El suceso ha sido ampliamente ignorado por la prensa oficialista marroquí. Sucedió hace unos días. Un joven marroquí, parapetado entre la multitud que asistía al desfile, arrojó un cóctel molotov al paso de la comitiva real, a escasos segundos de que el rey Mohamed VI cruzara el lugar asomado a su vehículo y fuertemente protegido por varios coches de escoltas.
El atacante se llama Moncef Al Yaacoubi. Nació en 1999 cerca de la ciudad marroquí de Kenitra y el viernes asistió a los festejos que rodearon el discurso de Mohamed VI ante el Parlamento. En un momento del desfile por Rabat, el joven arrojó un artefacto que fue captado por las cámaras de los presentes y que provocó un breve fuego sobre la calzada que, segundos después, atravesó el monarca. El incidente no detuvo a la comitiva.
Según las escasas informaciones que han trascendido, el joven dice ser agricultor. “Es la primera vez que un cortejo real sufre un incidente de este tipo. Sobre todo en un país calificado de 'Estado policial'”, señala en su cuenta de la red social X Ali Lmrabet, un periodista marroquí exiliado en España.
La fiscalía ha tratado de rebajar la gravedad del incidente asegurando que el ataque no fue “premeditado” y se debió “a los graves trastornos psicológicos que sufre su autor”. Las autoridades marroquíes insisten en que el agresor “padece desde hace tiempo una enfermedad mental acompañada de alucinaciones, centradas principalmente en leyendas antiguas y mitos espirituales”. El sujeto dice ser, como la propia Casa Real marroquí, descendiente de un profeta, en este caso Jacob, y creer en “su estrella de la suerte”.
Delicada situación interna
Las autoridades insisten en que su estado se ha deteriorado como consecuencia del consumo de drogas. “La combinación de estos factores llevó a Al Yaacoubi a cometer este acto sin intención delictiva”, alegan sin más detalles. El joven ha sido ingresado en un hospital de la localidad de Salé, en el área metropolitana de Rabat.
Marruecos atraviesa una delicada situación interna. A los cada vez más evidentes problemas de salud de Mohamed VI y la crisis por su sucesión se suman la debilidad económica del país, que ha multiplicado los intentos de sus jóvenes de emigrar. “Un nivel de empleo muy bajo y en constante descenso; una clase media cuyo nivel de vida ha caído en picado; un sistema educativo y sanitario en situación desesperada; niveles de depredación y captura del Estado sin precedentes; impunidad a toda costa para los hombres del régimen; y una monopolización del poder y la riqueza sin precedentes”, señaló recientemente Fouad Abdelmoumni, director de la oficina marroquí de Transparencia Internacional, en conversación con El Independiente.
El 55% de los jóvenes marroquíes quiere emigrar, según el último informe del Barómetro Árabe. Su investigación, “Opinión pública sobre la inmigración en Oriente Medio y el Norte de África”, indaga en los deseos de la sociedad árabe por emigrar en un coyuntura marcada por el regreso de las autocracias tras el fracaso de la Primavera Árabe, sucesivas crisis económicas y el impacto del enésimo brote de violencia en el desestabilizador conflicto palestino-israelí.
El 55% de los jóvenes marroquíes de entre 18 y 29 años reconocen su deseo de abandonar el país. Con 38 millones de habitantes, la edad media en Marruecos se sitúa en los 29,5 años. Según estadísticas gubernamentales publicadas hace dos años, Marruecos cuenta con 5,9 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años. De ellos, uno de cada cuatro no trabaja ni está escolarizado ni sigue ninguna formación. Este porcentaje está copado por las mujeres (73%), de las que el 41% está casada.
El fenómeno de los 'nini' -ni trabajan ni estudian- preocupa en el país vecino. En mayo el Consejo Económico, Social y Medioambiental de Marruecos (CESE) alertó sobre el aumento de jóvenes marroquíes de entre 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan y que representan el 25 por ciento del total de jóvenes, es decir, 1,5 millones en una población total que supera los 38 millones de personas.
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hace 2 meses
Entre problemas de salud y miedo a un posible atentado (la «baraka» que salvó por dos veces a su padre no aparece siempre), Mohamed VI no debe de vivir tranquilo, y por eso necesita tanto palacio y tanta residencia de lujo en distintos enclaves de su país y del extranjero.
Los datos que recoge este artículo sobre la realidad social y
económica del pais magrebí no se corresponden con los ingentes ingresos que recibe por los riquísimos recursos robados a los saharauis, la exportación de hachís y las transferencias procedentes de sus emigrantes en Europa.
Yo encuentro dos explicaciones: el dineral que está invirtiendo en mantener su ilegal ocupación del Sáhara Occidental, y el dineral que paga a los integrantes del lobby marroquí repartidos por el mundo, muchos de ellos, tristemente, periodistas y políticos españoles.