Primero fue una recuperación tímida, agazapada entre los espasmos de la conmoción que dejó el ataque de Hamás el 7 de octubre y que llevó a muchos a ignorar las raíces del conflicto. Ahora, con la operación militar israelí segando más de 24.000 vidas y dejando reducida a escombros la Franja de Gaza, se ha convertido en una suerte de mantra de la diplomacia occidental. Estadounidenses, británicos y europeos, incluido España, han desempolvado una vieja idea para resolver el laberinto del conflicto palestino-israelí: la llamada solución de los dos Estados.
Pero, 75 años después del nacimiento del Estado de Israel, la receta conduce a una vía muerta, advierten los expertos consultados por El Independiente. Una salida al atolladero que, en realidad, tiene tantos años como arrastra el propio conflicto, la madre de todos los litigios pendientes en Oriente Próximo. El proyecto de dos Estados -una patria judía, Israel, y otra árabe, Palestina- se remonta al plan de partición de la ONU de 1947, tras el mandato británico en Palestina.
Desconfianza entre líderes palestinos e israelíes
Una vieja promesa cada vez menos viable, a pesar de la insistencia con la que esta semana -por enésima vez- la han voceado ministros y jefes de Estado. En su última gira por la región, el secretario de Estado Anthony Blinken insistió en que el esbozo de los dos Estados "junto a Israel" y que ambos "vivan en paz y seguridad" es la mejor solución para neutralizar a Irán. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, abogó este viernes por que la comunidad internacional “imponga” los dos Estados un día después de que Netanyahu se opusiera públicamente a la creación del Estado palestino.
“Una serie de problemas parecen impedir la solución de dos Estados: el abismo de desconfianza entre los líderes palestinos e israelíes, la falta de un liderazgo palestino con un amplio mandato y apoyo, la falta de un liderazgo israelí hasta ahora seriamente interesado en la paz, profundas animosidades entre las poblaciones…”, replica en conversación con El Independiente David Roberts, profesor de la escuela de estudios de seguridad del King’s College de Londres. Los avances hacia la paz parecen, en esencia, imposibles”, desliza.
La ya manoseada solución de los dos Estados parecía alcanzable tras los acuerdos de Oslo firmados en 1993 en los que, con mediación estadounidense, Israel reconoció a la Organización para la Liberación de Palestina como representante de los palestinos, mientras que como contrapartida la máxima autoridad palestina aceptó el derecho de Israel a una existencia pacífica. Las partes en liza acordaron que la Autoridad Palestina asumiría las responsabilidades de gobierno en Cisjordania y Gaza, lo que alimentó esperanzas de los dos Estados como estación final.
Una ocupación sin límites
James Gelvin, profesor de Historia Moderna de Oriente Próximo de la Universidad de California, explica “la propuesta equitativa para una solución de dos Estados”: los denominados “parámetros Clinton” en honor al ex presidente estadounidense Bill Clinton. “Incluye el establecimiento de un Estado palestino en aproximadamente el 95% de Cisjordania y toda la Franja de Gaza; Israel se anexionaría los grandes bloques de asentamientos que contienen el 80% de los colonos, mientras que el Estado palestino sería compensado mediante intercambios de tierras; Jerusalén no se dividiría, se compartiría; se permitiría a los refugiados palestinos regresar a Palestina y se compensaría a los que decidieran no hacerlo; Palestina sería 'no militarizada', sin fuerzas militares convencionales pero con soberanía sobre su espacio aéreo”, detalla.
Treinta años después, el conflicto ha seguido hundiéndose en una espiral de violencia sin fin. “Realmente es una buena solución además de muy lógica. Dos pueblos luchan por un pedazo de tierra. Dividámoslo aunque también sabemos lo que ocurre en los estados binacionales o multinacionales. Sin embargo, en estos momentos no veo otra solución que la de un solo Estado. Llevamos 75 años viviendo en un solo Estado. Recordémoslo. No es que tengamos que crear algo. El único problema es el régimen de este Estado, que no es una democracia”, señala a este diario Gidon Levy, un respetado periodista y columnista israelí de Haaretz, el diario de referencia del Estado judío.
La práctica de los hechos consumados practicada por Israel complica cualquier escenario de los dos Estados. “¿Dónde se puede establecer ahora un Estado palestino? ¿Dónde exactamente? Con 700.000 colonos en Cisjordania. ¿Qué clase de Estado independiente será? Israel dice que no. Lo que tenemos es oscuridad y, cuando se mira hacia adelante, no se ve ninguna solución”, subraya Levy, una de esas voces disidentes que desafía los límites del discurso público en una sociedad que desde el 7 de octubre -a tenor de las encuestas- ha derechizado sus posiciones y no parece dispuesta a establecer un compromiso político con los palestinos.
