Mientras que en España las cifras crecen sin control, en Italia, en un año, el gobierno de Giorgia Meloni ha logrado que el número de inmigrantes irregulares que llegan a las costas del país provenientes de África descienda significativamente. Los datos de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) revelan que en los siete primeros meses de 2024 las llegadas a través de la ruta del Mediterráneo Central se han reducido un 64% respecto de ese mismo periodo en 2023, mientras que en la Africana Occidental, la bautizada como Canaria, han aumentado un 154%. En cifras, la del Mediterráneo Central sigue registrando mayores números: más de 32.239 migrantes en lo que va de año frente a las 21.620 personas que han arribado al archipiélago canario.

La migratoria ha sido una política que ha dominado durante los últimos años la convulsa escena italiana y su discurso duro hacia ella, una de las claves del fulgurante ascenso de la actual primera ministra Giorgia Meloni. "Meloni está entre la espada y la pared: la espada de una izquierda que, de manera correcta, defiende la llegada de migrantes pero sin elaborar políticas; y una derecha dura que está en su gobierno, en sus aliados de Lombardía pero también en su círculo íntimo, que no simpatiza en absoluto con la inmigración irregular", señala a El Independiente Karim Mezran, director de la Iniciativa para el Norte de África del Atlantic Council. "Al menos Meloni está intentando hacer algo. No es tan tan simple como cerrar las fronteras y bombardear barcos, como durante la campaña electoral dijeron algunos de su partido y sus aliados. Está demostrando madurez. Se esfuerza por encontrar una solución", agrega el analista.

Meloni está intentando hacer algo. No es tan tan simple como cerrar fronteras y bombardear barcos, como durante la campaña electoral dijeron algunos de su partido y sus aliados

Karim Mezran, director de la Iniciativa para el Norte de África del Atlantic Council

El Plan Mattei y la promesa de invertir en África

Al contrario de lo que se ha publicado en la prensa durante los últimos días, el descenso migratorio en las costas italianas no se ha producido como consecuencia del Plan Mattei del ejecutivo italiano, anunciado el pasado enero y que está aún pendiente de desarrollar. La estrategia -que lleva el nombre de Enrico Mattei, el político democristiano italiano que en la década de 1950 fundó la petrolera estatal Eni- consiste, en líneas generales, en un inversión inicial de 5.500 millones de euros para mejorar infraestructuras en África que, a largo plazo, acaben proporcionando a los habitantes del continente los recursos que buscan cuando huyen de allí.

"Nunca detendremos la inmigración ilegal en masa ni derrotaremos a los traficantes de seres humanos sin afrontar las causas que empujan a una persona a abandonar su casa", afirmó Meloni en Roma durante la Cumbre Italia-África donde se presentó el plan. La estrategia está formada por seis pilares -agricultura, agua, sanidad, energía, infraestructuras físicas y digitales, formación y educación- pero se halla en fase muy embrionaria. Arranca con nueve proyectos piloto en Argelia, República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Costa de Marfil, Kenia, Marruecos, Mozambique y Túnez.

"No es un secreto que frenar las llegadas de inmigrantes de África a Italia a través del Mediterráneo es uno de los macro objetivos del Plan, que responde al enfoque clave de Italia sobre la migración como parte de su política exterior. Sin embargo, en los últimos meses, dentro de su desarrollo, el Gobierno italiano ha insistido menos de lo esperado en la migración. La gestión de los flujos migratorios se menciona como prioridad en la ley sobre el Plan Mattei, pero no es uno de sus pilares", advierte a este diario Lorena Stella Martini, asesora de Política Exterior del think tank ECCO.

"El plan se presenta como una oportunidad para ofrecer a la población africana una alternativa a la emigración hacia Europa. Los proyectos deberían, al menos en perspectiva, estimular el crecimiento económico y crear oportunidades en los países de intervención para evitar que la gente emigre. Hasta ahora, la envergadura de los proyectos anunciados en el marco del plan no parece sugerir que esto sea posible. Pero incluso si lo fuera, sigue existiendo un problema importante: en términos generales, un mayor crecimiento económico a corto y medio plazo conduce a un aumento de los movimientos migratorios, y no al contrario", apostilla.

