Mohamed Awada no podía creer lo que vio en apenas unos segundos. Escuchó el bip bip del busca de un hombre que conducía a su lado, luego el silencio, y de repente un ruido ensordecedor. Miró a su alrededor y cómo la mano del conductor vecino se despegaba del brazo y salía volando. Su hijo empezó a gritar de tal manera que Mohamed creía que él también estaba herido. A las 15.30 del martes 17 de septiembre para Mohamed y su hijo todo cambió. Percibieron como nunca antes que eran vulnerables.

Esa misma sensación tuvo la familia de Fatima Abdullah, quien había vuelto de su primer día de colegio en Saraain, en el Valle de la Bekaa, tras el descanso vacacional. La niña, de nueve años, escuchó sonar el busca de su padre y quiso acercárselo. Es una de las menores que murieron en la operación que se atribuye al Mossad, si bien Israel, como suele ser habitual, no la ha reivindicado. La escena se repitió en mercados, calles, casas particulares... Suena el mensáfono, y el dueño o alguien cercano lo contesta sin saber que todo saltaría por los aires.

Al menos 12 personas murieron y más de 2.200 resultaron heridas, entre ellos el embajador iraní en Beirut. Muchas de las víctimas en la capital libanesa se encontraban en el barrio de Dahiye, el bastión de Hizbulá. Los heridos presentan daños serios en los ojos, manos, otros en un costado porque llevaban el dispositivo en una riñonera. Hay miles de mutilados por sus buscas. Hay que tener en cuenta que Hizbulá ha penetrado en la sociedad libanesa y es también un partido con representación parlamentaria.

Su deseo de venganza será feroz, pero a partir de ahora vivirán paranoicos pensando que cualquier dispositivo a su alcance puede ser una bomba. Para intensificar la sensación de inseguridad al día siguientes fueron los walkie talkies los que explotaron, algunos en pleno funeral por las víctimas de la víspera. Entonces murieron 25 personas y más de 600 resultaron heridas, la mayoría en el estómago o en las manos. Después del asesinato de su número dos, Fuad Shukr, en Dahiye, el bastión de Hizbulá, estas dos oleadas de explosiones dejan noqueada a la milicia, que cuenta con unos 50.000 combatientes.

"Hemos sufrido una masacre. Se han cruzado todas las líneas rojas. Es una declaración de guerra contra el pueblo libanés", ha dicho Hasan Nasralá en su alocución el jueves. Habrá venganza, anunció, pero no puso fecha.

Como el caballo de Troya

Una investigación de The New York Times ha logrado que 12 funcionarios de la Inteligencia israelí, en activo y retirados, suscriban la autoría de Israel. Aseguran que se trata de una operación compleja concebida hace tiempo. Tenía tantas fases que las posibilidades de fracaso era altísimas. El diario estadounidense evoca al caballo de Troya para referirse a cómo Israel logró infiltrar ya no un agente, sino un ejército de buscas explosivos, y también walkie talkies, entre los que trabajan con Hizbulá.

El objetivo eran los milicianos de Hizbulá, a los que la dirigencia proiraní repartió unos buscas explosivos hace unos meses. Pero Hizbulá está muy enraizada en la sociedad y sus redes van más allá de los milicianos. De ahí que no solo hayan sido víctimas los milicianos. Y luego hay daños colaterales, como en toda guerra.

"Este golpe representa una escalada sin precedentes en la guerra entre Israel y Hizbulá, y con Irán. Constata la superioridad de la Inteligencia israelí y que se trata de una guerra asimétrica. Demuestra a Hizbulá y a Irán, y a la región, que en lo que se refiere a la Inteligencia, son superiores. Incluso Hasan Nasralá lo reconoció en su discurso, algo extraordinario e insólito", señala a El Independiente Kawa Hassan, investigador del Stimson Center.

El precedente de Ayyash y su Motorola

La operación desde el punto de vista técnico es magistral, algo nunca antes visto. Son decenas de piezas las que se ponen en funcionamiento y todos han de encajar como un reloj. Hay quienes han evocado el asesinato de Yahia Ayyash, el principal fabricante de bombas de Hizbulá, en enero de 1996, excelentemente narrado por el periodista Roger Bergman en su libro Rise and Kill First.

El Shin Bet se aproximó al círculo más estrecho de Ayyash, en concreto a un amigo suyo, con el que tenía total confianza. Solía quedarse a veces a dormir en su casa. Un tío del amigo, llamado Kamal Hamad, ya había colaborado con el Shin Bet, que conocía su talón de Aquiles. Le ofrecieron una buena suma de dinero y papeles para salir del país junto a su familia si le hacía llegar a Ayyash un celular, un Motorola Alpha. A Kamal le dijeron que solo querían tenerle vigilado con un transmisor. "Los negociadores del Shin Bet mentían. En lugar de un transmisor, el teléfono contenía una carga de 50 gramos de explosivo con un detonador que se accionaba a distancia". Así fue y el Shin Bet se apuntó un golpe extraordinario.

