Dice no haber perdido la esperanza aunque poco en el horizonte alimente el más leve optimismo. La revolución contra Bashar Asad cumple trece años fuera de los focos, salvo por el ataque israelí contra el consulado iraní en Damasco que segó la vida de un comandante iraní. Las cifras producen escalofríos: alrededor de 600.000 muertos; más de 6 millones de desplazados internos y otros tantos millones de refugiados; más de 200.000 desaparecidos. Y un país dividido y ocupado. “Con cinco ejércitos extranjeros dentro de su territorio y un liderazgo político que perdió su proceso soberano de toma de decisiones”, desliza Hadi al Bahra.
Hadi al Bahra
Hadi al Bahra (Damasco, 1959) es graduado en ingeniería por la Wichita State University de Kansas (EE.UU.). Ha dirigido empresas tecnológicas a caballo de Siria y Arabia Saudí. Es una figura clave de la oposición siria, donde sirvió como jefe negociador en las conversaciones de Ginebra y miembro de la coalición siria. Es presidente desde el pasado septiembre. Anteriormente, presidió el organismo entre 2014 y 2015.
Al Bahra preside la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria, más conocida como Coalición Nacional Siria, el principal movimiento opositor a Bashar Asad. Licenciado en ingeniería industrial en EEUU, es un empresario que residía en Damasco en los años previos al levantamiento de 2011. En la actualidad, vive entre Arabia Saudí, Turquía y el interior de Siria, en los territorios bajo control de la Coalición en el noroeste de Alepo. “Tenemos un gobierno y estamos tratando de cambiar la vida de la gente pero las necesidades son muy altas”, admite Al Bahra, muy crítico con Occidente. “La comunidad internacional debe escuchar las voces de la libertad en toda Siria y darles más importancia en los foros internacionales. Se requiere que apoye plenamente e impulse avances significativos e irreversibles en el proceso político de Ginebra para aplicar plena y estrictamente la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad, para satisfacer las aspiraciones del pueblo sirio de libertad, justicia y democracia. Para poner fin a la tragedia que se prolonga desde hace años como consecuencia de los continuos crímenes de guerra cometidos por el régimen de Assad y sus aliados contra civiles inocentes en Siria”, apunta.
Pregunta.- Trece años después, ¿dónde se encuentra Siria?
Respuesta.- La situación es positiva en algunos aspectos y negativa en la evaluación general de la situación. Entre lo positivo se encuentra que el pueblo sirio todavía tienen la insistencia y la paciencia para continuar su lucha, a pesar del desprecio de la comunidad internacional a la crisis siria. En Sweida [una ciudad del suroeste de Siria de mayoría drusa], por ejemplo, la gente se ha sublevado y su demanda es que no habrá solución en Siria excepto mediante la aplicación de una resolución política del Consejo de Seguridad de la ONU que exige el cambio de régimen. Este descontento es generalizado en Siria, pero cada zona tiene sus propias condiciones y el mensaje similar resuena por toda Siria. Esta revolución está destinada a la victoria, por mucho que duren las noches de dolor y sufrimiento. La determinación sin parangón de los hombres y mujeres sirios para alcanzar su objetivo de una Siria democrática, basada en los valores de la libertad, la justicia, el Estado de derecho y la transición pacífica del poder.
P.- ¿Qué queda del sueño de revolución?
R.- Sigue vivo en cada corazón y cabeza de los sirios, incluidos los refugiados. Los refugiados nunca volverán a Siria a menos que haya una solución política porque no confían en el régimen y no ven una condición mínima para voluntariamente volver a su país. ¿Cómo se puede hablar del regreso mientras cada vez más refugiados abandonan Siria? Habría que discutir primero por qué la gente sigue abandonando Siria. En primer lugar, crear las condiciones para que la gente se quede en Siria en lugar de irse. No lo hacen por hambre, ni por las horas limitadas de electricidad y agua, se marchan porque han perdido la esperanza en la comunidad internacional, porque ven que la comunidad internacional está de acuerdo en que Asad continúe en el poder. Y todo el mundo sabe que Asad puede destruir, perturbar o torturar, pero nunca podrá recuperar la paz entre los sirios. El nivel de corrupción en Siria ahora está destruyendo lo que queda de la economía en Siria. Esta corrupción es realmente parte integral del régimen porque no puede deshacerse de ella. De ahí surgieron el tráfico de drogas y el contrabando, que se convirtieron en una importante industria para el régimen en Siria.