El presidente tunecino Kais Saied con Mark Rutte, Ursula von der Leyen y Giorgia Meloni en Túnez. | EP

El plan se presenta como una oportunidad para ofrecer a la población africana una alternativa a la emigración hacia Europa

Lorena Stella Martini, asesora de Política Exterior del think tank ECCO

Al escepticismo de los analistas por los resultados de un plan que debe aún echar a andar se unen las sombras que sobre la política migratoria de Meloni, en el cargo desde octubre de 2022, proyectan ONGs que trabajan en el rescate de migrantes en el Mediterráneo Central. Fuentes de Médicos Sin Fronteras (MSF) consultadas por este diario inciden en que los cambios en el mar y en la cantidad de personas que trataban de llegar a Italia comenzaron a percibirse a finales del verano pasado, antes del anuncio del Plan Mattei y tras el pacto que Ursula Von der Leyen rubricó en Túnez, el 16 de julio de 2023, con el presidente del país, Kais Saied.

Túnez como nuevo gendarme de la UE tras el ensayo turco

En aquella ceremonia la presidenta de la Comisión Europea estuvo acompañada por la propia Meloni y el entonces primer ministro holandés Mark Rutte. A imagen del alcanzado por la UE con Turquía en 2016, en plena crisis migratoria provocada por la guerra civil en Siria, el nuevo pacto arranca el compromiso de Túnez de proteger mejor sus fronteras y bloquear las salidas a cambio de recibir inversiones económicas de los Veintisiete. La misma fórmula que convirtió a Ankara en gendarme de las fronteras europeas o que hace de Marruecos o Egipto otros socios preferentes: Cuanto más dinero, más control. Fue a partir de la rúbrica con el presidente tunecino -cuestionado internacionalmente por su deriva autocrática en la cuna de la Primavera Árabe, la última esperanza de democratización en el norte de África- cuando comenzó a descender el número de personas que se echaban al mar, admiten desde MSF.

"Lo que vemos es consecuencia de los acuerdos de la UE y Túnez. El plan Mattei ha sido una continuación. Antes, las dos terceras partes de las personas salían de allí, pero ahora está cortado porque han reforzado los controles". Según indican estas mismas fuentes, los migrantes que ahora interceptan las autoridades tunecinas están siendo deportados ilegalmente a Argelia y Libia, donde sufren tratos degradantes. La patria de Muamar Gadafi es un punto negro de la ruta, donde los migrantes son víctimas de las redes de trata de seres humanos que han crecido desde el ocaso del régimen libio al calor del caos y la lucha fratricida de las milicias, los líderes tribales y las facciones de un país partido en dos, con un Estado fallido que cuenta con sendos Gobiernos y Parlamentos. Hasta ahora, la mediación internacional para resolver el conflicto no ha dado sus frutos.

El resultado de la ecuación adoptada ahonda las críticas de las organizaciones de derechos humanos que alertan de la progresiva "externalización de las fronteras" de la UE, entregando la tarea del control migratorio a gobiernos y cuerpos policiales con un largo historial de violaciones de derechos humanos. "El refuerzo de la cooperación con determinados países africanos, que pueden ser tanto países de origen como de tránsito de los migrantes que desean venir a Europa, a través del Plan Mattei podría abrir la puerta a una cooperación bilateral adicional en materia de migración con esos mismos países. Una fuente de preocupación es que dicha cooperación pueda basarse una vez más en la externalización de las fronteras de Italia y Europa en lugar de tener en cuenta la necesidad de multiplicar las vías legales de migración también como forma de prevenir las travesías ilegales y peligrosas que a menudo acaban en tragedias", subraya Martini.

La receta de Meloni se ha abierto paso en Bruselas, con un efecto inmediato: el endurecimiento por contagio de las políticas migratorias comunitarias. El nuevo Pacto de Migración y Asilo aprobado por los Veintisiete recoge las exigencias de la primera ministra italiana. El pasado octubre, en la Cumbre de la Alhambra, Meloni logró incluir el asunto migratorio en la Comunidad Política Europea. "La posición italiana ha prevalecido”, festejó desde Granada tras aprobarse el Reglamento de Crisis, el último fleco del pacto con los votos en contra de Polonia y Hungría y la abstención de Austria, República Checa y Eslovaquia. El reglamento es la normativa que se aplica en caso de situaciones de crisis o fuerza mayor, como el de las llegadas masivas de migrantes.

