La guerra en Ucrania cumple su segundo año el próximo 24 de febrero. Rusia desencadenó una invasión a gran escala en el país vecino, en el que sus tropas o subalternos ya combatían en el este desde 2014. Rusia sigue sin mencionar la palabra "guerra" en el país hermano. Tras el shock inicial, llegó la euforia de Ucrania y Occidente al ver la resistencia del pueblo invadido. Nadie habría imaginado que Ucrania iba a resistir. Ese es su triunfo. Pero veinticuatro meses después, se impone el realismo: Rusia no está perdiendo y Ucrania tampoco está ganando.
Ni Moscú ni Kiev están dispuestos a parar porque aún creen que pueden vencer. En este 2024 electoral será decisivo qué ocurra en las presidenciales de Estados Unidos. Si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca, correrán ríos de vodka en el Kremlin. Solo un presidente como Joe Biden, el último presidente europeo de EEUU, mantendría el vínculo transatlántico como hasta ahora. Biden es de origen irlandés y ha vivido en primera fila los acontecimientos de la Guerra Fría. Sabe lo relevante que es esa conexión entre EEUU y Europa para la seguridad de la comunidad occidental.
Hay un impás en el que Ucrania ha perdido su capacidad ofensiva y se ha puesto a la defensiva"
francsco gan pampols, teniente general en la reserva
"Lo que se aprecia es un impás en el que Ucrania ha perdido su capacidad ofensiva y se ha establecido a la defensiva. Rusia intenta aprovechar la situación, pero no tiene suficiente potencia de combate para realizar una ruptura y profundizar en el despliegue. No obstante, Rusia avanza en Avdidka, por ejemplo, y Ucrania retrocede en varias zonas del frente. En todo caso, nada definitivo, aunque Rusia tiene cierta ventaja, ya que Ucrania nota cada vez más la falta de munición y reposición de armamento", explica Francisco Gan Pampols, teniente general en la reserva.
La contraofensiva ucraniana creó muchas expectativas. Demasiadas. Pero el Ejército ucraniano no podido romper las defensas profundas de Rusia. Por muy capacitado que sea un Ejército una defensa sólida es casi impenetrable. Estamos en un momento de realismo. Los rusos han aprendido de sus errores. Su economía sigue creciendo: según el FMI, un 2,6% este año. Están volcados con la guerra: el 35% del PIB ruso se dedica a la guerra.
Y han sorteado las sanciones. "Predecían el colapso, decían que nos íbamos a desmoronar. Haría un gesto bien conocido (en alusión a un corte de mangas o una peineta) pero hay damas delante. No han triunfado. Nuestra economía está creciendo, al contrario que la suya", dijo Putin el viernes pasado ante unos seguidores en Tula, capital de la industria armamentística. Según dice en el Financial Times Eliva Ribakova, experta del Peterson Institute for International Economics, "el régimen se asienta sobre una gran plataforma de petróleo; la economía rusa es como una gasolinera que se dedica a producir tanques".
"En 2024 Ucrania va a defender el territorio que queda bajo su control y Rusia intentará obtener más ganancias. En este pulso Ucrania depende de Occidente: en armamento y ayuda financiera. La supervivencia de Ucrania depende de que pueda convertirse en un Estado independiente”, apunta Mira Milosevich, investigadora senior en el Real Instituto Elcano.
El ex presidente de Estonia Toomas Hendrik Ilves afirma en una entrevista en el diario polaco Rzeczpospolita que "Rusia no está perdiendo: las esperanzas de que las sanciones pudieran de rodillas a la economía rusa no se han materializado. Pero los rusos no han sido capaces de abrir una brecha en el frente y están perdiendo el control en el Mar Negro".
La batalla del relato
En este impás sobre el terreno, el Kremlin se vuelca en la batalla del relato. El objetivo es que cale la idea del cansancio de la guerra. Y de su inutilidad. ¿Para qué vamos a apoyar a Ucrania? En EEUU la opinión pública ve cada vez más lejano el conflicto. Sin embargo, no es así en Europa, sobre todo en los países nórdicos, los Bálticos y Polonia o Alemania. Según el eurobarómetro de diciembre, un 72% de los ciudadanos de la UE aboga por que se brinde más apoyo a Ucrania y el 84% está a favor de la ayuda a los refugiados ucranianos. Los europeos, especialmente del norte, centro y este de Europa, son conscientes de que su destino está ligado al de los ucranianos. Su seguridad quedará comprometida si Rusia gana la guerra. Y la libertad y la democracia.
Rusia trata de dominar el relato para que dé la impresión de que pueden mantener el nivel de bajas y gasto de forma eterna con el fin de que en las capitales europeas se llegue a la conclusión de que ayudar a Ucrania es un gasto inútil"
nicolás de pedro, i. for statcraft
"No hay grandes cambios en la guerra, o menos de los que la propaganda rusa nos quiere hacer creer. Rusia trata de dominar el relato para que dé la impresión de que pueden mantener el nivel de bajas y gasto de forma eterna con el fin de que en las capitales europeas se llegue a la conclusión de que ayudar a Ucrania es un gasto inútil. De este modo, azuza la guerra en Gaza y alrededores porque todo lo que contribuya a la impresión de que esto nos desborda ayuda a su objetivo de forzar una negociación que les deje mantener lo máximo”, señala Nicolás de Pedro, senior fellow en Institute for Statecraft.