Asad puede destruir, perturbar o torturar, pero nunca podrá recuperar la paz entre los sirios
P.- ¿Hasta qué punto ha cambiado el régimen?
R.- Los facción de seguridad del régimen tiene la misma configuración, pero no hay centros de poder como en la época del presidente Hafez Assad. Hay más formas diferentes de organización y distribución del poder. Sin duda, el régimen ha cambiado debido a la guerra. Ahora existen muchos señores de la guerra que fueron utilizados por el régimen para levantar sus guerras contra la gente y para consolidar la seguridad, deteniendo a personas inocentes, inocentes y civiles, y así sucesivamente. Estos señores de la guerra pasaron a formar parte del círculo de corrupción, pero van mutando. Por otro lado, el régimen perdió la capacidad de tomar sus propias decisiones porque ahora tienen socios importantes con ellos. Tienen al ejército ruso dentro y a las milicias iraníes dentro. Estos dos países juegan un papel importante en el proceso de toma de decisiones.
En Siria se encuentran las dos potencias militares más poderosas del mundo y las tres potencias militares más importantes de la región
P.- ¿Es un país bajo ocupación?
R.- Sin duda. Ha perdido su integridad territorial. Está dividida en zonas de influencia. Y hay ejércitos extranjeros en nuestro suelo. Tienes a los ejércitos ruso, estadounidense, turco, iraní y las operaciones militares israelíes. En Siria se encuentran las dos potencias militares más poderosas del mundo y las tres potencias militares más importantes de la región. La comunidad internacional insiste en que el proceso de paz y el diálogo político es una cuestión siria, mientras que en realidad, no se puede lograr la paz en Siria a menos que estas cinco grandes potencias se sienten a la mesa y se comprometan en un diálogo progresivo para acordar una solución para Siria. La piedra angular, el principal obstáculo en las conversaciones de paz entre los sirios, son dos cosas: el propio régimen no cree ni quiere una solución política. Si no abordamos esta cuestión central, no conseguiremos nada. La otra parte son los actores regionales e internacionales, porque aunque los sirios quieran una solución, si esta solución no tiene en cuenta los propios intereses y temores internacionales en materia de seguridad, no tendrá éxito. Por eso tenemos que tener un proceso de paz a varios niveles, un proceso político, en el que participen los principales actores regionales internacionales, y por otro lado también, las conversaciones sirias con el consenso de estas potencias.
P.- Asad está siendo rehabilitado internacional. Ha regresado a la Liga Árabe. La sensación que se ha impuesto es que ha ganado la guerra…
R.- No la ha ganado y no la puede ganar. Ganar en Siria no es ganar una guerra. Ganar en Siria es ganar la paz. ¿Quién podrá establecer la paz? ¿Quién será capaz de lograr una seguridad y una estabilización sostenibles en Siria? Si nos fijamos, ¿quién puede afirmar que ha ganado? Es una locura que se afirme, porque el país sigue dividido. Hay cinco ejércitos extranjeros dentro de nuestros territorios. Su economía se está hundiendo por completo. ¿Dónde está la victoria? Lo único que puede afirmar es que sigue en el sillón presidencial. ¿realmente goza de pleno poder? No. Los cálculos internacionales han fracasado. El acuerdo de desescalada no ha tenido éxito porque las necesidades humanitarias siguen al alza a pesar de la reducción de la violencia y los supuestos acuerdos de reconciliación como el Dera tampoco han funcionado. La comunidad internacional pensó que el pueblo sirio detendría su revolución pero no ha sido así. Sweida lo demuestra. Allí no se sublevaron al principio pero ahora tienen aspiraciones que responden a la de todos los sirios.
P.- En Europa y Estados Unidos la sensación es que se perdió el momento de la revolución siria y que la entrada en escena de las tropas rusas marcó un punto de inflexión…
R.- Este fue un levantamiento sirio y sus principales razones siguen estando vigentes. De hecho, se han profundizado y ampliado. [Pero reconocerá que han perdido fuerza] En una revolución no se trata de ganar la guerra. Esta es nuestra tierra, nuestra gente. Casi un tercio de la población son refugiados fuera de Siria. Todas estas personas tienen una demanda clara. Hay desplazados internos, también un tercio de la población. Así que dos tercios de nuestra gente siguen teniendo las mismas demandas, ya sea dentro o fuera de Siria. Una solución sostenible no es posible pasando por alto al pueblo sirio, sus quejas y aspiraciones. Incluso si todo el mundo estuviera de acuerdo en que hay que mantener al régimen, no se puede lograr una seguridad a largo plazo.
