cómo la guerra de Israel, avalada por EEUU y sus aliados, pone en evidencia las contradicciones de Occidente, especialmente en el mundo árabe musulmán y en el llamado Sur Global.
"A Rusia la apertura de un frente en Oriente Próximo en el corto plazo le viene bien. Distrae a EEUU. Pone más tensión sobre la ayuda y suministros sobre Ucrania, en caso de que la guerra contra Hamás se alargue. También la división entre los Estados europeos juego a favor de Moscú", señala Nicolás de Pedro, investigador senior en The Institute for Statecraft de Londres. "El hecho que descarrile el acercamiento entre Arabia Saudí e Israel le viene bien porque así sigue siendo un interlocutor que puede hablar con todos. Pero si hay ataques contra Israel desde territorio sirio, cuyo espacio aéreo lo controla Rusia, sí que puede dificultar su posición. Rusia pretende sacar beneficio del caos".
La UE, de nuevo dividida
La Unión Europea había ganado peso geopolítico con su papel en la guerra rusa contra Ucrania, donde con salvedades ha mostrado unidad. Incluso se había reactivado el debate sobre la necesidad de una defensa europea y una industria de armamento europea. Pero el estallido en Oriente Próximo ha deteriorado gravemente la imagen de la Unión Europea por las reacciones dispares de varios de sus líderes. El comisario húngaro de Ampliación, Oliver Varhelvyi, dijo que se cancelaban las ayudas a los palestinos, cuando ni era su competencia ni era cierto.
Y poco después la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Tel Aviv, junto a la presidenta del Parlamento, Robert Metsola, a mostrar un apoyo incondicional a Israel. Ni era su papel, ni reflejaba la posición de la UE. El único que ha estado a la altura ha sido el Alto Representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, que en un discurso en el Parlamento Europeo mostraba su pesar por las víctimas israelíes y las palestinas.
Ahora se muestra que la UE es aún débil como actor geopolítico. Sobre la cuestión palestino-israelí hay diferencias profundas"
andrea betti, universidad comillas
"¿Cuál es la posición de la UE? Tardaron una semana en llegar a una posición común, que es un acuerdo de mínimos. La mayor parte de la opinión pública de Oriente Próximo ve un apoyo incondicional y atemporal a Israel. A ello se suman las prohibiciones de apoyo de algunos países a manifestaciones de apoyo a los palestinos. Para otros temas como la sátira sobre el Corán hay libertad de expresión. Está abriendo una brecha muy grande", señala Haizam Amirah.
En el Consejo Europeo del jueves 26 de octubre, se aprobó que se pidiera la apertura de "corredores humanitarios", no un alto el fuego. "Ahora se muestra que la UE es aún débil como actor geopolítico. Sobre la cuestión palestino-israelí hay diferencias profundas. Alemania y Austria, por su pasado traumático en el Holocausto, son firmes aliados de Israel, mientras que España es más cercana a los países árabes. Además, en el gobierno español, de coalición, hay una parte muy propalestina. la UE se mueve en un equilibrio complejo", apunta Andrea Betti.
La Asamblea General de la ONU votó el viernes una resolución que pide "el cese de hostilidades" y rechaza el "traslado forzoso de la población palestina". Es la primera aprobada después de cuatro intentos fallidos. Todo el mundo árabe la apoyó, además de China y Rusia, y votó en contra Estados Unidos, y por supuesto Israel. La UE dejó en evidencia su división: España la respaldó, mientras Alemania se abstenía y Austria se manifestaba en contra.
