Los campos de cultivo en el Rif, la región montañosa marroquí fronteriza con España, se preparan estos días para la cosecha, la segunda desde que el régimen legalizara el cannabis para usos médicos e industriales. La de este año marca otro hito: será la primera tras la amnistía para los cultivadores tradicionales de hachís. Mohamed VI indultó esta semana a 4.831 agricultores condenados y perseguidos por décadas de cultivo ilícito. En sus redes sociales las cooperativas legales animan a subirse a “la ola verde” con la reconocible hoja de la marihuana como reclamo. En los confines del “Bajarse al moro”, la popular expresión española que relata el viaje a Marruecos a la búsqueda de cáñamo que en los 80 dio nombre a una obra de teatro y una película, una revolución alentada desde palacio agita al mayor productor de cannabis del planeta.
Durante años, recuerda Chakib el Khayari, coordinador de la Coalición por el uso del uso médico e industrial del cannabis, Marruecos reinó en el mercado mundial del hachís. “Los informes internacionales, incluidos los de las agencias de la ONU, indicaban que el 40% del hachís consumido en el mundo y el 80 % del consumido en Europa provenían de Marruecos. Esta situación llevó a los humildes cultivadores y sus familias a convertirse en rehenes de los capos de la droga, obligados a seguir abasteciéndolos bajo amenaza, y a utilizar semillas híbridas importadas de Europa para aumentar la productividad de las parcelas”, apunta El Khayari, un histórico defensor de la legalización, en conversación con El Independiente.
Gracia real para los agricultores
“Marruecos seguía ocupando el primer lugar mundial en términos de incautaciones de cannabis y sus derivados, según los informes de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, aunque estos documentos no se basan en una metodología de clasificación aceptable, ya que ellos mismos mencionan que existe una falta de información en algunos países, mientras que otros proporcionan datos inexactos, lo que distorsiona la clasificación. En este contexto, los únicos compradores de cannabis eran los capos de la droga, que contrabandeaban grandes cantidades transformadas en hachís al extranjero”.
Una realidad sombría que sigue existiendo pero que Rabat trata ahora de reducir públicamente con la apuesta por el comercio legal. La gracia real, largamente esperada en las zonas de producción tradicional de cannabis, se enmarca en la estrategia que inauguró en junio de 2021 la introducción de la ley 13-21 que regula el uso legal del cannabis, en contra de la mayoría islamista entonces en el Gobierno. En virtud de esta legislación, el cultivo es legal en las tres provincias rifeñas de Alhucemas, Chaouen y Taounat, algunas de las zonas más empobrecidas de Marruecos y protagonista de ese abismo que separa al Marruecos urbano y costero agraciado con la dicha del desarrollo de infraestructuras y el país rural. “Se estima en 140.000 los cultivadores de cannabis, y junto con sus familias, son más de un millón de personas que dependen de esta economía ilícita. El cultivo de cannabis ha sido durante décadas una forma de compensar el fracaso de las políticas de desarrollo en el Rif, una zona montañosa con un terreno muy accidentado”, reconoce el periodista de investigación marroquí Hicham Mansouri.
El cultivo de cannabis ha sido durante décadas una forma de compensar el fracaso de las políticas de desarrollo en el Rif
Más de 3.000 licencias legales
El objetivo de la ley, impulsada por colectivos como el de El Khayari, es mejorar el nivel de vida de unas 60.000 familias que subsisten del cannabis y que son generalmente propietarios de pequeñas explotaciones. La amnistía real -confían en la Agencia Nacional de Regulación de las Actividades Relacionadas con el Cannabis (ANRAC), el organismo estatal marroquí que controla el cultivo del cannabis legal- animará el tránsito desde el comercio ilícito hacia el reglado. Es la reconversión lo que se persigue. “Marca una etapa clave y un punto de inflexión hacia la eliminación de las zonas y cultivos ilícitos”, opina el director general de la ANRAC, Mohamed El Guerrouj, que prevé “un apoyo masivo” de los agricultores. “Abrirá nuevas oportunidades económicas para la población local y el sector privado nacional e internacional, además de mejorar los ingresos y las condiciones de vida de la población local, dentro de un marco legal y estructurado”, agrega. Fuentes del organismo contactadas por este diario no han respondido a la solicitud de información cursada.
