La evaluación de los vicepresidentes elegidos por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, está suspendida sine die. Tampoco hay fecha para una próxima negociación, aunque fuentes cercanas a estas conversaciones apuntan a que durante el fin de semana habrá llamadas. Hay tres piezas clave: los populares necesitan el apoyo de los socialdemócratas para aprobar la nominación del candidato a vicepresidente italiano Raffaele Fito y los socialdemócratas se niegan a que el candidato de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) tenga el mismo rango que Ribera. La ultraderecha descarta a Teresa Ribera que a día de hoy tampoco tiene el apoyo de los populares. La última pieza es el comisario húngaro, no agrada a ninguno de los dos partidos, pero rechazarlo implica negociar con Orbán y darle la llave para seguir retrasando la puesta en marcha de la Comisión.
La fecha clave es el 27 de noviembre. Lo recordó esta semana la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, que quiso apremiar a los eurodiputados de un lado y del otro del hemiciclo. Ese día está agendada la votación en el Parlamento Europeo para el colegio de comisarios al completo. Para llegar a este punto, se tienen que haber completado las evaluaciones de todos los candidatos tras las audiencias y que cada uno de ellos haya logrado el apoyo de al menos dos tercios de los grupos políticos. Si no lo logran, tras la respuesta a preguntas escritas o incluso una segunda audiencia, podrían pasar con una mayoría simple.
La tensión entre socialdemócratas y populares escaló después de la audiencia a la candidata española a ser vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera. Los de Iratxe García Pérez (S&D) se han levantado de la mesa de negociación; los populares han puesto dos condiciones: que Ribera comparezca en el Congreso de los Diputados y que se comprometa a dimitir si la encausan por la gestión de la DANA. Fuentes del entorno de la todavía ministra del Gobierno de España indican que no van a comentar “la estrategia de Feijóo”, presidente del Partido Popular, pero apuntan que Ribera sólo dimitiría si hay una sentencia firme. Otras fuentes del entorno socialista descartan que la ministra se pronuncie sobre una eventual dimisión en su comparecencia ante las Cortes el próximo miércoles.
El Tratado de la Unión Europea recoge, tras una modificación a finales de los 90, que entre las competencias de la presidencia de la Comisión está la de obligar a dimitir a algún miembro del Colegio de comisarios. Así, aunque Ribera se negase a dimitir, la alemana y líder de los populares europeos podría obligar a la española a renunciar a sus responsabilidades europeas. Según confirma un portavoz de la Comisión, no hay una razón específica por la que la presidenta podría solicitar la dimisión del cargo.
Más allá de que Ribera pueda cumplir con las condiciones impuestas por los populares, hay más piezas que encajar y Von der Leyen tiene que buscar el equilibrio entre volver a sentar en la mesa a los socialistas y contar con los apoyos de la ultraderecha, representada no solo en ECR, sino también en Patriotas por Europa, el grupo al que se afilió Vox y que incluye también a los del primer ministro húngaro Viktor Orbán o la francesa Marine Le Pen.
Ni Fito ni Várhelyi
“El pacto está roto”, comentan fuentes socialistas que no dan margen a ninguna condición para volver a sentarse con los populares. Los socialistas no quieren pactar la aprobación del comisario italiano, de ECR, ni del húngaro Olivér Várhelyi. “No vamos a entrar en ninguna negociación más allá de del acuerdo entre las tres familias políticas. Nuestro línea roja siempre ha sido la no colaborar con la ultraderecha. Desde el principio dijimos que las vicepresidencias ejecutivas debían estar en manos de las tres principales familias políticas”, comentan desde S&D.
Ahí estaría una de las claves para los socialdemócratas: el candidato de ECR, el italiano Fito no puede tener el mismo poder que los socialistas. Porque los conservadores no apoyaron a Von der Leyen para convertirse en presidenta, mientras que sí hubo un pacto entre las tres grandes familias políticas: liberales, socialdemócratas y populares, para impulsar a la democristiana como líder del ejecutivo comunitario. Esta sería una de las condiciones para los socialistas, aunque consideran que el bloqueo de los populares marca un antes y un después y dan por rota la negociación.
Los socialistas le pasan la pelota a los populares y les instan a buscar el acuerdo con la ultraderecha. “Pero no quieren esa foto”, señala una fuente socialista. No obstante, no sería la primera vez en esta legislatura que los populares buscan el acuerdo con Patriotas por Europa o con ECR. Desde el lado popular aseguran que tampoco están cómodos en esa posición y que lo ideal sería cerrar el acuerdo con los socialistas, “a nosotros tampoco nos gusta Várhelyi”, manifiesta una fuente. Los populares piden un “esfuerzo” a los socialistas para que el húngaro también pase el examen.
De lo contrario, la presidenta Von der Leyen podría pedir otro candidato a Orbán, pero el primer ministro húngaro no está obligado a proporcionarlo. Además, apuntan algunas voces que entrar en estas negociaciones podría dilatar todavía más el proceso de elección y poner en peligro la votación prevista para el próximo 27 de noviembre. Por otra parte, se volverían a mostrar las grietas entre las relaciones comunitarias y Hungría, que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo Europeo hasta final de año. Orbán ya puso en un compromiso a la UE reuniéndose con Putin hace unos meses y rechazar ahora al comisario propuesto por su gobierno sería una muestra más de las distancias entre Bruselas y Budapest.
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