Globos amarillos. La mayor parte de los vecinos del kibutz Nir Itzjak van a congregarse este martes 7 de noviembre en el hotel Eilat, donde han sido alojados de momento, para rendir homenaje a los muertos, heridos y secuestrados hace un mes en su comunidad y en otras cercanas. Ellos se salvaron pero están destrozados. Todos echan de menos a alguien, conocen a algún secuestrado, o viven con algún herido. Con globos del color de la lucha por los rehenes pedirán una vez más que los cautivos vuelvan a casa. Nos lo cuenta Janet, alojada en casa de su hija en Tel Aviv, donde el domingo cayeron dos cohetes de Hamás que la Cúpula de Hierro no interceptó. Desde el 7 de octubre Janet y su comunidad están en shock, como los más de diez millones de ciudadanos de Israel. El 7-O es el 11-S multiplicado por diez para Israel.
Ese shabat negro más de 2.000 terroristas entraron en territorio israelí y mataron, ultrajaron, incendiaron y saquearon a sus vecinos del otro lado de la Franja, los israelíes que vivían en decenas de kibutz. Más de 1.400 israelíes, entre ellos 300 militares, murieron como consecuencia de la Operación Inundación de Al Aqsa, como llamó Hamás a su ataque.
Algunos como Be'eri se ha hecho conocido por las salvajadas que sufrieron sus vecinos: un centenar fueron asesinados. La embajada de Israel en España acaba de proyectar las imágenes que reproducen aquella jornada en la que Hamás hizo pedazos el sueño de la seguridad israelí. Los terroristas se jactaron de la masacre y con sus cámaras GoPro quisieron dejar testimonio de su atrocidades. A los jóvenes de la fiesta rave en el desierto del Neguev los persiguieron como si fueran animales. Allí se quedaron más de 270 cadáveres
En los kibutz quemaron casas con gente dentro y acribillaron hasta los bebés. En la base militar de Nahal Oz, cercana a la frontera de Gaza, mataron a la joven soldado hispano-israelí Maya Villalobo.
Tienen en sus manos a 241 rehenes, entre ellos varios de doble nacionalidad o extranjeros, como el español Iván Illarramendi. Los terroristas de Hamás se los llevó con el objetivo de cambiarlos por presos palestinos. Unos 5.800 palestinos están en cárceles israelíes. Hay desde octogenarios hasta un bebé de nueve meses. Las familias se han organizado bajo el lema BringThemHome (Traedlos a casa) y se han reunido con las autoridades de Israel. Este martes se concentrarán de nuevo en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén y en varias ciudades, entre ellas Madrid, hay previstos actos de homenaje en los que se mostrarán las fotos de los rehenes.
El calvario de las víctimas de Hamás se prolongó toda la jornada del 7 de octubre. Hamás sorprendió al gobierno israelí y a las agencias de inteligencia como el Shin Bet, y al Ejército. Fue un fallo descomunal del que tendrán que rendir cuentas. Los supervivientes de los kibutz y los jóvenes de la fiesta rave no vieron a los soldados y policías hasta última hora de ese sábado trágico. Y tardaron aún días en asegurarse de que no quedaban terroristas en territorio israelí.
Pero nada más conocerse el ataque, que fue precedido del lanzamiento de miles de cohetes, Israel declaró el estado de guerra contra Hamás, que gobierna en Gaza desde 2005. Desde la Guerra del Yom Kippur, hace 50 años, no se daba este paso. Coincidió entonces y ahora con un Israel absorto en una festividad religiosa. Los terroristas sabían que los israelíes estarían desprevenidos.
Objetivo: aniquilar a Hamás a toda costa
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a cargo del gobierno más ultranacionalista de la historia con ministros declaradamente antiárabes en carteras clave como Seguridad o Hacienda, con competencias en Cisjordania, expuso los objetivos de la guerra contra Hamás y logró que el opositor Benny Gantz, con experiencia militar, se sumara a "un gobierno para la guerra". En primer lugar, busca la eliminación de Hamás y sus infraestructuras, para lo que considera necesaria una campaña de bombardeos intensísimos y una operación terrestre.
