Si el escenario principal es una de las plazas más bonitas del mundo, la Grand Place de Bruselas, poco más se necesita para disfrutar de un espectáculo. Pero la capital belga y 1.400 figurantes ponen estos días todo su empeño en que el público sentado en las gradas y los transeúntes que se encuentran con el show ya empezado viajen con su imaginación a junio de 1549, en plena visita de Carlos V a la ciudad. El Ommegang es anterior a ese homenaje que recibió el emperador, pero para la ocasión se celebró una edición que mostrara todo el poderío de la villa y que desde 1930 se recrea cada año.

Este desfile de dos kilómetros, que en 2024 se celebra de nuevo este viernes y que culmina en la plaza, tiene su origen en el siglo XIV, cuando era una procesión de Nuestra señora del Sablón. De hecho, Ommegang significa paseo alrededor. No era solo una fiesta religiosa, sino también una oportunidad para que la clase alta de la ciudad se reuniera con sus mejores galas y celebrase el traslado de la talla de la virgen desde Amberes hasta su iglesia en Bruselas.

Carlos V estaba en la ciudad para presentar ante la sociedad a su sucesor, Felipe II. En sus diarios se recoge la presencia en la procesión el 2 de junio de 1549, durante un viaje que duraría 30 días y que recorrería todo el territorio flamenco. El emperador llegaba a Bruselas habiendo conquistado territorios y reinos en varios países, prueba de ello son las banderas que todavía en 2024 entran en la Grand Place sostenidas por estandartes a caballo, mostrando la extensión del poder del rey.

En los alrededores de la plaza se puede ver a los participantes vestidos con trajes de época preparándose para llegar al final del recorrido, donde pasean, actúan o bailan delante de la tribuna, donde llegará Carlos V en un carro de caballos junto a su hijo, después de un espectáculo de fuego y de un baile de banderas. En el Ommegang participan personas de todas las edades y hay asociaciones y grupos que lo llevan haciendo décadas.

El espectáculo no solo tiene un buen casting y un increíble escenario, la luz, la música y unas pantallas en las que van apareciendo viñetas en relación al desfile acompañan el Ommegang. A falta de uno, hay tres maestros de ceremonias que van explicando a los espectadores lo que está sucediendo. ¿Por qué tres? Lo hacen en tres idiomas: francés, neerlandés e inglés.

Al desfile no le faltan detalles, ni caballos, ni banderas. Una chica vestida de blanco que recuerda a la virgen María entra en la plaza sobre una plataforma que cargan hombres jóvenes en sus hombros. Simboliza la ciudad de Bruselas, se lanzan palomas. También hay gigantes y una pintora bajo la tribuna que va inmortalizando la escena, como si fuera Denis van Alsloot, cuyos cuadros sobre el Ommegang se pueden ver en el Museo del Prado.

Al final del espectáculo, antes de que las gradas se levanten para ir a tomar la última en el Delirium, Carlos V abandona la tribuna junto a su hijo y atraviesa la Grand Place entre aplausos y reverencias. Con el desfile completado y el rey fuera del escenario principal, el Ommegang se despide hasta su próxima edición con las bandas tocando de nuevo y los hombres seta animando a los que quedan todavía sobre el terreno.

Desde 2019, el Ommegang cuenta con el reconocimiento de la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad. Además, su lugar de celebración, la plaza principal de Bruselas, es también Patrimonio de la Humanidad, según la UNESCO.