La V República agoniza. O camina como un zombi. El golpe de gracia se lo dio Emmanuel Macron al aprobar la reforma de las pensiones por decreto en la primavera de 2023. Este verano ha dado sus últimos estertores después de una convocatoria electoral exprés, tras la victoria en las europeas de Agrupación Nacional, que desembocó en una Asamblea Nacional cuya principal fuerza es la amalgama que forma el llamado Nuevo Frente Popular, de izquierdas.

El presidente, con sus extraordinarios poderes, intenta frenar el avance del populismo de derechas y a las fuerzas de izquierda, pero al hacerlo no hace más que mostrar que el sistema se ha quedado obsoleto. Ya no garantiza la estabilidad, que es para lo que fue concebido por el general De Gaulle.

Todo el poder del presidente, el mayor de una democracia occidental, no sirve en una situación excepcional como la actual, en la que ninguna fuerza tiene la mayoría, y sí que genera mayorías de bloqueo. No hay cultura de coalición en Francia y en este momento solo saldría adelante un gobierno consensuada a varias bandas.

La alianza de izquierdas, el Nuevo Frente Popular, considera que tiene derecho a proponer un primer ministro, dado que fue la fuerza con más diputados. Esta alianza de socialistas, comunistas, melenchonistas, y ecologistas, logró contra pronóstico 193 escaños de los 577 de la Asamblea Nacional. El bloque presidencial consiguió 166. Y Agrupación Nacional, liderado por Marine Le Pen, 126. En porcentaje de voto fue la fuerza con más apoyo: un 37%.

La Constitución no estipula que el primer ministro proceda de la fuerza más votada, aunque ha sido la tradición. Se han dado casos de cohabitación de socialistas y conservadores, pero nunca había tenido opción de gobernar una coalición antisistema.

Rechazo a Lucie Castets

Macron defiende que, como no hay ninguna coalición o partido con mayoría, ha de formarse una alianza de partidos de centro, de derecha y de izquierda moderada. En nombre de la "estabilidad institucional" ha vetado a Lucie Castets, la candidata propuesta por el Nuevo Frente Popular.

Los melenchonistas han acusado a Macron de "deriva autoritaria" y han convocado una movilización el 7 de septiembre. Mélenchon amenaza con iniciar un proceso de destitución del presidente, pero es complejo y no cuenta con apoyos suficientes.

El presidente argumenta que la primera ministra del Nuevo Frente Popular iba a ser objeto de una moción de censura ipso facto. Además, quiere proteger su legado: los melechonistas echarían por tierra la reforma de las pensiones, que eleva la edad de jubilación a los 64 años, y subirían el salario mínimo.

Pero no solo es su legado. El programa melenchonista llevaría al país a gravísimos problemas financieros. Un estudio de la aseguradora Allianz muestra que en 2025 la deuda francesa pasaría del 111% al 115% del PIB y el déficit presupuestario se dispararía hasta el 6% del PIB.

Los analistas advierten de que esto podría causar la suficiente ansiedad entre los inversores y un aumento del rendimiento de los bonos franceses como para que la República se viera amenazada por una crisis de las finanzas públicas. A su vez, subir los impuestos en 92.000 millones de euros al año en un país que, incluso sin esto, recauda proporcionalmente el mayor gravamen fiscal de la Unión, provocaría una ralentización del crecimiento económico hasta el 1% ya el año que viene. 

El líder de Agrupación Nacional, Jordan Bardella, reclama que se convoque una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional. "Francia navega sin gobierno desde hace 40 días. Hemos de debatir una ley de rearme del Estado que proteja a los franceses", ha escrito Bardella en su cuenta de X.

El dilema de los socialistas

Los socialistas deshojan la margarita. Se debaten entre secundar a los melenchonistas o escuchar a Macron por ver si se pueden pactar políticas. La estrella ascendente de los socialistas, Raphaël Glucksmann, quien logró que el partido quedara tercero en las europeas, criticaba a Macron por plantear la cuestión de la elección de primer ministro como si fuera un casting. "Habría que fijar prioridades y entablar un debate con los demás grupos", ha dicho Glucksmann.

El ex presidente François Hollande, que obtuvo un escaño de diputado por el departamento de Corrèze, acusó a Macron de violar el espíritu de la Constitución. "Es el Parlamento el que debe decidir si Castets tiene mayoría y no el presidente", dijo.

Es difícil prever cuál será la salida a este bloqueo político actual. Antes de fin de año no puede convocar elecciones de nuevo. Como máximo en octubre ha de aprobarse el nuevo presupuesto.

El problema es que en esta V República la Asamblea Nacional pierde en el pulso con el presidente. A ello se suma que no hay mayoría ni cultura de consenso. Y otro escollo fundamental: el presidente es más que un pato cojo es un pato paralítico. Macron no puede volver a presentarse en 2027. Pero cualquiera que se acerque a él en estos momentos, cuando su popularidad apenas llega al 27%, puede quedar tocado de cara a esa contienda electoral. Glucskmann podría ser una buena opción como primer ministro pero arriesgaría mucho a futuro.

En estas circunstancias, Marine Le Pen es la gran ganadora entre bambalinas. Logró que su partido ganara las europeas, consiguió que en las legislativas tuvieran un 37% de los votos, un éxito histórico, aunque no logró el mayor número de diputados por el sistema a dos vueltas. El caos actual beneficia sus intereses: sus opciones de cara a 2027 son cada vez más sólidas. Si Macron llega a 2027 y si no hay legislativas antes.