Benjamin Netanyahu se defiende atacando. El bombardeo sobre el consulado iraní en Damasco que este lunes se cobró la vida de un alto comandante de la Guardia Revolucionaria y otros dos funcionarios de seguridad iraníes trata de conjurarse contra un escenario cada vez más adverso para sus aspiraciones de mantenerse a flote en mitad de la aguda crisis política que atraviesa Israel desde los ataques de Hamás el pasado octubre.
Netanyahu agita el avispero iraní en una tesitura cada vez más sombría para su continuidad en el poder: con las manifestaciones internas exigiendo su renuncia, incapaz de traer de vuelta a casa a los rehenes; con la guerra contra Hamás que se ha cobrado la vida de 600 soldados israelíes cada vez más estancada y camino de su sexto mes; con las protestas de los ultraortodoxos por el fin de la exención del servicio militar obligatorio, que hacen tambalear su coalición con la extrema derecha religiosa; y con la creciente desconfianza de su aliado estadounidense, en plena cuenta atrás para las presidenciales en las que Biden se enfrentará a un envalentonado Donald Trump.
Un salto cualitativo
"Es un avance bastante significativo porque ciertamente está ampliando los límites de la zona gris en la que Israel e Irán han luchado entre sí durante los últimos años", reconoce en conversación con El Independiente Andreas Krieg, profesor titular de la Escuela de Estudios de Seguridad del King's College de Londres. Israel lleva años firmando una guerra en la sombra contra Israel que ha incluido asesinatos de líderes militares y científicos nucleares iraníes en Irán y Siria.
Es un avance significativo y amplia los límites de la zona gris en la que han luchado Irán e Israel
"Se trata de una escalada importante en una larga trayectoria de conflicto bajo el umbral de la guerra entre Irán e Israel. El asesinato de un alto comandante de la Fuerza Quds [el brazo que ejecuta las operaciones internacionales de Irán y su apoyo a grupos en la región] resulta muy significativo también porque es un enlace entre el IRGC, el régimen de Bashar Asad y, obviamente también Hizbulá en una zona muy vital del conflicto indirecto en el vis a vis entre Irán e Israel".
Un trofeo para Israel que se centra en individuos
Es una estrategia que se centra demasiado en individuos y no destruir las redes
Tras cobrarse la pieza del número dos de Hamás a principios de enero atacando en un barrio de Beirut, fortín de Hizbulá, Israel vuelve a repetir la jugada esta vez en el escenario de Damasco, la capital de una Siria arrasada por 13 años de guerra civil en la que Bashar Asad ha logrado retener su poder con el apoyo fundamental de Irán y Rusia. "Este ataque es un logro para Israel pero también supone un problema: esta estrategia general, también en Gaza, se centra demasiado en los individuos y no tiene en cuenta de que mucho de lo que Irán ha desarrollado en Siria y en el Líbano es una estrategia centrada en redes e infraestructuras donde la decapitación resulta imposible", apunta Krieg.
"Incluso si eliminas al individuo, no necesariamente rompes la red. El ataque y el resultado podría parecer significativo y es algo de lo que los israelíes pueden alardear, pero no es necesariamente algo que debilite estratégicamente a Irán".
Obliga a Irán a responder
Con la embestida, Netanyahu trata de arrancar una respuesta de Irán, que hasta ahora ha rehusado implicarse directamente en el conflicto y ha optado por seguir financiando a lo que ha denominado como "Eje de resistencia", desde los hutíes en Yemen hasta las milicias chiíes en Irak, el régimen de Asad o Hizbulá en Líbano. La República de los Ayatolás está obligada ahora a lanzar una represalia, más si cabe cuando se ha producido en territorio iraní, en el perímetro de su consulado y la residencia de su embajador en Damasco. "Irán definitivamente tendrá que responder", apunta a este diario David Roberts, profesor de la escuela de estudios de seguridad del King's College de Londres.
Equivale políticamente a un ataque contra el propio Irán y debe responder
"Los iraníes siempre han tenido como argumento que en los ataques previos contra la Guardia Revolucionario nadie había muerto. Éste es un ataque muy visible contra una institución iraní dentro de Siria, por lo que realmente se justifica una respuesta por parte de Irán. Y la respuesta probablemente no llegue de inmediato, sino que lo hará con cierto retraso, y también en el momento que ellos elijan, lo que obviamente en la ya muy turbulenta situación en Oriente Próximo es muy preocupante", subraya Krieg.
