Algunos se preguntan dónde está la Unesco cuando la guerra en Gaza supera los 100 días y la contienda ha reducido a escombros escuelas y monumentos, dos de los ámbitos que corresponden al mandato de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El silencio incomoda especialmente en el mundo árabe, donde algunos lo vinculan a la biografía de su directora general, Audrey Azoulay, hija del influyente judío marroquí André Azoulay, consejero de Mohamed VI y previamente de su padre, el fallecido Hasán II.
Hasta la fecha, la señal más evidente de esa denuncia la ha protagonizado la ex primera dama de Qatar, la Sheija Moza bint Nasser, madre del actual emir. En noviembre renunció a su cargo como embajadora de buena voluntad de la Unesco tras más de dos décadas de colaboración. “Me ha decepcionado el silencio de la Unesco mientras se ataca a los estudiantes y se destruyen escuelas en Gaza, lo que no concuerda con la Unesco ni con su mandato en ningún nivel”, explicó Moza al argumentar su adiós.
Un mandato bajo escrutinio
“Cuando acepté la invitación del entonces Director General Koichiro Matsuura para convertirme en enviada especial de la UNESCO para la Educación Básica y Superior sentía un gran respeto por la organización. Tenía profundas esperanzas de que juntos pudiéramos cambiar el campo de la educación y protegerlo”, esbozó.
Un dardo contra una organización que desde 2017 dirige Audrey Azoulay, ex ministra de Cultura francesa en tiempos de Manuel Valls. Antes había sido asesora en asuntos culturales del entonces presidente francés, el socialista François Hollande. De nacionalidad francesa, Azoulay es fruto de la relación de la escritora marroquí Katia Azoulay con André Azoulay, el mayor representante de la histórica comunidad judía de Marruecos y una figura clave en el majzén, el círculo palaciego marroquí que rige los designios del país vecino ante las continuas ausencias de Mohamed VI.
Azoulay se ha limitado a condenar la muerte de periodistas en Gaza
Desde el pasado 7 de octubre, tras el inicio de los bombardeos israelíes en respuesta al ataque de Hamás que se cobró más de 1.100 vidas, la Unesco se ha limitado a condenar la muerte de periodistas en la Franja de Gaza. En su centro de prensa figuran las escuetas notas publicadas con motivo de cada una de las muertes aunque la institución solo contabiliza 23 reporteros asesinados cuando la cifra que manejan autoridades palestinas y organizaciones periodísticas internacionales la estiman entre los 80 y 100 muertos. En sus comunicados de prensa no figuran, en cambio, condenas por el asalto al patrimonio o los centros educativos. La propia ONU cifra en 374 las instalaciones escolares dañadas desde el inicio del conflicto militar.
Fuentes de la Unesco consultadas por El Independiente se limitan a decir que “tras el ataque terrorista de Hamás contra civiles israelíes el 7 de octubre, el conflicto en la Franja de Gaza ha provocado una grave crisis humanitaria que afecta a todos los aspectos de la vida civil”. “Como ha declarado públicamente en varias ocasiones, la Unesco está gravemente preocupada por este impacto en la educación, la cultura y la protección de los periodistas, pilares de su mandato”, esbozan sin más detalles.
Defensa de Azoulay
Sin mencionar directamente la crítica lanzada por la jequesa qatarí, la Unesco defiende a su directora general. “De conformidad con su mandato, la Unesco ha manifestado sistemáticamente su posición a todos los actores implicados en el conflicto y seguirá haciéndolo”, apuntan. Recuerdan las breves notas que publican cuando se produce la muerte de un periodista en Gaza y su solicitud de que “todos los actores que respetaran y aplicaran sin demora el derecho internacional”.
Desde la Unesco se insiste en que publicaron “el 27 de octubre una declaración dedicada a la protección de los centros educativos” en la que se subrayó que a menudo las escuelas sirven “de refugio a la población y que atacarlos o utilizarlos con fines militares constituye una violación del derecho internacional”. Desde entonces, la Unesco ha guardado silencio.
En el ámbito cultural, la agencia de la ONU asegura haber “recordado en repetidas ocasiones a todos los actores que los bienes culturales nunca deben ser objeto de ataques ni utilizarse con fines militares, ya que se consideran infraestructuras civiles” y seguir de cerca los daños provocados en el patrimonio. Agrega que “está trabajando también en acciones complementarias de emergencia que puedan ponerse en marcha en los próximos meses” sin más detalles.
Para la ex primera dama qatarí, sin embargo, este silencio desvela la incapacidad de la organización para desempeñar su función y proteger a los menores de edad palestinos de Gaza, una preocupación que ha centrado su labor reciente. Según datos del ministerio de Sanidad gazatí, alrededor de 10.000 menores de edad han muerto desde octubre en la Franja.
El malestar con la institución también es compartido por algunos empleados de la Unesco, que no entienden el silencio cuando otras agencias de la ONU denuncian diariamente los indiscriminados ataques aéreos israelíes y el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, soporta una intensa campaña de Exteriores israelí por su censura de los ataques y su llamada a resolver políticamente un conflicto de 75 años.
André Azoulay, asesor de Mohamed VI
En el centro de la ecuación se halla Azoulay y un mandato que la prensa israelí considera que ha "salvado" a una institución que “se había hecho conocida por sus muy politizadas resoluciones propalestinas y antiisraelíes”. “A través de su liderazgo, la Unesco también ha adoptado una postura firme contra el antisemitismo y la negación del holocausto. Se ha asociado con el Congreso Judío Mundial para desarrollar recursos en línea para la educación sobre el holocausto utilizados por Meta y TikTok. Junto con el Comité Judío Americano y la Federación Americana de Profesores, puso en marcha cursos de formación en línea. Por otra parte, colabora con la Comisión Europea para formar a profesores de 12 Estados europeos en la lucha contra el antisemitismo”, subrayan medios israelíes.
La directora general de la ONU es hija de unos de los rostros que ha permanecido durante décadas cerca del poder en Marruecos. Bautizado en círculos israelíes como "el judío más poderoso del mundo musulmán", André ha sido consejero real de Mohamed VI y de su padre Hasán II. Es copresidente de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, establecida por Marruecos y la Junta de Andalucía con sede en Sevilla. En 2020 le fue concedida la Medalla de Andalucía a la Solidaridad y la Concordia y son habituales sus reuniones con el poder político andaluz, desde en su día la socialista Susana Díaz al actual presidente, el popular Juanma Moreno Bonilla.
Con 82 años, André ha ido perdiendo influencia en la corte alauí a pesar de su continua presencia pública. “Antes era un instrumento para la imagen de apertura de la monarquía, pero parece estar fuera de escena, víctima de la ausencia del rey y la elección de éste de seguir siendo accesible sólo para unos pocos, por un lado Fouad Ali El Himma y por otro los hermanos Azaitar”, comenta a este diario una fuente conocedora de los entresijos del poder marroquí. “Sigue intentando aparecer como influyente, principalmente a través de las numerosas fundaciones que preside, pero parece no tener acceso al rey ni a los expedientes importantes del reino, incluidas las relaciones con Israel y Estados Unidos, de las que estaba totalmente marginado”, concluyen.
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