Israel está en guerra. En primavera cumplió sus primeros 75 años de historia en plena crisis política: la democracia estaba en juego por las medidas del gobierno más ultranacionalista desde 1948 y la calle se hizo eco de la indignación de cientos de miles de israelíes contra el primer ministro, Benjamin Netanyahu. El incombustible rey Bibi dio alas a los que daban prioridad a los defensores de un Estado judío que no deja sitio a los palestinos, también para someter a un poder judicial con el que tiene causas pendientes, frente a los que defienden un Israel democrático. Pero el 7 de octubre Hamás, que gobierna en la Franja de Gaza desde 2005, desafió al Estado hebreo, que cuenta con uno de los Ejércitos más poderosos del mundo. Ese Shabat negro marca un punto de inflexión: la prioridad pasó a ser el castigo a Hamás, y por extensión a los que viven en la Franja de Gaza.
Un día después del 50 aniversario de la Guerra del Yom Kippur, que enfrentó a Egipto y Jordania con Israel, unos 2.000 terroristas de Hamás invadieron el territorio del país vecino. Mataron, saquearon y secuestraron. Sembraron el terror como no recordaban los israelíes desde el Holocausto. El gobierno declaró el estado de guerra contra Hamás. La coalición ultranacionalista que lo sustenta ha sumado al Partido de la Unidad Nacional del opositor Benny Gantz para acometer este excepcional desafío.
Han formado un gobierno para la guerra. En suspenso han quedado las diferencias entre Netanyahu y Gantz, entre Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y entre Netanyahu y una gran parte de los ciudadanos israelíes. Todos ven amenazada la existencia de Israel, su supervivencia. Hamás logró su objetivo: los israelíes perdieron la sensación de seguridad y se sintieron frágiles.
La masacre del 7 de octubre ha dado un nuevo papel a Netanyahu como primer ministro de la guerra. Su supervivencia no está garantizada: Maariv publicaba recientemente que el 80% de los israelíes le considera responsable de la operación de Hamás, pero de momento sigue al frente del gobierno. Politico ha publicado que en EEUU dan por hecho que tendrá que retirarse cuando Israel dé por terminada la guerra.
El Bloque Netanyahu
El rey Bibi o el Señor Seguridad renació por enésima vez tras las elecciones del 1 de noviembre de 2022. Benjamin Netanyahu, el líder del partido conservador Likud, que fue el más votado, volvió al poder por sexta vez. El rey Bibi es el primer ministro que ha estado más años seguidos al frente del gobierno, entre 1996 y 1999 y de 2009 a 2021, y cumplirá un nuevo año en diciembre próximo. Más que David Ben Gurion, fundador del Estado de Israel, que acaba de celebrar su 75 aniversario.
Para ser de nuevo primer ministro, Netanyahu aceptó aliarse con los ultraortodoxos del Shas (Shomrei Sefarad), Unidad Torah (Agudat Israel y Degel HaTorah), que sumaron 18 escaños. Shas representa a los sefardíes (Mediterráneo) y mizrajíes (Asia), y Unidad Torah Judaísmo a los ashkenazíes (proceden de Europa Central y Oriental). La coalición ultranacionalista del Sionismo Religioso (Partido Sionismo Religioso, Otzma Yehudit y Noam), que dio la sorpresa al conseguir 14 diputados, también apoyó a Netanyahu. Gracias a este éxito electoral lograron sendos puestos en el gobierno dos de sus líderes, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, los dos políticos más extremistas de Israel.
En Israel nunca ha gobernado un partido en solitario. La coalición resultante de las elecciones anteriores, de marzo de 2021, constaba de ocho partidos, y era una alianza concebida con el objetivo de desbancar a Netanyahu fundamentalmente. Naftali Bennett, líder de la conservadora Yamina, primer ministro hasta julio de 2022, y Yair Lapid, antigua estrella de la televisión y cabeza del centrista Yesh Atid (Hay un futuro), su sucesor y actual líder de la oposición, lograron sumar 62 diputados de los 120 de la Knesset en un pacto heterogéneo que sumaba desde los laboristas, la extrema derecha laica de Israel Beitenu, liderada por Aviador Liebermann, hasta el partido islamista Ra’am. Era la primera vez que los islamistas formaban parte de una coalición de gobierno.