"Me preguntáis dónde está el espía. Está en vuestras manos. En las manos de vuestras esposas. Los móviles son los espías. Enterradlos"

HASAN NASRALÁ, LÍDER DE HIZBULÁ

Una logística complicada por varios países

En el caso de los buscas explosivos, la operación es mucho más compleja en lo que se refiere a logística. Israel consiguió fabricarlos a través de empresas pantalla y se los ofreció a Hizbulá, que cayó en la trampa. Es decir, Israel cobró por esos dispositivos que luego se convertirían en sus brazos ejecutores contra los milicianos de Hizbulá y todo su entorno. Tan diabólico como espectacular.

En realidad, se da la paradoja de que Hizbulá cae en la trampa de los buscas por la paranoia de su líder, Hasan Nasralá, respecto a la superioridad tecnológica de Israel. Nasralá temía que Israel accediera a información comprometedora sobre su milicia gracias al uso de los móviles, de modo que ordenó que se deshicieran de ellos. "Me preguntáis dónde está el espía. Os digo que están en vuestras manos, en las manos de vuestras esposas y de vuestros hijos. Los móviles son los espías. Enterradlos. Metedlos en una caja de hierro y cerradla", dijo en una alocución en febrero pasado.

De esta forma Hizbulá procedió a reemplazar los dispositivos móviles por otra forma más primitiva de telecomunicación, los llamados buscas o mensáfonos, que no se pueden hackear. Israel puso en marcha entonces su maquinaria para que Hizbulá optara por una partida de buscas que llevaban pequeñas cantidades de explosivo incorporado.

El busca Gold Apollo AR-924 adquirido por Hizbulá es de patente taiwanesa. Lo fabrica originalmente la empresa Gold Apollo, pero la firma de Taiwán asegura que la compra se realizó a través de BAC Consulting, basada en Hungría, una compañía a la que había autorizado reproducir los buscas. Desde el verano de 2022 empiezan a distribuirse estos buscas en el Líbano pero se incrementa su producción después de que Nasralá animara a echar a la basura los móviles.

Siguiendo la pista de la operación

Nasralá hablaba con conocimiento: es cierto que Israel ha desarrollado una tecnología capaz de vigilar a sus enemigos a distancia y así estar al tanto de sus planes. Desde entonces los dirigentes de Hizbulá no da detalles de sus planes ni sus movimientos por móvil. Tampoco pueden asistir a reuniones con celulares.

Así los buscas se distribuyen no solo entre los dirigentes y milicianos de Hizbulá, sino también entre quienes de alguna forma colabora con ellos. ¿Cómo los obtienen? ¿Quién se los ofrece? Es lo que investigan en Hizbulá. La empresa intermediaria BAC Consulting figura a nombre de Cristiana Rosaria Bársony-Arcidiacono, experta en física de partículas, con una excelente formación académica. En la sede de la firma en Budapest no hay actividad estos días y la directora se muestra reacia ante los medios. Ha dicho a la NBC que su empresa no fabricaba los mensáfonos, pero ha admitido ser la mediadora.

De la distribución se habría encargado otra empresa, llamada Norta Global, registrada en marzo de 2022, con sede en Sofia, capital de Bulgaria. La transacción, según publica Reuters, ascendería a 1,6 millones de euros. En su página web Norta Global se anuncia así: "¿Estás buscando una empresa ágil que te ayude a encontrar la mejor solución tecnológica adaptada a tus necesidades? No busques más". Su dueño, Rinson Joe, está establecido en Noruega. En Hungría, Bulgaria y Noruega se sigue la pista de esta trama, pero todo apunta que Israel elaboró un complejo puzle de empresas pantalla, distribuyó los aparatos a varios clientes y logró de alguna forma, quizá con una buena oferta con descuentos, ganarse la confianza del proveedor de Hizbulá.

Una oportunidad desaprovechada

¿Por qué Israel realiza esta operación ahora? Axios publicó que Israel se había visto obligada a ejecutar estas oleadas de atentados por temor a que todo el dispositivo fuera descubierto.

Otra versión es que se trata del preludio de una guerra abierta con Hizbulá. Israel consideraría que sus objetivos en Gaza se han cumplido y empezaría una nueva fase de la guerra, en el norte, con el fin de que los 70.000 desplazados por los continuos ataques de la milicia libanesa proiraní puedan volver a sus hogares. Es arriesgado porque Hizbulá puede arrastrar a Irán, su mecenas, y a su vez, los israelíes demandarían a sus aliados de EEUU que participaran. Y en EEUU están en plena cuenta atrás por las presidenciales del 5 de noviembre.

"Lamentablemente, el gobierno de Netanyahu no parece tener una estrategia para enfrentarse a Hizbulá en el Líbano ni, por lo tanto, a Hamás en Gaza. De modo que quienquiera que haya llevado a cabo esta operación parece haberlo hecho por razones tácticas y de corto plazo. El concepto era brillante, pero el contexto estratégico parece inexistente", indica Yossi Alpher, ex miembro del Mossad, a El Independiente.

Israel ha asestado un golpe certero a Hizbulá, pero no ha derrotado a la milicia proiraní. Según Kawa Hassan, "no es el fin de Hizbulá ni como partido ni como milicia. Hizbulá aprende de los errores y es una organización muy flexible. Han perdido muchos líderes en el pasado y han seguido adelante".