Lleva una década exiliado en Portugal, donde se estableció tras ser perseguido por su actividad política. Entre 2005 y 2011 fue encarcelado varias veces por participar en protestas. Salió de Rusia en 2012. Primero vivió en Ucrania, donde empezó su activismo en 2004, cuando apenas tenía 18 años, y luego en Mozambique y allí empezó a aprender portugués. Así Pavel Elizárov terminó estableciéndose en Cascais, donde colabora con Free Russia Foundation, que tiene base en EEUU y delegaciones en Europa. Estuvo casado con Zhanna Nemtsova, hija del opositor ruso Boris Nemtsov, asesinado a pocos metros del Kremlin en febrero de 2015. Elizárov es uno de los disidentes rusos que fue espiado por Pablo González, el ciudadano hispano-ruso que fue liberado el 1 de agosto pasado en el mayor canje de prisioneros entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría.

Cuenta cómo no sospechó de Pablo González, Pavel Rubtsov, según su documentación rusa, cuando le conoció. Pero al ser detenido en Polonia, apenas unos días después de la invasión rusa de Ucrania, empezó a hilar los datos y entonces no tuvo dudas. "Fue una sorpresa el arresto. Pero inmediatamente observé los hechos y me di cuenta de que efectivamente era un espía. Primero tuve dudas pero luego no me quedó ninguna duda. Era un espía. Y una de las razones es que el gobierno español no rebatió la versión ni hubo declaraciones públicas. Las pruebas que les había mostrado la policía polaca tenían que ser contundentes".

Una de las voces más firmes y solventes que han confirmado que Pablo González, quien se infiltraba con facilidad entre los disidentes rusos gracias a su conocimiento del idioma y su cobertura como periodista freelance, fue precisamente Zhanna Nemtsova, la ex pareja de Elizárov.

A finales de agosto, tras permanecer en silencio, desveló en sus redes sociales que ella era la fuente de la Fundación Nemtsov que había informado a Agentsvo sobre las actividades de Pablo González como informante al servicio del Kremlin. Nemtsova reconocía haber sido víctima de espionaje. Confío en exceso en Pablo González, con quien llegó a tener una relación sentimental. Nemtsova sí fue interrogada por la Fiscalía polaca, al igual que otros miembros de la Fundación.

Pablo González, hijo de madre española y padre ruso, permaneció arrestado en Polonia en prisión provisional hasta su canje. Rusia le aceptó como moneda de cambio junto con otros agentes como el llamado asesino del Tiergarten de Berlín. Así EEUU y sus aliados occidentales lograron que recuperaran la libertad disidentes como Vladimir Kara-Murza, o Ilya Yashin, los más relevantes tras la muerte de Andrei Navalni en prisión en Siberia, en febrero de 2024. Es probable que su muerte (¿asesinato?) tenga que ver con el canje, que ya se estaba negociando. EEUU iba a exigir que Navalni estuviera entre los liberados y su desaparición eliminaba el problema para el Kremlin.

Un 'freelance' que manejaba dinero y viajaba mucho

Recuerda Elizárov que conoció a Pablo González en Berlín, en un foro organizado por la Fundación Nemtsov. Estaba invitado y se hizo amigo de unos y otros. "Era muy sociable, y conocía bien los temas que interesan a la oposición rusa. A su vez, a nosotros nos parecía interesante que un periodista español estuviera tan volcado en nuestros asuntos". Reconoce que otros colegas sospecharon porque Pablo González hablaba muy bien ruso, pero él no dudó en ese momento.

Sobre Elizárov Pablo González escribió en sus informes, a los que han accedido compañeros suyos en la disidencia. Algunos miembros de la Fundación Nemtsov fueron citados por la Fiscalía polaca, pero no Elizárov. Le han contado lo que dicen: "Hacía una especie de perfil psicológico. Decía que este chico es un buen tipo, crítico realmente. No está cómodo hablando de cuestiones personales. Vive aquí, va a estos hoteles y come en estos sitios. Ese tipo de detalles. No hay secretos políticos porque tampoco hablamos de eso".

