“Francia, que ve declinar su posición entre todas las naciones, no querría ceder al chantaje de un Estado débil que utiliza todos los medios de presión a su disposición, incluido el espionaje”. Fue uno de los dardos que hace una semana inauguraron la enésima persecución judicial contra Fouad Abdelmoumni, uno de los opositores marroquíes que resiste en el país y que mantiene su determinación de seguir librando la batalla por un Marruecos democrático.

“La razón oficial de mi detención fue una publicación en Facebook que las autoridades marroquíes entendieron como difamación. Consideraron que acusaba a las autoridades marroquíes de utilizar medios de espionaje, en ese caso, contra Francia. Tengo que aportar pruebas materiales o estaría difundiendo falsas acusaciones de cometer delitos que sé que no ocurrieron”, comenta Abdelmoumni en conversación con El Independiente después de que un tribunal ordenara su libertad condicional.

La fiscalía del país vecino mantiene abierto el proceso judicial. El disidente, de 66 años, está citado nuevamente a principios de diciembre. El Tribunal de Primera Instancia de Casablanca le acusa de supuesta implicación en delitos de denuncia falsa, difusión de información falsa e insulto a las instituciones. Un órdago en un país que ha silenciado cualquier acción que desafíe el relato público o denuncie la corrupción de su élite gobernante, la ocupación del Sáhara Occidental o las desigualdades sociales que empujan a decenas de miles de súbditos hacia la emigración.

Víctima del espionaje de Pegasus

Se da la circunstancia de que Abdelmoumni, economista vinculado durante años a la sucursal local de Transparencia Internacional, fue víctima del espionaje con Pegasus del aparato policial marroquí. En el otoño de 2019 fue uno de los primeros opositores marroquíes contactados por Citizen Lab por las evidencias halladas en su móviles del espionaje a través de Pegasus, un programa manufacturado por la empresa israelí NSO Group. "WhatsApp me había identificado como una de las víctimas de Pegasus junto a un puñado de activistas y periodistas marroquíes. Todo el material que tenía en el teléfono e incluso funcionalidades como la cámara habían quedado expuestas", relató años después a este diario.

En el ojo del huracán durante años, Abdelmoumni se declara dispuesto a reincidir. “Siempre tenemos miedo. Sabemos que siempre estamos al límite. La transformación pacífica de un estado y de un país desde la autocracia a la democracia significa que necesitas que la gente desafíe el viejo comportamiento, la vieja cultura, los intereses de los gobernantes, y que los desafíen de una manera que podría interpretarse como salirse de la ley”, responde en una entrevista realizada esta semana tras su breve detención.  “Ahora bien, espero que nos manejemos con suficiente seguridad y que no sea demasiado el precio a pagar por ese puesto. Pero si tengo que pagarlo, estoy preparado”, apostilla.

Abdelmoumni, que fue director de la ONG anticorrupción Transparencia Marruecos y miembro del partido Alianza de la Federación de la Izquierda, es un conocido defensor de derechos humanos, una de esas pocas voces que en Marruecos han resistido a la difamación continua de los medios de comunicación oficialistas o propiedad del aparato policial y al hostigamiento judicial. En la actualidad es el coordinador del Grupo Marroquí de Apoyo a los Presos Políticos (HIMAM). Su asociación tilda de "arbitraria" su detención y asegura que se trata de "una serie de acciones de acoso" contra Abdelmoumni "para vengarse de sus audaces posiciones a favor de la libertad de expresión".

Sabemos que siempre estamos al límite. La transformación pacífica de un estado desde la autocracia a la democracia significa que necesitas que la gente desafíe el viejo comportamiento

El espejismo de los indultos reales

Organizaciones internacionales como Human Rights Watch se han hecho eco de su detención y del inicio de su calvario judicial. La persecución "por expresar pacíficamente sus opiniones es una flagrante violación de su derecho a la libertad de expresión conforme al derecho internacional", advierten desde la citada institución.

“Para mí no es una sorpresa ser objeto de un juicio. Es algo que estamos esperando todos los días, y nuestros amigos son acosados todos los días. Es parte de lo que consideramos nuestra contribución a la evolución de nuestro país y del pueblo”, desliza, consciente de los cargos a los que se enfrenta y de su posible horizonte.

En julio Mohamed VI dictó un indulto real que permitió la liberación de algunos de los símbolos de la represión, entre ellos, los periodistas Suleimán Raisuni, Omar Radi, Taoufik Bouachrine. Apenas unos meses después, aquella gracia parece un espejismo, un instante de esperanza que se ha desvanecido por completo. “Creo que las excarcelaciones del pasado julio no fueron en absoluto un signo de liberalización del régimen. Son una práctica habitual. Se encarcela a la gente durante años y luego se dice: 'Vale, estoy abierto. Los indulto'. Pero mientras tanto, hace una semana tuvimos la condena de un ciudadano marroquí que vive en Brasil a cinco años de cárcel porque consideraron que sus publicaciones en Facebook eran insultantes para el rey. Tienen mi caso y tienen muchos otros”, arguye.

"Marruecos está lejos de ser un país liberal y democrático"

A juicio de Abdelmoumni, Marruecos sigue siendo una dictadura que persigue a quienes tratan de ejercer sus libertades. “Definitivamente Marruecos no es la peor y más dura dictadura que te puedas imaginar en el mundo, pero está lejos de ser un país y un estado liberal y democrático. Seguimos teniendo limitaciones en todo lo que los gobernantes consideran importante. No se puede discutir, no se puede opinar. Las personas que desafían estos límites son el blanco, no al nivel de lo que lo eran desde los años 60 hasta los 90, con la desaparicón o la tortura y detención de toda la familia, pero seguimos teniendo comportamientos ilegítimos contra las voces críticas, como el uso de la difamación a través de medios de comunicación patrocinados por los servicios marroquíes o los cargos fabricados”.

Su detención se produjo un día después de que la prensa difamatoria marroquí la avanzara y coincidió con la visita de Emmanuel Macron, agasajado por Palacio real alauí con todos los honores. Con su apoyo a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental puso fin a dos años y medio de crisis. “No relacionaría directamente este tipo de acoso con la visita de Macron, pero definitivamente, la postura de los gobernantes occidentales como Macron y Trump hacia los derechos humanos en todo el mundo es permisiva con los malos comportamientos por parte de los regímenes autoritarios de todo el mundo”, apunta el opositor, víctima de las consecuencias de esa carta blanca dispensada por Occidente a la monarquía alauí y sus secuaces.

Abdelmoumni sabe el precio que puede costarle su valentía, su negación a callar o a emprender la huida de Marruecos. “La difamación no se detiene. Es el pan nuestro de cada día. No hay día en que no encuentres media docena de artículos difamándome a mí y a gente como yo”, explica. También está dispuesto a pagar con cárcel, aunque -de momento- lo ve improbable. “Espero sinceramente que no haya cárcel, al menos en este caso. Pero, de nuevo, cuando luchamos por los derechos humanos, por las libertades, contra la corrupción, por la democracia, sabemos que algunos de nosotros pagaremos un precio. ¿Quién, cuándo, cuánto? Depende de la situación”, concluye.