Ni siquiera los familiares de los rehenes que llevan 300 días en manos de Hamás celebran el asesinato del líder de su rama política Ismail Haniyeh en Irán, obra de un misil israelí. El segundo golpe de Tel Aviv contra Irán en menos de 24 horas, tras la liquidación la víspera de un comandante de Hizbulá en Beirut, es una de esas malas noticias que solo un pirómano podría festejar.
Una desgracia para un Oriente Próximo acostumbrado a vivir siempre al borde del abismo y un desastre para los intentos de poner fin a la guerra en la Franja de Gaza que cumple esta próxima semana diez meses y que se ha cobrado más de 39.000 vidas palestinas, propagando el hambre y la destrucción.
Pone en riesgo la negociación para la liberación de los rehenes
Es cierto que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se cobra su mayor trofeo desde el inicio de la guerra, pero a costa de poner en peligro el acuerdo de liberación de los rehenes que lleva meses negociándose, con la última ronda cerrada el pasado fin de semana en Roma.
Los familiares de los rehenes están realmente preocupados por el impacto del asesinato de Haniyeh y ya hablan abiertamente de que Netanyahu está saboteando cualquier esperanza de lograr el regreso de las 115 personas que permamecen en la Franja de Gaza. El tiempo, además, apremia. Más de medio centenar habría muerto en estos largos meses de guerra. "El primer impacto es en las negociaciones para liberar a los rehenes y sellar un alto el fuego. Definitivamente, tendrá un impacto negativo en estas conversaciones, porque es difícil imaginar que Hamás esté inmediatamente interesada en reanudarlas para liberar a quienquiera que siga vivo de los rehenes", reconoce a El Independiente Kawa Hassan, experto en Oriente Próximo y norte de África del centro de análisis Stimson.
Es difícil imaginar que Hamás esté inmediatamente interesada en reanudarlas para liberar a quienquiera que siga vivo de los rehenes
Las familias se consideran ninguneadas y olvidadas en favor de la estrategia militar. Una prioridad que justifica los asesinatos políticos y las masacres de civiles y que ha torpedeado las negociaciones con un objetivo: el de la victoria total sobre Hamás que incluso los aliados políticos de Netanyahu y el propio ejército israelí consideran una aproximación "utópica" e "infantil": a) Resulta imposible derrotar una ideología, con su estructura y su base social de apoyo incluidas; b) El Estado judío ya sufrió una derrota humillante el 7 de octubre, la jornada más sangrienta de la historia del país en cuyos fallos de seguridad tiene un enorme responsabilidad Netanyahu, que ha tratado por todos los medios de esquivar cualquier escrutinio público o rendición de cuentas.
"Israel no quiere que la mediación tenga éxito; nunca estuvo interesado en un acuerdo de alto el fuego, y los rehenes siempre fueron de importancia secundaria para ellos", asevera Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal. "Si los rehenes fueran una prioridad, habrían sido liberados hace mucho tiempo a través del proceso de mediación. Israel está decidido a continuar la operación genocida en la Franja de Gaza hasta que hayan matado y expulsado a tantos palestinos como puedan y hayan colonizado la mayor parte posible de la Franja. La región nunca encontrará la paz y la estabilidad mientras continúe el colonialismo israelí", añade.
La sensación en Israel, a nivel de su opinión pública, es que Netanyahu, empeñado en reescribir su legado y resarcir la mácula de aquel día negro, no podrá recuperarse del descrédito y tendrá más pronto que tarde que salir de unas escena que ha monopolizado durante tres lustros y dejar a otra generación la tarea de reconstruir Israel, cada vez más aislada internacionalmente.
Coloca en un brete a Qatar, Egipto y Estados Unidos
La liquidación de Haniyeh golpea a los tres países que más han tratado de hacer por la mediación en estos meses: Qatar, que alberga la oficina política de Hamás a demanda de Israel y Estados Unidos; Egipto, el régimen de Abdelfatah al Sisi que trata de mantener sus lazos con Israel a pesar de la enorme presión popular; y EE.UU., esto es, la administración Biden que ansía un acuerdo que aleje la guerra de Gaza de las elecciones presidenciales de noviembre y de su efecto desmovilizador para el potencial votante demócrata -minorías y jóvenes- y las opciones de Kamala Harris de llega a la Casa Blanca.