A pesar de la propaganda rusa, hay una sensación real de amenaza. Si Putin logra su objetivo en Ucrania, al menos consigue un éxito estratégico y mantiene el control de las zonas conquistadas a la vez que la neutralidad militar del país vecino, no va a parar ahí. Puede que recurra a amenazas híbridas, como ya ha hecho, o simplemente ponga a prueba la fiabilidad del artículo 5, por el cual los países de la OTAN se comprometen a responder un ataque a cualquiera de ellos. El ex presidente de Estonia considera que en un caso así será clave la respuesta de Polonia, "el único gran país occidental que entiende lo que es la ocupación rusa y entiende a los Países Bálticos". El responsable del BND, el servicio de Inteligencia alemán, Bruno Kahl, considera posible que Putin, si sale victorioso de Ucrania, amenace a un país de la OTAN, como dijo en una entrevista en Focus. Pondría a prueba a los aliados para ver si responden. Sobre todo, si en EEUU está Trump en la Casa Blanca.
Según Milosevich, la razón tiene que ver con que "Rusia ha perdido su imperio y ha fracasado en su transición a la democracia y en convertirse en un Estado nación. Es un imperio zombi que no ha renunciado a sus ambiciones imperialistas". Así lleva amenazando a sus vecinos desde la invasión de Georgia de 2008.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha reconocido claramente que su país depende de la ayuda exterior, en concreto de la estadounidense para ganar la guerra. Y en EEUU está bloqueado el último paquete de 55.000 millones porque los republicanos exigen que se aumente el presupuesto en seguridad.
Ha sido vital este respaldo de Washington, que en los primeros 20 meses superaba los 44.000 millones de dólares, para plantar cara a Rusia, pero tanto Washington como las capitales europeas han dado lo suficiente para que Kiev no perdiera pero no para que ganara con rotundidad. El temor era que una derrota de Rusia desencadenara una escalada nuclear. O bien a la desesperada recurrieran al arsenal atómico o bien hubiera un caos tal y quedara el armamento en manos aún más descontroladas.
Esta semana Ucrania ha superado un escollo importante en Bruselas. Finalmente, se ha aprobado un nuevo paquete de ayuda de 50.000 millones de euros para los próximos cuatro años, a pesar del rechazo inicial del primer ministro húngaro, Viktor Orban. Esta ayuda es tan necesaria como insuficiente. Ucrania va a destinar el 45% del presupuesto de 2024 a defensa. Es el 22% del PIB. La ayuda internacional en defensa supone el 13% del PIB. Y el presupuesto de defensa de Rusia asciende a 129.000 millones de euros, según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo. Es más del triple del ucraniano.
En el frente, Ucrania tiene serios problemas de aprovisionamiento de munición. La UE ha prometido un millón de proyectiles pero solo llegará la mitad en breve y la otra mitad hasta fin de año. Esta carencia es lo que impide que vayan a la ofensiva, a pesar de que el uso de drones les ha dado algunas alegrías inesperadas. Rusia puede disparar 10.000 al día, y Ucrania cinco veces menos.
A la vez Zelenski se enfrenta a un problema por las tensiones con el comandante de las Fuerzas Armadas ucranianas, genera Zaluzhni. Los rumores sobre su destitución han sido intensos la última semana de enero. Zaluzhni es ahora más popular que Zelenski y quitarle de en medio es dejarle el camino despejado para desafiarlo desde el campo político. Pero mantenerle, cuando se sabe que le ha ofrecido otro puesto, también debilita su liderazgo.
El peligro es que se está convirtiendo en una guerra yugoslava, una guerra periférica, y en la ex Yugoslavia duraron diez años"
mira milosevich, investigadora r.I.Elcano
¿Hacia dónde va la guerra? Mira Milosevich ve un escenario balcánico. "El peligro es que se está convirtiendo en una guerra yugoslava, una guerra periférica. Y recordemos que las guerras en la antigua Yugoslavia duraron diez años", apunta la investigadora. No ve posible una negociación ahora, dado que Rusia y Ucrania aún creen que pueden lograr sus objetivos. Es cierto que el Kremlin habla ahora de "éxito estratégico", no de victoria. Aspira a conservar lo conquistado y que Ucrania sea neutral. "Pero Ucrania sigue con la idea de que es posible que Rusia salga de todo el territorio. Habría que asociar la victoria con su ingreso en la UE, aunque no recupere todo el territorio. Es una guerra de desgaste, un equilibrio de debilidad, y no está claro que Ucrania queda aguantar", añade Milosevich, quien reconoce que la ayuda internacional a Ucrania le permite defenderse pero no imponerse a Moscú.
Y en el horizonte una victoria de Trump se traduciría en que serían los europeos los que deberían hacerse cargo. "2024 será un año muy duro para Ucrania. Lucha por su supervivencia", señala Milosevich. Pero la batalla real este año se libra, como indica Nicolás de Pedro, en Washington, Bruselas y Berlín. "Es ahí donde se dirime el futuro de Ucrania".
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