“Un plan de tres páginas” que Marruecos presentó en 2007 y que no ha explicado ni desarrollado en los 17 años transcurridos. Fue el dardo que el enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, dedicó al plan de autonomía para el Sáhara Occidental que la diplomacia alauí trata desde entonces de vender como solución al conflicto de la excolonia española que el próximo año cumplirá medio siglo en mitad de una larga parálisis.
De Mistura lanzó el reproche a Rabat la semana pasada en una reunión a puerta cerrada ante el Consejo de Seguridad. "Ha llegado la hora de que Marruecos explique y detalle su propuesta de autonomía", deslizó tras reconocer que durante sus años en el cargo había reclamado sin éxito a Marruecos una concreción que nunca se ha producido. Sin avances, De Mistura preparó el terreno para su renuncia como enviado en el plazo de seis meses.
35 puntos vagos y una realidad sombría
El plan de autonomía fue presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU por el representante marroquí el 11 de abril de 2007. “Convendrá usted conmigo en que la iniciativa marroquí representa al día de hoy la única dinámica nueva y positiva y en que ofrece las mejores perspectivas de llegar a una solución política, definitiva y mutuamente aceptable de esta controversia regional”, esbozaba la misiva que acompaña a esos tres folios.
La propuesta, denominada Iniciativa marroquí para la negociación de un estatuto de autonomía de la región del Sáhara, está formada por 35 puntos en los que Marruecos se presenta como “una sociedad democrática y moderna, fundada sobre el estado de derecho, las libertades individuales y colectivas y el desarrollo económico y social” y promete “poner fin a la separación y al exilio, y favorecer la reconciliación”.
“Las poblaciones del Sáhara administrarán por sí mismas y de manera democrática sus asuntos, a través de los órganos legislativo, ejecutivo y judicial, dotados de competencias exclusivas. Asimismo, dispondrán de los recursos financieros necesarios para el desarrollo de la región en todos los dominios y participarán, de un modo activo, en la vida económica, social y cultural del Reino”, enumera vagamente el documento. En el esbozo marroquí, Rabat “conservaría sus competencias en los dominios de regalía particularmente en lo relativo a la defensa, a las relaciones exteriores y a las
atribuciones constitucionales y religiosas de Su Majestad el Rey”.
Para que la autonomía fuera una propuesta realista haría falta la garantía que sólo proporciona un régimen democrático
17 años después de ser diseñado y presentado en sociedad, los “tres folios” de Marruecos han logrado seducir a países como Francia y España, la potencia administradora de un territorio pendiente de descolonización. En un giro que desbarató décadas de neutralidad activa, el Gobierno de Pedro Sánchez consideró el esquema de plan pergeñado por Rabat como “la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa”.
A la vaguedad de la propuesta, denunciada ahora De Mistura, se suma el escollo de la naturaleza de Marruecos. “No me convence en el sentido de que no puede ser realidad teniendo en cuenta las condiciones actuales de Marruecos. Para que fuera una propuesta realista haría falta la garantía que sólo proporciona un régimen democrático”, señaló en una entrevista con este diario el arabista Bernabé López García.
El documento menciona la redacción de un estatuto de autonomía y la creación de un parlamento regional así como la promulgación “una amnistía general que excluye cualquier diligencia, arresto, detención, encarcelamiento o intimidación de cualquier naturaleza que sea, fundándose sobre hechos objeto de la amnistía”. Pero la realidad está lejos de ese escenario. La prometida apertura política de Mohamed VI ha dado paso a un panorama más desolador, en el que la escena pública está dominada por el majzén, el círculo del rey, y una estructura marcada por “la impunidad a toda costa para los hombres del régimen y una monopolización del poder y la riqueza sin precedentes”, como lo describió recientemente en declaraciones a este diario Fouad Abdelmoumni, director de la oficina marroquí de Transparencia Internacional.
En el Rif, en el norte de Marruecos, la represión absoluta de las manifestaciones que en 2016 exigieron mejores sociales y el fin de la marginación sirven para medir la resistencia de Rabat a cualquier autonomía cierta que desafía su poder absoluto. En las cárceles marroquíes, dos presos – el líder rifeño Naser Zefzafi y el exministro Mohamed Ziane- muestran la tolerancia cero del régimen a cualquiera que pida la democratización del reino. La apuesta por la autonomía parece incompatible con la dinámica en los territorios ocupados, donde Marruecos avanza en la marginación de la población autóctona, la caída en desgracia de algunos de los políticos saharauis que apoyaron a Rabat y la campaña para, en palabras de un funcionario del Ministerio de Interior marroquí a este diario, vaciar de saharauis el Sáhara.
"Líneas rojas intocables"
En respuesta al dardo de De Mistura, el ministro de Exteriores marroquí Naser Burita declaró el lunes que "la propuesta tiene líneas rojas que son intocables, dispone de otros aspectos donde puede haber detalles”. “El día en que las otras partes expresan su intención de entrar en este proceso respetando las líneas rojas y cuya única base es el plan de autonomía, se puede hablar entonces de detalles pero a falta de una implicación seria, clara y explícita de las otras partes, es pronto hablar de esta cuestión", alegó para tratar de explicar la falta de detalle de la propuesta.
En un intento de romper el status quo, De Mistura ha llegado a proponer incluso la participación del territorio del Sáhara Occidental. El norte se integraría en Marruecos mientras que el sur sería independiente. Tanto Rabat como el Frente Polisario han rechazado una propuesta que ni siquiera es nueva. En un acuerdo nunca publicitado, Mauritania cedió la parte sur del Sáhara Occidental al Polisario cuando éste se retiró en 1979. El ex enviado James Baker propuso la partición hace más de dos décadas.
"Marruecos no negocia sobre su soberanía sobre el Sáhara o sobre su integridad territorial, Marruecos negocia sobre un diferendo regional con un país vecino que disputa la soberanía de Marruecos sobre su territorio", replicó Burita. “El Frente Polisario rechaza categóricamente cualquier discusión, propuesta o idea fuera del marco legal de la cuestión saharaui”, deslizó la organización.
Todo está paralizado. Hay muchos factores que confunden el panorama político en Marruecos
El plan -"un punto de llegada y no de partida", en palabras de Burita- ha ganado adhesiones internacionales pese a la ausencia de desarrollo en más de tres lustros. La exigencia de detalles por parte del enviado especial se produce, además, en un contexto marcado por el revés de las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que reconocen que Marruecos y el Sáhara Occidental son territorios y pueblos distintos y la delicada situación interna en el vecino alauí, con el rápido deterioro de Mohamed VI, el ruido sucesorio entre su hijo y sus hermanos y un sentimiento de compás de espera. “Todo está paralizado. Hay muchos factores que confunden el panorama político en Marruecos: la salud del rey; la sentencia europea; y la situación económica y social”, resume una fuente a este diario.
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