En el corto plazo el asesinato también afectará a la voluntad de los mediadores
Las reacciones de Egipto y Qatar han sido contundentes: han acusado a Netanyahu de falta de voluntad política para el acuerdo y han mostrado su frustración con el propio papel que están cumpliendo en interminables rondas de conversaciones sobresaltadas por la realidad sobre el terreno. “¿Cómo lograr una mediación si una parte asesina al negociador de la otra?", se preguntaba con razón el primer ministro de Qatar. "En el corto plazo el asesinato también afectará a la voluntad de los mediadores, en particular de Qatar", recalca Hassan.
Multiplica la amenaza de una escalada regional
El asesinato acerca el escenario de la expansión de la guerra de Gaza más allá de las fronteras de Israel y Palestina, contaminando una región ya de por sí tóxica. Irán está llamada a responder tras sufrir la humillación de un ataque contra uno de sus huéspedes, su cordón umbilical con la dirigencia de Hamás.
El futuro parece bastante claro: guerras de desgaste interminables entre Israel e Irán y sus representantes, con pocas salidas y perspectivas de una desescalada duradera
La República de los Ayatolás puede hacerlo directamente, lo que conduciría a una guerra regional abierta entre Israel e Irán con consecuencias difícilmente imaginables para la región -tras décadas jugando al gato y el ratón en las zonas grises- y el resto de planeta; o, bien, puede hacerlo -y es el escenario más probable- a través de sus milicias como Hizbulá o los hutíes desde Irán. "El asesinato de Haniyeh en Teherán y de Shukr en Beirut está obligando tanto a Hizbulá como a Irán a responder con mucha más contundencia", opina en conversación con este diario Yusuf Can, coordinador del programa de Oriente Medio del think tank Wilson Center. "Tanto si acabamos en una guerra regional como si no, el futuro parece bastante claro: guerras de desgaste interminables entre Israel e Irán y sus representantes, con pocas salidas y perspectivas de una desescalada duradera", vaticina.
Refuerza el ala dura de Hamás
La abrupta desaparición de Haniyeh tiene también implicaciones para el futuro de Hamás. Haniyeh representaba al ala más moderada y pragmática de Hamás, el movimiento islamista palestino nacido a finales de la década de 1980 como consecuencia del enquistamiento del conflicto palestino-israelí y de su radicalización, en ambos bandos.
Con su eliminación gana el ala dura, la que representan Yehia Sinwar y Mohamed Deif, los cerebros de los ataques del 7 de octubre y los que manejan la organización en el interior de la franja de Gaza, escondidos en la vasta red de túneles que ni siquiera diez meses de intensa campaña militar israelí -que ha arrasado el callejero- han logrado localizar y destruir en su totalidad. "No está claro quién será el próximo intermediario y si el asesinato de Haniyeh reforzará el control de la línea dura sobre la toma de decisiones de Hamás en las conversaciones de alto el fuego, la reconciliación interpalestina y los planes para la Gaza de la posguerra", apunta Can. "Ismael Haniyeh era considerado pragmático en Hamás, gozaba de la confianza de otras facciones y era capaz de trabajar con ellas".
Dificulta la reconciliación de las facciones palestinas
Precisamente con Haniyeh fuera del juego político tras décadas en el liderazgo de Hamás, se complica también las negociaciones en curso para la reconciliación de las facciones palestinas, principalmente entre Hamás y Fatah con el acuerdo inicial sellado la semana pasada en China y que echaba a andar con enorme escepticismo. "Haniyeh fue una de las voces principales para que Hamás reconociera un Estado palestino en las fronteras de 1967, reconociendo implícitamente a Israel, y se uniera a la OLP. Altos cargos de Fatah mantenían una buena relación con Haniyeh, que fue clave en los esfuerzos de reconciliación, incluido el reciente pacto de Pekín", subraya Can.
Haniyeh era el principal valedor de esa reconciliación que debía, de algún modo, allanar el camino hacia la solución del conflicto palestino-israelí y de esa opción de los dos estados que trata de revivir la diplomacia occidental, con todas las piedras en las ruedas posibles. Un horizonte que, por desgracia para todos, parece cada vez más remoto y que condena a Oriente Próximo a una especial sin fin de violencia, dolor y desolación.
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