Más allá de los ejes de izquierda y derecha
El escenario político israelí es un auténtico laberinto. Muchos pequeños partidos se presentan en coalición: por ejemplo, Sionismo Religioso se compone del partido del mismo nombre junto con Otmah Yehuda y Noam. En 2002 lograron 18 escaños. La Lista Hadash-Ta’al, que cuenta con cinco diputados, son los dos partidos principales de lo que fue la Lista Conjunta, de tres partidos árabes más Hadash, de orientación comunista. Ta’al (Movimiento Árabe de Liberación) es un partido laico, a diferencia del islamista Ra’am.
A ello se suma que el eje izquierda-derecha es insuficiente para situarlos. No hay bloques fijos y un ejemplo es la coalición que formaron Bennett y Lapid. Si atendemos a esta división, de izquierda a derecha los partidos con actual representación parlamentaria son Hadash (con el centrista Ta’al, cinco diputados), Laborista (cuatro escaños); en el centro Yesh Atid (24), Unidad Nacional (12), Ta’al; y en la derecha Likud (32), Ra’am (5), y más a la derecha Yisrael Beitenu (seis), hasta el extremo de Noam y Otzma Yehudi (en Sionismo Religioso, 14).
El Likud, fundado en 1973, es el partido conservador que domina la política israelí en las dos últimas décadas. Encabezado por Menachem Begin, llegó al poder por primsera vez en 1977, y se mantuvo como partido gobernante hasta 1984. Después fue uno de los principales socios de los tres gobiernos de unidad que gobernaron hasta 1990. Isaac Shamir fue primer ministro de 1986 a 1992, cuando volvió a la oposición tras 15 años en el poder. De 1996 a 1999 gobernó Netanyahu por primera vez. Y de 2001 a 2006 estuvo en el poder con Ariel Sharon. Hubo una crisis interna y formaron Kadima. Netanyahu volvió en 2009 y permaneció hasta 2021.
Es un partido laico pero gobierna sin problemas con partidos religiosos judíos. No define con precisión las fronteras del Estado de Israel, pero llegó a aceptar los términos de Camp David y luego Oslo. Con Sharon, Israel aceptó retirarse de la Franja de Gaza. En los últimos tiempos se ha escorado hacia posiciones más nacionalistas.
En la izquierda el Partido Laborista era un referente en la política israelí, aunque lleva años de capa caída. Fundado en 1968, es el sucesor del histórico partido Mapai, con una ideología sionista-socialista moderada. En los 90 viró hacia la socialdemocracia. En la cuestión del conflicto palestino-israelí, el partido se fue desplazando gradualmente hacia la izquierda a lo largo de los años y fue el primer partido importante en pedir negociaciones con la OLP y apoyar la creación de un Estado palestino. Han sido primeros ministros laboristas Levi Eshkol, Golda Meir, Isaac Rabin, Simon Peres y Ehud Barak.
Los laboristas dominaron la Knesset hasta 1977, cuando perdieron por primera vez frente al Likud. En 1992 Isaac Rabin volvió a encabezar el gobierno, firmó los Acuerdos de Oslo y fue asesinado por ello a finales de 1995. En 1999 Barak fue elegido primer ministro. Pero desde entonces ha perdido mucho empuje: ahora solo tiene cuatro diputados y tuvo solo tres en 2020.
Hay que tener en cuenta también el eje judío-árabe. Son partidos judíos el Shas y el Judaísmo Unido de la Torah, y árabes el laico Ta’al y el islamista Ra’am, porque también hay partidos religiosos y laicos. Por ejemplo, Yisrael Beinenu es extrema derecha laica, y Sionismo Religioso sería extrema derecha religiosa, aunque sus dirigentes no son rabinos como ocurre con Judaísmo Unido de la Torah.
