Los ciudadanos residentes en Washington DC saben perfectamente que Angela Alsobrooks es la candidata demócrata al Senado por el estado que está al norte de la ciudad, Maryland, y que el exgobernador republicano Larry Hogan es su contrincante. Lo tienen claro porque entre ambos partidos se han gastado más de 105 millones de dólares (unos 97 millones de euros) en anuncios de televisión que no paran de sucederse independientemente de la cadena que uno seleccione, sin importar el horario o la tendencia política. Y eso que Maryland tiene tan solo seis millones de habitantes.

Sin embargo, la mayoría de los habitantes no sabría decir quién compite en el mismo estado por los escaños de la Cámara de Representantes. Alsobrooks y Hogan no dejan de salir en televisión porque la carrera electoral al Senado en muchos estados es mucho más importante que la presidencial o la del Congreso, con frecuencia ya decidida, pero también porque quien controle la Cámara tendrá potestad para vetar las decisiones que tome el presidente. Una presidencia sin el Senado podría, incluso, rechazar a los altos cargos que designe el líder del país, algo que solo ha pasado en casos muy concretos a lo largo de la historia.

Los demócratas han desbloqueado un nuevo miedo: que Kamala Harris gane la presidencia del país, pero pierda el Senado. Si sucede, su administración arrancaría en una posición más débil que ninguna otra, lo que está desatando el pánico dentro de su partido -y disparando el presupuesto destinado a financiar publicidad electoral que consiga aupar a sus candidatos y candidatas-. ¿Podría suceder? Sí, porque en estas elecciones se renueva un tercio de la Cámara, y para conseguir su control los republicanos solo tienen que cambiar de color dos asientos en estados tradicionalmente conservadores, siempre y cuando mantengan los resultados de 2020 en Florida y Texas.

Eso significa que muchos de los temas más visibles de la campaña podrían caer en saco roto. Kamala Harris necesita el voto mayoritario del Senado para un sinfín de cosas, como nombrar a sus secretarios y a los jueces, incluidos los del Tribunal Supremo, para lo que tendría que entrar en negociaciones con los republicanos y probablemente escoger nombres diferentes a los que escogería si el panorama fuese otro. También se complicaría la toma de decisiones políticas, y por tanto su agenda e influencia, y el escenario probablemente imposibilitaría que cumpla muchas de sus promesas en materia sanidad, impuestos y vivienda.

Kamala Harris sería la primera presidenta desde George H. W. Bush que arranca su mandato sin una mayoría en la Cámara Alta, algo que sucedió en 1988. La vez anterior tuvo lugar en 1884, cuando presidía el país Grover Cleveland. En las elecciones de medio mandato de noviembre de 2022, los demócratas perdieron el control de la Cámara Baja y mantuvieron el Senado, con 47 de sus 100 asientos más el apoyo de cuatro independientes. Y en esta ocasión las encuestas apuntan a que la Cámara Baja probablemente volvería a los demócratas y el Senado pasaría a los republicanos.

Por poner algunos ejemplos, Harris tendría muy difícil recuperar el aborto a nivel nacional, nombrar a un juez progresista para el Tribunal Supremo, expandir el Obamacare o sistema sanitario para los más vulnerables, y otras iniciativas solo las podría sacar adelante si los republicanos aceptasen aprobarlas a cambio de otras medidas, como por ejemplo prolongar algunas rebajas de impuestos de la era Trump, citan algunos expertos citados por varios medios de comunicación.

Ideas para vencer el bloqueo

Los demócratas están ideando maneras para poder vencer ese posible bloqueo, y para principalmente poder nombrar a los altos cargos de esa hipotética Administración Harris si ella pierde el Senado. Una opción es mantener a miembros del equipo de Biden en sus actuales puestos, porque sus mandatos no expiran, y otra es que la ahora vicepresidenta designe algunos puestos temporalmente sin confirmación del Senado, puesto que podrían ejercer durante meses antes de enfrentarse a una votación.

Son estrategias que ha podido conocer Politico a través de asistentes y fuentes cercanas al partido, quienes también contemplan pedir al presidente Joe Biden que apruebe nombramientos elegidos por Harris en ese periodo que pasará entre que se conoce el resultado de las elecciones y su investidura (en el mes de enero), es decir, mientras los demócratas aún tienen el control de la cámara, algo que sin duda los republicanos afearían.

La candidata, no obstante, parece preferir continuar con los asesores de Biden hasta conseguir nombrar a los suyos propios, ya que los actuales también son, en parte, su equipo. Harris también es de la opinión de que negociando podrá conseguir lo que busca, en parte porque algunos republicanos podrían optar por trabajar con ella si Trump ha desaparecido del mapa tras perder de nuevo, aunque la realidad es que siempre seguirá encontrándose la oposición de senadores centrados en bloquear todo lo que ella haga. En este sentido, la demócrata podría optar por buscar aliados en el otro partido, por ejemplo nombrando a varios republicanos como secretarios de su gabinete.

En cualquier caso, la impresión general es que si Harris no tiene ambas cámaras sufrirá para conseguir sacar adelante "cualquier cosa" de las recogidas en su programa,