Cuando tenía 22 años, Josep Borrell pasó el verano en un kibutz en Israel. Allí conoció a Caroline Mayeur, socióloga francesa de origen judío, quien fuera la madre de sus dos hijos: Joan, diplomático que domina el hebreo; y Lionel, piloto. El Alto Representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad está lejos de ser un antisemita. Sin embargo, el gobierno de Israel, el más ultranacionalista en sus 75 años de historia, ha dejado de verle como un interlocutor válido. 

Las autoridades israelíes le consideran escorado hacia los palestinos por haber recordado que el primer ministro Benjamin Netanyahu reconoció en 2019 que habían financiado a Hamás para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina. Tampoco sentó bien que aludiera a cómo Netanyahu lleva "boicoteando" la solución de los dos Estados desde hace tres décadas. Ni que criticara que el ministro israelí de Exteriores, Ysrael Katz, dedicara su encuentro en Bruselas con los ministros de Exteriores de los Veintisiete a exponer unos videos sobre una línea férrea entre Israel y la India y sobre una isla artificial. Borrell reconoció que esperaba una intervención sobre el curso de la guerra en Gaza o los problemas de seguridad en la región. 

Todos estas declaraciones han desquiciado a Netanyahu, acosado por varios frentes internos y poco amigo de las críticas. Bibi prefiere como interlocutora en la UE a la presidenta de la Comisión Europea, la alemana democristiana Ursula von der Leyen, quien se cuida mucho de poner en tela de juicio la posición israelí. Von der Leyen fue de las primeras dirigentes mundiales en visitar Israel después de la masacre del 7 de octubre, en la que murieron al menos 1.200 israelíes. Más de 200 fueron secuestrados, incluidos bebés y ancianos. Han sido liberados la mitad pero aún queda un centenar en manos de Hamás.

Borrell pertenece a la familia socialista: su segunda esposa, Cristina Narbona es presidenta del PSOE. Y los socialistas españoles han sido las voces más críticas, junto al gobierno belga y el irlandés, con Israel por haber provocado ya más de 26.000 muertos en Gaza. Son más que en ninguna otra operación bélica en la Franja anterior. En 2014, con un número de muertos mucho menos, el gobierno del conservador Mariano Rajoy puso una prohibición de venta de armas a Israel. Todos los grupos políticos habían votado a favor del reconocimiento del Estado palestino en el Parlamento español ese mismo año.

En el kibutz Be'eri

El jefe de la diplomacia comunitaria remarcó desde el principio que Israel tiene derecho a la autodefensa, pero en su visita al kibutz Be’eri, uno de los que más sufrió el salvaje ataque de Hamás el 7 de octubre, ya dijo a los israelíes que no se dejaran llevar por la ira. "Lo que diferencia una sociedad civilizada de un grupo terrorista es su respeto por los derechos humanos", dijo Borrell ante el ministro israelí de Defensa, Eli Cohen. 

Lo que diferencia una sociedad civilizada de un grupo terrorista es su respeto por los derechos humanos"

josep borrell, alto representante para política exterior y de seguridad de la UE

"A Borrell no se le puede acusar de tener malas intenciones hacia Israel. Pero el liderazgo actual no admite ningún comentario crítico, ni ningún esfuerzo por romper el círculo vicioso de ocupación boicot a los intentos de buscar una solución pacífica del conflicto, a la par que exige un apoyo incondicional, que le brindan las autoridades de Washington, Londres y en la UE también lo recibe de Berlín", afirma Haizam Amirah Fernández, investigador senior del Real Instituto Elcano de Madrid

Israel es un socio privilegiado de la UE. La UE es su principal socio comercial. Para los alemanes, por razones históricas vinculadas a su responsabilidad en el Holocausto, es intocable. De hecho, disfruta de un generoso acuerdo de libre comercio y se beneficia de muchos programas europeos, dedicados a la investigación o al comercio. 

La UE nunca ha ido demasiado lejos en las críticas a Israel y, como ejemplo destaca que aún no ha sancionado al actual gobierno por su política de asentamientos, lo que sí ha hecho Washington, el gran protector de Israel. 

