La democracia está pasando por un test de estrés excepcional este 2024. Más de la mitad de la población mundial ha votado a sus dirigentes en 76 países, aunque no todos son democracias liberales. Pero la convocatoria del 5 de noviembre, cuando se dirime quién será el 47º presidente de Estados Unidos, la segunda vez que concurre una mujer, es la cita electoral de mayor trascendencia. Está en juego que Estados Unidos siga siendo el líder del mundo libre.

Kamala Harris promete que EEUU "no volverá atrás". Es la candidata de status quo, comprometida con ese papel de referente de la democracia liberal para el llamado Occidente. Con sus aristas y sus fallos, pero con un modelo que nada tiene que ver con las autocracias ni con los autodenominados iliberales.

Si gana Donald Trump, que estuvo detrás del asalto al Capitolio en enero de 2021 y que no reconoció su derrota, muchos de sus seguidores en otros países se verán impulsados. El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha reconocido que espera el resultado de las presidenciales de EEUU "con los dedos cruzados". En su cuenta de X, Orbán escribía que había hablado con Donald Trump y que le había deseado "la mejor de las suertes".

Orbán no es el único que estará encantado si Trump gana. "Líderes y partidos antiliberales de toda Europa ven en Trump y su movimiento como ejemplos. Desde el alemán Björn Höcke y el partido Alternativa para Alemania hasta el holandés Geert Wilders y su Partido de la Libertad, pasando por la líder de la oposición francesa Marine Le Pen y su partido Agrupación Nacional (RN) y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y su partido Hermanos de Italia: para ellos, Trump personifica lo que debe ser un líder de éxito en la sociedad moderna", escribe Ivo Daalder, ex embajador de EEUU en la OTAN en Politico.

Meloni ha mantenido una buena relación con la Administración Biden, sobre todo por su apoyo a Ucrania. Pero también mantiene buena relación con Trump. En Polonia se da la dicotomía de que el presidente Andrzej Duda ha dado muestras de cercanía con Trump (es del nacionalpopulista Ley y Justicia) mientras que el primer ministro, el liberal Donald Tusk, cierra filas con los demócratas.

Todos estos dirigentes, como Trump, son firmes defensores de la agenda conservadora. "Coinciden en los ataques sobre los derechos reproductivos o la agenda woke o progre. Harris tiene una posición más tolerante", señala Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica.

EEUU, bajo control autoritario

En un artículo titulado Trump is the man who would be king, publicado en Financial Times, Martin Wolf subraya que "con Estados Unidos, el gran bastión de la democracia en el siglo XX, bajo control autoritario, se produciría un vuelco en la balanza mundial contra la democracia liberal, no sólo en términos de poder, sino de credibilidad ideológica. Después de todo, Estados Unidos ha sido el modelo, aunque imperfecto, para gran parte del mundo de un orden democrático gobernado por la ley".

Unos 240 millones de estadounidenses están convocados a las urnas este martes. Van a decidir también sobre su modelo de país. Han de elegir hasta qué punto les parece clave el respeto al Estado de derecho, a la separación de poderes, la rendición de cuentas.

Donald Trump representa esa patada contra al sistema, un golpe a los cimientos de la democracia, como quedó claro cuando los resultados de noviembre de 2020 no le gustaron y pretendió primero reajustarlos presionando a autoridades locales, y luego alentando el asalto al Capitolio. Es grave que Trump no haya pagado por ello. Lo más probable es que indulte a los condenados en aquel ataque contra el Congreso.

Además, ha prometido intervenir en el Departamento de Justicia, independiente desde el escándalo del Watergate. Eso le permitiría perseguir a quienes considere enemigos políticos y lo son todos, jueces, congresistas, periodistas, que han defendido su culpabilidad en el asalto a la Casa Blanca.

Más implacable que en el primer mandato

Martin Wolf recuerda cómo el general John Kelly, ex jefe de gabinete de Donald Trump, ha reconocido en The New York Times que Trump gobernaría como un dictador si se lo permitieran. Añadía que "no entendía la Constitución ni el concepto de Estado de derecho". También decía Kelly que Trump no entendía por qué, a pesar de ser el presidente del país más poderoso del mundo, "no podía hacer lo que quisiera, cuando quisiera".

En su primer mandato había gente como Kelly que le recordaban sus límites. Si lograra volver a la Presidencia, no será igual. "El trumpismo está mucho más organizado que cuando irrumpieron en el Despacho Oval el 2017... Como Trump quería que su equipo pareciera distinguido, nombró a gente relevante que discrepaba con él. Los líderes de una segunda administración de Trump serán veteranos leales. Muchos llegarán con planes concretos en mente", apunta el semanario británico The Economist, que ha defendido el voto para Kamala Harris.

Trump envidia a Putin y eso es parte del peligro (...) Putin es el Hitler de nuestro tiempo"

BOB WOODWARD, EN 'THE WASHINGTON POST'

Admiración por Putin, riesgo para Ucrania

Dado que Trump tiene esta tendencias autócratas, incluso vuelve a anunciar que pondrá en cuestión los resultados si no resulta victorioso, a nadie le extraña que el candidato republicano sienta admiración por el líder ruso, Vladimir Putin. Rusia interfirió en la campaña de 2016 a favor de Trump. Según el último libro de Bob Woodward, War, Trump facilitó a Putin equipamiento para realizarse la prueba del Covid-19. Desde que dejó la Presidencia en enero de 2021 Putin y Trump han hablado siete veces, según Woodward. "Trump envidia a Putin y eso es parte del peligro. Vivimos en una democracia. Mientras otros presidentes americanos elogiaban el poder de la democracia, Trump elogia la autoridad autocrática", ha dicho Woodward en The Washington Post. Y añade: "Putin es el Hitler de nuestro tiempo".

