Hace poco más de 15 días dijo que no renunciaría a menos que Dios bajase y se lo pidiera. Este miércoles, tres días después de anunciar que no se presentará a las elecciones, el presidente de Estados Unidos asegura que ha dado todo por el país, pero que lo mejor para que siga siendo un lugar de posibilidades es decir adiós. "Nada puede interponerse en el camino de salvar nuestra democracia, y eso incluye la ambición personal", ha dicho Joe Biden en un histórico mensaje televisado desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.

"La defensa de la democracia es más importante que ningún título. He sacado fuerza, he encontrado alegría en luchar por el pueblo estadounidense. Pero la mejor manera de seguir adelante es pasar la antorcha a voces más jóvenes. Los presidentes no son reyes, y esto no va de mí, va de vosotros. Cuando me elegisteis prometí seros sincero, prometí decir la verdad. Y yo venero este trabajo, pero amo más a mi país", ha explicado el presidente. De ahí su decisión de decir adiós en seis meses, tan pronto como termine la legislatura. "Es la mejor manera de unir a la nación".

En la primera vez que Biden habla después de publicar su carta de renuncia el domingo, el presidente ha establecido una dicotomía muy clara. Por un lado, su amor por Estados Unidos, un país "especial", "lleno de posibilidades", una república en la que quienes deciden quién manda son los ciudadanos, que son quienes tienen el poder. Por otro lado, la posibilidad de que todo eso se rompa, de que no siga siendo así. Y ante esos dos caminos, pese a que ser presidente ha sido el "privilegio" de su vida, ha optado por no dividir más a la nación, sugiriendo que así le será más fácil escoger la opción que considera correcta.

"Hay que elegir entre ir hacia delante o hacia atrás. Entre unidad y división"

Joe Biden

"Estados Unidos es una idea, una idea más grande que cualquier ejército, que cualquier océano. El poder está en vuestras manos. La idea de Estados Unidos está en vuestras manos. Hay que elegir entre ir hacia delante o hacia atrás. Entre unidad y división", ha casi suplicado Biden, que empezó su carrera política en 1972, con 29 años, cuando fue elegido senador, el sexto más joven de toda la historia del país. Cuando termine este mandato a finales de enero, a sus 81 años, será el líder de más edad de Estados Unidos.

El presidente llevaba semanas enfrentándose a una fortísima presión por parte de su partido y de los medios de comunicación, que después de su desastroso debate electoral contra Donald Trump le pedían que diese un paso al lado. Pero al presidente la idea de no presentarse a las elecciones de noviembre le parecía inconcebible, una petición precipitada después de tan solo "una mala noche". Se ha resistido todo lo posible, ha asegurado de todas las maneras posibles que seguiría adelante, y finalmente, casi un mes después, ha dado su brazo a torcer.

Tras su decisión, Biden es el primer presidente que no se presenta a su reelección desde 1968, cuando Lyndon Johnson hizo lo mismo después de fuertes críticas por cómo gestionó la Guerra de Vietnam. Harry Truman tomó el mismo camino, como otros cuatro presidentes de Estados Unidos.

Kamala Harris, "experimentada, capaz"

En lugar de pedir directamente el voto para su vicepresidenta, Kamala Harris, la persona a la que apoya para que sea su sucesora, Biden ha optado por repasar los logros de su mandato, de la salida de la pandemia a la caída de la violencia racial, o la mejora de la economía. Y solo después ha hablado de ella, tras agradecerle que esté dispuesta a dar un paso adelante: "Tiene experiencia, es dura, es capaz", se ha limitado a afirmar.

Pero rápidamente ha vuelto a la misma idea, insistiendo en que la decisión depende de los votantes, que deben recordar que un chico de Scranton, Pensilvania, consiguió llegar a presidente. "Es lo que hace a esta nación tan especial, a esta nación por la que he dado mi corazón. Gracias por todo". Al terminar el discurso, los periodistas que estaban en la Casa Blanca han podido escuchar cómo los trabajadores estallaban en un aplauso para el presidente, que después los ha invitado a helado.