Una sinfonía de cacareos quiebra el silencio del desierto. La peculiar orquesta, cuyas voces desfilan atropelladamente, está formada por 8.000 gallinas ponedoras. Son las encargadas de proporcionar la cesta de huevos a los habitantes de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, en uno de los páramos más inhóspitos del planeta.

“Tenemos una producción de 500.000 huevos al mes”, presume Malaini Abdelwahab, director del complejo agrícola Hussein Tamek. La granja avícola está plantada junto al palmeral de Njaila, una suerte de oasis ante de internarse en el árido mar de jaimas que conforman los campamentos, donde alrededor de 175.000 saharauis malviven desde hace medio siglo, después de que Marruecos invadiera la que hasta entonces era la provincia número 53 de España.

Granja avícolas en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). | FRANCISCO CARRIÓN

Carrera de obstáculos

Las gallinas ocupan una nave levantada en la década de 1980 con ayudas de organismos y ONG españolas. Un silo anejo proporciona el pienso a las ponedoras, que -confinadas en columnas de jaulas- sobrellevan los rigores del desierto mediante un sistema de ventilación y humidificadores. “Trabajamos para que cada saharaui tenga derecho a dos huevos al mes”, comenta Abdelwahab, que  coordina la labor de los empleados de la granja. Durante las últimas décadas el proyecto ha sorteado una retahíla de obstáculos, desde las condiciones climáticas extremas hasta la salinidad del agua, la falta de recursos o el bajo contenido de materia orgánica del suelo. El agua que sacia la sed de las gallinas procede de pozos a 90 metros de profundidad.

Su misión es mitigar las penurias alimentarias en los campamentos, proporcionando un suplemento a la dieta básica del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Un aporte especialmente significativo en la coyuntura actual, marcada por la reducción de las ayudas. En marzo un consorcio de ONG que trabajan desde hace décadas sobre el terreno alertó del “continuo deterioro de la situación humanitaria, que afecta directamente a más de 173.600 personas”. La reducción de las raciones alimentarias de emergencia distribuidas por el Programa Mundial de Alimentos  de cerca del 30%, desde noviembre de 2023, “está afectando a decenas de miles de familias refugiadas que dependen casi exclusivamente de estas raciones para su subsistencia, ante la falta de alternativas sostenibles en una zona árida y desértica con condiciones climáticas extremas”, aseveraron los firmantes.

Anemia y desnutrición

La falta de alimento ha  provocado déficit nutricionales en la población. La anemia hace estragos entre mujeres y niños. La granja avícola, cuyo mantenimiento recibe financiación y asesoramiento exterior, ofrece un respiro en un programa que apuesta por la soberanía alimentaria y que incluye una piscifactoría de tilapias del Nilo -destinadas a comedores de colegios y hospitales-; pequeños huertos repartidos por los campamentos, frutos de iniciativas personales y colectivas; o la cría de cabras para la producción de leche y carne.

Abdelwahab reconoce que la producción de medio millón de huevos mensuales está lejos de satisfacer la demanda de la población saharaui. “También dedicamos una parte de lo que producimos a la venta en los campamentos y Tinduf para así costear la compra del pienso”, admite. En el interior de la nave, los huevos son transportados por una cita y clasificados por los empleados en alvéolos de cartón, preparados para su distribución en caminos a lo largo y ancho de  las cinco wilayas (provincias) que conforman los campamentos de refugiados.

En el complejo agrícola Hussein Tamek, la iniciativa más veterana para alimentar a los refugiados saharauis, el último proyecto es la cría de camellos. “Es una iniciativa aún inicial para la producción de leche”, explica a este diario el veterinario Shabahi Mayu. “El reto es que el proyecto sea viable. Dándoles una buena alimentación a los animales, te pueden rendir”, desliza el experto, esperanzado e impaciente por ver cómo se obra otro milagro entre las dunas de la hamada argelina.