¿Dónde se puede establecer ahora un Estado palestino? Con 700.000 colonos en Cisjordania, ¿Qué clase de Estado independiente será?
GIDON LEVY, COLUMNISTA DE HAARETZ
La epidemia de los colonos
“Mucha gente, especialmente la extrema derecha en Israel, dice que ya no resulta factible simplemente considerando dónde están los asentamientos. Si miras el mapa de las zonas A, B y C en Cisjordania, te das cuenta de que si quisieras crear un Estado palestino sobre la base de eso, crearías un conjunto de diferentes islas rodeadas por territorio israelí y controlado por el ejército israelí, lo que no es una solución viable para construir un estado territorial”, comenta Andreas Krieg, profesor titular de la Escuela de Estudios de Seguridad del King's College de Londres.
“La idea sería crear conexiones entre las zonas A, B y C para asegurarse de que sea un territorio continuo. Tendrá que haber intercambios de tierras”. La construcción del muro en 2006 también ha dinamitado la línea verde de 1967. “Gran parte del territorio que supuestamente es parte del Estado palestino está del lado israelí de la valla”.
Desde 2015 Netanyahu, que ha monopolizado la arena política israelí durante los tres últimos lustros, ha sostenido en público que no existirá un Estado palestino independiente mientras él ocupe un cargo. Hamás, por su parte, mostró en 2017 su predisposición a aceptar un Estado palestino en base a las fronteras de 1967 pero sin reconocer a Israel. La Autoridad Palestina, por su parte, respondió este jueves a Netanyahu que “sin el establecimiento de un Estado palestino independiente con Jerusalén Este como capital, no habrá seguridad ni estabilidad en la región”.
Pero expertos en el conflicto plantean dudas sobre su viabilidad. “Desde 1989 la dirección palestina, la OLP, reconoció oficialmente a Israel y ancló su estrategia en la solución de los dos Estados. Esto se confirmó en los Acuerdos de Oslo de 1993”, explica Khaled Hroub, investigador del Centro de Estudios Islámicos y coordinador de Cambridge Arab Media Project de la Universidad de Cambridge. “Sin embargo, Israel nunca fue sincero a la hora de permitir que surgiera un Estado palestino en Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza”, agrega.
Los asentamientos han aumentado en Cisjordania y Jerusalén Este para socavar la posibilidad de un Estado palestino
Khaled Hroub, investigador del Centro de Estudios Islámicos
Los asentamientos en Cisjordania son hoy una de las trabas que diluyen cualquier solución de partición del territorio. “Los asentamientos han aumentado en Cisjordania y Jerusalén Este para socavar la posibilidad de un Estado palestino. Durante los 30 años de Oslo, que prometió a los palestinos un Estado para 1999, la anexión de tierras, los asentamientos y los colonos se han multiplicado al menos por cinco, de unos 100.000 colonos a más de medio millón en Cisjordania”, esgrime Hroub. “Desde el punto de vista político, la política y los partidos israelíes han pasado de la derecha a la extrema derecha, hasta llegar al actual gobierno, ninguno de cuyos ministros acepta públicamente la idea de la solución de los dos Estados. El principal obstáculo siempre ha sido Israel y sus políticas expansionistas de ocupación”, añade.
Shlomo Ben Ami, ex ministro de Asuntos Exteriores israelí, se cuenta también entre los escépticos. “La cuestión es si existe aún en realidad una comunidad internacional capaz de actuar de manera colectiva para alcanzar soluciones a los conflictos globales y regionales. (…) Hay muchos motivos para dudar de la capacidad, o incluso de la voluntad, de los principales actores internacionales para unirse en un concierto de poderes que restablezca el orden en Oriente Próximo, sin duda la zona más disfuncional del planeta”, escribe en su ensayo Profetas sin honor.
“Sin un avance ordenado hacia una solución de dos Estados, a israelíes y palestinos les quedarían dos escenarios plausibles”, comenta Ben Ami. Los dos caminos son, a su juicio, “un Estado binacional o una retirada israelí unilateral asociada a la anexión de grandes partes de Cisjordania, según límites similares a los del plan Alon de 1967”.