Han muerto ya más de 10.000 gazatíes: más de 4.000 son niños. Unas 25.000 personas están heridas y miles continúan desaparecidas. Israel insiste en que los gazatíes son utilizados como escudos humanos por Hamás, y con esa acusación ataca hospitales o escuelas, donde supuestamente se esconden los terroristas. Han perdido la vida 88 trabajadores de agencias de la ONU. Decenas de empleados sanitarios. La Organización Mundial de la Salud ha documentado 102 ataques a infraestructuras sanitarias. También han perdido la vida al menos 35 periodistas.
El bombardeo del hospital de Al Ahli fue objeto de controversia, ya que Hamás acusó a Israel pero los israelíes señalaron a Yihad Islámica. Unos dicen que murieron cientos y otros decenas. Pero Israel no ha negado los ataques contra el campo de refugiados de Yabalia, el mayor de la Franja, aunque asegura que allí se alojaba una célula de Hamás. En Yabalia han muerto en los tres ataques más de 200 personas y hay decenas de desaparecidos.
La forma en que está respondiendo Israel, con bombardeos de los que son víctimas sobre todo mujeres y niños, está siendo cuestionada por la ONU y las ONG en la zona. "Hasta la guerra tiene límites", repiten insistentemente, pero Israel, que asegura que respeta el derecho internacional, ni siquiera hace caso a EEUU que se limita a demandar "pausas humanitarias" y no un alto el fuego. Israel insiste en que tiene "el deber y el derecho a defenderse".
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que condenó la matanza de Hamás pero dijo que no se daba "en el vacío", lo que provocó la indignación de Israel, que pidió su dimisión, ha señalado este lunes que Gaza se está convirtiendo "en un cementerio de niños". Y ha vuelto a condenar los crímenes de Hamás y de Israel. La Asamblea General de la ONU aprobó una resolución que pedía una tregua humanitaria inmediata, con el rechazo de EEUU e Israel. España votó a favor, pero la mayoría de los países de la UE se abstuvieron y votaron en contra Austria o Hungría.
Desplazados y sin salida
Previamente, Israel instó a los gazatíes a desplazarse al sur de Wadi Gaza, con lo que dejó claro que su centro de operaciones sería la parte norte de la Franja. Pero este territorio, uno de los más densamente poblados del mundo, con 2,3 millones de personas en 345 km2, no tienen dónde ir, y muchos temían ser bombardeados en el camino. A su vez, Hamás les instaba a no moverse. Aún así se han desplazado más de un millón de personas.
Israel también bloqueó el paso de alimentos, medicamentos, agua y combustible a la Franja. Deja pasar los camiones con cuentagotas. Una tercera parte de los hospitales de la Franja están bajo mínimos o prácticamente no funcional. El resto tienen que intervenir a los pacientes sin anestesia, o dejar a los enfermos con diálisis sin atención, o los que padecen cáncer sin quimioterapia. Y la situación va a agravarse.
En el sur, junto al paso de Rafah, esperan que haya una pausa humanitaria para poder salir. Sin embargo, de momento solo han podido dejar la Franja unos 80 heridos graves y unos cientos de ciudadanos de doble nacionalidad. Entre ellos, solo había dos españoles, cuando en la Franja hay más de un centenar.
A la vez, la operación de Israel pretende liberar a los rehenes. De momento, el Ejército israelí solo ha logrado sacar a la soldado Ori Magidish. Qatar está mediando para conseguir que Hamás suelte a los cautivos, pero de momento solo se han dado cuatro casos: una madre y su hija que estaban de visita en un kibutz y viven en Chicago y dos octogenarias.