The #UNGA Tenth Emergency Special Session just adopted Resolution ES-10/21. pic.twitter.com/R7DTNyaAOM
— UN GA President (@UN_PGA) October 27, 2023
Según Mariano Aguirre, investigador asociado de Chatham House, "Europa ha apoyado durante décadas la solución de los dos estados (crear un estado palestino junto al de Israel). Pero la ocupación israelí mediante infraestructuras, asentamientos que son ciudades y la presencia militar más las leyes que someten a los palestinos en Cisjordania y el Este de Jerusalén, y el bloqueo y destrucción de Gaza, hacen imposible que se pueda instaurar un estado viable. Para Europa, y para España si el gobierno quiere convocar en seis meses una Conferencia de Paz, será imprescindible revisar ese slogan vacío de contenido de los dos estados, y pensar otras alternativas, empezando por presionar a Israel para que cumpla las Resoluciones de la ONU sobre la ocupación".
Si fuera leal a los valores que defiende, la UE seguiría la estela de Borrell, quien en su juventud pasó una temporada en un kibutz. Las víctimas civiles son inocentes, ya sean israelíes o palestinas. Y un Estado tiene derecho a defenderse siempre que cumpla los límites del derecho internacional.
Turquía, el 'enfant terrible' de la OTAN
Turquía, país de mayoría musulmana, forma parte de la Alianza Atlántica, pero no es excepcional que se desmarque de Estados Unidos, el principal promotor de este club que ya suma 30 miembros, a la espera del ingreso de Suecia. El apoyo a la causa palestina entre los turcos y kurdos es enorme, de modo que el presidente Recep Tayyip Erdogan ha dejado de lado la Realpolitik. Días después de la matanza del 7-O, Erdogan describía a Hamás como "un movimiento de liberación, unos muyahidines que luchan por proteger su tierra y su gente". No son terroristas como sí lo son a su juicio los combatientes del PKK.
En la mezquita de Santa Sofía, los fieles escuchaban un mensaje en esa línea del 20 de octubre al jefe de asuntos religiosos, Ali Erbas: "El mundo, desprovisto de piedad y conciencia, contempla sin inmutarse el genocidio en Gaza, mientras miles de inocentes mueren".
En un primer momento, parecía que Turquía quería desempeñar un papel de mediador, dada su buena relación con Hamás desde 2006. Sin embargo, Blinden no incluyó a Turquía en su viaje por la región, y sí a Qatar, una señal de que veían más opciones en su papel. Al ver la escalada de Israel, y las protestas en las calles de Ankara y Estambul por las víctimas palestinas, Erdogan ha dejado claro donde se posiciona su país.
Occidente, ¿queréis suscitar una nueva lucha de la Media Luna contra la Cruz? Si es vuestra intención, sabed que esta nación sigue en pie"
recep tayyip erdogan, presidente turco
Este sábado, Erdogan ha dado un discurso incendiario contra Israel, al que ha acusado de ser "criminal de guerra", y contra Occidente en una manifestación en favor de Palestina. "¿Por qué los que habéis llorado por los muertos de Ucrania no levantáis la voz por los que mueren en Gaza? Occidente: ¿Queréis suscitar una nueva lucha de la Media Luna contra la Cruz? Si esa es vuestra intención, sabed que esta nación no ha muerto sino que sigue en pie".
"Para entender la posición turca no sólo tenemos que pensar en términos de intereses "geopolíticos" si no también la presión interna y el papel de las emociones y las sensibilidades. No sólo Erdogan, también representantes de la oposición se han situado en una posición muy crítica respecto los ataques israelíes. Esto no es excepcional pero lo interesante es que sucede meses después de que se hiciera muy visible el esfuerzo de acercamiento recíproco entre Turquía e Israel. A raíz de la ofensiva en Gaza se ha reculado con gran brusquedad en ese acercamiento y creo que es esa brusquedad lo que llama la atención”, apunta Eduard Soler i Lecha, investigador senior asociado en el Cidob y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona.
La inicial tibieza de Erdogan recibió severas críticas del ex primer ministro Ahmet Davutoglu, y también de partidos de la izquierda. Incluso uno de los aliados parlamentarios de Erdogan, Dvlet Bahceli, dijo que Turquía debería prepararse para intervenir en el conflicto y "hacer lo que sea necesario por responsabilidad religiosa, humanitaria e histórica". Israel ha respondido a las declaraciones de Erdogan de este sábado con la retirada de su personal diplomático de Ankara.
