Llamar a todas las puertas, a las más obvias y también a las más hostiles. En busca de alguna pesquisa, por pequeña y previsible que resulte, para que regresen a casa vivos o muertos. Y volver a llamar para dar la más feliz de las noticias y también la más terrible. Durante 35 años ha sido la tarea de Ory Slonim, el abogado israelí que se halla detrás de las negociaciones secretas que su país ha mantenido con Hamás y otras facciones palestinas para lograr la liberación de decenas de cautivos. Y continúa siendo su misión desde que en octubre Hamás secuestró a más de 200 personas.
“En realidad, llamar a la puerta tiene dos significados: uno es llamar a todas las puertas del mundo para averiguarlo todo sobre el paradero de un secuestrado. Y el otro es llamar para informar a una familia que no ha habido suerte y que su ser querido no está bien. A veces, es la noticia contraria, pero en el primero de los casos ese golpe de nudillo resulta muy cruel”, reconoce Slonim en conversación con El Independiente. Slonim es un veterano y atípico letrado israelí: encarna una figura que el ministerio de Defensa creó ex profeso para conseguir el retorno de los militares israelíes convertidos en presos de guerra durante sus incursiones.
Una experiencia clave
Su experiencia ha resultado vital en la pesadilla que ha conmocionado a la sociedad israelí desde que el 7 de octubre milicianos de Hamás atacaran poblaciones y kibutz cercanos a la Franja de Gaza y secuestraran a más de 240 personas, entre civiles y uniformados. A última hora de este lunes, a horas de que expirara la tregua de cuatro días pactada por Israel y Hamás -con la liberación de 50 israelíes y 150 presos palestinos-, la mediación de Qatar y Egipto logró arrancar a las partes en liza una prórroga de dos jornadas que permitirá liberar a 20 rehenes más.
Han sido días de angustia e intenso trabajo para Slonim, que en la década de 1980 asumió tan singular cargo por su entonces cercanía a Chaim Herzog, ex presidente de Israel y padre del actual presidente. “Ambos éramos abogados y nos conocíamos de nuestra profesión. Fue él quien me pidió en 1986 que me ofreciera voluntario durante un año para ayudar a las familias de los soldados y en las negociaciones. Y aquellos doce meses se convirtieron en más de 35 años”, rememora.
Desde entonces ha resuelto decenas de cautiverios. “El primero fue un prisionero de guerra druso que fue asesinado en cautiverio en 1987. Logramos recuperar su cuerpo tras hablar directamente con el grupo terrorista, sin intermediarios”, recuerda el letrado, implicado en la mayoría de los casos que desde entonces han agitado esporádicamente a Israel en un conflicto que se prolonga durante 75 años y que, cada vez más enquistado y con posiciones más enfrentadas, está lejos de resolverse. “A lo largo de estos años hemos negociado con Hamás aunque no directamente sino con mediación de otros países”.
Tras la liberación del soldado Shalit y su canje por 1.027 palestinos
Los últimos ataques han desempolvado una cronología que se había detenido en 2011, con el canje del soldado Gilad Shalit por 1.027 presos palestinos. Un caso que tuvo un desenlace feliz tras más de un lustro del uniformado en manos de Hamás y en los confines de Gaza.
Era un joven muy fuerte y, si lo hubiera sido menos, habría muerto
“Gilad Shalit era un único soldado. Estuvo retenido allí cerca de cinco años. Sabemos que estuvo secuestrado solo, sin que ningún ser humano hablara con él, excepto al principio, cuando fue capturado”, comenta Slonim. “Y uno puede imaginarse a uno mismo estando en una pequeña habitación durante aproximadamente cinco años, hablando con las hormigas y los ratones, sin ningún contacto humano. Era un joven muy fuerte y, si lo hubiera sido menos, habría muerto”.
El mediador confiesa haber mantenido cierto contacto con algunos de los liberados como Shalit, hoy protegido por el anonimato. “Se casó hace poco, pero no vivo en el pasado. Me ocupo del presente y del futuro. Y de vez en cuando, estoy en contacto con su madre para felicitarle las fiestas. Trato de mantener mis contactos con los padres, con las familias, y hay algunos prisioneros de guerra en cuya liberación participé, de los que somos amigos”, admite, enrolado ahora en el equipo negociador de una liberación aún en curso. “Somos cientos de miembros, incluso más. Cada uno está aportando su experiencia y su conocimiento”.
161 rehenes aún en cautiverio
Según las cuentas de Israel, debería haber 161 rehenes aún en manos de Hamás y otros grupos en la Franja de Gaza. Sin embargo, un dirigente de Hamás en Líbano ha declarado este lunes que el grupo y sus aliados sólo mantienen en la actualidad a unos 90 israelíes en Gaza. Algunos de los rehenes habrían muerto bajo los bombardeos israelíes, asegura el movimiento islamista palestino.
Son precisamente los acontecimientos actuales los que coloca como línea roja para conversar. “No me pregunte nada que pueda comprometer las negociaciones actuales. No diré nada”, advierte en varios pasajes de la entrevista. “Hay un equipo de negociación gubernamental dirigido por Gal Hirsch, que fue oficial del ejército y que fue nombrado para dirigirlo. Yo formo parte de la organización no gubernamental que agrupa a las familias de los rehenes”, esboza.
Slonim reconoce que los involucrados ahora se hallan ante un escenario “sin precedentes”. “Es el proceso más complicado que se haya visto no sólo en Israel sino en todo el mundo, porque es una mezcla de ciudadanos. Es una mezcla de ancianas de más de 80 u 85 años. Es una mezcla de madres y bebés y bebés sin madre y jóvenes que sólo querían bailar y ser felices y fueron secuestrados”, arguye. La implicación de varias decenas de nacionalidades también dificulta unas tareas que, desde finales de octubre y hasta la tregua que arrancó el viernes, se ha desarrollado en plena incursión terrestre y entre intensos bombardeos sobre la Franja.
Las batallas psicológicas
“Confío en mi país. A veces las personas secuestradas o retenidas por el bando hostil pueden morir por un bombardeo. Y puedo decirte que no se trata de una simple toma de personas como rehenes. Son ciudadanos y soldados que no estaban armados. Es un crimen contra la humanidad”, denuncia quien hace unos años se atrevió a relatar algunos de los pasajes de esas conversaciones con organizaciones terroristas y con el Mossad como enlace en un libro que reconstruye alguno de los casos de rehenes más sonados de la historia israelí.
Lo más feliz es, en cambio, volver a verlos en ese momento de reencuentro con los suyos
Ory guarda silencio cuando se le interroga por detalles o se le pide que establezca alguna similitud con los episodios del pasado. “Es un proceso muy peligroso porque hay muchas variables y los números esta vez son abultados”, advierte precedido por jornadas de vigilia. “Psicológicamente la experiencia ayuda. Todo el mundo tiene su propia personalidad, sus emociones. Pero hay que trabajar para evitar que las emociones te perjudiquen”, admite. “Lo peor son todas esas batallas psicológicas que se libran en el proceso, esos días que vas a reunirte con las familias sin tener nada que decirles, solo abrazarlas”.
“Son momentos muy duros. Lo más feliz es, en cambio, volver a verlos en ese momento de reencuentro con los suyos”, añade. Unos instantes que reconfortan a Slonim y con los que, tras más de una década de parón, se reconcilió el viernes. “Creo que todos los ciudadanos israelíes y yo mismo estamos esperando el momento de la liberación total. Es el momento más feliz”, recalca. “Pero lo seremos plenamente cuando estén todos de vuelta”.
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