España lleva prometiendo aumentar su gasto en defensa hasta al menos el 2% del producto interior bruto (PIB) desde 2014. Entonces esperaba alcanzarlo antes de 2024. Diez años, dos invasiones rusas y una nueva guerra israelopalestina después, dicho gasto está en el 1,1% del PIB, lo que desde hace un mes lo sitúa como el país de la Alianza Atlántica (OTAN) que menos gasta el defensa. Y ahora la meta está en 2029.

Así es como llega nuestro país a la cumbre de la OTAN que se celebra esta semana en Washington, Estados Unidos. El club de -por ahora- 32 países, todos europeos salvo Canadá y EEUU, celebra su 75 aniversario con no pocos deberes pendientes. Como no podía ser de otra manera, el foco estará en Rusia y en la adhesión de Ucrania -ni siquiera se espera que se trate el tema de la guerra de Gaza-, pero también se hablará de cómo puede la organización defenderse de posibles amenazas que provengan "del sur". Este será uno de los principales objetivos de España en la cumbre, donde espera que los medios no pongan demasiada atención en el detalle del gasto.

La excusa de España ahora es que el PIB está creciendo muy por encima de la media, lo que dificulta el objetivo del 2%, "una cifra que no representa el esfuerzo que [el país] está haciendo, en muchos casos muy por encima del que están haciendo otros". En esa línea, insiste en que es el tercer país que más ha aumentado su gasto en defensa en los últimos años: un 77% desde 2016, solo por detrás de Polonia (+173%) y Alemania (+186%). Y al mismo tiempo recalca que el compromiso no es solo aumentar el gasto en defensa, sino "invertir en capacidades", puesto que "no puedes gastar por encima de tu capacidad de gasto" y hay que evitar "despilfarrar el dinero".

En el último año España ha aumentado un 15,6% su gasto en defensa, lo que para el Gobierno ya es una muestra importante del impulso que se está dando al compromiso. Convendría no olvidar, no obstante, que dentro de ese gasto en defensa entran las pensiones de los militares retirados, cada vez más numerosos a causa de la jubilación del baby boom, y cuyas pensiones se revalorizan cada año con la inflación.

Fuentes de Moncloa, que son quienes trasladan estos mensajes, recalcan que España estará centrada en lanzar un mensaje de unidad y cohesión en defensa del territorio de la OTAN, en reforzar la unidad y la defensa de la Alianza y la UE, y en contribuir al apoyo a Ucrania. Este lunes, Rusia ha lanzado una fuerte ofensiva contra el país y ha provocado más de 30 muertos. Además, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tendrá un papel relevante a la hora de transmitir la necesidad de defender a la Alianza de las "amenazas que provienen del sur", para lo que esta cumbre se ha preparado un plan específico de acción.

Protesta antiOTAN este lunes en Washington.
Protesta antiOTAN este lunes en Washington. | Europa Press

El foco, en el sur

Una de las principales prioridades de España de cara a la cumbre es trazar un plan específico para combatir "las amenazas que provienen del sur". La idea es dejar de ignorar el peligro que viene de ciertos países, del terrorismo a criminalidad organizada o redes de tráfico de todo tipo, según fuentes de la presidencia del Gobierno, y "por primera vez" tratarlo como se merece buscando "ordenar la actividad de la alianza por toda la región".

Para España serán de especial importancia los contactos con Mauritania y Jordania, pero serán muchos los países no miembros de la OTAN que acudirán al encuentro, como Egipto, Qatar, Túnez, Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Con este fin, por primera vez se designará a un representante especial para el sur, que será responsable de dar seguimiento y de implementar un plan de acción para la zona.

De su lado, la OTAN también buscará reforzar alianzas con socios de la zona Asia-Pacífico, como Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, que no forman parte de la Alianza pero son afines y pueden ejercer de contrapeso ante China; y con la Unión Europea, donde la protección a Ucrania -aún no miembro del club, pese a su insistencia en serlo- constituirá uno de los principales compromisos que se verán fortalecidos en este cumbre. El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acudirá para discutir el apoyo de los aliados y la reorganización de la defensa del territorio y la soberanía europeas, y se prevé aprobar un paquete de medidas que faciliten la "eventual adhesión de Ucrania" a la OTAN, además de destinar 40.000 millones de dólares para el país.

Con este fin, esta cumbre creará otra figura, la del "representante senior de la OTAN para Ucrania" que tendrá su sede en Kiev y actuará de interlocutor entre la Alianza y el país en guerra. No hay que olvidar que la alianza militar se creó para hacer frente a la amenaza de Rusia (entonces, la Unión Soviética) y ya en la cumbre de Madrid en 2022 se acordó la adhesión de Suecia y Finlandia, lo que permite tener más kilómetros de frontera con el país de Putin. Como no podía ser de otra manera, asimismo se discutirá papel de otros actores "que puedan suponer un peligro" para el grupo, como China, ya oficialmente calificada como un "desafío sistemático".

La guerra de Gaza "no estará en los debates"

La guerra de Gaza no estará en los debates de la cumbre, han asegurado desde Moncloa. Pese a que uno de los invitados a la cumbre es el ministro de Defensa israelí, y a que habitualmente asiste también como invitado no miembro de la Alianza un ministro palestino, en este caso como mucho se tratará "la inestabilidad que Oriente Medio puede generar sobre los aliados de la OTAN y a los que la OTAN tiene que prestar atención".

Por último, el presidente Pedro Sánchez tiene previsto reunirse con los primeros ministros de Nueva Zelanda, Noruega y Montenegro. No está en agenda que se vea con el nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, ni con el presidente estadounidense y anfitrión del evento, Joe Biden. Este último asume la cumbre como una prueba de fuego, al tratarse esta de una semana clave, en la que cada vez más demócratas le están pidiendo que se retire de la carrera presidencial por su deterioro físico y cognitivo. Sin embargo, Biden no lo hizo nada mal en una entrevista que concedió el pasado viernes en televisión, e insiste en que no está dispuesto a marcharse. Por eso, la reunión de líderes internacionales será un examen, el test neurológico que muchos le reclaman.