El disidente ruso también cuenta cómo luego recapituló y se dio cuenta de que había cuestiones sospechosas. "Trabajaba como periodista freelance pero manejaba dinero. Nadie sabía de dónde lo conseguía. Y luego siempre cubría conflictos en lugares como Donbás o Siria. Con todos esos datos tuve claro a qué se dedicaba realmente", señala Elizárov.

Sostiene que la información que obtuvo en realidad Pablo/Pavel no le puso en peligro, pero señala que hay quienes, como Zhanna, creen que con todos los datos que el supuesto periodista dio de ellos habrían podido atentar contra ellos si hubieran querido los rusos. "Afortunadamente no lo hicieron", apunta el disidente ruso.

Las lecciones del caso Pablo G

Afirma que no ha cambiado sus hábitos tras ser consciente de que había sido espiado por Pablo González. "Quizá sea más desconfiado pero ya lo era antes. Cuando vivía en Moscú solían vigilarme o me hackeaban los teléfonos o los correos electrónicos. Estoy acostumbrado a no contar nada relevante en público, y tampoco en privado, ya que en las habitaciones de los hoteles o en los pisos solía haber micrófonos. Intentamos no decir nada que pueda dañarnos si se hace público o si lo conoce el KGB. Es lo que solemos hacer aunque a veces no lo consigamos".

Cree el activista ruso que hay muchos más agentes como Pablo González. "Algunos tratan de infiltrarse en nuestras organizaciones pero me parece que no tenemos que volvernos paranoicos. Si empezamos a ver a los otros como supuestos agentes puede ser peligros. Destruiría las organizaciones. Hemos de ser conscientes de que hay un riesgo y utilizar las pistas que nos ha dado Pablo sobre cómo trabajan. Podrán cambiar sus comportamientos, por supuesto, pero ya es algo que aprendemos para el futuro".

Un canje histórico pero polémico

El intercambio de agentes por disidentes políticos de principios de agosto fue una operación de alto riesgo porque Putin, que acudió a recibirles al aeropuerto de Moscú, logró lanzar el mensaje al KGB de que nunca se quedarían atrás.

"Será más fácil para Putin reclutar a gente como Pablo en el futuro. Ven que el sistema funciona, y que incluso si son descubiertos, no van a morir en la cárcel ni van a pasar mucho tiempo entre rejas. Pero también se beneficiaron los países occidentales, sobre todo Kamala Harris y Joe Biden, ya que cumplieron su promesa de liberar a algunos ciudadanos americanos [como el periodista del Wall Street Journal, Evan Gershkovich]. Fueron los alemanes los más perjudicados pues entregaron a un asesino ya condenado". Se trata de Vadim Krasikov, quien disparó a plena luz del día en diciembre de 2019 a un ex combatiente checheno refugiado en Berlín.

Y Elizárov reconoce que fue muy beneficioso para los disidentes rusos, ya que muchos temían por la vida de algunos de ellos. "Son líderes políticos que pueden hacer un trabajo en el exilio", apunta. "Da esperanza a otros presos políticos en Rusia, y hay más de un millar".

Esperanza en una Rusia democrática y libre

Elizárov fue consciente de que quería que Rusia avanzara hacia la democracia cuando fue testigo de las protestas en Ucrania, contra el fraude del presidente Leonid Kuchma. "Lograron celebrar elecciones libres mientras en Rusia votábamos a un único candidato, Putin. Entonces la votación era más o menos libre, pero sin posibilidad de cambios. Y desde entonces cada año la situación ha ido a peor. Putin ha ido minando a la oposición política, controla todos los medios, y en los últimos cinco años se ha estado preparando para la guerra y ha destrozado por completo todo el espacio político".

Narra cómo en 2021 casi todos los periodistas y activistas que todavía vivían en Rusia se trasladaron al extranjero. Después, en febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania. "La situación es ahora mucho peor para cualquiera que disienta o quiera ejercer el periodismo libre en Rusia. No sé cómo terminará la guerra. Hay muchas posibilidades y creo que Rusia pasará una época muy dura cuando acabe. De momento a Putin le interesa mantener la guerra porque eso le ayuda a seguir en el poder. También creo que al final esto llevará a una Rusia democrática y libre. No veo otro futuro para Rusia aunque haya que esperar años".