La última versión del texto eliminó una referencia a las misiones de rescate a cargo de las ONGs, que era una demanda de Alemania. Su eliminación fue una concesión para lograr el respaldo de Roma, que también consiguió endurecer el lenguaje sobre las ONG en el resto del documento. La ultraderechista insistió desde Granada que la propuesta italiana pasaba por “detener los flujos ilegales". "Es la única manera de que todos estén de acuerdo en la UE", esbozó tras mostrarse reacia a que el debate girara en torno a “redistribuir” a los migrantes entre los Estados miembro.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen.

"Círculo de violencia sistemático"

Los problemas en el Mediterráneo, convertido en cementerio de miles de vidas que buscan un porvenir lejos de lugares de origen arrasados por la violencia o el cambio climático, no han cesado. La búsqueda de socios en el norte de África y la promesa de inversiones en el continente, tanto en países de tránsito como de origen, ha estado acompañado de mano dura. Las autoridades italianas siguen poniendo enormes trabas para que los barcos de las ONG realicen su trabajo y evitan así que las personas lleguen a suelo europeo. El buque de búsqueda y rescate operado por MSF, Geo Barents, permanece detenido por haber violado, presuntamente, las normas de seguridad marítima al rescatar a unas personas que se encontraban en el agua tras saltar del barco.

Según explica a este periódico un trabajador de la embarcación, les retuvieron supuestamente por no obedecer las instrucciones de la Guardia Costera libia: "Seguimos las indicaciones de los libios, pero una vez que las personas comenzaron a tirarse al agua cuando vieron a la guardia costera, les rescatamos". Los inmigrantes prefieren arrojarse al agua antes que ser capturados por las autoridades libias. "Se nos acusa de haber puesto en peligro sus vidas. Es un círculo de violencia sistemático", indica. Italia se apoya en el decreto Piantedosi, un decreto-ley en vigor desde enero de 2023 que está diseñado para obstaculizar las actividades de búsqueda y rescate de las ONGs en el mar.

Las autoridades italianas siguen poniendo enormes trabas para que los barcos de las ONG realicen su trabajo y así evitar que las personas lleguen al país

"El escenario que ve a los migrantes como invasores y a quienes les apoyan como delincuentes ha permitido a lo largo de los años la aprobación de leyes que dificultan las prácticas de salvamento marítimo", recuerda Oscar Camps, director y fundador de la española Open Arms, otra de las organizaciones maltratadas por las autoridades italianas, en un tribuna de opinión publicada este sábado en este diario. "Entre ellas, la ley 77/2019 (convertida por el decreto de seguridad bis de 53/2019) y la más reciente ley Piantedosi, 15/2023. La primera introdujo la prohibición de 'entrar, transitar o hacer escala en aguas territoriales italianas' salvo en caso de autorización de los ministerios de Interior, Defensa y Transportes, con sanción al capitán del buque del pago de una suma de entre 150.000 y 1.000.000 de euros. La segunda, además de confirmar lo ya previsto, estipula que se sancionará a los buques que operen al margen de la coordinación de las autoridades competentes. En virtud de ello, en el último año, la mayoría de los buques humanitarios han sido detenidos y multados", recalca.

En un escenario paralelo al que ha emprendido esta semana Pedro Sánchez con su viaje a Mauritania, Gambia y Senegal, Meloni se ha propuesto estrechar relaciones con África. "Estos lazos más profundos podrían aprovecharse positivamente en otros foros como el llamado 'proceso de Roma' engendrado por la conferencia internacional sobre migración y desarrollo organizada por Italia y Túnez en julio de 2023", apunta Martini. "La conferencia dio lugar a la creación de una plataforma de cooperación para que los países del sur de Europa, África, Oriente Medio y el Golfo Pérsico trabajen juntos sobre los factores políticos, socioeconómicos y climáticos que impulsan la migración. Este enfoque holístico, tanto desde el punto de vista de los actores implicados como de las dimensiones consideradas, es sin duda un buen paso adelante que debe cultivarse", apunta Martini. Para Mezran, más allá de las promesas de Meloni y su severidad en el mar subyace una obviedad: "La inmigración es un asunto demasiado grande para el plan Mattei y para un solo gobierno". "Por desgracia, no existe mucha cohesión ni muchas políticas coherentes para hallar una solución a la migración a nivel europeo. Así que en el caso de Meloni, las luces y las sombras siguen siendo tenues; siguen estando ahí", concluye.