La superficie cultivada legalmente ha crecido hasta las 2.400 hectáreas, muy lejos de la extensión ilegal, que en 2021 fue cifrada en 29.557 hectáreas
No obstante, los datos difundidos por la entidad que controla no solo el cultivo sino también el comercio y la exportación llaman a la cautela. En 2023 Marruecos produjo 294 toneladas de cannabis legal a partir de 32 cooperativas que integran 430 agricultores en una superficie total de 277 hectáreas en las regiones montañosas del Rif. Los rendimientos se estimaron entre 1 y 2,7 toneladas por hectárea. En lo que va de 2024 se han concedido 2.800 licencias frente a las 700 del año pasado. La superficie cultivada legalmente ahora ha crecido hasta las 2.400 hectáreas. Pero sigue estando muy lejos de la extensión ilegal, que en 2021 fue cifrada en 29.557 hectáreas. En el mercado legal se han registrado ya 19 productos de cannabis marroquí -diez cosméticos y nueve complementos alimenticios- a base de CBD (componente extraído del cannabis que no contiene psicoactivos).
La magnitud real del cultivo ilegal es mayor. “En 2003, las superficies cultivadas se estimaban en 132.000 hectáreas, y el número de familias cultivadoras en 96.600. En 2005, estas cifras eran respectivamente de 73.000 hectáreas y 89.900 familias, y en 2021, con la legalización de los usos lícitos del cannabis en el horizonte, las superficies cultivadas habían disminuido a 47.000 hectáreas, y el número de familias a 60.000”, detalla El Khayari.
Las imágenes del nuevo "maná legal" de Marruecos
Son los reclamos del nuevo negocio "verde" de Marruecos, principal productor mundial de cannabis. Las cooperativas que se han formado desde que se regulara el sector para fines farmacéuticos e industriales aspiran a integrar a los más de 4.000 cultivadores de hachís que han sido indultados esta semana por Mohamed VI.
Para Khalid Tinasti, investigador en políticas de drogas del Centro sobre Conflictos, Desarrollo y Consolidación de la Paz (CCDP) del Instituto Superior de Estudios Internacionales y de Desarrollo (Ginebra), “es demasiado pronto para concluir cómo la legalización parcial del cannabis está afectando al mercado ilegal”. “Muchas razones pueden explicar esto. El reglamento se limita a los usos médicos e industriales, que son mercados aún incipientes en Marruecos, y se centra en la exportación legal a mercados más maduros.
El reglamento también intenta lograr una tarea difícil a dos bandas: garantizar oportunidades económicas legales para los agricultores del Rif, reduciendo así la producción ilegal de la que dependen los traficantes. La realidad es que en un sistema legal, con trabas administrativas, el hecho de que la producción permitida se limite a tres regiones y que los agricultores tengan que asociarse en cooperativas y navegar por el nuevo sistema tardará en producir los resultados deseados. Además, se trata de un mercado impulsado por la demanda, mientras que la ley de regulación sólo aborda el lado de la oferta. La regulación del cannabis era un paso necesario, pero sólo el primero. A medida que se desarrolle, serán necesarias otras reformas para controlar el mercado del cannabis y reducir el ilegal”.
Inquietud en España: el contrabando de droga no disminuirá
Los efectos de la incierta reconversión que buscan las autoridades marroquíes no han sido percibidos entre las autoridades españolas, que llevan años lidiando con el contrabando del hachís marroquí. Distintas fuentes que luchan contra el narcotráfico, consultadas por este diario, se muestran muy escépticas con que la regularización en marcha vaya a reducir la cantidad de material que llega a España. "Dudo mucho que ese impulso a la producción legal pueda realmente reducir el cultivo ilegal", explica una de las voces consultadas en la Fiscalía Antidroga. "Van a seguir cultivando. Es lo que se busca", admite otra fuente policial.
A juicio de los consultados, apostar por una reducción del contrabando ilegal tendría que ir aparejado de otras medidas que el reino alauí no está implementando. De hecho, algunos admiten que la colaboración con Marruecos a nivel del Ministerio del Interior es prácticamente nula y en lo relacionado con las drogas es unidireccional del lado español. No son pocos los proyectos que la Unión Europea ha introducido en el país magrebí para mejorar el vínculo: la Fiscalía española en 2020 fue seleccionada para desarrollar el proyecto de hermanamiento de apoyo a la presidencia del Ministerio Público de Marruecos, o el Consejo Superior del Poder Judicial (CSPJ) que se constituyó allí en el año 2017 fue concebido para consolidar el principio de separación de poderes y desarrollar la colaboración en Justicia con países como España.