Irán, el instigador
Entre bambalinas, parece que ha movido los hilos el régimen de los ayatolás, debilitado por una catastrófica situación económica, un líder enfermo y anciano, y una sociedad harta de la represión. Las mujeres llevan desde la muerte en prisión de Mahsa Amini en pie de guerra. La joven fallecida acaba de recibir el Sajarov y la disidente Narges Mohammadi encarcelada ha sido distinguida con el Nobel. Justo cuando se cumplen tres semanas de la masacre de Hamás en Israel, se ha conocido que ha muerto otra joven, Armita Garavand, que habría sido golpeada por la policía de la moral por no llevar bien el velo en el metro.
A esta situación interna se une que Irán, que había alcanzado un acuerdo histórico con Arabia Saudí gracias a la mediación de China, se veía de nuevo amenazada por el acercamiento de Israel a la monarquía de los Saud. Ha podido despistar a EEUU, ya que recientemente habría alcanzado con Washington, gracias a la mediación de Qatar un intercambio de prisioneros a cambio de la liberación de unos fondos de unos 6.000 millones. A la vez habría puesto en marcha, o al menos conocería, que Hamás, a quien presta ayuda militar y financiera, preparaba un golpe brutal contra el "enemigo sionista". El embajador de Irán en España, Reza Zabib, reconocía a El Independiente que su país "seguirá apoyando a Hamás, Hizbolá y oros grupos frente a la ocupación sionista".
En todo caso, a Irán no le conviene que el conflicto derive en un enfrentamiento directo con Israel, ni con Estados Unidos, pero debilitar a su enemigo en la región sí le beneficia. El problema es que las guerras se sabe cómo empiezan, pero no cuándo ni cómo acaban.
Qatar, el mediador necesario
Las únicas noticias esperanzadoras en estas tres semanas de guerra de Israel contra Hamás han procedido de Qatar, un país que lleva más de una década dedicado a realizar tareas de mediación. Tiene una relación directa con Hamás y otros grupos terroristas. Arabia Saudí y Emiratos decretaron un bloqueo a Qatar aludiendo a sus vínculos con grupos terroristas, que Doha niega.
Los qataríes, grandes donantes de la ayuda a Gaza, se ven como unos "solucionadores de problemas" internacionales. Ya estuvieron implicados en las negociaciones de EEUU con los talibanes.
Hamás tiene sede en Doha, con la aquiescencia de Estados Unidos, e incluso de Israel. Qatar no reconoce a Israel, pero gracias a su buena relación con Washington puede tender puentes. Israel tiene una oficina comercial en la capital qatarí. Sus autoridades reciben con la misma naturalidad a Blinken que al ministro iraní de Exteriores, Husein Amir Abdollahian.
Qatar ha logrado la liberación de cuatro rehenes: dos octogenarias israelíes y dos mujeres estadounidenses. Hamás estaría dispuesta a dejar salir a un grupo grande a cambio de un alto el fuego. Sobre ello se estaba negociando cuando Israel ha recrudecido sus bombardeos este fin de semana y ha expandido sus operaciones terrestres. Es una diplomacia que ha dado frutos, aunque en esta ocasión el reto es extraordinariamente complejo.
Todo indica que entramos en otra fase de una guerra que va a tener eco no solo en Oriente Próximo. Ese odio que ha llevado a Israel a castigar a miles de inocentes germina más odio entre esas víctimas y su dolor prende en otros que se identifican con su causa más allá de esas fronteras. Lo decía claro el rey Abdalá: "El mensaje que el mundo árabe está escuchando es alto y claro: nuestras vidas valen menos que las de otros… Es un mensaje muy muy peligroso".
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