Ha sido el relato que Israel ha ejecutado desde la dramática resaca de los ataques de Hamás el 7 de octubre. HamasisISIS se ha convertido en un mantra en boca de ministros y diplomáticos israelíes; ha servido como etiqueta en sus mensajes en las redes sociales; ha sido manoseado como efectista eslogan por lobbies y sus campañas mediáticas en múltiples plataformas; y ha empapelado ciudades de medio mundo. Pero Hamás, el movimiento islamista que gobierna la Franja de Gaza y que el ejército israelí ha prometido erradicar, no es ISIS, la organización yihadista que logró declarar un califato a caballo de Siria e Irak y cuyas sucursales crecen ahora a lo largo y ancho de África.
“Los israelíes saben que Hamás no es ISIS. No es una organización yihadista transnacional que pretenda crear un califato islámico. Sean cuales sean sus aspiraciones, Hamás es un grupo nacionalista islámico que se originó como el ala palestina de los Hermanos Musulmanes”, responde tajante a El Independiente Adam Shatz, un escritor estadounidense de origen judío y editor de The London Review of Books. “Israel ayudó a fomentar su aparición como contrapeso a la Organización para la Liberación de Palestina y en los últimos años ha forjado una alianza táctica con Hamás en Gaza. ¿Habría forjado Israel un pacto semejante con Isis? Es muy poco probable”, agrega.
Hamás no es una organización yihadista transnacional que pretenda crear un califato islámico
Una afirmación que desmonta la narrativa oficial israelí, secundada sin el más mínimo ejercicio de escepticismo por periodistas y cabeceras de medio mundo, y que también firman los expertos en yihadismo consultados por este diario. “A pesar de la brutalidad del atentado de Hamás, hay muchas diferencias entre Hamás y el Estado Islámico. Por ejemplo, Hamás recibe apoyo de Irán y retrata su causa como una causa de liberación nacional. Además, Hamás no aplica los aspectos más duros de la ley islámica”, comenta Aymenn al Tamimi, una fuente imprescindible en la tarea de descifrar los movimientos yihadistas en el mundo.
Relato del Gobierno israelí
El esfuerzo del Gobierno israelí, formado por las facciones más extremistas de la política local, por vincular las terribles imágenes del ataque de Hamás con los fotogramas que el Estado Islámico dejó en Siria e Irak -desde las decapitaciones de rehenes extranjeros hasta la explotación sexual de las yazidíes- ha sido imponente. "Hamás es ISIS", clamó el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Las noticias de las acciones de los combatientes de Hamás en pueblos y kibutz del sur de Israel podían evocar en cierto modo el salvajismo de las fechorías del Estado Islámico, cuyo germen fue la rama local de Al Qaeda. “Al igual que las fuerzas de la civilización se unieron para derrotar al ISIS, las fuerzas de la civilización deben apoyar a Israel para derrotar a Hamás”, arguyó Netanyahu en busca de apoyo internacional a la operación terrestre que comenzó hace una semana.
Sus declaraciones y las de miembros de su Gabinete han cosechado eco internacional. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, describió lo que hizo Hamás como "peor que el ISIS" y el presidente francés Emmanuel Macron compareció junto a Netanyahu y reforzó la analogía sugiriendo que una coalición internacional como la que luchó contra Al Qaeda y el Estado Islámico debería derrotar ahora a Hamás. “Francia está dispuesta a que la coalición, que lucha en Irak y Siria contra el ISIS, luche también contra Hamás”, esbozó.
Pero Hamás, fundado en la década de 1980, no guarda equivalencias con el ISIS -las siglas en inglés de Estado Islámico de Siria e Irak- o el Daesh, su acrónimo en árabe. “No existe comparación entre este movimiento con objetivos específicos de lucha contra la ocupación israelí y la liberación de la tierra de Palestina y el ISIS, que es un conjunto de individuos de todo el mundo que no tienen ningún objetivo nacional específico, y muchos dudan de que su creación fuera facilitada por EEUU en Siria”, apunta a este diario Khaled Hroub, investigador del Centro de Estudios Islámicos y coordinador de Cambridge Arab Media Project de la Universidad de Cambridge además de autor del ensayo “Un nuevo Hamás”.
