El hombre más rico del mundo, el empresario y ahora dueño de X -antes Twitter- Elon Musk ha hecho todo lo que estaba en su mano para conseguir que Donald Trump resultase reelegido en las elecciones estadounidenses. Ha aparecido en mítines con el candidato, ha invertido al menos 119 millones en los comités de acción política (PACs) trumpistas y ha aprovechado su recién comprada red social para llenarla de teorías de la conspiración de la extrema derecha en un momento en el que las redes sociales han sustituido a los medios tradicionales como vías principales de información de jóvenes y no tan jóvenes.
El CEO de Tesla y SpaceX no manifestó su apoyo a Trump hasta el mes de julio, pero desde entonces ha ascendido vertiginosamente en influencia en el entorno del que será presidente de EEUU en enero. Tanto, que este viernes se conoció que Musk estuvo presente en una llamada telefónica que Trump y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, mantuvieron el miércoles. La noticia demuestra hasta qué punto el empresario podría tener un papel predominante en la segunda administración Trump, hoy por hoy pendiente de conformarse.
¿Compró Elon Musk Twitter para apoyar a Trump, o es algo que surgió después? Los despidos en la red social más influyente de EEUU, ¿son fruto de su giro hacia la extrema derecha, o simplemente no veía sentido a gastar más en esos puestos de trabajo? ¿Ha influido la deriva de Twitter en la reelección del magnate de Nueva York? Según últimos datos publicados, el valor de X ha caído un 80% desde que Musk lo adquirió. El empresario pagó 44.000 millones de dólares por él y ahora vale alrededor de 4.000, aunque Musk no se queja al respecto. Desde entonces lo ha convertido en una cámara de eco conservadora y también trumpista, donde las cuentas que apoyan al Partido Republicano -también a las teorías de la conspiración, la violencia y la pornografía- tienen gran impacto, en ausencia de moderadores que las limiten, como sí sucedía antes.
Hay expertos que opinan que el objetivo siempre fue minar la confianza en el proceso electoral estadounidense y así, si Trump no resultaba elegido, poder crear un ejército de negacionistas que respaldasen la teoría de que los demócratas habían vuelto a hacer trampas. Previsiblemente, con un impacto mucho más importante que el que tuvieron el 6 de enero de 2021, cuando se dirigieron al Capitolio intentando dar un golpe de estado.
Según un estudio de Pew Research, el 54% de los adultos lee noticias en redes sociales, una tendencia especialmente fuerte entre menores de 50. El porcentaje de americanos cuya fuente principal para informarse son las redes sociales ha subido en los últimos años hasta el 18%, ya muy cerca del 23% que usa mayoritariamente los medios tradicionales o mainstream para conocer las noticias. El propio protagonista de esta historia se ha jactado de facilitar que las noticias las facilite “la gente” corriente, porque estas “deben venir de aquellos que están en la escena y de los que son expertos en la materia”, ha tuiteado, pese a que esa definición es la de periodista.
“Aunque los ultraricos siempre han intentado influir en la política, pocas personas en la historia de EEUU han tenido esta mezcla de inmensos recursos y han intentado usarlos para influir en las elecciones como ha hecho Musk. Se ha convertido en el símbolo del poder externo sobre la democracia”, ha contado Larry Noble, ex consejero general en la Comisión Federal de Elecciones (FEC, por sus siglas en inglés) a The Guardian. “Claramente le gusta la atención, no como mucha otra gente rica que quiere involucrarse en la política y al mismo tiempo permanecer en un segundo plano y que quieren enviar dinero de manera que su nombre no aparezca ligado a ciertas cosas. Él está ahí fuera, quiere que su nombre esté ahí. Creo que quiere ser adorado”.
Un estudio de Harvard Misinformaition Review reveló en 2020 que quienes confían en las redes sociales para informarse tenían más probabilidades de creer en la desinformación ligada a la pandemia del Covid. Otra investigación de Pew Research encontró que los americanos que confiaban en las redes para informarse tenían menos conocimientos sobre política que los que no lo hacían.
"Musk es lo suficientemente listo como para entender que si quieres controlar la narrativa tienes que controlar los medios. Y ahora las redes sociales son el medio", ha opinado un extrabajador de Twitter a Wired. Las redes, además, tienen la ventaja de que no se enfrentan al mismo escrutinio ni tienen que cumplir con las mismas leyes que los medios de comunicación, lo que facilita la tarea de lanzar ciertos mensajes. Otros seis extrabajadores de X y Meta confirmaron al mismo medio que Elon Musk decidió romper con esa presión que la plataforma recibía del gobierno y la sociedad civil, acabando con los esfuerzos para luchar contra los discursos de odio y la desinformación.
Cuando compró la red social, Elon Musk echó al 50% de la plantilla y a casi todos los trabajadores de los departamentos encargados de crear las políticas sobre el discurso de odio, el contenido violento, teorías de la conspiración y la desinformación. Eso abrió la puerta a que comenzasen despidos en mismos departamentos otras compañías como Meta, Google, Amazon y Discord, con lo que el “efecto Musk” podría haber tenido un impacto mucho más allá de la antigua Twitter.
