El presidente del Gobierno Pedro Sánchez ha desvelado este martes, en su declaración institucional desde Moncloa, que el reconocimiento del Estado palestino se basa en sus fronteras de 1967. "No reconoceremos cambios en las líneas fronterizas de 1967 que no sean acordados por las partes", ha deslizado. Una declaración similar también habían firmado previamente dirigentes de Irlanda y Noruega.
"Si bien no corresponde a nuestro país, España, definir las fronteras de otros países, nuestra visión está plenamente alineada con las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 242 y 338, así como con la posición que tradicionalmente ha mantenido la Unión Europea. Por eso, no reconoceremos cambios en las líneas fronterizas de 1967 que no sean los acordados por las partes", ha desgranado Sánchez.
Israel, un país sin límites geográficos definidos oficialmente, tiene frontera "de facto" con la Franja de Gaza desde que retiró sus tropas y colonos en 2005, pero Gaza y Cisjordania son consideradas por la ONU una única entidad ocupada, si que se hayan determinado todavía las fronteras oficiales. El estatuto y los contornos definitivos de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este deben decidirse en negociaciones entre Israel y los palestinos que viven bajo ocupación israelí, pero décadas de conversaciones han resultado hasta ahora infructuosas.
Creación de Israel en 1948
Para entender el significado de esas lindes y la dimensión real del territorio palestino, hay que retroceder 76 años. El 14 de mayo de 1948 nace el Estado de Israel en el interior del territorio palestino musulmán administrado por los británicos desde 1917. El plan inicial de la ONU era un Estado judío y un Estado palestino separado con una zona internacional alrededor de Jerusalén. Tanto judíos como musulmanes y cristianos consideran Jerusalén como su capital: la capital del antiguo reino hebreo de David, para los judíos; la ciudad que visitó Mahoma durante su viaje nocturno y cuyo periplo recuerda la mezquita de Al Aqsa con su característica cúpula dorada, para los musulmanes.
El plan de la ONU fue aceptado por los dirigentes judíos de Palestina, pero rechazado por los dirigentes árabes. La creación de Israel provocó el desplazamiento permanente de cientos de miles de árabes palestinos. Un éxodo que los palestinos recuerdan como la "Nakba" (catástrofe o desastre, en árabe). Son las raíces de un conflicto que queda retratado en los mapas con la continua expansión de Israel y la reducción de los territorios palestinos en torno a los enclaves de la Franja de Gaza y Cisjordania.
La Guerra de los Seis Días de 1967
Las décadas posteriores a la creación de Israel y la animosidad árabe explican la referencia a las fronteras de 1967. Tras la creación de Israel, los países árabes intentaron invadirlo pero sucesivas guerras árabe-israelíes fueron adelgazando el mapa de la futura Palestina más allá de las fronteras propuestas por la ONU. El mayor revés para las aspiraciones palestinas se produjo en 1967, tras la bautizada como Guerra de los Seis Días que acabó con Israel ocupando la península egipcia del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y la mayor parte de los Altos del Golán sirios, triplicando el territorio bajo control israelí. En 1981 Israel se anexionó Jerusalén Oriental -reclamando toda la ciudad como su capital- y los Altos del Golán. Desde 1967, la ONU reconoce los Altos del Golán como territorio sirio bajo ocupación militar israelí.
Estos movimientos fueron rechazado durante décadas por la comunidad internacional, hasta que en 2019 Estados Unidos cambió su posición oficial sobre el asunto bajo la administración de Donald Trump, convirtiéndose en la primera gran potencia en hacerlo. De forma abrumadora, la opinión internacional sigue considerando Jerusalén Este y los Altos del Golán como territorio ocupado por las autoridades israelíes.
Fronteras de 1967, las reconocidas internacionalmente
El 22 de noviembre de 1967 el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la Resolución 242, la llamada fórmula "tierra por paz" mencionada por Sánchez este martes, que exigía la retirada israelí "de los territorios ocupados" en 1967 y "la terminación de todas las reclamaciones o estados de beligerancia". La Resolución 242 reconocía el derecho de "todos los Estados de la zona a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, libres de amenazas o actos de fuerza".
Israel devolvió el Sinaí a Egipto en 1978, tras los Acuerdos de Camp David. En el verano de 2005, Israel retiró todas sus fuerzas militares y evacuó a todos los colonos israelíes de la Franja de Gaza, pero desde entonces se han producido sucesivas ofensivas militares terrestres. La más grave es la actualmente en curso, que dura ya cerca de ocho meses y se ha cobrado más de 36.000 muertos.
Por su parte, la resolución 338 del Consejo de Seguridad de la ONU -a la que también se ha referido Sánchez este martes- se promulgó el 22 de octubre de 1973 instando a un alto el fuego en la Guerra de Yom Kippur. El órgano pidió entonces el inicio "inmediato y simultáneo de negociaciones entre las partes interesadas, bajo los auspicios adecuados, con el fin de establecer una paz justa y duradera en Oriente Próximo".
Cisjordania
El escollo de los asentamiento ilegales en Cisjordania
Reclamar las fronteras de 1967, reconocidas internacionalmente, también tiene una clara significación en el caso de Cisjordania, el otro territorio palestino. Desde hace décadas los asentamientos ilegales israelíes, en continua expansión, han ido socavando el territorio palestino en Cisjordania, de ahí que muchos observadores duden de la viabilidad actual de la solución de los dos Estados. En la actualidad hay alrededor de 700.000 colonos israelíes en Cisjordania, con episodios de violencia hacia la población palestina casi diarios.
“Desde 1989 la dirección palestina, la OLP, reconoció oficialmente a Israel y ancló su estrategia en la solución de los dos Estados. Esto se confirmó en los Acuerdos de Oslo de 1993”, explica a El Independiente Khaled Hroub, investigador del Centro de Estudios Islámicos y coordinador de Cambridge Arab Media Project de la Universidad de Cambridge. “Sin embargo, Israel nunca fue sincero a la hora de permitir que surgiera un Estado palestino en Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza”, agrega.
Los asentamientos en Cisjordania son hoy una de las trabas que diluyen cualquier solución de partición del territorio. “Los asentamientos han aumentado en Cisjordania y Jerusalén Este para socavar la posibilidad de un Estado palestino. Durante los 30 años de Oslo, que prometió a los palestinos un Estado para 1999, la anexión de tierras, los asentamientos y los colonos se han multiplicado al menos por cinco, de unos 100.000 colonos a más de medio millón en Cisjordania”, esgrime Hroub. “Desde el punto de vista político, la política y los partidos israelíes han pasado de la derecha a la extrema derecha, hasta llegar al actual gobierno, ninguno de cuyos ministros acepta públicamente la idea de la solución de los dos Estados. El principal obstáculo siempre ha sido Israel y sus políticas expansionistas de ocupación”, añade.
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