En principio, Putin preferiría también a Trump, pero a los rusos no les gusta su impredicibilidad. Con Trump nunca se sabe. Ha dicho en reiteradas ocasiones que acabaría la guerra en Ucrania en 24 horas, pero no se sabe bien cómo lo haría. Confía en su empatía personal con Putin. Pero hay quienes, como su ex asesor para Ucrania, Kurt Volker, aseguran que su plan pasa por que Ucrania esté en la OTAN, siempre y cuando lo sufraguen los europeos, y a cambio Rusia se quede con los territorios que tiene ahora bajo su control. Ucrania no tendría que reconocer esas pérdidas. Volker cree que con Harris habría guerra durante años.

Lo que parece seguro es que Ucrania dejará de contar con Estados Unidos como lo ha hecho hasta ahora. Trump no quiere seguir dedicando fondos a una guerra que le queda lejos. No olvidemos que Ucrania lucha por ser parte del mundo libre y a Trump eso le suena a música celestial.

"Trump quiere llegar a un armisticio que consiste en la partición de Ucrania, la pérdida de Crimea y el Donbás, a cambio de parar la guerra. Harris sí defiende que en Ucrania nos jugamos casi todo. Es partidaria de algún tipo de negociación pero no de un acuerdo a cualquier precio. Asegura que no va a dejar a Ucrania en la estacada", afirma Juan Luis Manfredi, catedrático en la Universidad de Castilla-La Mancha, que acaba de regresar de Georgetown, donde fue profesor visitante Príncipe de Asturias.

Sin embargo, Harris también necesitará que los demócratas recuperan su mayoría en la Cámara de Representantes, que se renueva por entero, o al menos la mantengan en el Senado, que cambia un tercio, tras las elecciones del 5 de noviembre. Sin embargo, cada vez es más difícil imaginar que el Congreso vaya a movilizara tantos fondos para Kiev como lo hizo durante los tres primeros años de la guerra.

¿Está Europa preparada?

En Kiev se están haciendo a la idea de lo que supondrá el relevo en la Casa Blanca. En la Unión Europea también saben que habrá cambios sustanciales en la relación transatlántica. "Desde la perspectiva de seguridad va a haber un toque de atención para incrementar el gasto en defensa. Lo deberíamos haberlo tenido en cuenta. Ya lo advirtió Trump en el primer mandato y no hemos cumplido en Europa. En caso de que gane Harris no habrá una amenaza directa, pero si Trump maneja Presidencia y todo el Congreso habrá una desinversión relevante", añade Manfredi.

Desde la perspectiva de seguridad habrá un toque de atención para incrementar el gasto en defensa... Si Trump maneja la Presidencia y el Congreso, habrá una desinversión relevante"

Juan Luis Manfredi, catedrático en la UCLM

Hay quienes lo planten con optimismo y creen que será la hora de la verdad para la UE, cuando habrá de acometer las inversiones en defensa que no ha realizado en los últimos años. Hay países más preparados que otros para esa eventualidad. Por ejemplo, Polonia es de los mejor situados, dado que lleva años invirtiendo en defensa y modernizando su Ejército. E

n su cuenta de X, el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, ha escrito: "¿Harris o Trump? Algunos dicen que el futuro de Europa depende de las elecciones americanas, pero sobre todo está en nuestras manos. La condición es que Europa finalmente crezca y crea en su propia fuerza. Sea cual sea el resultado, la era de la subcontratación de la geopolítica se ha terminado".

Pero la victoria de Trump, que ya apoyó el Brexit, es decir, favoreció la desintegración europea, será una mala noticia para los más europeístas. A Trump le gustan los Orbán, y en eso coincide con Putin.

México y las previsibles tensiones

América Latina es, sobre todo, discurso sobre migración. "Trump acrecentará su discurso anti inmigración, como vimos en el debate sus alusiones a cómo se alimentan de gatos, mientras Harris ha apostado por un discurso regulatorio que no criminaliza a los migrantes", señala Sánchez.

Para Manfredi, las relaciones con México pueden cambiar. "Trump propone una border security muy agresiva y esto podría generar tensiones más severas de las que vemos ahora", señala. "En cuanto a migración, México controla la frontera y cobra por ello pero cada vez llegan más, ahora no solo hay centroamericanos, sino muchísimos haitianos". El profesor apunta que el tema no resuelto es lo relacionado con el fentanilo. "Los cárteles se han hecho con México y a este ritmo generará conflictos muy severos".

Trump ha sido claro: quiere pasar de unos aranceles del 15% y el 20% a más del 60%. Harris no llegaría a ese nivel"

Juan Luis Manfredi, UCLM

China, el elefante en la habitación

EEUU está obsesionado con China. Es lo único que reiteran cuando se trata de política exterior. Xi Jinping es otro hombre fuerte como Putin, pero lidera la segunda potencia global y la competencia con EEUU es máxima.

"En la práctica EEUU lleva en guerra comercial con China desde hace más de una década. Trump ha sido claro: quiere pasar de unos aranceles del 15% y el 20% a más del 60%. Harris no llegaría a ese nivel. Esto aceleraría el deterioro comercial entre las dos partes pero no creo que lleguen a una colisión", señala Juan Luis Manfredi.

El punto de fricción es Taiwán. "No veo una acción china que vaya a generar una contrareacción de Estados Unidos. Los demócratas con muy claros. Taiwán forma parte de su promesa de seguridad en el Pacífico. Para los republicanos es una línea roja que China no puede cruzar".

Confíemos en que no se cruce porque un enfrentamiento entre EEUU y China sería el Armageddon.