Otra división se basa en la cuestión palestina, el que será eje un Estado-dos Estados. En el extremo están la coalición Sionismo Religioso que solo contempla la existencia del Estado judío y en el otro Balad, que no reconoce a Israel, pero en esta Knesset no tiene representación parlamentaria. Defienden la solución de dos Esados el Partido Laborista, Hadash, Yesh Atid, Unidad Nacional, Ta’al y Ra’am. El Likud es ambivalente. Son mesiánicos el Judaísmo Unido de la Torah y el Shas: creen que el Mesías fundará Israel.
Bibi al frente del 'gobierno para la guerra'
En estos momentos son pocos los que toman unas decisiones que marcarán a Israel durante las próximas décadas. Dentro el gobierno de la guerra hay un trío fundamental: el primer ministro Benjamin Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant y el opositor Benny Gantz. Netanyahu y Gallant pertenecen al conservador Likud, y Gantz al Partido de la Unidad, centrista, laico y liberal. A ellos se suman dos observadores: Ron Dermer, asesor de Netanyahu, y Gadi Eisenkot, mano derecha de Gantz. Salvo Netanyahu y Dermer todos tienen una dilatada experiencia militar.
En el gabinete ampliado siguen estando los ultranacionalistas Itamar Ben Geir y Bezalel Smotrich, defensores de llevar al límite la ocupación contra los palestinos. Precisamente por su continuidad no se ha sumado el opositor Yair Lapid, del centrista Yesh Atid, que puede beneficiarse de los errores de Netanyahu y de su equipo, incapaces de anticipar los planes de Hamás.
Netanyahu, que acaba de cumplir 74 años el 21 de octubre, es el primer ministro con más años en el cargo, pero también el primero que ha sido imputado por corrupción, estando en el puesto. Su interés en la reforma judicial, que le costó unas protestas multitudinarias, estriba en su deseo de frenar las causas pendientes con la Justicia. Poco le importó tensionar al máximo la democracia israelí. "Quienes han trabajado con él subrayan que es un político zigzagueante, a pesar de su retórica grandilocuente", apuntan en el Financial Times.
Tuvo una excelente relación con Donald Trump, y como él, se presentó como víctima de una caza de brujas. A Biden le conoce desde hace décadas, de la época en la que él era embajador en la ONU. En época de Trump, y apadrinado por su yerno Jared Kushner, se pusieron en marcha los Acuerdos de Abraham, que buscaban restablecer las relaciones de Israel con los gobiernos de una serie de países árabes. Ya estaban firmados con Bahrein, Marruecos, Sudán y Emiratos. Había avance con Arabia Saudí, pero la operación en Gaza ha convertido en papel mojado la mayor parte de lo logrado.
Olvidaron la cuestión palestina y ahora resurge como el problema no resuelto del que depende la estabilidad en Oriente Próximo. Ahora el rey Bibi busca que la guerra le permita presentarse como vencedor y así que se olviden sus errores, su escaso respeto por la separación de poderes y sus líos con la Justicia.
A la vera de Netanyahu, en calidad de observador en este gabinete, está su asesor Ron Dermer, que fue embajador en EEUU. Desde enero de 2023 es ministro de Asuntos Estratégicos. Ha estado moviendo los hilos del acercamiento entre Israel y Arabia Saudí, reconocido por el heredero saudí Mohamed bin Salman. Ahora está congelado. Dermer también ha desempeñado un papel clave en las relaciones con EEUU, el gran aliado de Israel en esta guerra.
