"Creo con toda mi alma que la respuesta que está dando Israel, y con ella el apoyo estadounidense tanto a esa respuesta como al statu quo de la ocupación, sólo conducirá a más y más sufrimiento tanto para el pueblo israelí y el palestino", escribió a mediados de octubre. Fue la carta con la que Josh Paul anunció su renuncia. Hasta entonces era el director de Asuntos Públicos y del Congreso de la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado, el encargado último de autorizar la transferencia de armas de la administración Biden a los países aliados, entre ellos, Israel.
Paul es hasta la fecha el más alto funcionario estadounidense que ha decidido hacer mutis por el foro en protesta por la estrategia estadounidense en la guerra de Gaza, proporcionando armas y cobertura a la ofensiva militar israelí. A punto de cumplirse cuatro meses y con más de 27.000 muertos palestinos, Paul acepta hablar con El Independiente. No se arrepiente, dice, del “Yo acuso” con el que dio portazo a décadas de trabajos en los despachos de Washington DC. A su juicio, la posición de Biden -alineándose incondicionalmente con Israel- es “miope, destructiva, injusta y contradictoria con los propios valores que defendemos públicamente”. “La respuesta de esta administración -y de gran parte del Congreso también- es una reacción impulsiva construida sobre el sesgo de la confirmación, la conveniencia política, la bancarrota intelectual y la inercia burocrática”, alega.
“Sabía que [mi función en la oficina] no estaba exenta de complejidad moral y de compromisos morales, y me hice la promesa de que me quedaría todo el tiempo que considerara que el daño que pudiera causar se vería compensado por el bien que pudiera hacer. Me voy hoy porque creo que en nuestro curso actual con respecto al suministro continuado -de hecho, ampliado y acelerado- de armas letales a Israel, he llegado al final de ese trato”, deslizó en aquella misiva. Ahora asegura haber recibido muestras de apoyo anónimas de sus ex compañeros y dice estar comprometido con seguir ejerciendo presión cuando la contienda carece de horizonte cierto. “Lo he estado haciendo desde que dimití en octubre es seguir presionando desde fuera del gobierno para intentar impulsar otras políticas y situarnos en un lugar mejor”; advierte.
Pregunta.- Más de tres meses después de dimitir, ¿se arrepiente?
Respuesta.- No, en absoluto. Todo lo contrario. No puedo imaginar lo que sería seguir en mi mismo puesto, seguir siendo responsable de aprobar importantes transferencias de armas a Israel que han provocado tantos miles de víctimas civiles. No puedo decir que mi decisión haya cambiado la política de Estados Unidos, pero sin duda he creado cierto espacio, un espacio significativo, creo, para un mayor debate sobre este tema. Así que no me arrepiento en absoluto.
Creo que hasta este momento el presidente Biden ha sido muy rígido en su política; no ha estado dispuesto a considerar que no está funcionando
P.- ¿Cómo se observa la situación desde fuera de la administración estadounidense?
R.- Es una tragedia. Y, por supuesto, en primer lugar es una tragedia para la población de Gaza, con más de 27.000 muertos. Y no sólo eso, sino la destrucción de tantos miles de hogares, de infraestructuras, incluyendo agua, electricidad, hospitales, escuelas, universidades. Es difícil imaginar cómo se puede seguir adelante y reconstruir la Gaza que fue. También hay una tragedia humana que aún está por llegar en términos de enfermedad y hambruna, y apenas estamos empezando a ver el comienzo de eso. Y, por supuesto, también es difícil ver cómo algo de esto conduce a la paz y la seguridad para Israel. Es muy difícil ver un proceso de paz que pueda basarse en la confianza en el contexto de las acciones que hemos visto en los últimos meses. Así que creo que sigue siendo un desastre para todos los implicados y, por supuesto, para nosotros y la política occidental.
P.- Escribió una carta de dimisión muy dura. ¿Se reafirma en sus palabras?
