Las cosas están cambiando en Arabia, pero lo hacen a un ritmo lento. Llego a la capital, Riad, desde un país que no ha tenido nunca a una presidenta del Gobierno, donde las mejores 35 empresas no han logrado fichar a suficientes directivas para sus cúpulas, donde las mujeres sufren una brecha salarial que está lejos de cerrarse, y pese a todo, tengo más derechos y libertades en España que los que tiene una mujer en este reino.
He buscado en redes vídeos sobre Riad antes de llegar. En TikTok hay muchas chicas occidentales comentando lo seguro que es Arabia Saudí y su capital. Se graban dando paseos nocturnos, abandonando sus carísimos bolsos en sillas y bancos y luego los recuperan sin que nadie se haya acercado a pertenencias ajenas. “Es el país más seguro del mundo”, repiten.
En el aeropuerto veo a bastantes mujeres trabajando: hay personal de inmigración, de turismo, de alquiler de coches. Al subirme a mi Uber, el conductor me pregunta la edad y acto seguido me pregunta si tengo hijos. La conversación es limitada, él habla poco inglés, yo hablo el mismo árabe.
Llego a mi hotel y ahí desaparece la representación femenina. En una semana, no he visto a ninguna mujer en la recepción. Sí las hay en la cafetería. Ni siquiera en la limpieza de las habitaciones, un sector absolutamente feminizado en España, hay mujeres. Quienes hacen camas, reponen toallas y limpian son hombres.
En la recepción me advierten de que hay gimnasio y piscina, pero soy mujer y solo tengo acceso al primero. Es un hotel de la cadena Marriott, un cuatro estrellas y las mujeres no pueden entrar a nadar. No es el único hotel en el que ocurre, en el Ritz-Carlton, un cinco estrellas a pocos metros de este, anuncian en su página web su spa solo para hombres. En el país “más seguro del mundo”, las mujeres no pueden nadar.
En el Ritz-Carlton anuncian en su página web su spa solo para hombres
Esta semana, Helena Condis, periodista de la Cadena Cope, que está en Arabia para cubrir la Supercopa de España comentaba que las horas a las que podía acceder al hotel de su gimnasio eran muy limitadas. Busco “piscinas en Riad para mujeres” y Time Out me responde que puede ser difícil bañarte siendo mujer, pero que hay algunas opciones sólo para féminas.
Preguntados por esta cuestión, desde Marriott señalan que cumplen con la normativa local: hombres y mujeres no pueden nadar juntos en piscinas públicas y eso aplica también a los hoteles. En algunos de ellos, adaptan los horarios. En otros, si no se puede garantizar la privacidad de las damas, les prohíben la entrada.
Acudo a un congreso internacional, va a reunir a empresas y líderes políticos interesados en la minería y en los minerales críticos para lograr la transición energética, para construir baterías, para fabricar placas solares. Hice mi consejo de sabias particular antes de emprender el viaje, para saber qué meter en mi maleta. No es necesario llevar una abaya, la túnica ancha que cubre el cuerpo de las mujeres, del cuello a los pies y que suele ir acompañada de un velo.
No hay demasiadas referencias en internet, pero encuentro un artículo de The Economist, publicado en 2015, cuando Michelle Obama hizo levantar todas las cejas al aparecer en la capital saudí sin cubrir su pelo y con una ropa llamativa, de colores vivos y lejos de la abaya negra que todavía hoy, en 2024, usan la mayoría de mujeres en el país. Desde 2019 y junto con la intención de ser un país más abierto al turismo, las extranjeras no tienen que cubrirse con la túnica. No obstante, la recomendación es la de cubrir piernas y brazos, cuanta menos piel se vea, mejor.
En el congreso, la presencia es mayoritariamente masculina, esto tampoco es tan diferente en España. Las colas de los baños masculinos y femeninos me recuerdan a las del Mobile World Congress, uno de los únicos sitios donde son ellos los que tienen que esperar más. No obstante, la mayoría de mujeres llevan abaya, de diferentes colores, con pedrería incluso, pero cubriendo su cuerpo. También las occidentales, muchas mujeres de negocios optan por cubrir su traje pantalón con una abaya. “Es más una cuestión de respeto por la cultura, que una obligación”, me comenta una de las organizadoras.
En la sala de prensa, tengo compañeras trabajando con niqab. Es un velo que deja descubiertos únicamente los ojos. Luego veo cómo se lo colocan en el baño, tras aplicarse rímel e incluso pintarse los labios -que no se les ven- se ponen sus pañuelos con un arte envidiable. Hay mujeres dando ponencias, moderando charlas, sirviendo café y cubriendo el congreso. ¿Hay presencia femenina? La hay.
Aprovecho mi estancia en Riad para acercarme a una de las semifinales de la Supercopa de España. Desde 2020 este torneo se juega fuera de nuestro país, fue una de las decisiones que tomó el expresidente de la Federación Española de Fútbol Luis Rubiales y que ha supuesto el punto de partida para que Arabia Saudí quiera acaparar cualquier competición deportiva en sus fronteras: del fútbol español a la Fórmula 1, pasando por el golf o el polo.
Junto al Al-Awwal, el estadio donde se disputa en esta ocasión la Supercopa han creado una zona de recreo para los aficionados que acudan a los partidos. Un paraíso fifita, con juegos como el tenis fútbol, unas mesas con portería incorporada, salas para ver partidos, food trucks, una DJ y espectáculos con luces y baile. Las mujeres vuelven a ser minoría, no así en las responsables de la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones.
Dos chicas jóvenes, vestidas con vaqueros y camisetas del Real Madrid me cuentan que vienen desde Irak. Son aficionadas del club blanco, aunque no juegan al fútbol, sí ven muchos partidos. No saben decirme cuál es su jugador favorito, pero siguen enamoradas de Cristiano Ronaldo, que ahora juega en Al-Nassr, un equipo saudí. Es su primera vez en Riad: “estábamos preocupadas al principio, es un país más conservador que el nuestro. Una vez aquí, nos hemos sentido muy cómodas”.
Otras tres chicas han venido a celebrar el cumpleaños de una de ellas al estadio. “Veo partidos del Real Madrid desde que soy una niña”, me explica una de ellas. Vienen a animar especialmente a Toni Kroos y a Vinícius Jr., el primero lo necesitará especialmente, el público saudí abucheó al jugador alemán durante todo el tiempo que estuvo sobre el campo, por unas declaraciones sobre el país y el poder de su dinero para atraer a futbolistas.
El resto de mujeres, tampoco muchas, vienen con sus familias, la gran mayoría llevan abaya, algunas también niqab, y van acompañadas de sus hijos y su marido. La presencia femenina en los estadios es uno de los pasos adelante en el país, que creó una selección profesional de fútbol en 2021. Donde sí son mayoría ellas es en el servicio de los palcos, todos tienen a una chica joven, vistiendo abaya negra, atendiendo al público del partido.
Dijo Rubiales que antes de que la Supercopa española viajase a Arabia Saudí, ni siquiera había baños para mujeres. Pero la Federación se ha encargado de eso: unas pegatinas de la Supercopa de España tapan el cartel del baño para personas con silla de ruedas y ahora hay el símbolo de una mujer. La Federación ha logrado que haya baños para mujeres, al menos, mientras dure el torneo. Las cosas están cambiando en Arabia, aunque sea a base de pegatinas.
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