La operación que se ha llevado a cabo este martes contra milicianos de Hizbulá llama la atención por su espectacularidad. Simultáneamente han explotado los buscas de miles de miembros de la organización proiraní que desde hace casi un año ha intensificado su enfrentamiento con Israel. Miles han resultado heridos en el Líbano. Hizbulá ha atribuido el ataque a Israel y ha prometido venganza. Este último órdago de Benjamin Netanyahu en el Líbano es de alto riesgo. ¿Quiere provocar una guerra abierta con Hizbulá y arrastrar a Joe Biden cuando apenas faltan 50 días para las elecciones en EEUU? ¿Está convencido de que Irán, como ha pasado en otras ocasiones, no va a responder por temor precisamente a que EEUU apoye a Israel?

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lleva tiempo con ganas de escalar en el Líbano. En principio parece una acción arriesgada, ya que desde hace casi un año el Ejército israelí lleva a cabo una operación militar en Gaza, contra Hamás, en represalia por el ataque del 7 de octubre, el más grave registrado en territorio israelí.

No parece recomendable abrir otro frente, pero Netanyahu siempre actúa fuera de la lógica. Hizbulá está financiado por Irán, y si el gobierno de Teherán se implicara en una respuesta a Israel, se desataría la caja de los truenos. Está claro que Netanyahu confía en que Irán no dé el paso y cuenta con que Hizbulá está en su peor momento. Olvida que Hizbulá cuenta con mayor capacidad militar que Hamás y aún Israel no ha logrado todos sus objetivos en Gaza.

En las primeras horas del martes, el primer ministro israelí mantuvo una extensa reunión con el responsable del Mossad, David Barnea. En este encuentro le habría informado de la operación en curso. Los dirigentes de Hizbulá advirtieron hace un par de meses del riesgo del uso de móviles. Consideraban que los dispositivos eran muy vulnerables, fáciles de interceptar. Lo que no imaginaron es que los buscas con los que los reemplazaron llevaban explosivos preparados para estallar.

La brecha de seguridad deja a Hizbulá en una posición muy vulnerable. Unas 3.000 personas han resultado heridas, y hay más de 200 en condición crítica. En los hospitales se atendía a gente con amputaciones. El hijo de un diputado de Hizbulá, Ali Ammar, está entre los fallecidos. También resultó herido el embajador iraní en Beirut. Quien se ha librado ha sido el líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, según ha informado Reuters.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, ha dicho que este ataque supone "una seria violación de nuestra soberanía". Desde la ONU se subraya que los acontecimientos en el Líbano son "especialmente preocupantes", ya que se dan e un contexto "extremadamente volátil".

Tambores de guerra

El temor es que esto sea el prefacio de una guerra total contra los milicianos de Hizbulá. La reunión que ha mantenido el jefe del Estado Mayor israelí, el teniente general Herzi Halevi, con otros responsables militares apunta en este sentido. Los militares han hablado de "operaciones defensivas y ofensivas en todos los frentes", según un comunicado. Hay indicios de que Netanyahu ha calibrado que es ahora o ya en primavera de 2025. El factor invierno influye, como el hecho de haber frenado los últimos intentos de ataques de Hizbulá. El riesgo es que haya numerosas bajas israelíes.

Netanyahu lleva desde el 7 de octubre, cuando terroristas de Hamás penetraron en Israel y sembraron el pánico y la muerte por doquier, en una huida hacia delante. Lejos de reconocer sus errores, el primer ministro israelí, que si pierde su inmunidad se enfrenta a penas de cárcel por varias causas judiciales, se ha aferrado a la operación contra Hamás en Gaza para garantizar su supervivencia política. Con ese fin se ha aliado con los más diputados más extremistas y ha apoyado una operación de tierra quemada en Gaza que se ha cobrado la vida de miles de inocentes.

Netanyahu contado con la alianza de la Administración Biden, que ha criticado con la boca pequeña los ataques sufridos por la población civil en la Franja. A pesar de que Netanyahu ha logrado todo lo que quería de Biden, que ha tenido que hacer frente a las críticas de los demócratas más a la izquierda, el primer ministro israelí recelaba del actual presidente, y de la candidata, la vicepresidenta, Kamala Harris. Netanyahu cree que si Trump vuelve a la Casa Blanca sus posibilidades de supervivencia se incrementan. Trump promovió, a instancias de su yerno Jared Kushner, los Acuerdos de Abraham, y apoyó el cambio de la capital a Jerusalén. Netanyahu cree que Trump le apoyará de forma incondicional, y teme que Harris acabe dándole la espalda.

Thomas L. Friedman escribía hace escasos días en The New York Times: "Señora vicepresidenta, no lo dude, Netanyahu hará cosas en los dos próximos meses que podrían dañar seriamente sus posibilidades frente a Donald Trump". La guerra abierta en el Líbano parece inminente.