R.- Absolutamente. Y creo que no hay nada en esa carta que modificaría en este momento. Por desgracia, creo que muchas cosas se han cumplido. Cuando dije que el enfoque actual sólo conduciría a un sufrimiento mayor y más profundo para todos los implicados, eso es exactamente lo que hemos visto.
P.- Camino de los cuatro meses, EEUU sigue transfiriendo armas a Israel. ¿Puede entender cuál es la razón por la que Joe Biden insiste en apoyar incondicionalmente a Israel?
R.- Parece que se están produciendo algunas discusiones entre los altos niveles de la administración acerca de la posibilidad de comenzar a utilizar esa influencia y condicionar algunas de esas transferencias de armas. Lo creeré cuando lo vea. Creo que hasta este momento el presidente Biden ha sido muy rígido en su política; no ha estado dispuesto a considerar que no está funcionando y que no está bien. Y creo que, en realidad, se corresponde a una trayectoria larga del presidente Biden en esta dirección. Ha apoyado abiertamente a Israel desde los años setenta. El problema que tenemos es que el Israel de hoy no es el Israel de los años setenta. Y no estoy seguro de que su comprensión de la ocupación del conflicto haya evolucionado a la par que los hechos sobre el terreno.
P.- ¿Qué otras razones hay detrás de esta posición de Biden?
R.- Hay varios factores. Uno de ellos es su perspectiva y creencia personal, que francamente, como muchas de sus perspectivas y creencias personales, se fijó hace mucho tiempo y no va a cambiar en este momento. Creo que también ha habido una ceguera ante la humanidad de los palestinos. Y eso es algo que creo que Israel ha impulsado eficazmente durante muchas décadas y que creo que se ha filtrado a través de muchos niveles del gobierno estadounidense. Y, por supuesto, también hay otros factores regionales en términos de nuestro apoyo de larga data desde la Guerra Fría. Pero el enfoque que estamos tomando ahora resulta perjudicial. Lo que estamos haciendo ahora no es apoyar a Israel sino respaldar un camino sin salida que está siendo establecido por el primer ministro Netanyahu para su propia supervivencia política y sus propias razones. Y, por supuesto, esto también nos está perjudicando significativamente en la escena mundial, tanto en nuestras relaciones con los países de la región como en la ONU y en nuestra capacidad para reunir a los países en apoyo de las causas en las que creemos, como la defensa de Ucrania.
P.- ¿Hay un elemento de amistad personal entre Biden y Netanyahu?
R.- No lo creo, porque hay poco amor en esa relación. Netanyahu continúa un patrón que ha tenido durante muchos años de socavar y menospreciar las declaraciones y políticas de la administración en cada oportunidad, sabiendo que puede salirse con la suya. Creo que se trata de un problema mucho más profundo. También está relacionado con la incapacidad de todo el espectro político estadounidense para ser crítico con Israel y plantear estas preocupaciones del mismo modo que las plantearíamos sobre cualquier otro país. Y cuando no se puede hablar de las preocupaciones, cuando no se puede tener un debate político libre y abierto, se acaba teniendo malas políticas.
P.- Usted ha trabajado en Ramala, en los territorios palestinos, y en Faluya, en el Irak post Sadam Husein. ¿Le inquietan las consecuencias de la política estadounidense en Oriente Próximo?
R.- Por supuesto. Hay varias preocupaciones. La más inmediata es la preocupación por la escalada. Y ya hemos visto que los riesgos de escalada han aumentado significativamente en las últimas semanas, ya sea que estemos hablando de los ataques de los hutíes, los intercambios de Hizbulá con Israel en el Líbano o las milicias respaldadas por Irán en Irak y Siria. Creo que cuanto más tiempo pase, mayor será el riesgo de una escalada regional más amplia. También se están produciendo profundos daños en nuestras relaciones con los países de la región, especialmente con Jordania y también con Arabia Saudí, donde, recordemos, estábamos intentando desarrollar una especie de acuerdo amplio con los saudíes que condujera a la normalización con Israel. Parte del problema aquí, por supuesto, fue que no incluimos la autodeterminación palestina como parte de ese enfoque diplomático. Y ahora, si nos fijamos en las encuestas públicas en Arabia Saudí, el 93% se opone a la normalización con Israel. Así que estamos perjudicando considerablemente nuestras relaciones y nuestras políticas en la región.
