Cuando están a punto de cumplirse diez años del referéndum por la independencia de Escocia, el sueño de Alex Salmond, entonces líder del Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés), se está esfumando. El dominio del Partido Laborista en las elecciones en Reino Unido, que se celebran el jueves 4 de julio, también se traduce en un avance significativo en Escocia en detrimento de los nacionalistas escoceses.
El pasado 22 de mayo, el primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, convocó elecciones anticipadas, a pesar de que los sondeos preveían una clara derrota de su partido. Sunak creyó que la espera no haría sino empeorar la situación y al menos podía presentar mejores datos de inflación. La victoria laborista se prevé histórica, una mayoría aplastante, y los conservadores se hundirán por debajo de los 100 escaños, según los últimos sondeos.
Según el último sondeo de YouGov en Escocia, muestra que la ventaja laborista del partido de Keir Starmer se reduce de diez a cuatro puntos. El SNP se sitúa en el 30%, no ha crecido, sino que ha perdido fuelle el laborismo. Es la primera vez desde 2014 con el nacionalismo a la zaga, detrás del laborismo.
Los conservadores siguen en tercer puesto con un 13% de los votos. Los liberaldemócratas están en el 8%, Reform UK, liderado por Nigel Farage, en el 7%, y los Verdes en el 6%.
Los nacionalistas escoceses han perdido más de un tercio de los votantes desde las elecciones generales de 2019. Una cuarta parte de los votantes del SNP se han ido a los laboristas y un 7% a los Verdes. Por el contrario, los laboristas mantienen el 79% de su voto de 2019.
El SNP ha sido el partido más fuerte en el Parlamento escocés desde 2007 y ha ganado el mayor número de escaños en Escocia en todas las elecciones generales desde 2015, cuando todos los diputados escoceses elegidos, excepto tres, procedían de esta formación.
La motivación del voto indica también cómo la independencia va perdiendo interés entre los escoceses. El 42% reconoce que vota por el partido que les gusta más, mientras que el 29% lo hace por quienes defienden mejor la causa independentista y el 25% lo que busca es el partido que cree más indicado para gobernar en Westminster.
Al menos una tercera parte de los escoceses que votaron por la independencia hace una década, un 32%, ahora respaldan partidos unionistas. El 58% de los votantes del SNP respaldaron el sí en 2014 mientras que solo el 9% lo hizo por el no. La participación aquel 18 de septiembre de hace 10 años fue del 84,5%. A favor se manifestó el 44,7% de los escoceses y en contra el 55,3%.
Del Brexit al liderazgo fallido
Fue el primer ministro británico de entonces, David Cameron, quien aceptó que se celebrara la consulta. El auténtico héroe del bloque del no fue el líder laborista de origen escocés, Gordon Brown, que hizo campaña para convencer a los escoceses de que la separación del Reino Unido no era el mejor camino para su bienestar. Bajo el reinado de Ana I, Escocia firmó el Acta de Unión con Inglaterra en 1707.
El momento más favorable a la independencia tuvo lugar cuando otro referéndum, el del Brexit que tuvo lugar el 23 de junio de 2016, terminó en un resultado ajustado a favor de la separación de la Unión Europea, mientras Escocia, como Irlanda del Norte, votaba por el remain (quedarse).
Animado por el éxito en Escocia y presionado por los radicales del Partido Conservador, Cameron aceptó que se celebrara esta consulta. El sí ganó por 1.269.501 votos: 51,9% frente al 48,1%. La participación fue del 72,2%. Sin embargo, en Escocia los partidarios del remain llegaron al 62% frente al 38% de leave (marcharse). Más de 640.000 votos de diferencia.
"Estuvimos muy cerca en 2014 y el impulso aumentó en los años posteriores, en particular en respuesta al Brexit", comentaba Stephen Noon, estratega jefe de la fallida campaña Sí Escocia de 2014, en Politico. "Creo que la energía de la ola de 2014 se ha agotado", admitió.
Los escándalos sucesivos en el partido nacionalista, que han salpicado a sus líderes como a Nicola Sturgeon con quien vivieron su momento de gloria en torno a 2020, han sido decisivos en el votante, sumados al deseo de que algo cambie en Westminster. El actual líder nacionalista escocés, John Swinney, apenas ha tenido tiempo de lanzar su campaña.
Sturgeon lidió con la pandemia con serenidad y dio razones a los escoceses para presumir de buen gobierno frente al desastre que se vivía en el 10 de Downing Street de Boris Johnson. Viéndose reforzada, a pesar del rechazo del gobierno británico a un nuevo referéndum, fue al Supremo del Reino Unido que lo denegó a finales de 2022. Su plan B era plantear los resultados en las generales como un plebiscito. Poco más tarde aludió a su agotamiento para dimitir.
Tras su marcha, asumió el liderazgo Humza Yousaf, al tiempo que empezaba una investigación sobre las finanzas del partido que llevó a imputación del marido de Sturgeon. Con Yousaf, las encuestas del SNP empezaron a caer en picado ante el resurgimiento del Partido Laborista escocés, liderado por Anas Sarwar. También le recriminaron aplicar políticas perjudiciales a la clase media, la que impulsó al SNP al gobierno en 2007. Yousaf dimitió en mayo, tras un año como ministro principal, tras romper los acuerdos de gobierno con los Verdes, y dejó al partido en el caos. Asumió el liderazgo John Swinney.
Starmer se niega en rotundo
Sin un segundo referéndum a la vista y con el partido independentista sumido en el caos, es difícil que el apoyo político que se mantiene en ese 45/55 de hace diez años se traduzca en las medidas prácticas necesarias para garantizar la independencia de Escocia a corto plazo. Hay quienes sugieren que la crisis actual podría ser terminal para el movimiento independentista.
Si los pronósticos se cumplen y el líder laborista Keir Starmer es primer ministro se acabó la posibilidad de un segundo referéndum sobre la independencia de Escocia. En respuesta al manifesto del SNP en el que volvía a retomar su apuesta por un segundo referéndum, siempre pactado con el gobierno británico, Starmer dijo que esa opción quedaba descartada, incluso si los nacionalistas escoceses consiguieran una mayoría de escaños.
El líder del SNP, John Swinney, mantiene que la victoria en Escocia de su partido sería como un mandato para pedir su celebración. Starmer ha asegurado que no es una prioridad y por eso los escoceses votarán por el cambio.
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