La ira por la guerra en Gaza ha hecho combustión en la Universidad neoyorquina de Columbia con un ímpetu que algunos comparan con la oleada de protestas y acampadas que en el mismo perímetro desató la contienda de Vietnam en 1968. En la última semana varios cientos de arrestos se han sucedido en los principales campus estadounidenses, desde Columbia o Yale hasta Harvard, exhibiendo el abismo que separa a las nuevas generaciones con el establishment en plena cuenta atrás hacia unas elecciones presidenciales que Joe Biden podría perder por el abandono de algunos de los sectores que le apoyaron hace cuatro años.
Avanzado el miércoles, se abría la esperanza de un tímido acuerdo. Los estudiantes se comprometieron a retirar algunas de las decenas de tiendas de campaña plantadas en el campus, en un área bautizada como “Zona liberada”. A cambio la dirección de Columbia aplazó 48 horas el ultimátum que expiraba a medianoche y que amagaba con la entrada de las fuerzas de seguridad y el desmantelamiento definitivo de la acampada. “Se nos amenazó con recurrir a la Guardia Nacional y al Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York para limpiar el campamento, lo que supondría una escalada enorme y recordaba a las masacres de Kent y Jackson [tiroteos en campuses en 1970]”, relata a El Independiente Jon Ben-Menachem, estudiante de postgrado de Columbia. Este jueves la oleada de protestas ha seguido expandiéndose con la detención de decenas de manifestantes en las universidades de Texas y del Sur de California.
Ultimátum en Columbia
La circular de la administración universitaria fijando una hora límite para la disolución de la acampada y tras la detención de más de un centenar de estudiantes la pasada semana solo sirvió para alimentar la protesta. “Tras hacerse pública la amenaza, cientos de personas se presentaron en el campus a altas horas de la noche para asegurarse de que no sería posible llevar a cabo las redadas y proteger a los organizadores estudiantiles. La universidad aceptó que las negociaciones continuen durante otras 48 horas”, agrega Ben-Menachem.
El terrible arresto de la semana pasada fue contraproducente para la administración
A pesar de las conversaciones, el escenario de un asalto policial al campus en Manhattan no se ha alejado. “La gente está considerando qué nivel de riesgo está dispuesta a aceptar a nivel personal y actúa en consecuencia. Pero todavía quedan muchas personas en el campamento. Los vientos están cambiando a favor de los organizadores estudiantiles. El terrible arresto de la semana pasada fue contraproducente para la administración porque el nivel de apoyo, especialmente de los profesores de la facultad, ha aumentado dramáticamente”, agrega el estudiante. Para Minouche Shafik, economista de origen egipcio que preside la Universidad, “la acampada plantea serios problemas de seguridad, perturba la vida en el campus y ha creado un ambiente tenso y a veces hostil para muchos miembros de nuestra comunidad”. Tras testificar la semana pasada ante un comité de la Cámara de Representantes, se mostró partidaria de la involucración de las fuerzas de seguridad al considerar que el campamento infringía las normas contra las protestas no autorizadas.
El clamor de Columbia, exigiendo que la institución rompa cualquier acuerdo de colaboración con Israel en protesta por una operación militar que desde octubre se ha cobrado más de 34.000 vidas palestinas, se ha extendido velozmente por otras universidades del país. La noche del lunes alrededor de 150 manifestantes fueron detenidos en las universidad de Yale y Nueva York. Los estudiantes se han adherido a la petición de un alto el fuego permanente en la Franja de Gaza, el fin de la ayuda militar estadounidense a Israel, la desinversión de las universidades en los proveedores de armas y otras empresas que se benefician de la guerra, y una amnistía para los estudiantes y profesores que han sido sancionados o despedidos por censurar la guerra en Palestina.
El final de curso, en jaque
En cuestión de días la contestación ha puesto en jaque el final del año académico, en plena carrera presidencial entre Joe Biden y Donald Trump. “Hemos visto muchas oleadas de protestas estudiantiles en la historia de Estados Unidos, como con la guerra de Vietnam y el apartheid sudafricano. Así que, en ese sentido, las manifestaciones actuales no son inusuales”, admite a este diario Juan Cole, historiador de la Universidad de Michigan y experto en Oriente Próximo.
“El aspecto destacable de las manifestaciones actuales es su simpatía por los palestinos musulmanes, que han sido demonizados durante décadas en Estados Unidos. El movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan) abrió un espacio para esta simpatía. Los cambios demográficos en Estados Unidos desde 1965, con un millón de inmigrantes que llegan legalmente cada año procedentes de todo el mundo, también han creado una masa crítica de estudiantes de origen palestino, árabe, musulmán, sudasiático, latino y asiático que son críticos con el colonialismo que practican colonos como los israelíes”, advierte el académico. “Estos jóvenes han visto cómo se desarrollaba el genocidio en Gaza en tiempo real en sus teléfonos a través de plataformas sin censura como TikTok. Sus mayores han sido protegidos de estas horribles imágenes por los canales de noticias estadounidenses que han ignorado en gran medida a Gaza por temor a ahuyentar los dólares de publicidad”, desliza.
Los jóvenes han visto cómo se desarrollaba el genocidio en Gaza en tiempo real en sus teléfonos a través de plataformas sin censura como TikTok
Al calor de Gaza se han unido diversos grupos estudiantiles, incluidos comunidades judías contrarias al sionismo. En los confines de la acampada, entre rótulos reclamando paz o clamando que “el pueblo jamás será vencido”, se han organizado rezos interreligiosos y conciertos. Los organizadores han rechazado las acusaciones de antisemitismo lanzado por algunos grupos. La expulsión y el arresto de estudiantes ha contribuido a multiplicar las escenas de solidaridad. Columbia anunció el lunes que la mayoría de las clases se desarrollaran virtualmente hasta el fin del semestre y otras universidades del país optaron por el mismo camino.
En su mayoría, las medidas adoptadas por las administraciones universitarias han causado preocupación por sus restricciones a las libertades públicas. “Mi principal preocupación en este caso es la prohibición de la expresión política pacífica y la militarización del campus de Columbia”, apunta a este diario Tey Meadow, profesor de sociología de la universidad. Biden, que este miércoles autorizó 26.000 millones de dólares para Israel, condenó el lunes tanto “las protestas antisemitas” como a “aquellos que no entienden lo que está pasando con los palestinos” mientras su rival republicano Donald Trump tildó de “desastre” la situación.
El estallido inquieta especialmente entre los demócratas, que ven en peligro algunos de sus caladeros de votos y con cada vez más conscientes de que el segundo mandato depende de movilizar a sus votantes en media docena de estados clave. “Estas protestas no son una buena señal para la campaña de reelección de Biden. Necesita que los jóvenes acudan en masa a votar por él, y sin embargo está ocupado condenando a estos manifestantes y apoyando la represión policial contra ellos. Las protestas son un signo de esperanza para el futuro del activismo de solidaridad con Palestina en Estados Unidos”, señala Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal. “Los estudiantes nunca olvidarán esta experiencia, y tendrán una idea clara de cuál es exactamente la postura del Estado estadounidense sobre la cuestión de Palestina. Están recibiendo la respuesta institucional alta y clara: EE.UU. está en contra de la libertad palestina hasta tal punto de que si te organizas por la libertad palestina el Estado no tiene ningún problema en arrebatarte la libertad de expresión, entre otras. Es difícil predecir a dónde llegará todo esto, pero puede tener importantes consecuencias a largo plazo para la política estadounidense”, concluye.
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