Con apenas unas bolsas con algo de ropa y escasas pertenencias, decenas de miles de libaneses huyen de sus hogares en el sur del país, que está siendo bombardeado por la Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). Muchos se dirigen a Beirut, pero tampoco la capital es segura, sobre todo, barrios como Dahiyeh, bastión de Hizbulá, o Ghobeiri, donde este martes ha caído Muhammad Qubaisi, responsable de misiles y cohetes de la milicia chií.
Desde el lunes, cuando Israel empezó esta nueva fase de la guerra, han muerto al menos 558 personas, entre ellas 50 niños. Hay más de 1.800 heridos. Es el balance mortal más elevado desde que empezó la guerra civil en el Líbano en 1975.
En un ataque aéreo ha caído Ibrahim Muhammad Qubaisi, conocido como Abu Issa, el comandante encargado de la división de misiles y cohetes. El ministro libanés de Sanidad ha señalado que el ataque de Israel en Ghobeiri, en el sur de Beirut, ha matado a seis personas. Hay 15 heridos. Israel ha alcanzado cientos de objetivos en el sur del Líbano en la noche del lunes al martes.
Algunos de los que huyen a la desesperada se dirigen a Siria. Curiosamente en el Líbano se refugiaron miles de sirios. "Decenas de miles de personas se han visto forzadas a huir entre el lunes y esta madrugada y las cifras siguen aumentando", ha dicho el portavoz de ACNUR, Matthew Saltmarsh, quien ha mostrado su "grave preocupación" por el recrudecimiento de los ataques.
Ettie Higgins, representante adjunta de Unicef para el Líbano, teme por los niños del Líbano. "Si volvemos a un conflicto, como aquellos oscuros días de 2006, me temo que esta vez podría ser aún peor para los niños y niñas de Líbano. El país se ha visto devastado en los últimos años debido a una prolongada crisis económica y política, la explosión masiva del puerto de Beirut, el impacto de la COVID-19 y el quinto año de una crisis económica paralizante que ha disparado la pobreza. Muchas familias ya están al borde del abismo. Y ahora este conflicto está empeorando cada uno de estos factores". Los nuevos desplazados se suman a las 112.000 personas forzadas a dejar sus hogares desde octubre.
Si volvemos a un conflicto, como aquellos oscuros días de 2006, me temo que esta vez podría ser aún peor para los niños y niñas de Líbano"
ETTIE HIGGINS, VICEREPRESENTANTE DE UNICEF EN EL LÍBANO
Hizbulá, en horas bajas
Desde el martes pasado Hizbulá está siendo noqueada por Israel. Primero hizo estallar miles de buscas explosivos que previamente había conseguido que comprara la milicia chií para sustituir a los móviles, de los que el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, desconfiaba. Al día siguientes explotaron los walkie talkies. En total, murieron al menos 37 personas y más de 3.000 resultaron heridas. A su vez, el viernes alcanzaron al jefe de Operaciones del Partido de Dios, Ibrahim Aqil, en un bombardeo israelí en el sur de Beirut. En junio ya habían perdido a su jefe militar, Fuad Shukur.
Israel va a convertir el Líbano en una nueva Gaza, aunque el Líbano es un país con una orografía diferente, más montañoso, y Hizbulá, aún noqueada, tiene un arsenal de misiles y cohetes aún por usar.
Desde que sufrió los ataques de Hamás el 7 de octubre, Israel primero se concentró en la Franja de Gaza, donde el número de muertos superan los 41.500. Israel considera que sus objetivos en Gaza se han conseguido, aunque no ha aniquilado a la dirigencia de Hamás, y ha empezado una "nueva fase de la guerra", en palabras del ministro de Defensa, Yoav Gallant.
Ahora se trata de que los 70.000 israelíes desplazados por el lanzamiento de cohetes de Hizbulá desde el Líbano al norte de Israel pueden volver a sus hogares. En Israel han muerto 52 personas en el norte: 26 militares y 26 civiles, incluidos 12 menores y adolescentes en un ataque en los Altos del Golán sirios ocupado, según informa la agencia Efe.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que está recuperando popularidad en los sondeos, ha dicho que Israel va a seguir "golpeando" a Hizbulá. "Le digo a la gente de Líbano: nuestra guerra no es contra vosotros, es contra Hizbulá (...). Os dije que evacuarais las casas donde ha metido un misil en el salón y un cohete en el garaje. Quien tenga un misil en su salón y un cohete en su garaje se quedará sin casa", ha declarado Netanyahu en un mensaje en vídeo tras visitar una base de la inteligencia militar. Ha apelado a los libaneses para que "se deshagan de Hasan Nasralá", el líder de Hizbulá. Ha asegurado que Israel lo llevará "hasta el abismo".
Una pesadilla para toda la región
El temor es que Israel, que ha concentrado a miles de soldados en la frontera, proceda a una invasión terrestre. Parece que ve esa operación como una forma de mostrar su determinación a vengar el 7 de octubre justo en vísperas del primer aniversario de la masacre. "El riesgo en la región es que esta escalada da argumentos a Irán en su carrera nuclear. Teherán sostendrá que es la única vía para plantar cara a Israel", señala Kawa Hassan, investigador en Stimson.
Los llamamientos a contener la escalada han sido numerosos en la Asamblea General de Naciones Unidas. Incluso el embajador israelí en la ONU, Danny Danon, ha asegurado que Israel "no está ansioso por empezar una invasión terrestre... Preferimos las soluciones diplomáticas". Danon ha dicho que Netanyahu intervendrá ante la Asamblea General a finales de esta semana.
Hay actividad en ese sentido en los pasillos de Naciones Unidas, pero pocas esperanzas de que las conversaciones terminen convenciendo a los israelíes de pisar el freno. El presidente de EEUU, Joe Biden, que no pudo contener a Netanyahu en Gaza menos aún lo puede hacer ahora, cuando está de salida. Ha dicho en su última intervención como presidente de EEUU ante la ONU que "una guerra total no interesa a nadie". Ha dicho que confía aún en la solución diplomática.
Por otro lado, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha pedido medidas coercitivas contra Israel, incluida el uso de la fuerza. Erdogan ha comparado a Netanyahu con Hitler. "Como la humanidad paró a Hitler, así hemos de parar a Netanyahu", ha dicho Erdogan.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha declarado a los líderes mundiales que el Líbano está a punto de convertirse en una segunda Gaza, añadiendo que la crisis "se ha convertido en una pesadilla incesante que amenaza con hundir a toda la región".
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