Solo una vez el gobierno federal de Alemania ha estado liderado por un solo partido con mayoría en el Bundestag. El sistema electoral, modélico para muchos expertos, propicia la formación de coaliciones. Acaba de saltar por los aires la llamada coalición semáforo, un tripartito formado por socialdemócratas (rojo), liberales (amarillo) y ecopacifistas (verde). Era un matrimonio a tres inédito hasta hace cuatro años. Al contrario de lo que ocurre en España, incluso los dos grandes partidos, socialdemócratas y la Unión (CDU y CSU), han gobernado en cuatro ocasiones en lo que se denomina la gran coalición. Y puede volver a reeditarse en 2025.
Justo el día en que se conocía que el presidente Donald Trump volvía a la Casa Blanca, el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, daba un golpe sobre la mesa y decía "basta ya" a su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner. Esta ruptura de la coalición semáforo se venía fraguando desde hacia meses, pero con la fecha ya fijada de la próxima convocatoria electoral, el 28 de septiembre de 2025, y con el mundo cada vez más incierto, parecía que aún aguantaría para terminar el mandato. Si Trump ganaba, se daba por hecho que desde Berlín se iba a intentar lanzar un mensaje de tranquilidad. Pero no fue así.
Lindner se aferra al límite de la deuda
Lindner tensó la cuerda desde el momento en que presentó su documento sobre el Wirtschaftswende Deutschland la semana pasada. Dejó claro cuál era su programa y chocaba de forma radical con los planteamientos de socialdemócratas y Verdes. En resumen, aboga por menos gasto del Estado y menos impuestos a empresas y clase media alta, mientras que socialdemócrata y verdes ven necesaria más inversión para estimular una economía estancada y una industria que necesita reformas, como queda de manifiesto con la crisis de Volkswagen.
Hay que tener en cuenta que en Alemania la Constitución fija un límite al endeudamiento (no superior al 0,35% del PIB bruto anual), que se suspendió entre 2020 y 2022 por la pandemia de coronavirus, primero, y por la crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania. En noviembre de 2023 el Constitucional alemán consideró ilegal reasignar 60.000 millones de deuda no utilizada para la pandemia al fondo del clima, lo que echó por tierra los planes del gobierno tripartito. Desde ese momento, el margen de maniobra del ministro de Finanzas se redujo.
Linder, que es un jugador, lanzó su órdago con su programa y con su plante. Para Scholz y el ministro de Economía, Robert Habeck, con la vuelta de Trump, se justificaba apelar a una situación de emergencia para elevar el techo de la deuda, pero no para Lindner.
El objetivo de los liberales, que están por debajo del 5% en los sondeos, es mantenerse en el Bundestag y volver a ser claves para formar gobierno, pero de momento con volver a contar con representación parlamentaria ya estarían contentos. En el grupo parlamentario del FDP recibieron a Lindner con vítores tras ser despedido por el canciller Scholz, junto con otros dos ministros liberales. El titular de Transporte, Volker Wissing, se quedó y asumió Justicia.
La jugada de Scholz
Pero la jugada también tenía otra lectura. Al romper con los liberales, el canciller Scholz, que ya ha dicho que será candidato de nuevo, está ya pensando en la siguiente legislatura. Y Scholz, que ya fue vicecanciller con Angela Merkel y ministro de Finanzas, se ve de nuevo en un gobierno encabezado por Friedrich Merz, el candidato de la Unión. Según altos funcionarios europeos, es su apuesta al romper el gobierno. Buscaría una nueva gran coalición.
La fórmula nació como una salida excepcional en 1966 cuando el democristiano Ludwig Ehrhard recurrió a los socialdemócratas, liderados por Willy Brandt, al romper con los liberales. En 2005 la democristiana volvió a recurrir a la gran coalición, que sería la tónica, salvo el segundo mandato, durante los 16 años que estuvo en el poder.
Como dijo el miércoles, Scholz va a convocar una moción de confianza y tras perderla el gobierno ya que está en minoría el presidente federal, Franz-Walter Steinmeier, convocaría elecciones. El canciller socialdemócrata pretende que el Bundestag vea la moción el 15 de enero y las elecciones sean en marzo. Solo el canciller puede decidir cuándo se lleva a cabo la moción, el paso necesario para que se anticipen las elecciones.
Scholz llegó a canciller a pesar de estar solo. Casi nadie más que él creía que lo lograría: todo estaba en su contra. Eso le moldeó"
EVA SEIBERT, EN TAGESCHAU
Choque por las fechas electorales
El candidato de la Unión, Friedrich Merz, sin embargo, mantiene que hay que adelantar los plazos: moción la próxima semana y elecciones en la segunda mitad de enero. Como será necesario pactar una coalición, y en Alemania todo queda por escrito en el acuerdo para formar gobierno, el proceso se suele demorar unas semanas y a veces meses. Por ello, Merz quiere adelantar los plazos. Scholz, a quien le conviene estar a bien con el líder de la oposición, está en conversaciones con Merz.