No se puede decir simplemente: 'El ISIS masacraba gente y Hamás también, así que son iguales'. Es muy superficial
“Hamás es un movimiento integrado en el pueblo palestino, mientras que el ISIS es un grupo aislado que no tiene presencia ni está integrado en ningún pueblo. Los documentos y declaraciones de Hamás hacen hincapié en evitar atacar a civiles; mientras que el ISIS ataca a civiles deliberadamente. De hecho, en 1995 y 1996 Hamás dirigió una declaración a Israel en la que ofrecía la neutralización de los civiles de ambos bandos, y no ha dejado de repetir esa oferta desde entonces. Israel nunca se preocupó siquiera de discutir esa oferta”, agrega el académico.
“Hay una tendencia a decir que Hamás siempre fue el ISIS. Pero eso no es necesariamente cierto. Es una organización que responde a la situación", manifestó al diario israelí Haaretz Itzchak Weismann, historiador israelí de movimientos islamistas de la Universidad de Haifa. Recordó que Hamás ha tolerado a otros grupos religiosos en Gaza. "Hamás intentó ser inclusivo con toda la población de Gaza (...). En cambio, el ISIS asesinaría a cualquier musulmán que no rezara a la hora correcta. No se puede decir simplemente: 'El ISIS masacraba gente y Hamás también, así que son iguales'. Eso es muy superficial".
Un grupo apóstata, según el ISIS
Las publicaciones del Estado Islámico son implacables con Hamás. Le consideran un “grupo apóstata” por sus conexiones con Irán, el “enemigo” chií. “El ISIS siempre ha criticado y atacado a Hamás. Cada vez que Hamás se acerca a la OLP y a Fatah para concluir una reconciliación interna palestina, el ISIS ataca a Hamás porque 'abandona' sus principios religiosos. El ISIS nunca atacó ningún objetivo israelí. Por eso los palestinos creen que el ISIS es una organización dudosa que sirve a los intereses estadounidenses e israelíes, no a los árabes ni a los musulmanes”, desliza Hroub.
El ISIS siempre ha criticado y atacado a Hamás
El uso propagandístico de Hamás y su cercanía con ISIS no resulta nueva. En una de las temporadas de Fauda, la exitosa serie israelí que recrea la guerra entre Israel y la organización islamista, se escenifica el nacimiento de la rama palestina del Estado Islámico y sus conflictos con Hamás. “Las mayores diferencias entre Hamás y el ISIS se observan en el alcance de sus programas y los niveles de apoyo que han conseguido atraer. Hamás está más centrado en la confrontación con el Estado judío, mientras que el ISIS está más centrado en librar una yihad global, considerándola un medio de conseguir apoyo para su programa de restaurar un califato que una vez se extendió desde África Occidental hasta Filipinas”, señala a este diario el estadounidense Michael S. Smith II, experto en la telaraña yihadista global. “Hay abundantes pruebas de que Hamás goza de un apoyo mucho mayor de los gobiernos y la población civil de Oriente Próximo que el que jamás ha logrado el ISIS”, apunta.
Hamás, cuya oficina política se halla desde 2012 en Qatar a petición de Israel y Estados Unidos, tiene canales abiertos con los países árabes y como fuerza gubernamental en Gaza -tras la victoria electoral de 2006- coopera en los países vecinos. Los servicios de seguridad de Hamás llevan años cooperando con la seguridad egipcia en su lucha contra la sucursal local del Estado Islámico, que ha convertido en su base de operaciones el norte de la península del Sinaí, fronteriza con la Franja de Gaza. Una colaboración que se ha producido a pesar de que, en su persecución de cualquier disidencia política, el régimen egipcio catalogó como organización terrorista a los Hermanos Musulmanes, la matriz egipcia que inspiró a Hamás.
