El temor por que Donald Trump se proclame presidente en la noche electoral y antes de que haya terminado el recuento es creciente y no solo entre el equipo de campaña de Kamala Harris y miembros del Partido Demócrata, también cunde entre aliados del expresidente, republicanos y ciudadanos, conscientes de lo que el magnate viene avivando durante los últimos años y de lo que sucedió el 6 de enero de 2021, cuando una turba asaltó el Capitolio de Estados Unidos en un intento de golpe de estado y murieron seis personas.

"Si pierdo... mirad, os voy a decir una cosa, es posible. Será porque han hecho trampas. Esa es la única manera en la que podemos perder, porque hagan trampas", dijo el expresidente en un mitin en septiembre. "No perdí", insistió el ahora candidato republicano en una entrevista que concedió este fin de semana al podcast de Joe Rogan. El magnate no deja de decir que solo aceptará los resultados si son "justos y legales y buenos".

"Si pierdo será porque han hecho trampas. Es la única manera en la que podemos perder"

En repetidas ocasiones, de entrevistas al debate televisado contra Kamala Harris, Trump ha rechazado decir que aceptará el resultado de las elecciones cuando se proclame, reviviendo los fantasmas de hace cuatro años, cuando instó a sus seguidores a rebelarse y asaltar el Capitolio, que alberga la Cámara de Representantes y el Congreso, en Washington DC. En otro programa de televisión reciente, Trump dijo que el 6 de enero fue un día de "amor" ante las preguntas de un hispano que le preguntaba por qué debía fiarse de él.

En la misma línea se han pronunciado otros miembros de su partido como su candidato a vicepresidente, el senador por Ohio JD Vance, quien tanto en el debate vicepresidencial de principios de octubre como más adelante ha reafirmado que no cree que Trump perdiera las elecciones hace cuatro años.

Simpatizantes de Donald Trump asaltando el Capitolio de EEUU en Washington DC.
Simpatizantes de Donald Trump asaltando el Capitolio de EEUU en Washington DC. | MICHAEL NIGRO / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO / Europa Press

Sin embargo, cuando Trump sembró la duda sobre el resultado electoral de las elecciones de 2020, se llevaron a cabo investigaciones en varios estados clave, entre otros en Michigan y en Wisconsin, y se llegó a la conclusión de que en ninguno se produjo fraude. Ese año, el empresario perdió las elecciones por muy poco en seis estados clave, lo que quiere decir que si 81.000 personas hubiesen votado diferente, habría ganado en Arizona, Georgia, Nevada y Wisconsin, y habría continuado como presidente cuatro años más. 

Los resultados electorales podrían tardar días en conocerse

Una situación parecida es la que se teme que pueda tener lugar este año. A día de hoy, Kamala Harris está solo un punto y medio por encima de Donald Trump en la media de encuestas de voto popular, y si se atiende a los estados clave, ambos están empatados en prácticamente todos. Eso puede provocar que los resultados electorales tarden días en conocerse, llegando incluso al fin de semana -las elecciones son el próximo martes 5 de noviembre-. Es algo bastante habitual en la política norteamericana: en 2020 las elecciones tuvieron lugar un martes y los resultados no se conocieron hasta el sábado a mediodía, puesto que la votación estuvo tan ajustada en Pensilvania que todo dependía del voto por correo, que allí no puede abrirse hasta las siete de la mañana de día de las elecciones. 

Es decir, que probablemente habrá tiempo suficiente para que los seguidores de Trump continúen avivando la idea de que hay fraude. Por poner solo dos ejemplos más: el expresidente también ha insistido en que Estados Unidos debe volver a papeletas de papel porque cree que no puede confiar en las máquinas de votar, pese a que más del 90% del país sigue votando en papel, con la única excepción de Luisiana; y asimismo ha repetido que los demócratas cometieron fraude electoral a través del voto anticipado, haciéndolo pasar por una necesidad ligada al Covid, y que por eso ganaron.