El amigo (incondicional) alemán

Netanyahu, por tanto, no está acostumbrado a que alguien con la autoridad moral de Borrell le reprenda en público. Los interlocutores favoritos del gobierno de Netanyahu en la UE son los alemanes. Antes de conocerse el dictamen del Tribunal Internacional de Justicia en la demanda por genocidio de Sudáfrica, el gobierno de Berlín ya estaba cerrando filas con Israel. Los críticos con Berlín reprochan que aplique dos varas de medir diferentes: una en Ucrania y otra en Israel en los que se refiere a la defensa del orden internacional basado en normas.

Sin embargo, fuentes diplomáticas alemanas insisten en que no hay paralelismos entre la agresión rusa y el derecho autodefensa que ejerce Israel. "Hay que tener presente que fue Hamás quien atacó territorio israelí. Y es Hamás quien utiliza a su población como escudo humano", dicen estas fuentes. 

El gobierno de España, sin embargo, ha abanderado la defensa de la solución de los dos Estados, que contempla el plan de Borrell. España ha ido en vanguardia y el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, fue muy claro con Netanyahu en su visita a Israel. Esta actitud llevó a que el gobierno israelí retirara unas semanas a su embajadora, Rodica Radian-Gordon, que ya está de vuelta en Madrid. También aboga por esta salida Estados Unidos, si bien no pone medidas para lograrlo. Y China se ha manifestado a favor.  

Problemas del plan Borrell

Según Mariano Aguirre, investigador asociado en Chatham House, remarca que "el plan Borrell es importante porque introduce desde el principio que se negociará la existencia de un Estado palestino. Es fundamental porque en negociaciones previas no era un objetivo claro y eso permitía a Israel alargar el proceso con alusiones a una paz abstracta".

Sin embargo, reconoce Aguirre que el plan se enfrenta a varios problemas. "En primer lugar, no será aceptado por Israel… y nadie puede negociar en nombre de los palestinos y nada se podrá negociar si Israel se niega a participar". Además, Israel debería poner en marcha el desmantelamiento de los asentamientos, y "debería ser un plan aceptado y apoyado por los Veintisiete pero hay claras desavenencias entre las posiciones de Alemania, Austria o Suecia, y las de España o Bélgica".

En las votaciones sobre la demanda de alto el fuego en la Asamblea General de la ONU quedan claras las tres posiciones: a favor (España, Bélgica, Malta e Irlanda), abstención (Alemania opta por esa línea co Países Bajos, por ejemplo) y en contra (Austria y Chequia). 

Borrell ha llevado la cordura a Bruselas. Y es especialmente relevante por su experiencia"

haizam amirah fernández, r.i. elcano

A juicio de Haizam Amirah Fernández, "Borrell ha llevado la cordura a Bruselas. Y es especialmente relevante por su experiencia. Borrell no está pensando en qué puesto puede desempeñar en la próxima Comisión, al contrario de la presidenta Von der Leyen (aspira a un nuevo mandato)". Y añade el investigador que Borrell está cumpliendo con su responsabilidad. "Es el Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad, subrayo la palabra ‘seguridad?

Borrell ve el riesgo de escalada y el riesgo de una guerra regional. Si eso sucediera, la UE recibirá un golpe como no ha recibido en décadas”. Haizam dibuja un escenario dramático. "Si hay escalada regional, veremos unos flujos migratorios masivos y corren riesgo los regímenes cercanos a Occidente. Y el comercio global resultaría gravemente afectado. El rey de Jordania lleva diciéndolo desde el primer día. Hay mucho en juego y Borrell es consciente de ello”. 

Borrell ha intentado buscar una posición común en la UE, pero ha sido imposible. El Alto Representante intenta que los dirigentes europeos dejen de lado las políticas del corto plazo y se unan para evitar una escalada. En esta lid España es percibida en los países árabes de la región como un aliado al que se escucha de modo que haría bien en aprovechar su privilegiada posición. Si los Veintisiete lograran unirse podrían forzar al gobierno de Netanyahu a aceptar una tregua, por presión comercial, y así intentar que Hamás libere a los rehenes. A su vez, sería un actor fundamental para construir el día después de la guerra. Es lo que pretende Borrell, quien lleva grabada en su memoria el paseo por el kibutz Be’eri, en el que fueron asesinado decenas de inocentes.