Una organización global
La organización palestina es una entidad autónoma de la Hermandad egipcia. “Hamás se origina de la Hermandad Musulmana, pero fue un intento de formar una nueva organización a partir de la Hermandad Musulmana que estuviera activa en la resistencia. Sólo querían que la sociedad fuera más religiosa y esperaban que una sociedad más religiosa fuera capaz de enfrentarse a Israel”, explica Nathan Brown, catedrático de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington y un reputado experto en Egipto y la Hermandad.
“En la década de 1980 una generación más joven de musulmanes palestinos formó Hamás y básicamente se hizo cargo de la Hermandad Musulmana Palestina. Es cierto que a veces utilizan los atentados contra civiles como uno de sus métodos y, en ese sentido, practican el terrorismo. Pero es una organización global que hace todo tipo de cosas a diferencia de una organización como la Yihad Islámica, que se dedica totalmente a la resistencia armada contra Israel”, detalla.
“Hamás presta servicios sociales y educativos, y ahora está básicamente integrada en la burocracia de Gaza. Así que es un tipo de organización muy diferente al ISIS, una organización creada sobre el hecho de que ataca a civiles. En cierto modo, Hamás trata de encontrar formas de ocultar la naturaleza de sus ataques. Además, Hamás es una organización nacional centrada únicamente en la causa palestina. No intenta alterar el orden internacional. El Estado Islámico trataba de abolir lo que ellos decían que era Sykes-Picot y todas las fronteras posteriores a la Primera Guerra Mundial. Hamás no está haciendo nada de eso. Se centra estrictamente en el ámbito palestino”.
Su uso de la violencia, que le ha valido la designación como organización terrorista en Estados Unidos o la Unión Europea, merece también una reflexión. “Es importante reconocer también que los ataques de Hamás no se han producido en el vacío. El pueblo palestino ha estado sometido a 56 años de ocupación asfixiante”, declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Unas palabras confirmadas por los hechos que provocaron un terremoto en Tel Aviv porque eran una enmienda total a la calculada estrategia de equiparar a Hamás con el ISIS.
Expone una falta de voluntad para tomar en serio a los terroristas, reduciéndolos a adversarios 'locos' o 'irracionales'. Normalmente no lo son
“El terrorismo no cae del cielo. El terrorismo es una táctica. Es una elección. El espantoso asalto de Hamás a Israel debe analizarse teniendo esto en cuenta. Si ignoramos esto, hacemos más probable que otras organizaciones violentas tomen el lugar de Hamás incluso si el grupo es neutralizado o eliminado de alguna manera”, recomienda el politólogo Shadi Hamid, otra voz autorizada en el islam político, en una columna en el Washington Post. “Calificar de malvadas las cosas que no podemos comprender es una evasiva. Nos permite creer que algo va mal con 'ellos' pero no con nosotros. Y, paradójicamente, expone una falta de voluntad para tomar en serio a los terroristas, reduciéndolos a adversarios 'locos' o 'irracionales'. Normalmente no lo son”, aduce.
Raíces de la violencia
La respuesta estadounidense tras el inicio de los bombardeos israelíes sobre Gaza que se han cobrado más de 9.000 vidas -Biden solo fue capaz de hablar de “pausa humanitaria” el pasado miércoles- y la pluralidad paralizante de la Unión Europea -dividida por los recelos de Alemania a ejercer cualquier presión sobre Israel, en un complejo de culpabilidad heredado de su traumática historia del siglo XX- alimentan la percepción palestina de abandono y doble rasero pero también el poder de Hamás. “Resulta más útil preguntarse cómo han evolucionado las actitudes palestinas hacia la violencia. Como ha señalado recientemente el periodista Peter Beinart, en el punto álgido de los acuerdos de Oslo en 1996 -cuando parecía posible alcanzar un acuerdo- el apoyo palestino al proceso de paz alcanzó el 80%, mientras que el apoyo a la violencia se redujo a alrededor del 20%. Está claro que los palestinos, como cualquier grupo, son capaces de apoyar tanto la violencia como la no violencia, dependiendo de las circunstancias”, sostiene Hamid.