EEUU está perjudicando considerablemente sus relaciones y políticas en la región
P.- Washington veta las resoluciones que piden un alto el fuego en Gaza en el Consejo de Seguridad y ha iniciado bombardeos contra posiciones hutíes en Yemen. ¿Es una política que alimenta a Irán?
R.- Existe esa especie de tensión entre Estados Unidos e Irán que se remonta a mucho antes de Gaza, pero también tenemos que tener cuidado de separar lo que ocurriría de todos modos debido a esas tensiones de lo que está ocurriendo ahora. El ataque en Jordania hace un par de días, en el que murieron tres militares estadounidenses, es un ejemplo de ello. Ha habido intentos de milicias respaldadas por Irán de atacar la presencia estadounidense en Siria y en la zona fronteriza durante muchos años. No sé si los propios iraníes esperaban que este ataque en particular tuviera éxito. Creo que el momento es bastante terrible, pero creo que la pregunta que tenemos que hacernos es más amplia sobre nuestra política en la región y por qué tenemos todavía una presencia militar en Siria e Irak relacionada con la campaña contra el ISIS, donde todavía hay más de 50.000 personas que viven en el infierno de los campos de refugiados como Al Hol, que son una especie de fuego lento que generarán heridas supurantes para nuevas generaciones de conflicto y odio.
Debemos plantearnos muchas cuestiones de mayor calado sobre la presencia estadounidense en Oriente Medio
Así que creo que también debemos plantearnos muchas cuestiones de mayor calado sobre la presencia estadounidense en Oriente Medio. No menos importante es decir que esta administración, y creo que con razón, ha estado tratando de reenfocar nuestras herramientas militares y de política exterior, en la competencia estratégica, ya sea en Europa en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, o ya sea en el Lejano Oriente y en todo el mundo en respuesta a la creciente presión de un modelo autocrático chino que permite todos los beneficios del capitalismo sin ninguno de los problemas de la democracia. Así que creo que atrincherarse aún más en estos conflictos en Oriente Medio tampoco ayuda a EE.UU. en ese contexto.
P.- ¿Qué debería hacer Biden?
R.- Hay una serie de cosas que puede hacer de forma muy sencilla a corto plazo. Entre ellas, utilizar la influencia que tiene Estados Unidos a través de la enorme cantidad de ayuda militar, tanto en dólares como en armas, a Israel y presionar a Israel para que ponga fin a su operación en Gaza, para que se comporte de manera diferente en términos de cómo ha llevado a cabo esas operaciones. Estados Unidos, por supuesto, también puede dejar de obstruir los esfuerzos para un alto el fuego en la ONU.
Y creo que el paso más importante que podría dar sería reconocer realmente la condición de Estado de Palestina, porque si no lo hace, seguiremos diciendo que creemos en la solución de los dos Estados y en el camino hacia la condición de Estado de Palestina, pero ese es un proceso que no ha llevado a ninguna parte. De hecho, probablemente esté más lejos ahora de lo que ha estado en ningún momento desde Oslo. El reconocimiento del Estado palestino, la creación de una cierta equidad e igualdad entre los dos socios como el punto de partida para un proceso de paz en lugar del punto final de la misma sería otra cosa que EE.UU. podría hacer en este momento.
P.- ¿Hay algún espacio para la esperanza?
R.- Me animó ver al ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Cameron, anunciar que su país estaba considerando apoyar la creación del Estado palestino. Todos debemos mantenernos muy escépticos. El historial no es bueno. Y mirando la situación actual en Gaza, resulta muy difícil ver cómo los 2,3 millones de personas que vivían allí antes de la guerra podrán llevar una vida próspera, segura y saludable en Gaza durante la próxima década, por no hablar de si habrá un cambio serio en nuestra política hacia Israel. Tengo que decir que no soy muy optimista, pero creo que es importante que sigamos planteando estas cuestiones y avanzando si queremos ver algún cambio.