En un principio, ese no era el objetivo de Musk.“Para que Twitter se merezca la confianza del público tiene que ser políticamente neutral, lo que implica molestar igual a la extrema derecha y a la extrema izquierda”, publicó en la app días después de anunciar su oferta para comprar la entonces conocida como Twitter. No ha sido así. Ahora es una cámara de eco que amplifica discursos reaccionarios y potencia las causas de la derecha, especialmente todo lo relacionado con la campaña electoral de Donald Trump.
Así lo recalcan tanto investigaciones académicas como encuestas y datos sobre los usuarios con más influencia en Twitter. Una investigación reciente del Washington Post reveló que los republicanos de la red estaban consiguiendo más seguidores y que sus tuits se viralizasen mucho más desde que el sudafricano es su dueño. “Es imposible decir que X está callando a los demócratas, como algunos han especulado: el análisis del Post no ha encontrado pruebas directas de manipulación. El cambio en la atención puede reflejar nuevas actitudes entre los usuarios que se han quedado en la red, dado que muchos usuarios de izquierdas han dejado la plataforma, molestos por la actitudes de Musk y por las nuevas reglas de X”.
En un estudio académico, el investigador de la Universidad de Cambridge Giulio Cordi encontró que muchos tuits de poca credibilidad y políticamente sesgados habían recibido una fuerte amplificación, especialmente aquellos de derechas. “Este descubrimiento subraya las preocupaciones crecientes sobre polarización política y el auge de las burbujas en las redes sociales. Y sugiere que en la búsqueda del máximo alcance, el sistema de recomendación de Twitter podría haber amplificado tuits sin darse cuenta de que expresan visiones políticas, y sin importarle su veracidad. Esto es preocupante por la vulnerabilidad de las discusiones sociopolíticas como el cambio climático o el COVID-19 a ser manipuladas por estas campañas de desinformación”, recoge su estudio.
Musk potencia la desinformación
Elon Musk se ha convertido en uno de los donantes más importantes de la campaña de Trump y desde entonces X es la casa de sus seguidores. NBC publicó que la sección de tendencias de Twitter ha dado pábulo a teorías infundadas sobre el fraude electoral en EEUU y difamaciones sobre la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris, algunas incluso creadas por el propio CEO. El empresario también ha creado una comunidad de X que se llama Comunidad de la Integridad de las Elecciones (Election Integrity Community en el original) creada por su propio super PAC, America PAC, donde los usuarios han compartido todo tipo de teorías de la conspiración, desinformación y rumores sobre el fraude electoral.
El politólogo Roger Senserrich, autor del libro 'Por qué se rompió Estados Unidos', no cree que Musk y X hayan podido tener una influencia directa en el resultado de las elecciones, en parte porque las redes sociales son muchas y esta no es la que más audiencia tiene, pero valora que sí hayan podido tenerla en los medios de comunicación y su cobertura de la Administración Biden y las políticas de Trump, ya que los periodistas son de los perfiles más comunes en la red social. “La gente que entra a Twitter suele estar ya muy obsesionada con el tema, no es gente a la que vayas a convencer, pero está llena de periodistas que la adoran y consideran el mejor sitio donde recibir información. El hecho de que la moderación de la red más influyente haya desaparecido y que se permita que se llene de nazis sí ha podido cambiar la narrativa de la campaña. Quizá es por eso que los medios han cubierto la economía del país que mejor va del mundo como si fuese mal”, reflexiona en conversación con este periódico.
La cuestión ahora es cuáles son los intereses concretos de Elon Musk al tomar este tipo de decisiones. El empresario es el CEO de la compañía más famosa de coches eléctricos, Tesla, con lo que se podría ver favorecido por las decisiones del nuevo presidente. Lo mismo sucede con su empresa de ingeniería aeroespacial SpaceX, cuyo objetivo es reducir los costes de viajar al espacio. Aquí Musk también podría beneficiarse si Trump le ayuda a avanzar en el plano regulatorio: el Departamento de Transportes y en concreto la Administración Federal de Aviación (FAA) ha sancionado a la compañía por violar las normas en vigor y por saltarse protocolos de seguridad.
Hay quien piensa que no hace nada de esto para asegurarse un futuro de contratos federales o facilidades regulatorias. “Lo de Musk es megalomanía, no le hace falta ningún dinero, lo hace porque se cree un genio”, opina Senserrich. “Su historia es un ejemplo de radicalización, hemos visto cómo una persona se radicaliza en tiempo real”. Pero es un hecho que sus empresas dependen de los contratos del gobierno tanto de defensa como de comunicaciones de satélite, con lo que aunque no sea dinero lo que busca, acercarse a Trump es una buena vía para conseguir hacer lo que le apetezca con sus proyectos. Aunque quizá prefiere un puesto en el propio gabinete del presidente. Trump ha dicho que lo ve como el “zar de la eficiencia” de su equipo. “Ha nacido una estrella: ¡Elon Musk!”, lo aclamó en su discurso de la noche electoral.
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