Como si de una película de guion poco creíble se tratase, este miércoles explotaron cientos de buscas que llevaban miembros de Hizbulá en el Líbano, matando a nueve personas e hiriendo a más de 2.700. Los vídeos del suceso muestran varias tiendas en las que dichos dispositivos móviles estallan, tumbando a personas que compraban, y calles llenas de ensangrentados con heridas abiertas. Según el departamento de Sanidad del Gobierno libanés, al menos hay 200 heridos graves.
Los buscas o dispositivos inalámbricos de comunicación afectados procedían de un cargamento que el grupo había recibido hacía días, según ha explicado un portavoz de Hizbulá a la agencia Associated Press, pero lo que todavía no está claro es cómo alguien pudo detonarlos a distancia. La hipótesis más frecuente entre los expertos consultados este martes apuntaban a que los artefactos probablemente fueron manipulados antes de ser entregados en el Líbano, pero no descartaban un ataque informático sin precedentes que haya podido conseguir, a través de señales de satélite, recalentar las baterías hasta hacerlas arder.
Cuando se terminó de redactar este artículo, Israel no había reivindicado ni se había pronunciado de forma alguna sobre el atentado -algo habitual en el país-, pero tanto el Líbano como Hizbulá y la comunidad internacional asumían que el Gobierno de Benjamín Netanyahu estaba detrás del ataque. El grupo armado chií, respaldado por Irán, está en guerra con Israel desde octubre del año pasado, cuando empezó la última etapa de la guerra de Gaza. La milicia disparó misiles contra Israel justo después del ataque de Hamás del 7 de octubre, y desde entonces ambas partes se han estado atacando constantemente. Por otro lado, Netanyahu sí ha dejado claro que su cuarto objetivo bélico en la guerra de Gaza es recuperar a los miles de desplazados israelíes de frontera con Líbano, donde vivían hasta hace un año.
Con todo, nunca se había producido un atentado de estas características, lo que hace a los expertos prever un recrudecimiento del conflicto que sin duda alejará la posibilidad de un alto el fuego en Gaza y también de recuperar a los más de cien rehenes israelíes aún en manos de Hamás. En el ataque han resultado heridos miembros de Hizbulá, pero también hijos de altos cargos del grupo armado y muchos civiles, que colapsaron los hospitales de distintos puntos del Líbano, especialmente en feudos de la milicia, pero también de Damasco (Siria), donde otras 14 personas han resultado heridas, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
"Que una batería de litio eche a arder es una cosa, pero nunca he visto a ninguna que explote así. Parece que tenían una pequeña carga explosiva", ha dicho Alex Plitsas, experto en armas del centro de estudios Atlantic Council, en conversación con Al Jazeera. Por eso, parece que lo más probable es que Israel supiese que Hizbulá iba a recibir un envío de estos dispositivos menos tecnológicos que reciben y muestran mensajes y consiguiese interferirlos, cambiarlos o alterarlos antes de que los entregaran.
Hace unos meses el grupo ordenó que sus miembros dejasen de usar teléfonos móviles porque la inteligencia israelí podría rastrearlos, y precisamente un portavoz del mismo ha dicho a la agencia de noticias Associated Press que muchos de los aparatos que han explotado eran de un nuevo pedido de dispositivos más modernos que habían recibido en los últimos días.
Sin embargo, Hamze Attar, investigador de temas de defensa entrevistado también por Al Jazeera valora al menos tres posibilidades: que los dispositivos fuesen interceptados y manipulados; que hubiese algún fallo de fabricación o que los microprocesadores se hayan conseguido sobrecargar a distancia, consiguiendo así explotar las baterías en lo que Hizbulá considera su "mayor brecha de seguridad" desde que empezó el conflicto con Israel. En el último año, el grupo ha perdido más de 400 efectivos en ataques Israel.
De esa última opinión es Rich Outzen, otro investigador de Atlantic Council. "Puede haberse hecho a través de la inserción de un virus informático en remoto. No es imposible que tuvieran algún tipo de código dentro para sobrecalentar las baterías sin meterles explosivos", valora, aunque también contempla que los dispositivos hayan sido alterados durante su proceso de fabricación o exportación para instalarles los explosivos. En esa línea también se ha posicionado el exmilitar del ejército británico y experto en armas químicas Hamish de Bretton-Gordon, quien cree que es más probable que hayan sido manipulados "para que puedan ser explotados a distancia".
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