La imagen del socialista francés François Mitterrand y el conservador alemán Helmut Kohl de la mano en Verdún en 1984 pasará a la Historia. Como su impulso a la UE con la firma del Tratado de Maastricht en 1992. Fueron dos titanes europeos, quienes, por cierto, avalaron la adhesión de España a la UE, que se materializó en 1986. El motor franco-alemán, que sigue siendo vital para la UE, está gripado. Sus líderes, el francés Emmanuel Macron, y el alemán Olaf Scholz, forman un tándem impotente que no puede salvar a Europa porque apenas pueden lidiar con sus propios problemas nacionales.

Alemania está todavía celebrando los 75 años de la Constitución de la República Federal y el 35 aniversario de la revolución pacífica que fue el preludio del fin de la República Democrática Alemana. En recuerdo de aquel movimiento de protesta Macron ha visitado Dresde, donde se gestó este levantamiento pacífico popular. Macron ha mantenido encuentros con el presidente, Frank-Walter Steinmeier, que fue ministro de Exteriores y vicecanciller, y con el canciller Scholz, con quien no tiene mucha química.

La visita de tres días de Emmanuel Macron a Alemania, la primera de Estado de un presidente francés en 24 años, se produce cuando faltan menos de dos semanas para las elecciones al Parlamento Europeo, unos comicios en los que se prevé un auge significativo de los partidos de ultraderecha, como son el alemán Alternativa para Alemania (AfD) y el francés Agrupación Nacional, que lidera Marine Le Pen.

Los nacionalpopulistas franceses son los favoritos en los sondeos en Francia, con un 32%, el doble del Renacimiento de los macronistas, y la AfD rivaliza con los socialdemócratas por el segundo puesto con el 16% de apoyos a gran distancia de la CDU, en el grupo del Partido Popular Europeo, que llega al 30%. Si los resultados van en esta línea, tanto el canciller Scholz, que encabeza una titubeante coalición con liberales y verdes, como el presidente Macron, que está gobernando a golpe de decreto porque perdió la mayoría en la Asamblea Nacional serán vistos como dirigentes muy debilitados por el resto de los jefes de gobierno europeos.

Un Juego de Tronos más complejo

Según escribe Nicholas Vinocur en Politico, "la mezcla de debilidad económica, frialdad personal y debilidad política es tóxica, y los críticos dicen que podría socavar seriamente su autoridad durante las negociaciones de los puestos más altos tras las elecciones al Parlamento Europeo". Y añade que será imposible que Macron y Scholz marquen la agenda de la UE.

Lejos queda el principio de la pasada legislatura en el Parlamento Europeo, cuando un Macron mucho más fuerte en el Hexágono pudo conseguir que los liberales fueran clave en el Juego de Tronos comunitario. El nombre de Ursula Von der Leyen, alemana nacida en Bruselas y bilingüe en francés, fue pactado entre Macron y la entonces canciller federal, Angela Merkel. No era la Spitzekandidatin del PPE. El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, proviene de ese entorno liberal y la presidenta del BCE es la francesa Christine Lagarde.

Ahora parece que Macron vería con buenos ojos a Mario Draghi, el salvador del euro, quien también es respetado por la primer ministra italiana, Giorgia Meloni, la figura más poderosa del nacionalpopulismo europeo.

Las debilidades de Macron

Francia va a seguir contando en las instituciones europeas, ya que es potencia nuclear y miembro con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Alemania ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, no es baladí que Macron ya solo tendrá a Eslovenia y Estonia como aliados dentro de los liberales.

Con un déficit público y una deuda que representan respectivamente el 5,5% y el 110% de su PIB, Francia empieza a ser vista como la enferma de Europa. La Comisión iniciará el 19 de junio un procedimiento por déficit excesivo. Y la credibilidad de los líderes europeos se ve en Bruselas por el estado de las finanzas de su país.

Macron, que ha esgrimido sus ideas para Europa en varias ocasiones, no ha sido capaz de emprender las reformas necesarias en Francia. La reforma de las jubilaciones le costó tener que recurrir a gobernar por decreto y a afrontar serias protestas en las calles.

Scholz, un 'pato cojo'

Scholz está incluso en una posición más frágil. En Alemania habrá elecciones en otoño de 2025, así que le queda menos tiempo que a Macron. Las presidenciales en Francia son en 2027. Y el líder socialdemócrata encabeza una coalición de tres partidos, con lo que ello conlleva. Hay que consensuar cada medida que se adopte.

Los socialdemócratas cuentan con un apoyo que apenas llega al 16%. Los liberales tienen la cartera de Finanzas y a medida que se acerque la convocatoria electoral su líder, Christian Lindner, ministro del ramo, será cada vez más ortodoxo para no perder votantes. Macron sabe que a Scholz le queda poco tiempo en el cargo y que su próximo interlocutor será probablemente el conservador Friedrich Merz.

En circunstancias normales, en este encuentro en Berlín el canciller alemán y el presidente francés habrían estado manejando nombres y viendo cómo impulsar la agenda europea. Pero han de prestar especial atención a la guerra en Ucrania, y su visión es diferente como lo es sobre la cuestión energética. Berlín y París apoyan a Ucrania, pero desde la capital alemana se ve a Macron como un artista de la sobreactuación que muchas veces comete errores de bulto. En Alemania han dado un giro de 180 grados en su relación con Rusia, en quien confiaban como socio comercial y proveedor energético por cuestiones pecuniarias.

También han emprendido la llamada Zeitenwende (cambio de era) en política de defensa. Este 2024 Alemania cumplirá por primera vez con el mínimo fijado por la OTAN del 2% del PIB a Defensa. Pero Berlín no ve bien las insinuaciones sobre el eventual envío de tropas a Ucrania o la luz verde para que Ucrania utilice el armamento occidental para atacar territorio ruso.

Nuevos tiempos, nuevos líderes

En realidad, aunque siempre se teme que el eje franco-alemán sea muy fuerte, y también que sea muy débil, es una señal de los tiempos. Hay otros líderes que vienen de Europa Central como el polaco Donald Tusk, o del sur, como la italiana Giorgia Meloni, que por diversas razones, van a ganar peso.

Steinmeier evocó al escritor francés Laurent Gaudé ante Macron para referirse al futuro del continente. "Europa intentó crear una entidad basada en la razón, pero olvidó la sangre vital y ahora corre el peligro de convertirse en un gran cuerpo anémico". Y añadió el presidente alemán: "Para llenar Europa de sangre vital, necesita algo más que nuestras mentes. Necesita nuestro corazón. Se necesita nuestra fuerza unida si queremos preservar esta Europa, si queremos darle forma. Necesita pasión". Y esa pasión ha de venir de otros confines, donde sean conscientes de la importancia de pertenecer a una comunidad valores, que es la esencia de la Unión Europea.