Pero Scholz también hace sus cálculos. "Scholz llegó a canciller a pesar de estar solo. Casi nadie más que él creía que lo lograría: todo estaba en su contra. Eso le moldeó. Entonces, además de su propia confianza y su increíble seguridad en sí mismo, le ayudó el hecho de que sus oponentes cometieran errores, así que parte del cálculo de Scholz para esperar es seguramente que su oponente esta vez, Merz, también tenga más oportunidades de cometer errores", sostiene en Tageschau Eva Seibert.
En septiembre Scholz se tambaleó en su sillón, ya que los socialdemócratas estuvieron a punto de ceder el primer puesto en las elecciones en el Land de Brandemburgo. El candidato local, Dietmar Woidke, ganó in extremis, pero había pedido al canciller que no apareciera por los mítines, dada su baja popularidad.
Según Scholz, sería bueno que "los grupos parlamentarios democráticos del Bundestag llegaran ahora a un acuerdo sobre las leyes que pueden aprobarse este año". Y añadió: "Este acuerdo podría entonces responder también a la cuestión del momento adecuado para convocar un voto de confianza en el Bundestag, también en relación con la posible nueva fecha de las elecciones", según informa Tageschau. Scholz afirma ahora que va a discutir sobre la fecha "con la mayor calma posible". Si no lo hace, el tiempo que le quede va a tener enfrente a Merz con la demanda y sin ganas de colaborar.
Los dos han de tener en cuenta lo que diga la autoridad electoral (Bundeswahlleiterin) que dictamina cuándo es mejor para que las elecciones se celebren en las mejores condiciones.
Una gran coalición es una opción de gobierno estable, centrista, claramente europeísta y atlantista"
MARIO KÖLLING, UNED
Liderazgo en Alemania y la UE
"Es un error que se retrase la moción de confianza en enero. Ya no puede actuar el gobierno, porque está en minoría", señala el alemán Mario Kölling, profesor de Ciencia Política en la UNED. "Hay muchas iniciativas legislativas importantes como pensiones, ayuda militar, programas sociales, una adaptación del sistema tributario y están muy avanzadas. Quieren aprobarlas. Argumentan también que ahora se pueden conseguir dos tercios para reformar el freno al endeudamiento. Además, para Scholz las encuestas son malas y confía en que las elecciones en Hamburgo, en febrero, vayan mejor, y la economía dé un respiro", añade Kölling, quien cree que "una gran coalición es una opción de gobierno estable, centrista, claramente europeísta y atlantista".
Jana Puglierin, directora del European Council on Foreign Relations (ECFR) en Berlín, sostiene que "si no se convocan nuevas elecciones antes de finales de marzo, Alemania tendrá que esperar hasta junio para que un nuevo gobierno plenamente funcional con mayoría propia tome posesión del cargo, siempre que todo vaya bien. Esto significa que Alemania no podrá desempeñar un papel de liderazgo a nivel europeo. Si bien Alemania no se ha distinguido en este aspecto en los últimos tres años, ahora veremos que Berlín muestra aún menos iniciativa, flexibilidad y previsibilidad".
Los sondeos apuntan a que la Unión (CDU y CSU) ganará las próximas elecciones con más del 32% de los apoyos. En segundo lugar, quedaría la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) con un 18%, seguida por el SPD, que ronda el 16%. Los Verdes tendrían un 11%, y la Alianza Sahra Wagenknecht alrededor del 8%. Los liberales no llegan al 5%. Si así fuera los resultados, la Unión tiene poco margen de maniobra: según lo que necesita para tener la mayoría solo podría pactar con el SPD (gran coalición) o con los Verdes, con los que tienen mayores puntos de fricción, a pesar de que los ecopacifistas son cada vez más conservadores.
Friedrich Merz, sucesor de Angela Merkel al frente de la Unión, sería un interlocutor fuerte a la hora de dialogar con Donald Trump. Es un firme defensor de la ayuda a Ucrania así que puede ser clave a la hora de plantear al presidente de EEUU por qué hay que plantarse ante el líder ruso, Vladimir Putin. También le puede convenir a Merz contar con Scholz, con experiencia y temple. Su acercamiento sería una base para cambiar la Constitución sobre el techo de la deuda. El gran riesgo del nuevo Bundstag será cuán grande será la minoría de bloqueo, ese grupo de diputados antisistema de AfD y BSW, que pueden superar el 25%.
El presidente federal, Franz-Walter Steinmeier, advirtió el jueves a los partidos que no era momento de tacticismos. "Es una crisis de gobierno, no es el fin del mundo", dijo para dar un mensaje de tranquilidad que llegue a los ciudadanos. A Steinmeier le corresponde el papel de mediador en caso de falta de consenso.
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