Por primera vez Mali es el país que aporta mayor migración africana a España. Es el epicentro de una crisis regional, motivada por los conflictos y por la crisis climática. Hay millones de desplazados en la región del Sahel. La situación es dramática: la población civil sufre ataques constantes, especialmente las mujeres y las niñas.

Los malienses huyen de una guerra que cada vez se expande más, y de sus consecuencias económicas, y llegan por la ruta canaria. Muchos de ellos se quedan en Mauritania, país con unos cinco millones de habitantes donde hay unos 200.000 refugiados malienses. La gran mayoría de los desplazados se quedan en la región.

Los malienses no son migrantes económicos como otros africanos, sino que suelen cumplir los requisitos para ser aceptados como refugiados. El 96% de los que llegan a España desde Mali consiguen la protección como refugiados. Pero la mayoría de quienes lo intenta no llega porque han de atravesar una zona de enorme violencia e inseguridad. A Mauritania ha llegado este martes el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en busca de convenios que faciliten que los migrantes se queden en África.

Es en África donde se queda la mayoría de los que huyen de Mali y de otros países. Entre julio de 2023 a julio de este año han aumentado un 25% los desplazamientos internos en el continente africano.

Para que los malienses y otros africanos se queden cerca de sus países de origen han de encontrar unas condiciones de vida mínimas. Pero cada vez hay menos fondos y la situación es más precaria. Eso les lleva a buscar una salida hacia el Mediterráneo o por la ruta canaria. Como la mediterránea es cada vez más compleja, sobre todo desde que la primer ministra italiana, Giorgia Meloni, pacta con Túnez para que se ocupe del problema, son cada vez los malienses que llegan a España por la ruta canaria.

Sequías y rebeliones desde los años 60

Mali es uno de los países más extensos del continente: su superficie equivale a dos veces y media la de España. Con 22 millones de habitantes, su densidad de población es de las más bajas del mundo. Durante siglos, su ciudad septentrional, Tombuctú, fue un punto clave del comercio regional y un centro de cultura islámica.

Tras independizarse de Francia en 1960, Mali sufrió sequías, rebeliones y 23 años de dictadura militar hasta las elecciones democráticas de 1992.

Desde 2012, las insurgencias tanto en el norte como en el centro del país se han intensificado. Tras dos golpes de Estado en 2020 y 2021, que derrocaron al gobierno civil, la antigua potencia colonial Francia retiró sus tropas. Mali ha reforzado sus vínculos con Moscú, con mercenarios del grupo Wagner desplegados en el país.

'Efecto expulsión'

"No hay un efecto llamada sino que al analizar lo que pasa en estos países hay un efecto expulsión. Hay fuerzas demográficas, sociales, políticas, económicas, que son muy poderosas", explica Jesús Manuel Pérez Triana, fundador de OsintSahel.

El efecto expulsión en Mali tiene varias explicaciones. Es uno de los países más pobres del Sahel. El PIB per capita fue de 855 euros en 2023, es decir, ocupa el puesto 173 del ranking de 196 países. En el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas los malienses están al final de la tablea. Ocupa el puesto 186 de 196.

A ello se suma la violencia de la insurgencia yihadista, tanto ramas de Al Qaeda como de Estado Islámico, que provoca matanzas. El cambio climático también ha hecho estragos en la región al reducirse la superficie del lago Chad.

En el plano geopolítico, la Alianza de Estados del Sahel, formada por las juntas militares de Mali, Burkina Fasso y Mali, respaldada por Rusia, ilustra la ruptura con Francia y otros países occidentales de estos países. Rusia está ocupando el lugar de Francia en el caso de Mali.

La retirada de la MINUSMA se produjo un año después de que Francia anunciara el fin de la operación Barkhane, en noviembre de 2022, que tenía el objetivo de luchar contra las insurgencias yihadistas. Meses antes la Unión Europea concluyó su misión de adiestramiento en Mali tras 11 años de mandato. Este vacío lo está ocupando Rusia.

Primero era el Grupo Wagner, creado por Evgueni Prigozhin. Tras la muerte de Prigozhin, Wagner opera en Mali y otros países del Sahel bajo el nombre de Africa Corps, ligado al Ministerio de Defensa ruso. Ofrecen seguridad a cambio de acceso a su oro, litio, uranio y madera.

La presencia de mercenarios rusos en Mali está vinculada a violaciones de derechos humanos. La peor masacre que se recuerda es la de Moura, cuadno fueron ejecutadas 500 personas durante cinco días en la localidad de Moura, en el centro de Mali. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU acusó al ejército de Mali y "combatientes extranjeros" de perpetrar estos crímenes.

Los combatientes rusos luchan con el Ejército de Mali en el norte de la provincia de Kidal, cerca de la frontera con Argelia, contra los rebeldes del Marco Estratégico Permanente para la Defensa del Pueblo Azawadiano (CSP-DPA), fuerza de mayoría tuareg. Hubo una debacle de las fuerzas gubernamentales a finales del pasado mes de julio.

La región de Kidal, en la frontera con Argelia, está ahora en disputa. Es un bastión histórico de los movimientos separatistas y rebeldes islamistas

El conflicto entre el Gobierno de Mali, dirigido desde mediados de 2021 por una junta militar tras un golpe de Estado, y los tuareg tiene sus raíces en la descolonización del país. Este grupo de población nómada se ha alzado en varias ocasiones para lograr la independencia de Azawad, en el norte.

¿Es posible contener el efecto expulsión?

Según Pérez Triana, es muy difícil evitar que la población de países como Mali busque como sea salir del infierno en el que viven. "En primer lugar, las relaciones de la Unión Europea y la Alianza de Estados del Sahel son muy malas. El estado de violencia es descomunal. No lo pudieron parar los franceses ni las Juntas militares apoyadas por Rusia. Y hay que sumar la crisis climática", señala Pérez Triana, quien incide en que el mayor número de desplazados es interno, en África.

"Lo único que ha funcionado hasta ahora es empujar el problema en dirección a otro país. Italia endurece políticas migratorias y llega a acuerdos con Túnez lo que hace es crear un incentivo para que esos flujos vengan a España pero eso no es una solución. Nadie tiene la fórmula", añade el fundador de OsintSahel.

Son estrategias para mitigar la migración con más o menos éxito, pero no hay soluciones mágicas. Y siempre hay que tener en cuenta que Rusia está en el tablero: al Kremlin le interesa utilizar la migración como elemento perturbador.