Hamás primero amenazó con ejecutar a los rehenes si seguían los bombardeos, pero son un trofeo muy preciado para los terroristas. Lo que sí han dicho es que fruto de los ataques aéreos de Israel han muerto unos 60 cautivos.
Netanyahu ha señalado que no habrá alto el fuego temporal si Hamás no devuelve a todos los que tiene en su poder, y muchas familias están de acuerdo con esta política. "Vamos a toda máquina y no vamos a parar ni siquiera de forma momentánea a no ser que liberen a todos los rehenes", dijo el primer ministro el viernes 3 de noviembre. Otras familias piden al gobierno que haga lo que sea por devolverles a sus seres queridos, pero de momento son una minoría.
Manifestaciones por Palestina y antisemitismo
Israel ha contado con el apoyo de Estados Unidos desde que se supo que habían sido víctimas de la matanza de Hamás. Primero se desplazó a Tel Aviv el secretario de Estado, Antony Blinken, y luego se trasladó a Israel el presidente, Joe Biden. El respaldo va más allá de las palabras: hay dos grupos de portaaviones desplazados al Mediterráneo oriental, sobre todo para disuadir a Irán de entrar en guerra abierta con Israel.
Si bien Irán apoya a Hamás, y también a Hizbulá, que amenaza desde el Líbano con abrir otro frente contra Israel, de momento se mantiene en la retaguardia. El líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, dijo el viernes, en su primera alocución desde el inicio de la guerra, que todas las opciones estaban sobre la mesa, sin descartar intervenir contra Israel. Otro frente cada vez más caliente es Cisjordania, donde ya se superan los 150 muertos este mes.
El mensaje que el mundo árabe está escuchando es alto y claro: nuestras vidas valen menos que las de otros... es un mensaje muy peligroso"
rey abdalá de jordania
El acercamiento de Israel a los gobiernos árabes, a través de los Acuerdos de Abraham, se ha ido al traste debido a que la calle en los países árabes defiende claramente la causa palestina. Bahrein ha retirado a su embajador. Arabia Saudí ha tomado distancia. El rey de Jordania ha llamado la atención sobre las consecuencias de la represalia israelí. "El mensaje que el mundo árabe está escuchando es alto y claro: nuestras vidas valen menos que las de otros... Es un mensaje muy, muy peligroso", dijo el rey Abdalá, aliado de Estados Unidos, pero con una mayoría de población palestina en sus fronteras. Más combativo se ha mostrado el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien ha descalificado a Netanyahu como interlocutor ("le hemos borrado ya") y se ha erigido en el salvador de los palestinos.
Biden ha resaltado la relevancia de lo que está en juego en Oriente Próximo, y por ello ha pedido más ayuda militar y financiera para Israel al Congreso, sin dejar de lado a Ucrania. Sin embargo, Biden también dijo a Netanyahu que no se dejaran llevar por la ira, como les ocurrió a los estadounidenses después del 11-S. De forma explícita, Biden daba a entender que había que pensar en el día después, para no repetir errores como la invasión de Irak o la de Afganistán.
La lealtad de EEUU a Israel va más allá de fronteras ideológicas. Ha sido así hasta ahora. Pero las manifestaciones de denuncia contra Israel por los miles de muertos gazatíes son cada vez más numerosas. En Washington, Nueva York, Seattle y otras ciudades estadounidenses se concentraron decenas de miles de personas para denunciar el "genocidio" que sufren los palestinos. La congresista de origen palestino Rashida Tlaib ha acusado al presidente Biden de ser cómplice de ese genocidio. Otros 17 congresistas son críticos con Israel.
Ignorar el coste humano podría acabar siendo contraproducente para Israel"
josep borrell, alto representante para política exterior y seguridad de la ue
En Europa, donde los dirigentes han ido cada uno por su lado, también hay una opinión pública muy crítica con Israel. Ha sido el Alto Representante de Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, quien ha sido más certero al reivindicar su derecho a lamentar las víctimas israelíes y las palestinas. Este lunes advertía a Israel que "la estrategia militar también tiene que atenerse al derecho internacional, incluido el derecho que trata de evitar en la medida de lo posible la muerte y el sufrimiento de la población civil". Y añadía: "Ignorar el coste humano podría acabar siendo contraproducente para Israel".
