Fuerzas israelíes bombardearon este miércoles, por segunda vez en menos de 24 horas, el campo de refugiados de Yabalia, en el norte de la Franja de Gaza, en un nuevo ataque que supone "otra trágica masacre", afirmó el grupo islamista Hamás, que controla en enclave, y que la ONU advierte que podría "constituir crímenes de guerra".
El ejército israelí ha bombardeado a primera hora de este jueves una escuela administrada por la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en el campamento de refugiados de Shati. La ONU ha denunciado, además, bombardeos al centro hospitalario Al Hilo, también en la ciudad de Gaza y utilizado como maternidad.
El ataque en Yabalia causó "decenas de muertos y heridos", según la agencia oficial palestina Wafa, que concretó que el bombardeo fue contra el barrio de Falujah, en el mismo campo, y estimó que entre los fallecidos y lesionados puede haber muchas mujeres y niños.
"Nos preocupa seriamente que se trate de ataques desproporcionados que puedan constituir crímenes de guerra", denunció la Oficina de Derechos Humanos de la ONU dirigida por el alto comisionado Volker Türk, quien tiene una carrera dedicada a la cuestión de refugiados y derechos humanos en la organización internacional.
Por primera vez en más de tres semanas de ataques aéreos sobre la Franja, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha defendido este miércoles la necesidad de una "pausa" de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza para sacar a los rehenes de Hamás del territorio. "Creo que necesitamos una pausa. Una pausa significa dar tiempo para sacar a los prisioneros", señaló.
Al menos 145 muertos
Como consecuencia del ataque del ejército israelí, ocurrido este martes, un gran número de civiles fallecieron -entre ellos mujeres y niños-, en uno de los peores que se ha registrado desde el inicio de la guerra entre Israel y el grupo islamista Hamás. Habría al menos 195 muertos y 120 desaparecidos por los bombardeos contra el campo de refugiados.
Israel admitió haber matado a más de cincuenta "terroristas", incluido Ibrahim Biari, un comandante del Batallón de Yabalia, uno de los mandos de Hamás responsables de los ataques del 7 de octubre, según el Ejército israelí.
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó las muertes civiles en el ataque de Israel al campo de refugiados de Yabalia e insistió en pedir a las partes el respeto de la ley humanitaria y el fin del conflicto.
Guterres "está consternado por la creciente violencia en Gaza, incluyendo el asesinato de palestinos, e incluyendo mujeres y niños, en los bombardeos de Israel en áreas residenciales del campo de refugiados de Yabalia, muy densamente poblado, que han tenido lugar ayer y hoy", manifestó su portavoz, Stéphane Dujarric.
El portavoz señaló que el jefe de la ONU "condena en los términos más fuertes los asesinatos de civiles", frase que tuvo que aclarar en preguntas posteriores, especificando que no se trataba de una condena a los ataques en sí sino al "asesinato de cualquier civil", ya que no se "cuestiona el derecho de Israel a defenderse".
Así lo afirmó, presionado por un periodista sobre la legitimidad del ataque israelí bajo la ley internacional tras declarar las Fuerzas israelíes que mataron a un líder de Hamás en el bombardeo de ayer, y tras haber llamado previamente a la evacuación de la población.
Asimismo, preguntado por si la ONU reconoce que Hamás no sigue la ley internacional, el portavoz insistió en su condena de los "horribles actores terroristas" del grupo terrorista, asesinatos y secuestros de civiles, y aseguró que la organización se ha expresado en contra "del uso de personas como escudos humanos".
Reiteró que las partes del conflicto deben atenerse al derecho humanitario internacional, les instó "acabar con la chocante violencia, dolor y sufrimiento" y reclamó tanto la liberación de los rehenes que Hamás tiene en Gaza como, a Israel, la entrada de ayuda humanitaria para la población palestina en Gaza.
El portavoz recordó que está en Gaza el comisario general de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, "un funcionario con un cargo visiblemente alto al que se le ha permitido entrar", y dijo que se reunió con la población y los trabajadores de la agencia. Lazzarini señaló que han muerto 70 empleados de UNRWA hasta la fecha y que los empleados le transmitieron que "hay mucha necesidad de combustible y, más que nunca, política humanitaria".
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