Los militares
El ministro de Defensa, Yoav Gallant (Jaffa, 1958), ex jefe del Mando Sur de Israel en la guerra contra Hamás en 2008 y 2009. Después del ataque del 7 de octubre, Yoav Gallant aseguró que la respuesta de Israel "cambiará la realidad sobre el terreno en Gaza en los próximos 50 años". Ha confesado que tiene ganas de acabar con Hamás, tarea que dejó pendiente en 2009, por decisión política.
Estamos luchando contra animales humanos y hemos de actuar en consecuencia"
yoav gallant, ministro israelí de defensa
Cuando anunció el bloqueo de la Franja de Gaza, fue contundente: "No habrá electricidad, ni comida, ni combustible, el cierre será total. Estamos luchando contra animales humanos y hemos de actuar en consecuencia", dijo Gallant. Tiene un historial conocido de enfrentamientos con Netanyahu. En marzo pasado, el primer ministro le quiso destituir por advertirle de que su controvertida reforma judicial estaba incomodando a los militares, hasta el punto de que se planteaban dejar sus puestos o los reservistas querían renunciar. Sin embargo, Netanyahu tuvo que retractarse por la contestación que generó la marcha de Gallant.
En los días previos a la incursión terrestre, tuvieron que negar que estuvieran en desacuerdo sobre cómo conducir la guerra. Muchos medios publicaron que el retraso de la ofensiva terrestre había generado tensiones entre ellos. Es de los que ve a Netanyahu "más interesado en restaurar su legado que en garantizar la seguridad de Israel", según Al Yazira.
Benny Gantz (Kfar Ahim, 1959), líder del Partido de la Unidad Nacional, en la oposición, decidió sumarse al gobierno de emergencia, probablemente convencido de que su experiencia militar serviría a su país en un momento crucial. Ex paracaidista, fue jefe de Estado Mayor durante la guerra de 2014 contra Hamás.
Junto a Netanyahu formó en 2020 un gobierno de unidad para luchar contra la pandemia del Covid-19, pero después de siete meses Netanyahu forzó su disolución y así evitó cederle el puesto de primer ministro. A Gantz le preocupa el plan para Gaza después de la guerra, algo que también ha planteado Biden a Netanyahu. ¿Qué va a pasar con Gaza? ¿Quién gobernará en la Franja si Hamás es eliminado?
Como observador, pero militar muy cercano a Gantz está Gadi Eisenkot, quien sucedió a Gantz como jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel. Es diputado desde el año pasado de Unidad Nacional.
Dirigió el Mando Norte de Israel, de modo que tiene mucha experiencia en la lucha contra Hizbulá, que amenaza con abrir otro frente contra Israel. Fue el creador de la Doctrina Dahiya, que se aplicó en la guerra del Líbano en 2006. Consiste en el uso desproporcionado de la fuerza militar contra los civiles. Aunque Israel argumenta que sus objetivos son civiles, sus ataques contra hospitales, escuelas, campos de refugiados o ambulancias, indican que han resucitado esta práctica.
Según expertos militares citados por Financial Times, Gantz y Eisenkot son "duros pero realistas, cuando el gobierno dice que su objetivo es erradicar a Hamás saben lo que se puede conseguir y lo que no".
Los dos ministros más extremistas
Siguen en el gobierno de Israel aunque no están en primera fila dos extremistas que están detrás de la política de hostigamiento en los territorios ocupados. Itamar Ben Gvir, líder de Otmar Yehudit (Poder Judío, en la coalición Sionismo Religioso) es ministro de Seguridad Nacional, con poderes de intervención sobre la policía. Residente en Givat Havvot, una colonia en Hebrón, es abogado. Ben Gvir ha sido excluido de las reuniones del consejo de seguridad, debido a su falta de seriedad, según Yediot Aharonot.