P.- ¿Está cometiendo Israel un genocidio en Gaza?
R.- Es lo que debe dirimir la Corte Internacional de Justicia. Creo que Israel, como dije en mi carta de dimisión, está en primer lugar inmerso en un estado de apartheid. Si nos fijamos en los diferentes sistemas que tiene para las personas bajo su control entre el Mediterráneo y el río Jordán, creo que Israel también ha llevado a cabo una limpieza étnica. Y éste es en realidad un delito más fácil de demostrar que el genocidio porque el genocidio requiere una prueba de intención. La limpieza étnica no. Y hemos visto un crecimiento de los asentamientos israelíes en Cisjordania sólo en los últimos meses.
Hemos asistido de nuevo al desalojo de palestinos de sus hogares en Cisjordania y, por supuesto, también en Gaza. Y me temo que las condiciones actuales en Gaza son tales que es casi inevitable que se produzcan nuevas deportaciones o expulsiones de palestinos de sus tierras. Se pueden añadir los crímenes de guerra, de los que se están cometiendo muchos ahora.
P.- ¿Existe complicidad por parte de la administración estadounidense?
R.- Sí, por supuesto. Cuando está proporcionando las armas que están permitiendo este tipo de crímenes, se es cómplice de ese gobierno. Hay un caso pendiente en los tribunales de California en el que el presidente Biden y el secretario Anthony Blinken han sido llevados a los tribunales para obtener una orden preliminar de los tribunales estadounidenses contra el suministro de armas letales a Israel en el contexto de Gaza. Y parte de la respuesta del gobierno estadounidense a esto ha sido que Israel es un actor independiente y que no se puede hacer responsable al gobierno estadounidense de lo que haga Israel. Es absurdo. Nosotros decidimos, examinamos cada transferencia de armas caso por caso y evaluamos si existen riesgos de violaciones de los derechos humanos y cómo se acumulan esos riesgos. Así que sabemos cómo se están utilizando nuestras armas. Por eso dimití. Así que sí, EE.UU. es cómplice.
P.- Con unas elecciones en noviembre, ¿puede Gaza afectar al resultado?
R.- Tendrá un efecto, pero está por ver su influencia. Mucha gente de mi entorno me ha dicho que no van a votar necesariamente a Donald Trump, pero tampoco a Joe Biden. Y si nos fijamos en la forma en que está configurado el colegio electoral, donde los márgenes de un pequeño número de estados pueden decidir las elecciones, que un 2% del electorado se niegue a votar a Biden, podría tener consecuencias significativas para él.
Sabemos cómo Israel usa las armas que enviamos. EEUU es cómplice
P.- ¿Habrá un cambio en el guión de la guerra en Gaza?
R.- Es difícil predecir lo que va a ocurrir. Ahora mismo se está negociando un alto el fuego. Soy escéptico de que Israel no lleve a cabo un alto el fuego a largo plazo. Creo que Israel ha sido muy claro sobre sus objetivos desde el principio, y creo que seguirá emprendiendo las acciones que quiera y atacando los objetivos que quiera cuando lo considere oportuno. Las bombas no dejarán de caer definitivamente. Creo que seguiremos viendo ataques a lo largo del año, por desgracia. Y, por supuesto, eso dificulta mucho más la reconstrucción de Gaza, al tiempo que destruye aún más la confianza entre israelíes y palestinos. Y aumenta significativamente el riesgo de una escalada importante en Cisjordania y en la propia Jerusalén. Será un año muy feo y muy complicado.
P.- ¿Existen diferencias entre Trump y Biden en lo que respecto a Israel?
R.- Es muy difícil saber cuál es exactamente la política de Donald Trump, pero sabemos cómo era su anterior administración. Fue una administración que, por ejemplo, reconoció la anexión de los Altos del Golán por parte de Israel. La administración Biden sigue comprometida, al menos en palabras, con una solución de dos estados. No creo que eso sea cierto con Donald Trump.