El antisemitismo está aumentando de forma exponencial en estas últimas semanas. Desde la masacre, el Sistema de Monitorización Cibernética de Antisemitismo ha registrado un incremento de un 1.200% de llamamientos a la violencia contra Israel, los sionistas y los judíos. Un rabino fue asesinado delante de su casa en Detroit. Una mujer judía fue apuñalada en Francia. Y una multitud se abalanzó contra los pasajeros procedentes de Israel en un aeropuerto en Daguestán, Rusia. Israel ha advertido a sus ciudadanos sobre los viajes al exterior.
Lo peor está por llegar: el asedio de Gaza
La operación terrestre se demoró más de lo esperado y no empezó con una invasión a gran escala, como esperaba la mayoría. El Ejército movilizó a 360.000 reservistas, un récord histórico, y esperó a las puertas de Gaza. Había rumores sobre la pugna entre Netanyahu y los generales sobre cómo proceder y también sobre la presiones de Washington para tener claro qué hacer una vez controlada la Franja.
El Ejército israelí finalmente se desplegó dentro la Franja. "Sin la invasión terrestre, no estaremos seguros de que Hamás queda destruido", decía la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon en El Independiente. Hamás ha construido una red de túneles donde se esconden y guardan su armamento, sobre todo, en la ciudad de Gaza, su bastión.
El último fin de semana de octubre entraron las tropas israelíes en Gaza pero tras unas incursiones que parecían de entrenamiento, se desplegaron desde el norte hasta el sur desde la costa y desde el este hacia el oeste, cerca de Wadi Gaza. Era la llamada segunda fase de la operación, que Israel llama Espadas de Acero. El objetivo es dividir la Franja y controlar el norte, para luego cercar la ciudad de Gaza y entrar a tomarla casa por casa. Están a punto de empezar esa fase.
Los israelíes creen que la solución ha de ser definitiva y para ello han de llegar al corazón de Gaza. Eso significa un asalto urbano. Hay que recordar Grozni, Faluya o Bajmut. Habrá una auténtica demolición"
jesús manuel pérez triana, analista militar
"Los israelíes creen que la solución ha de ser definitiva. Para ello han de llegar al corazón de la ciudad de Gaza, izar la bandera israelí y que se rindan todos los terroristas de Hamás. Eso significa un asalto urbano. Hay que recordar Bajmut, Grozni, Faluya, y eso quiere decir que habrá una auténtica demolición. Aún no ha empezado esta fase. Estamos en los prolegómenos", afirma Jesús Manuel Pérez Triana, analista militar y creador de OsintSahel.com. "Han avanzado en varios ejes y también el frente de playa de la ciudad de Gaza. Van a asediar la ciudad, impidiendo el acceso de alimentos, agua, energía. Veremos mucho sufrimiento, mucho más de lo que hemos visto hasta ahora. Para Israel es una cuestión de supervivencia", añade Pérez Triana. A su juicio, solo si se rinden y entregan a los rehenes, evitarán más muertes civiles.
"Al final de la guerra, Hamás no existirá en Gaza y así Israel no estará amenazada desde la Franja", dijo el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, que estuvo al frente de la incursión en 2014 y más de una vez se ha quejado de que entonces no pudo terminar la operación debido a que los políticos optaron por un alto el fuego definitivo.
La cuestión es si realmente Hamás se puede destruir con una operación así. Igual que cada niño israelí que ha sido testigo de la matanza de Hamás no olvidará jamás a los que han causado tanto dolor a los suyos, tampoco lo harán los niños palestinos que están aterrados por los bombardeos israelíes porque han visto caer a sus compañeros de juegos. Durante generaciones se mantendrá viva esa llama de odio.
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