Fuentes oficiales españolas reconocen que existe muy poca colaboración real con Marruecos y que a veces se piensan mucho qué información dar o requerir porque luego sirve para "alertar a los malos"
Pero, lo cierto, es que las fuentes de la lucha contra las drogas admiten que en ese tipo delictivo existe poca colaboración efectiva y que a veces se piensan mucho qué información dar o requerir al país porque luego esta sirve para "alertar a los malos". Cunde el recelo con las fuerzas de seguridad y judiciales al otro lado del Estrecho. Explican que existen "puntos de contacto" en materias como el terrorismo, pero que en drogas la información suele "fluir en un solo sentido" y lo achacan a la importancia que para Marruecos tiene los cultivos de hachís. "Es una parte fundamental de su PIB y no les interesa acabar con ella", alegan.
El régimen marroquí, colaborador de los capos de la droga
Una fuente del ministerio del Interior marroquí, que exige anonimato por miedo a las represalias de sus superiores, abona la desconfianza de sus homólogos españoles. “La amnistía es realmente sorprendente, pero refleja la tendencia que Marruecos intenta seguir, pasando de las inversiones secretas a las inversiones directas en hachís o drogas”, desliza esta fuente en conversación con El Independiente. “Marruecos ha invertido mucho en el tráfico de drogas, explotando sus beneficios financieros para comprar países y cambiar posiciones que sirven a sus intereses, especialmente en Europa, África y América Latina”, desliza quien advierte de que “altos cargos del Gobierno marroquí están implicados en el tráfico de drogas”, como demuestran casos como 'El Escobar del Sáhara', una red de narcotráfico liderada por el maliense Haj Ahmed ben Brahim, alias 'Escobar del Sáhara', y el ex parlamentario marroquí Abdenabi Bioui, alias 'El Maltés' que salpica a miembros de la élite política y deportiva, empresarios, notarios y policías de Marruecos por mover cientos de toneladas de hachís de Marruecos al norte de África y el Sahel. Las traiciones internas los dejó al descubierto y los llevaron al banquillo. Un tribunal de Casablanca lleva la causa.
A juicio de este funcionario -que trabaja en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, la ex provincia española que juega un papel clave en el narcotráfico-, la amnistía real “tiene un trasfondo económico y social, pero también representa una nueva transición de una etapa a otra en el tratamiento del cultivo de cannabis” que beneficia a los jóvenes marroquíes, “que son consumidores”, y tiene consecuencia para “los países vecinos como España, Argelia, Mauritania, luego África y Europa, pues las cantidades cultivadas se duplicarán y habrá que encontrar nuevos y grandes mercados”. “El país más afectado es España, sobre todo por la cercanía, así como por la existencia de redes dentro de los departamentos de seguridad, por lo que la cantidad de cannabis se multiplicará asombrosamente en los próximos años”.
El funcionario de seguridad marroquí marca como puertas de salida de la droga los puertos de Nuakchot y de las ciudades españolas cercanas a la costa marroquí así como “los camiones que transportan pescado marroquí y saharaui a Europa”. “El dinero del narcotráfico pasará por un amplio proceso de lavado a través de la red de narcotraficantes en España y tiendas en Francia, Bélgica y los Países Bajos, y luego la relación entre el comercio de automóviles con África y ese dinero que circula de Bélgica a Mauritania y Casablanca”.
Marruecos ha invertido mucho en el tráfico de drogas, explotando sus beneficios financieros para cambiar posiciones que sirven a sus intereses, especialmente en Europa, África y América Latina
FUENTE DEL MINISTERIO DE INTERIOR MARROQUÍ
"Todos son cómplices"
La implicación de las estructuras estatales marroquíes en el narcotráfico no es una sorpresa. Como explica Mansouri en su libro En el corazón de una cárcel marroquí: Investigación en el reino de todos los tráficos, “varios informes han cuestionado la capacidad del Reino de combatir el cannabis e incluso han mencionado su participación en la gestión de este producto”. En 1994, un informe presentado a la Unión Europea por el Observatorio Geopolítico de las Drogas señalaba la involucración de las autoridades marroquíes en el tráfico de hachís, denunciando complicidades hasta el “primer círculo del poder”. En una entrevista con este diario, el ex militar marroquí Abdelilah Issou -que desertó en 2002 tras colaborar con el CNI- no titubeó al referirse a la cooperación necesaria entre fuerzas de seguridad y capos de la droga: “Mientras haya tráfico de drogas en Marruecos, eso seguirá igual. Para que salgan las embarcaciones, no solo hay que pagar al ejército, a las unidades de infantería a lo largo de la costa, sino a la Marina y la Gendarmería Marítima. Todos tienen que cobrar. Todos son cómplices. El mercado funciona así”.