No obstante, en esta ocasión los propios republicanos están animando a votar de forma anticipada porque son conscientes de que ayuda a favorecer sus resultados -dejarlo para el último día puede llevar a que muchos se queden sin votar, si les surgen imprevistos o simplemente las colas para votar son demasiado largas y tienen que volver al trabajo-.

"El esfuerzo (que están haciendo) para intentar revertir el resultado de las elecciones está más pensado, es más estratégico, más organizado y más coordinado que en 2020", ha dicho Sean Morales-Doyle, director del programa de derechos electorales en el Brennan Center for Justice y en conversación con The Guardian. "Creo que lo vamos a ver después de las elecciones, si la gente está enfadada con el resultado dirán 'lo hemos estado diciendo durante ocho meses, han inflado el censo, tienen a muertos ahí y los jueces no han hecho nada al respecto”. 

El esfuerzo para intentar revertir el resultado de las elecciones está más pensado que en 2020"

Es por esto que la campaña de Kamala Harris, sus abogados y otros colectivos como abogados por los derechos civiles se están preparando para un periodo caótico que podría durar incluso un mes, aunque los expertos esperan que antes o después se pueda certificar el verdadero ganador de las elecciones. Los precedentes los avalan: Trump está acusado de intentar dar la vuelta al resultado de las elecciones en 2020 en Nueva York, Georgia y también en Washington DC, y en total fueron 61 los casos que los republicanos denunciaron intentando conseguir lo mismo.

“Pero también la respuesta a estos ataques ahora está más coordinada y más preparada. Los trabajadores electorales han visto a qué juegan quienes niegan los resultados en las dos últimas elecciones y saben para qué se tienen que preparar", tranquiliza. En el mismo sentido opina otro experto: "Hay muchas más ganas de darle la vuelta al resultado de las elecciones que maneras de hacerlo", ha dicho Richard L. Hasen, experto en legislación electoral en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) a The New York Times.

Una complicación para funcionarios, trabajadores y voluntarios

Las acusaciones de Trump y sus seguidores pueden llevar a que lo que en España se conocen como apoderados o interventores acosen o dificulten el trabajo de quienes recogen y cuentan los votos en los colegios, como ya pasó en 2020 y como el expresidente ha pedido que hagan. En esta ocasión, en algunos casos se está contratando a personal de seguridad e instalando botones de pánico para intentar prevenir situaciones violentas, intentando que las votaciones puedan llevarse a cabo, sin que se dificulte o imposibilite el derecho al voto. 

Entonces, ya pasó que al menos los funcionarios de 20 condados de ocho estados han rechazado certificar resultados electorales o los retrasaron, lo que alargaría aún más el proceso. 

La estrategia podría seguir dos vías principales: por un lado, convencer de que están votando personas que han muerto, inmigrantes sin derecho al voto o vecinos que se han mudado a otros estados, pese a que los estudios muestran que esto es muy muy poco frecuente, y que la amenaza real es que se extienda la idea de que el fraude es un problema y por tanto cunda la desconfianza en el sistema. Por otro, podría darse el caso de que el Partido presente incontables demandas por fraude. La organización sin ánimo de lucro Protect Democracy las llama "demandas zombies" y cree que Trump y sus seguidores intentarán cambiar resultado elecciones utilizándolas.

Hay que recordar que no es hasta el 17 de diciembre cuando los delegados del colegio electoral votan al presidente y hasta el 6 de enero cuando el Congreso se reúne en el Capitolio para finalizar el proceso electoral, día para el que Interior ha reforzado la seguridad prevista para que no se produzcan altercados como los de hace cuatro años. Por otro lado, sobre la injerencia extranjera, las autoridades dicen que es muy complicado que esta altere el resultado de las elecciones, aunque al mismo tiempo los expertos advierten de que han detectado agentes extranjeros que esparcen noticias falsas sobre los candidatos para intentar dirigir el voto, o infundir desconfianza en el proceso electoral.