Desesperados por abandonar Marruecos y poner tierra de por medio ante la falta de expectativas económicas y un horizonte poco halagüeño. El 55% de los jóvenes marroquíes quiere emigrar. Así lo advierte un informe del Barómetro Árabe recién publicado en el que los marroquíes se cuentan entre los nacionales árabes con mayor deseo de emprender la emigración.
El Barómetro Árabe es toda una institución en el norte de África y Oriente Próximo formada por una red de centros académicos que firma encuestas de opinión pública desde 2006. En su comité directivo, figuran el Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania, el Centro Palestino de Investigación sobre Políticas y Encuestas e investigadores de proyectos vinculados a las universidades estadounidenses de Princeton y Michigan.
Su último trabajo, “Opinión pública sobre la inmigración en Oriente Medio y el Norte de África”, indaga en los deseos de la sociedad árabe por emigrar en un coyuntura marcada por el regreso de las autocracias tras el fracaso de la Primavera Árabe, sucesivas crisis económicas y el impacto del enésimo brote de violencia en el desestabilizador conflicto palestino-israelí.
La edad media en Marruecos es 29 años
La encuesta detecta que “los jóvenes de la región son más propensos a expresar su deseo de emigrar que sus compatriotas de más edad”. El 55% de los jóvenes marroquíes de entre 18 y 29 años reconocen su deseo de abandonar el país. Con 38 millones de habitantes, la edad media en Marruecos se sitúa en los 29,5 años. Según estadísticas gubernamentales publicadas hace dos años, Marruecos cuenta con 5,9 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años. De ellos, uno de cada cuatro no trabaja ni está escolarizado ni sigue ninguna formación. Este porcentaje está copado por las mujeres (73%), de las que el 41% está casada.
El fenómeno de los 'nini' -ni trabajan ni estudian- preocupa en el país vecino. En mayo el Consejo Económico, Social y Medioambiental de Marruecos (CESE) alertó sobre el aumento de jóvenes marroquíes de entre 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan y que representan el 25 por ciento del total de jóvenes, es decir, 1,5 millones en una población total que supera los 38 millones de personas.
El 35% de la población total de Marruecos admite estar considerando emigrar
No obstante, los jóvenes marroquíes no solo son los que lideran la encuesta en cuanto a deseos de emigrar. El Barómetro Árabe precisa que en Túnez siete de cada diez jóvenes de entre 18 y 29 años (71%) afirman querer abandonar el país; seguido del Líbano (58%), un país al borde del Estado fallido con la perspectiva cada vez más probable de una guerra abierta entre la milicia Hizbulá e Israel. Marruecos se sitúa en el tercer puesto, en mitad de un agosto marcado por la presión migratoria que sufre Ceuta, con cientos de llegadas a nado desde el país vecino. Por detrás se colocan Jordania (54%) y, ya con más distancia, Palestina (35%), Mauritania y Kuwait (27% en cada caso).
Cuando los datos se refieren a la población total, el 35% de los marroquíes admite estar considerando emigrar. Más de la mitad de estas personas (el 53%), en particular los jóvenes, están dispuestos a emigrar sin documentación oficial a través de la ruta migratoria que tiene su destino en las costas españolas. Es el porcentaje más alto entre las nacionalidades documentadas por el estudio. El Barómetro Árabe también recalca que el porcentaje de quienes quieren emigrar es muy similar al contabilizado en un estudio similar fechado en 2012, lo que indica la falta de progresos en el país de origen durante la última década.
Sin diferencias por nivel educativo y una brecha de género
La encuesta no detecta grandes diferencias respecto al nivel educativo. “Por lo general, las personas con un nivel educativo más alto tienden más a emigrar que sus compatriotas con un nivel educativo más bajo. Sin embargo, las diferencias de emigrar en función de la educación no son tan grandes como las diferencias de edad”, desliza. En Marruecos, queda representado por el 42% con estudios universitarios y superiores frente al 33% de estudios secundarios o inferiores. Más reseñable es el contraste por género, de 20 puntos entre hombres -más deseosos de emigrar- que las mujeres. “Solo en Marruecos los ingresos familiares desempeñan un papel importante. Cuatro de cada
diez de los que no pueden cubrir sus gastos dicen que quieren emigrar, frente al 29% de sus compatriotas más acomodados”, subraya el informe.
En el caso de Marruecos, las razones que se hallan tras este elevado porcentaje de personas que se plantean escapar del país está en el deterioro de la situación económica del país. A la crisis desatada por la pandemia del coronavirus le siguió el terremoto que hace un año afectó a empobrecidas zonas del Atlas y que golpeó uno de sus motores económicos, el turismo. No obstante, solo el 45% de los marroquíes con deseos de emigrar lo citan como motivo. “La diferencia es mayor en Marruecos donde las personas que luchan por llegar a fin de mes tienen el doble de probabilidades que sus compatriotas más acomodados de citar razones económicas para abandonar el reino (56%)”, apunta el estudio. El 18% dice tratar de dejar el país para continuar su educación.
España, entre los destinos preferidos
En cuanto a los destinos preferidos por quienes tienen pensado emigrar, los marroquíes sueñan con establecerse en Estados Unidos (26%), seguido de Europa Occidental y los países del Golfo Pérsico. Francia es mencionado como principal destino por el 23% de los marroquíes, seguido de cerca por España (22%), donde ya residen más de un millón de marroquíes. “Los marroquíes son los que más se inclinan por España e Italia (22% para cada uno). Italia es uno de los países preferidos para los tunecinos (20%)”, detecta el informe.
La diáspora marroquí, en su mayoría emigrantes económicos que desde hace décadas abandonan el país rumbo a Europa, supera los 4 millones de personas. La crisis sanitaria y la guerra en Ucrania también alimentaron el rápido incremento de la inflación, ahogando a las clases más humildes. En 2022 se situó en el 6,6% y el año pasado en el 6,1%. En la primera mitad de este año descendió hasta el 2,1% por el alivio de las presiones exteriores y el descenso del precio de los productos alimentarios. A pesar de la mejora de los indicadores, el déficit del país aumentará hasta el 1,7% por el incremento de las importaciones energéticas.
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