En España no existen datos oficiales sobre cuánta droga entra de cada país porque, según fuentes de la lucha contra el narcotráfico, resulta muy difícil identificar caso a caso como para realizar un conteo exacto. La estadística que sí recoge el Ministerio del Interior es la evolución de la criminalidad por este tipo de delito y la subida desde 2019 hasta 2023 (última tabla disponible) es evidente: de 22.888 detenciones e investigaciones en toda España por tráfico de drogas a 26.206 el pasado año. El incremento anual es gradual. “El mercado en Marruecos es incipiente, el número de agricultores que se adhieren a él está creciendo pero todavía es limitado, y se necesitará más tiempo para que esté operativo en todo su potencial, con el fin de ver cualquier impacto y reducción de las cantidades contrabandeadas e incautadas en España y otros países”, alerta Tinasti.
Las fuentes consultadas admiten que el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que coordina a todas las Fuerzas de Seguridad, maneja informes de inteligencia con la procedencia de los estupefacientes y los países más peligrosos, pero estos no son públicos. Además existe una base de dato policial en la que se van introduciendo los logos que localizan en fardos de cocaína para ir conociendo las bandas y organizaciones y, a su vez, la nacionalidad de los traficantes.
En el caso del cannabis que llega ilegalmente a España, fuentes consultadas reconocen que procede íntegramente de Marruecos. Otro gran productor mundial es México, pero el viaje no es rentable, deslizan. No obstante, desde Antidrogas se explica que se está detectando un nuevo funcionamiento de intercambio de estupefacientes denominado "kilo por kilo" y que consiste en que se carga hachís desde Europa y se lleva a las costas de México y Colombia para intercambiarlo allí por cocaína. "Es una modalidad reciente", cuentan. Al mismo tiempo, España cuenta cada vez más cultivo de marihuana. Los expertos explican que se dan las condiciones climáticas, las rutas adecuadas y tiene una penalidad relativamente baja comparado con el tráfico de otras drogas, pero a la vez genera casi los mismos beneficios. Los productores de cannabis más importantes en Europa son chinos, albaneses y marroquíes, precisan.
De la cárcel a los pasillos del poder
El hachís circula alegremente en las cárceles marroquíes, transportado por las familias en sus visitas o los funcionarios y arrojado desde el exterior. Hicham Mansouri, que pasó una temporada entre rejas en castigo por un trabajo incómodo para el régimen y que fue agraciado con un perdón real en julio, lo relata en el libro que rememora el calvario. “La celda no está ventilada ni soleada. Se acerca la noche, el suelo sigue húmedo y los malos olores son cada vez peores. Los reclusos no dan mucha importancia a todo esto. Extienden sus colchones sobre el suelo mojado y se tumban para jugar a las damas, a las cartas y fumar cannabis mientras vigilan las ollas hirviendo”, escribe. “Desde el primer día, me sorprendió ver a los presos consumir los mismos productos por los que muchos de ellos fueron encarcelados, en particular el cannabis”, recuerda.
Tbissla (literalmente «plato pequeño»), de muy alta calidad. 'Se lo he vendido a ministros', me dice uno de mis compañeros
“Desde hace siglos, los marroquíes utilizan el kif (cannabis) con fines medicinales y dietéticos, como parte de rituales religiosos, o para hacer frente al duro trabajo. Las autoridades marroquíes afirman estar librando una 'guerra contra las drogas', prohibiendo el cultivo, la comercialización y el consumo de cannabis, pero en realidad parecen estar haciendo la vista gorda sobre la primera actividad, mientras gestionan la segunda y ocasionalmente reprimen la tercera”, desliza. Las conversaciones con sus compañeros de celda ayudan a entender los tentáculos del narcotráfico, presente en todas las capas de la sociedad marroquí: “Hay una docena de categorías y nombres diferentes para el cannabis, pero se me ocurren al menos cuatro. Tbissla (literalmente «plato pequeño»), de muy alta calidad. 'Se lo he vendido a ministros', me dice uno de mis compañeros. Nefda y lbeldia, de buena calidad, lquessra o kesria [en referencia a la ciudad de Ksar El-Kébir], que son de calidad media. Por último, lhartouka, de mala calidad y a menudo mezclada con café, henna e incluso cola de parche. Es la parte inferior de la gama que se encuentra en la cárcel”.
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