Obama cometió un grave error: antepuso la consecución de un acuerdo con Irán a los intereses del pueblo sirio
P.- ¿Y la comunidad internacional es consciente?
R.- No. A la comunidad internacional le falta voluntad y cada país tiene sus propios intereses. Por ejemplo, EE.UU. no tiene frontera común con Siria. Siria nunca fue un interés nacional para los EE.UU. a lo largo de la historia. Siria es parte del archivo iraní-estadounidense y del ruso. Obama cometió un grave error, un grave error que no sólo afectó a Siria. Afectó también a la seguridad y la paz internacionales porque él afirmó al principio que no quería interferir en Siria, porque si interfería, podría causar la caída de 30.000 vidas inocentes. Ahora, estamos hablando de la pérdida de más de un millón de vidas porque no interfirió y antepuso la consecución de un acuerdo con Irán a los intereses del pueblo sirio.
P.- Obama dejó el camino expedito a Irán y Rusia en Siria…
R.- La injerencia rusa en Siria no vino del espacio. Vino con cierto consenso. La crisis siria ha adquirido su propia dinámica, que nadie controla. Y esta dinámica por sí misma, provocará un cambio en las políticas de otros países. Pero entonces sería demasiado tarde para actuar de manera positiva, porque en la actualidad existe una crisis humanitaria en Siria. Falta financiación internacional de la ayuda; el desempleo o la inflación son altísimos. El 91% de la población siria vive por debajo del umbral de pobreza. Y la mitad padece hambre. Vamos hacia la hambruna en Siria. Y si la hambruna ocurre en Siria, entonces todo lo que quede de una institución estatal se derrumbará. Si colapsa y el régimen se queda, el régimen se convertirá en gángsters, milicias y matones, y esto sería un caos total en Siria. Un escenario peor que el de Somalia. Siria necesita una solución política.
P- Precisamente el ataque israelí contra el consulado iraní en Siria ha vuelto a colocar a su país en el centro de atención..
R.- El régimen de Asad ha optado por ser patrocinador y socio de las milicias terroristas iraníes y de quienes cuentan con su apoyo, a cambio de que le apoyen en su guerra contra el pueblo sirio. Les ha dado poder en Siria y ha expuesto a nuestra patria a sucesivas crisis. Bashar al Asad no es un aliado de Irán, sino que se ha convertido en uno de sus brazos para poner en práctica su proyecto de imponer su dominio sobre los países de la región desestabilizando su seguridad y estabilidad, y creando un estado de caos continuo en ellos, lo que le permite penetrar en esos países y demoler las instituciones del Estado, lo que facilita la imposición de la autoridad de las milicias iraníes allí escondidas detrás de fachadas de frágiles gobiernos nacionales o milicias locales y líderes políticos que gobiernan estos países, como está sucediendo ahora en Siria, Líbano, Irak y Yemen.
Afirmamos que la presencia en Siria de milicias iraníes y otras milicias terroristas extranjeras procedentes del Líbano, Irak y Afganistán, apoyadas por Irán, ha hecho que los sirios pierdan la soberanía sobre sus tierras y ha constituido una amenaza local y regional, así como una fuente de caos y terrorismo en la región. El régimen de Asad ha permitido a Irán violar la soberanía de Siria sobre sus tierras y utilizar el territorio sirio como plataforma para amenazar a los países de la región. Ha dado a Israel justificaciones para llevar a cabo sus ataques aéreos dentro de Siria, dirigidos contra la presencia iraní, que considera una amenaza directa para su seguridad.
P.- ¿Se sienten abandonados por la UE y EE.UU.?
R.- Desde luego, no estamos satisfechos. Para ser justos, no estamos abandonados. Hasta ahora hemos recibido mucho apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea, de grandes potencias como Reino Unido. Contamos con apoyo político. Pero la crisis de Siria es complicada cuando se trata de cinco grandes potencias militares regionales e internacionales en un espacio geográfico muy limitado. Todos estos países no quieren enfrentarse sobre el terreno entre sí. Esto ha hecho que la situación se estanque. Nadie será capaz de ganar en términos militares.
P.- En el proceso de Ginebra ha tenido posibilidad de entrar en contacto con representantes del régimen…
R.- Sí. Me compadezco de ellos y lo siento porque no son libres. No puedo culparlos porque, al final, tras la reunión volarán de vuelta a Damasco. En muchos momentos de nuestras discusiones, podías sentir que a veces perdían el control. Así que si expresan su propia opinión, uno siente que no es imposible lograr la paz en Siria si se elimina el terror y el control del régimen sobre el pueblo.