Netanyahu, que ha prometido no aceptar la creación del Estado de Palestina mientras esté al frente del Ejecutivo, ha tenido en Hamás un aliado. “Hamás ha ayudado a Israel a defender sus propios argumentos masacrando a 1.400 israelíes, no sólo judíos, sino también beduinos y trabajadores inmigrantes. No estoy seguro de que ni siquiera el ISIS haya llevado a cabo una matanza tan masiva. El riesgo, sin embargo, es que si Israel intenta liquidar a Hamás en Gaza, incluido mediante asesinatos selectivos de sus dirigentes en Doha, podría provocar una guerra más amplia en la que participarán Hizbulá e incluso Irán. Y probablemente inspirará a un grupo más radical. Israel podría acabar teniendo un adversario similar al ISIS. Quizá se sienta más cómodo con un adversario así porque lo que Israel pretende erradicar es cualquier perspectiva de independencia y soberanía de las territoriales palestinas”, argumenta Shatz.
El camino no violento hacia un Estado palestino independiente debe quedar inequívocamente claro
Con los bombardeos indiscriminados cayendo sobre el mutilado callejero de Gaza y la creciente condena de la comunidad internacional, cada vez más incómoda con los tintes de insaciable revancha con la que los gobernantes israelíes justifican los ataques, la estrategia israelí muestra síntomas de estar naufragando. La analogía HamasisISIS es difícil de sostener ante el mínimo análisis. “Los medios de comunicación pro-israelíes de EEUU y Europa recogen la cola de los funcionarios israelíes y comienzan a repetir como loros la propaganda israelí sin ningún tipo de verificación o la aplicación de los fundamentos del periodismo. Esto queda claro cuando estos medios repiten la analogía de que Hamás es ISIS. Pero a pesar del poder de estos medios corporativos, esta campaña está fracasando a medida que vemos que más y más personas en todo el mundo salen a las calles en apoyo a Palestina. La gente ha tomado conciencia de que se trata de una guerra genocida contra el pueblo palestino, que lleva décadas sufriendo bajo la subyugación colonial. Intentar desviar la atención de la cuestión principal reduciendo la lucha palestina por la liberación a una guerra contra un 'grupo terrorista' se ha convertido en una farsa”, opina Hroub.
En los despachos occidentales, indica Hamid, también deben vencer los argumentos considerados en frío. “Hamás no es igual al pueblo palestino. Creer eso sería aceptar las afirmaciones de Hamás al pie de la letra. Los palestinos tienen perspectivas diversas y a menudo contrapuestas, y tienen capacidad de acción. Por muy poderosos que sean, Estados Unidos e Israel también tienen capacidad de acción. Se puede y se debe incentivar a millones de palestinos para que abandonen la violencia. Una vez creyeron en una solución de dos Estados, y con razón: Podía ver el progreso, por vacilante que fuera, en sus propias vidas. En los últimos años, sin embargo, sólo han visto una serie de callejones sin salida”, recuerda Hamid. “Cuando cesen los combates, Estados Unidos, Israel y la comunidad internacional deben dar a los palestinos razones para pensar lo contrario. El camino no violento hacia un Estado palestino independiente debe quedar inequívocamente claro. Si ese camino no aparece, la derrota de Hamás en el campo de batalla será una victoria pírrica. Porque sus ideas -y su creencia en el poder de la violencia- permanecerán, quizá más vivas que nunca”.
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