"Para Irán, el ataque de Israel contra el consulado iraní en Damasco, en el que murieron varios militares iraníes de alto rango, equivale políticamente a un ataque contra el propio Irán", indica a este diario Joost Hiltermann, director del programa de Oriente Próximo y Norte de África del International Crisis Group. "Por tanto, está obligado a responder, como ya ha amenazado. Sin embargo, sus opciones son limitadas, ya que tanto Israel como Irán tienen cierta libertad de operaciones en Siria, pero Irán no puede ir más allá sin arriesgarse a un enfrentamiento con Estados Unidos. Y Siria no tiene presencia diplomática israelí", advierte.
Agita el avispero de Siria y Líbano
El bombardeo israelí también contribuye a agitar a los aliados de Irán en Siria y el Líbano. En el caso libanés, Hizbulá ha tratado hasta ahora de no dejarse arrastrar por las acciones de Israel y ha preferido no arrojar leña al fuego, consciente de los frágiles equilibrios internos en el Líbano y la delicadísima situación económica del país, al borde de la bancarrota. Su postura ha sido comedida. Pero la embestida israelí vuelve a plantear dudas y a avivar la animosidad de las bases del grupo. "Hasta ahora hemos visto a Hizbulá actuar como si nada, casi tratando de no implicarse, así que podríamos tener la esperanza de que continúen así. Pero Irán sin duda tendrá que hacer algo y tendremos que ver cómo se interpreta eso en Tel Aviv", apunta Roberts.
La encrucijada de Israel en Gaza
La táctica de Netanyahu de seguir empujando a sus enemigos hacia el conflicto, azuzándoles para que eleven la apuesta, exhibe también su propia debilidad. "Resulta difícil ver todo esto sin tener en cuenta la increíble presión a la que está sometido Israel en este momento, y su intento de encontrar más formas de no tanto desviar la atención como oscurecer el horror de Gaza", desliza Roberts. "Israel está una y otra vez tratando de ir un poco más allá para tratar de lograr que Irán o Hizbulá respondan para justificar la escalada", opina Krieg.
La contradicción de EEUU: busca la calma mientras mantiene la transferencia de armas
Joe Biden ha ido modulando su cerrado apoyo inicial a Israel, tras los ataques de Hamás el 7 de octubre, a buscar tímidamente modos de presionar a su socio. Tras recurrir al veto en tres ocasiones previas, Estados Unidos permitió en marzo con su abstención que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una resolución instando a un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza tras la muerte de más de 32.000 palestinos desde octubre. Los demócratas son conscientes de que la prolongación de la guerra en Gaza perjudica sus posibilidades electorales de derrotar a Donald Trump, alejando a parte de su electorado -principalmente las minorías, incluida la de origen árabe- y dinamitando cualquier escenario de reelección de Biden en estados decisivos en los que los comicios se deciden por un puñado de sufragios.
En la última semana Biden autorizó la transferencia de miles de millones de dólares en bombas y aviones de combate a Israel
Una escalada en Oriente Próximo, con el recuerdo aún cercano del desastre de las guerras de Irak y Afganistán, es justo lo contrario a lo que aspiran. A pesar de ese distanciamiento entre Biden y Netanyahu en torno a la estrategia a seguir en Gaza y el rechazo al asalto a Rafah, la administración estadounidense sigue regando con armas al Gobierno israelí. En la última semana Biden autorizó la transferencia de miles de millones de dólares en bombas y aviones de combate a Israel.
Washington está atrapado en el laberinto israelí y el ataque de este lunes remarca sus contradicciones. "Se trata de un paso más de Israel en su campaña contra Irán, tanto dentro como fuera de ese país, que dura ya muchos años", asegura Muhammad Sahimi, profesor de Ingeniería Química de la Universidad del Sur de California y un conocedor de la compleja política iraní. "El objetivo de Israel es provocar a Irán para que emprenda una acción drástica contra Israel y ampliar la guerra al Líbano y a Hizbulá, aliado de Irán, para poder convencer a Estados Unidos de que ataque a Irán. Desde el comienzo de la guerra en Gaza, Irán dejó claro que no entraría en la guerra en nombre de sus aliados, pero Benjamin Netanyahu está desesperado y, por su propia supervivencia política, está dispuesto a todo", concluye.
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