P.- ¿Hay esperanza?
R.- Sí. Si no existiera, no estaría aquí con usted.
El enemigo para nosotros dentro de Siria es una coalición de tres poderes: la tiranía, la corrupción y el terrorismo
P.- La oposición siria está dividida y parte de Occidente ha perdido la confianza en su capacidad…
R.- En primer lugar, tenemos que entender que Siria nunca fue una democracia. Es una broma hablar de oposición, porque en Siria no había vida política ni partidos de oposición. Es un levantamiento del pueblo sirio. Es el pueblo contra una dictadura. A mí me sorprende cuando la comunidad internacional habla de oposición unida. Nómbrame un país en Europa que tenga una oposición unida. Eso no existe. Lo real es que hay una variedad de organizaciones e ideas. Pero la oposición siria está de acuerdo en su demanda política. Quieren una transición de poder que cambie el régimen de Asad y convierta a Siria en un estado de ciudadanía igualitaria, un Estado que respete todos los derechos de sus ciudadanos y un sistema político democrático. Toda la oposición, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, está unida en esto. Tenemos la Comisión Siria de Negociaciones, que representa a todo el poder político, incluida la Coalición Nacional Siria. En la Coalición Nacional Siria, representamos a un amplio número de organizaciones: desde los grupos armados hasta los consejos locales que realmente están prestando servicios dentro de Siria. Cuando se habla del Ejército Nacional, se habla de 75.000 familias. Cuando se habla de consejos locales, se habla de comunidades con cientos de miles de personas. Somos el principal grupo de la oposición porque también controlamos parte del territorio de Siria, en la que aún vive gente.
P.- Una de los reproches habituales es que la revolución quedó secuestrada por los extremistas, por grupos como Frente al Nusra -filial de Al Qaeda- y el autodenominado Estado Islámico…
R.- El régimen jugó un papel principal en eso. La revolución empezó pacíficamente, sin usar armas. Pero el régimen utilizó una enorme cantidad de violencia contra la gente para incitarlos a llevarla a cabo. El régimen incluso llegó a distribuir armas en los barrios para que la gente las cogiera. En 2012, el régimen liberó a todos los extremistas de la cárcel sabiendo que, si salían, entrarían en el conflicto armado. El enemigo para nosotros dentro de Siria es una coalición de tres poderes: la tiranía, la corrupción y el terrorismo. La primera, la tiranía, pone como excusa de su presencia, el terrorismo. Como hay terrorismo, justifican su poder. El terrorismo en Siria basa su presencia en la tiranía. La corrupción es el puente entre la tiranía y el terrorismo.
P.- ¿Dictadura y extremismo son caras de la misma moneda?
R.- Exacto. El régimen abrió toda la frontera de Siria para que entrara el IS y Al Qaeda. Son lo mismo.
P.- ¿Con Al Qaeda mantienen algún contacto?
R.- No. No forma parte de la revolución. No representa al pueblo sirio. El pueblo sirio es un pueblo moderado. Los musulmanes, en todas sus variedades, son moderados. En Siria, se encuentran mezquitas muy antiguas de chiíes desde hace miles de años. Tenemos las iglesias más antiguas. Incluso para los judíos, tenemos la sinagoga más antigua de Siria. Los sirios, debido a su historia, a su geografía, son gente moderada, comprometida, abierta a otras opiniones, sociedades y razas en Siria. En Siria hay árabes, kurdos, armenios y así hasta una decena más de comunidades.
P.- Entre la tiranía y el terrorismo, ¿la tercera tiene alguna opción de triunfar?
R.- Al final el pueblo sirio ganará, pero será muy costoso y muy largo si la comunidad internacional permanece como está. No hay solución sostenible salvo la mínima aceptable que es aplicar la resolución 2254 del Consejo de Seguridad.
P.- Imagino que en estos 13 años ha pasado por estados de ánimos diversos, incluidos la ira, la tristeza y la frustración. No sé si también el agotamiento…
R.- Sigo pensando que el pueblo sirio logrará sus aspiraciones. Siento, sin duda, pena por la reacción internacional a las demandas y sacrificios sirios, por la ignorancia de lo que existe. Cuando hablo de hambruna y catástrofe humanitaria, y la Organización Mundial disminuye más del 50% de sus programas en Siria, veo hasta qué punto la comunidad internacional es responsable.
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