P.- A propósito de la solución de los dos estados, la diplomacia europea y estadounidense están tratando de revivirla. ¿Es una opción aún viable?
R.- Por eso apoyo sería importante la creación o el reconocimiento inmediato del Estado palestino, porque Israel no tiene nada que decir al respecto y depende de nosotros y de los otros cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Si Estados Unidos reconociera el Estado palestino, lo sometiera a votación en la ONU y lo aprobara el Consejo de Seguridad , habría toda una serie de leyes internacionales que se aplicarían claramente al conflicto palestino-israelí de una manera que ahora no se aplica, ya que se trata de una relación entre un ocupante y un ocupado. Hay cosas que se pueden hacer para avanzar en la solución de los dos Estados, independientemente de cuál sea la posición de Israel al respecto.
P.- ¿Cómo se considera a sí mismo? Hay quien le llama disidente…
R.- Sigo pensando que estoy actuando en favor de los intereses de EE.UU. porque la actual no es una política útil en el contexto de la competencia estratégica. Muchos miembros de nuestra clase política nos están llevando por mal camino. Pero sigo apoyando plenamente el papel de Estados Unidos en el mundo, al tiempo que defiendo la vida de los palestinos y los derechos humanos. No sé cuál es la respuesta correcta en cuanto a cómo me describo. Creo que sólo soy un funcionario que intenta seguir sirviendo.
P.- Desde octubre trata de contribuir a que EE.UU. reconsidere su política exterior. ¿Cómo de fuerte es el lobby pro israelí?
R.- Lo fascinante de los últimos meses es que si nos fijamos en las encuestas públicas, la mayoría de los estadounidenses no apoyan el enfoque que el presidente Biden está dando a este conflicto. La mayoría de los estadounidenses quieren un alto el fuego ahora. Y creo que en una democracia no se puede mantener durante mucho tiempo un conjunto de políticas que la mayoría de la población no apoya. Dicho esto, creo que llevará tiempo. Hará falta organización. Tendremos que continuar con la energía y el impulso que vemos ahora en EEUU en torno a esta cuestión para cambiar la política del gobierno. Pero creo que eso sucederá y lo hará en el transcurso de los próximos años.
P.- A la luz de los hechos, ¿debe EE.UU. reconsiderar la transferencia de armas a países como Israel o Egipto?
R.- Hay que hablar más sobre el papel de los derechos humanos en las transferencias de armas estadounidenses. Existen leyes, en primer lugar, que no siempre cumplimos estrictamente, y eso es un problema. También hay políticas en vigor, incluida la propia política de transferencia de armas convencionales del presidente Biden, que creo que estamos violando con nuestro apoyo a Israel. También suscita preocupación nuestro suministro de armas letales a otros países del mundo con un historial deficiente en materia de derechos humanos.
Creo que se trata de cuestiones generales sobre las que debemos reflexionar y abordar, porque al fin y al cabo creo que lo que diferencia a Estados Unidos y a Occidente de nuestros competidores estratégicos en todo el mundo no es la fuerza de nuestras alianzas sino la fuerza de nuestros valores. Y en la medida en que los abandonamos, nos debilitamos a nosotros mismos.
P.- Imagino que, en su caso, se siente aliviado…
R.- Por un lado, sí. Supongo que me he quitado un peso de encima al no sentirme cómplice de las decisiones que se están tomando. Al mismo tiempo, sigo sintiendo pasión por este tema y, desde luego, en los últimos meses no he estado menos ocupado que cuando trabajaba a tiempo completo en el Departamento de Estado, trabajando para abordar estas políticas y mejorar el enfoque estadounidense de este conflicto y del conjunto de cuestiones regionales. Diría que todos deberíamos sentir el peso de nuestra complicidad en lo que está ocurriendo en Gaza cada día. Las historias, las imágenes, los vídeos que salen a la luz siguen siendo horribles y deberían pesar sobre todos nosotros, estemos o no en el gobierno.
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