Sin un avance ordenado hacia una solución de dos Estados, a israelíes y palestinos les quedarían dos escenarios plausibles
Shlomo ben AMI
División de los palestinos
“¿Por qué no se ha adoptado la solución de los dos Estados?", se pregunta Gelvin. "Hay varias razones: ha habido actos terroristas por ambas partes que han provocado la ruptura de las conversaciones; hay dos grupos que dicen representar a los palestinos, Hamás en Gaza, la OLP en Cisjordania, aunque Israel ha permitido que el gobierno de Gaza se asegure de que se mantiene la división”. “Lo más importante, sin embargo, es el hecho de que todo progreso depende de la retirada israelí del territorio que ocupó en 1967, y cualquier retirada sería un suicidio político para cualquier gobierno israelí”, apunta.
Cualquier retirada de Israel de los territorios ocupados en 1967 sería un suicidio político
James Gelvin, profesor de Historia Moderna de Oriente Próximo de la Universidad de California
“Dado que la izquierda israelí es tan débil, los gobiernos israelíes estarán inevitablemente formados por partidos de derecha, incluidos aquellos partidos cuya razón de ser es representar los intereses de los colonos israelíes y sus asentamientos y oponerse a cualquier retirada del territorio que habitaron los judíos en la antigüedad. Y con el tiempo, los gobiernos israelíes se han ido desplazando cada vez más hacia la derecha”, recuerda este académico estadounidense.
“Cada vez que Estados Unidos intenta mediar, los gobiernos israelíes levantan barricadas planteando exigencias que ningún dirigente palestino puede aceptar: el destino de Jerusalén no está sujeto a negociación; los palestinos deben reconocer a Israel como Estado judío (lo que convierte a los palestinos que viven en Israel en ciudadanos de segunda clase); los palestinos deben poner fin a la ayuda económica a los palestinos en las cárceles israelíes (algo que viene ocurriendo desde los años sesenta)”.
Jessica Winegar, antropóloga de la Universidad Northwestern experta en descolonización, se muestra tajante: “En las circunstancias actuales, una propuesta de solución de dos Estados no es viable a menos que Israel se comprometa a poner fin por completo a la ocupación y a su prolongado asedio a Gaza, y a respetar la soberanía de los palestinos para votar democráticamente y elegir a sus propios dirigentes. Además, tendría que haber un apoyo financiero significativo para reconstruir Gaza, ya que Israel ha destruido casi toda la infraestructura funcional de la que depende un Estado soberano”.
Ausencia de presión internacional
Y pese a la realidad sobre el terreno, Occidente sigue apostando sus cartas a una solución para muchos inviable. “No hay un solo país occidental que no esté de acuerdo con la solución de dos Estados como hoja de ruta para salir de la crisis. El problema es que ha sido una narrativa que ha estado un poco vacía durante años y, en realidad, nadie ha invertido en ella”, admite Krieg. “Desde Oslo nadie ha presionado realmente a Israel para que conceda algo a este respecto, porque sólo puede funcionar si ambas partes acuerdan comprometerse y se necesitan partidos moderados de ambos lados para discutir esto. Ni Hamás ni Netanyahu lo son”.
Desde Oslo nadie ha presionado realmente a Israel para que conceda algo
Andreas krieg, profesor titular de la Escuela de Estudios de Seguridad del King's College de Londres
En cualquier caso, llevar a buen puerto la propuesta requeriría un ejercicio de presión internacional incompatible con el nivel -casi nulo- que EEUU ha practicado desde octubre. “Sería muy costoso. Dentro del actual sistema político de Israel no es factible hacer estas concesiones. Tendrían que imponerse. Israel tendría que sentir el dolor y la necesidad de hacerlo. No ayuda que EEUU esté dando un apoyo inequívoco a Israel sin vincular ese apoyo a ninguna demanda tangible sobre la solución de dos Estados”, desliza Krieg, el más posibilista de los expertos consultados.
“Ciertamente no parece factible en comparación con donde estábamos hace 20 años y cada año se producen más asentamientos, se construyen más asentamientos y más territorios palestinos se ocupan y se pierden permanentemente. Pero cuando existe voluntad, hay una manera de hacer las concesiones necesarias para alcanzar la solución de dos Estados”, argumenta. Roberts suena más cauto: “Si EEUU es capaz de arrastrar a las dos partes a la mesa de negociaciones tras la crisis actual, los israelíes siguen sin tener ningún incentivo para llegar a un acuerdo. Decir que tras el actual conflicto Israel llegará a comprender que no hay solución militar, sino política, no es más que una ilusión”.
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