No deja de proponer asesinatos selectivos, bloqueos a los trabajadores de Gaza o toques de queda en Cisjordania"
sobre ben gvir en 'yediot aharonot'
"No deja de proponer asesinatos selectivos, bloqueos a los trabajadores de Gaza o toques de queda en Cisjordania", dijeron fuentes del Likud a este medio israelí. Los militares israelíes lo consideran un agitador, también incómodo para Netanyahu pero que mantiene porque necesita sus votos. También ha propuesto repartir armas a los civiles para que respondan si ven terroristas infiltrados. Era militante del Partido Kach, liderado por Meir Kahane, quien era abiertamente racista hacia los árabes. Gvir ha elogiado a Baruch Goldstein quien asesinó a 29 palestinos en 1994 para hacer descarrilar el proceso de paz. Llegó a amenazar de muerte a Rabin, que fue asesinado en 1995, y era tan su historial que no pudo hacer el servicio militar obligatorio.
Obsesionado con la expansión de los asentamientos en Cisjordania, no vio venir la operación de Hamás desde la Franja de Gaza. A cargo de la policía de fronteras de Cisjordania, un cuerpo destinado a controlar a los palestinos en los territorios ocupados, no ha hecho más que atizar el fuego desde que está en el cargo.
e.
Bezalel Smotrich, de 43 años, es líder del Partido Sionista Religioso, y compañero de coalición de Gvir. Hijo de un rabino conservador, es ministro de Hacienda pero con competencias en la administración civil de Cisjordania, en el área C, el 60% bajo control israelí. Nació en los Altos del Golán y creció al norte de Ramala. Dirigió una escuela talmúdica cerca de Nablús. Defiende la colonización judía y niega a los palestinos el derecho a la autodeterminación. De hecho, considera que son "una invención de hace menos de 100 años".
Ha declarado que es un "homófobo orgulloso" y no da la mano a las mujeres por razones religiosas. Rechaza que haya competiciones deportivas en sabath.
Es conocido por sus declaraciones incendiarias. En 2021, dijo que Ben Gurion, el primer jefe de gobierno de Israel, debería haber "terminado el trabajo" y haber expulsado a todos los árabes del territorio de Israel. Su idea de Gran Israel incluye el territorio de Jordania.
De momento, trata de que en Cisjordania se instalen unos 500.000 judíos. Aboga por la anexión de los territorios ocupados. Según Smotrich, habría que establecer el control de Israel y pagar a los palestinos para que emigren, y en caso de que recurran a la violencia, matarlos. Defiende un Israel regido por la Torá. También en economía: "La Torá traerá la abundancia".
Concluía 2022 con la creación del gobierno más ultranacionalista de la historia de Israel, con Smotrich y Gvir como figuras clave en el gobierno de cara a las relaciones con los palestinos. Probablemente 2023 terminará con un Israel en guerra y una Franja de Gaza devastada.
Israel no puede ser al mismo tiempo un Estado judío, tener un carácter democrático y mantener el control sobre los territorios que ahora domina"
haizam amirah fernández, r.i.elcano
Veinte años después de la creación del Estado de Israel, el presidente de EEUU, Lyndon B. Johnson, preguntó al primer ministro israelí, Levi Eshkol, qué tipo de Israel quería. Eshkol reconoció que estaba por decidir. Según Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano, el problema de fondo de Israel se explica por un trilema. "Israel no puede ser al mismo tiempo un Estado judío, tener un carácter democrático y mantener el control sobre todos los territorios y poblaciones que ahora domina. Solo dos elementos pueden darse al mismo tiempo. Si Israel quiere ser un Estado judío y democrático, tendrá que poner fin a la ocupación. Si quiere ser democrático y controlar todos los territorios, tendrá que ser binacional. Si opta por seguir siendo judío y dominar Cisjordania y Gaza, no podrá ser democrático. No para el conjunto de los ciudadanos judíos y árabes, ni para las poblaciones palestinas ocupadas".
Es lo que tendrá que resolver al final de una guerra que un mes después de su inicio ya ha se ha cobrado más de 9.300 víctimas palestinas y más de 1.400 israelíes y ha desatado una espiral de odio sobre la que va a ser difícil construir un futuro próspero.
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