El nombramiento de Enrique Ojeda, un diplomático vinculado al PSOE andaluz, como nuevo embajador de España en Marruecos supone el adiós y jubilación de Ricardo Díez-Hochleitner, que concluye su carrera diplomática pulverizando el récord de permanencia en un puesto tan azaroso e incómodo como es el país vecino.
Díez-Hochleitner (Bogotá, 1953) ha liderado la diplomacia española en Rabat durante 8 años y 7 meses, más del doble de los habituales 4 años de permanencia de los embajadores, en los que ha timoneado una visita real y cinco presidenciales, y navegado también en las procelosas aguas de la crisis bilateral más grave de las últimas dos décadas, informa Efe.
Hijo de emigrantes españoles en Colombia, Díez-Hochleitner abandonó Bogotá con 3 años de edad para pasar el resto de su infancia y adolescencia en Washington y París, hasta que se estableció en España para estudiar Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.
De Pérez-Llorca a González
Ingresó en la carrera diplomática en 1979 y, tras pasar un año en el Gabinete del ministro de Exteriores José Pedro Pérez-Llorca, enfocó su rumbo hacia las instituciones comunitarias hasta 1993, cuando fue destinado de embajador en República Dominicana, y de ahí pasó a consejero diplomático del presidente Felipe González.
Embajador en Austria luego, director de Exteriores para Europa después, su carrera continuó como secretario de la Casa del Rey durante nueve años (2002-2011), desde donde fue a la OCDE durante cuatro años.
En junio de 2015, Díez-Hochleitner (casado y con tres hijos) fue nombrado embajador en Rabat, un país que ya conocía de su juventud y en el que ha marcado un récord de permanencia.
El ministro José Manuel García-Margallo le puso al mando en junio de 2015 y durante su tiempo en Rabat -más que los siete años y medio de Joaquín Ortega (1986-1994) o los seis años y medio de Luís Planas (2004-2010)- Díez-Hochleitner ha vivido cuatro legislaturas del PP y del PSOE.
Dos presidentes del Gobierno y cinco ministros de Exteriores
Ha visto pasar dos presidentes de Gobierno y cinco ministros de Exteriores y organizado alrededor de una docena de visitas oficiales anuales, entre ellas una de Mariano Rajoy (2016), cuatro de Pedro Sánchez y una de los reyes Felipe VI y Letizia (2019).
Si llegó a Rabat con el mar en calma de 2015, cinco años después una pandemia les obligó a él y su equipo a organizar la salida del país de 53.000 personas, fundamentalmente españoles y marroquíes residentes en España.
A la marejada de la pandemia le siguió, en abril de 2021, la crisis más grave de las últimas dos décadas entre los dos países, con la acogida en España del líder del Frente Polisario y posterior entrada irregular en Ceuta de unas 10.000 personas ante la pasividad marroquí.
Muy querido en Marruecos, donde Díez-Hochleitner se ha ganado la simpatía de políticos, diplomáticos y empresarios, el embajador tuvo que capear la tormenta bilateral de alrededor de un año, en la que los diplomáticos españoles brillaban por su ausencia en los actos oficiales.
A pesar de la crisis política, que se resolvió en marzo de 2022 con el giro copernicano de Pedro Sánchez y su alienamiento con el plan de autonomía de Marruecos en el Sáhara Occidental, en los últimos ocho años el intercambio comercial entre los países vecinos se ha duplicado (de 10.932 millones de euros en 2015 a unos 22.000 millones en 2023).
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