Es el elefante en la habitación. En la cumbre del G20 en Río de Janeiro se han encontrado los principales jefes de Estado y de gobierno del mundo: desde el chino Xi Jinping al estadounidense Joe Biden o el indio Narendra Modi. Sin embargo, falta el hombre del que todos hablan: Donald Trump. El presidente electo de EEUU no asume el poder hasta el 20 de enero. Pero sus políticas condicionarán lo que se decide en Río.
Y Trump es el rey del aislacionismo. Es decir, todo lo contrario del multilateralismo que defiende el anfitrión de este año, el brasileño Lula da Silva. "Brasil ha vuelto", dijo Lula al vencer a Bolsonaro en 2022. Y ese regreso quería hacerlo más visible que nunca en el G20. Pero mientras tanto ganó Javier Milei en Argentina, este martes hace justo un año, y, sobre todo, Trump en EEUU el 5 de noviembre.
Milei por primera vez ha saludado a Lula, y ha mostrado cercanía con el francés, Emmanuel Macron, quien últimamente alterna sus llamamientos liberales con aproximaciones a referentes de la ultraderecha global o incluso dictadores como el rey Mohamed VI. Su debilidad interna le lleva a buscar cómo sobrevivir con estas alianzas en las que el dinero prima sobre esos principios que tanto evoca.
Como señala Politico, "la victoria de Trump hace que el futuro del G20 sea incierto, ya que el presidente electo ha dejado claro que privilegia las relaciones transaccionales y bilaterales con otros países en lugar de la búsqueda de consenso a través de organizaciones internacionales".
La sombra de Ucrania
Con Estados Unidos en plena transición hacia el mandato de Trump, los focos se han dirigido hacia el chino, Xi Jinping, y hacia el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha sido el otro ausente de peso en la cumbre, si bien también ha estado presente en las conversaciones debido a la agresión contra Ucrania, que sigue su curso: este martes se cumplen mil días desde que el Kremlin ordenara la invasión del país vecino bajo el nombre de "operación militar especial".
Justo la víspera, los medios estadounidenses informado de que el presidente saliente, Joe Biden, ha autorizado el uso de misiles de largo alcance, los ATACMS americanos, contra objetivos en territorio ruso, en concreto en la región de Kursk. La participación de tropas norcoreanas junto a las rusas habría hecho cambiar de opinión a Biden.
Queda por ver qué le parece a Trump esta decisión y si ha sido informado al respecto. Como era previsible, desde Moscú aseguran que eso destaparía la caja de los truenos. Vuelven a hablar de escalada y de participación directa de los aliados. Pero también el anuncio de Biden es una forma de fortalecer a Ucrania antes de una eventual negociación, lo que dejaría el terreno despejado a Trump para presionar más a Putin en ese sentido.
Sobre Ucrania, la guerra que preocupa en Europa, no se espera que el G20 adopte decisiones y desde Kiev han dicho que prefieren que no haya nada antes que unas palabras sin ir más allá. Biden sí ha hablado ante Lavrov del derecho de Ucrania a defender su soberanía y ha pedido a los líderes del G20 que apoyen a Kiev.
El respaldo es claro en el caso de los europeos (Alemania, Francia, o España, también presente en Río por su estatus de invitado permanente), pero los BRICS tienen otra perspectiva. India, por ejemplo, mantiene una posición ambigua y se ha beneficiado de las sanciones que sufre Rusia porque ha podido obtener energía a mejor precio pero a la vez mantiene buena relación con Kiev.
Qué es el G20 y por qué está en España
El G20, creado en 1999 después de la crisis asiática, es el principal foro para la cooperación económica internacional. Está integrado por los países del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Japón y Rusia) más la Unión Europea, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía. Agrupa el 90% del PNB mundial, el 80% del comercio global y dos tercios de la población mundial.
Habría cuatro grupos en el G20 en la actualidad: Estados Unidos; otros países del G7, junto a Corea del Sur y Australia; el llamado Sur Global; y Rusia y China. Es un escenario fragmentado y muy diverso con intereses a veces contrapuestos.
Brasil ejerce la presidencia y sucede a la India. Las prioridades de Brasil son la lucha contra el hambre, la transición a la energía renovable y la reforma de las instituciones internacionales. La guerra en Gaza y el Líbano, y la agresión rusa en Ucrania ensombrecen el encuentro, ya que poco se va a poder avanzar para solucionar estos conflictos.
La Alianza Global contra el Hambre
Lula ha puesto gran empeño en esta cumbre. Ha reconocido al inaugurar las reuniones, que tienen lugar este lunes y el martes, que el mundo es "mucho peor" que la primera vez que asistió al G20 en 2008.
Como primer objetivo Lula se ha referido al hambre y la pobreza como "el azote que avergüenza a la humanidad". Ante Joe Biden, Xi Jinping, Emmanuel Macron o Keir Starmer, Lula ha dicho: "En un mundo que produce casi 6.000 millones de toneladas de alimentos cada año, esto es inaceptable". Según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, hay 733 millones de personas desnutridas en todo el mundo. Así ha lanzado la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, de la que forma parte 148 miembros fundadores, entre los cuales 81 países y 24 organizaciones internacionales.
Incluso la Argentina de Milei, contrario a los objetivos de desarrollo sostnible, se ha sumado a esta alianza promovida por Lula. "Acabar con el hambre y la pobreza extrema no es tan difícil ni prohibitivamente caro. Ahora tenemos la experiencia, el mundo sabe lo que funciona", ha dicho el ministro brasileño de Desarrollo Social y Combate al Hambre, Wellington Dias. Lula en sus primeros mandatos hizo mucho para ayudar a los brasileños a superar la pobreza y el hambre.
Ni impuestos a ricos ni freno al calentamiento global
Sin embargo, en la declaración final, solo se mencionará brevemente Ucrania, pero también la guerra en Oriente Próximo. Ha fracasado el plan de Lula de acordar un impuesto internacional a las grandes fortunas, a lo que se opone radicalmente Milei.
Tampoco ha logrado introducir disposiciones significativas para detener el calentamiento global, aunque Brasil ha participado significativamente en limitar fundamentalmente la deforestación de la selva amazónica. Recordemos que Trump ya sacó a EEUU del Acuerdo de París y amenaza con volver a hacerlo. Milei tampoco se suma a la mejora del medioambiente.
No parece que vengan buenos tiempos para la cooperación comercial, ya que Trump anuncia tasas a las importaciones, que probablemente afectarán a China, pero también a la producción agrícola de países como España.
Por todos estos fracasos hay quienes creen que este G20 puede ser el último. O al menos el último en el que haya algún intento de acercamiento. Sin embargo, con un mundo patas arriba parece que sería más necesario que nunca que los que tienen peso político y económico se coordinaran para mejorarlo mínimamente.
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